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Sus labios se fruncieron ante lo dicho por aquel hombre.
— ¿Cómo quedo? Espero y desfigurado — Bromeo con cara de satisfacción.
El castaño no podía entender como es que una persona llega a ser tan estúpida y asquerosamente inhumana. Esta mañana decidió reunirse con el señor viejo y feo que lo contrato para abusar de Yoongi, le diría la mentira que ya tenía preparada y después se aseguraría de que el no sospechara nada.
Su mentira era simple, le diría que realizó el trabajo y lamentablemente el peligris murió luego de eso tiro su cuerpo al mar y la corriente lo hundió en lo más profundo. Fácil de entender.
— Lamentablemente el muchacho murió, uno de mis hombres me lo informo, ya tiramos su cuerpo al mar para que no queden evidencias. — relato con voz tranquila, como si le importará en lo más mínimo lo que pasará.
Una sonrisa de oreja a oreja fue lo que mostró el hombre, sonriendo con todos los dientes, sádico, frío y asqueroso.
— Hiciste muy bien el trabajo. — Saco un sobre de su chaqueta oscura y lo tiró en el piso. — Oh, por cierto, creo que será más que suficiente pagarte con la mitad, después de todo eres joven y no necesitarás tanto dinero. — sin dejarlo hablar se marchó.
Jungkook apretó los puños a su costado.
Viejo Tacaño - Pensó.
Con su poca dignidad recogió aquel sobre y lo abrió, de los setecientos mil Wones que le prometieron, solo le dieron trescientos mil. Bueno, técnicamente era dinero gratis, el no le hizo nada a Yoongi, por lo pronto, este dinero le ayudaría muchísimo, compraría más comida y arreglaría las deudas con el oficial quizás así lo dejara de molestar.
Camino guardando el sobre, primero compraría la comida y ya después volvería a la estación.
Habían pasado dos días luego de aquella madrugada, aún se sentía inseguro y algo asustado, el no quería meterse en más problemas y entrar de infiltrado al club BlueS representaba uno. Sabía perfectamente que ahí pasaban cosas chuecas, lo supo desde la noche en que vio descargar a más de dies chicas esposadas y con los cuerpos casi desnudos, cuando vio como las metieron adentro se aterrorizó, no ayudo que días después encontrarán a una joven de 16 años muerta con signos de violaciones múltiples. El supo que esa muchacha fue secuestrada y la obligaron a prostituirse ahí.
No quería infiltrarse, si lo descubrían podría ser su fin y quién sabe que cosas asquerosas e inhumanas hacían ahí. Su única solución era darle el dinero prestado al oficial y tratar de alejarse lo más que pudiera de la ley. Cómo si esto fuera tan fácil.
Suspiro al tener todas las compras en sus manos, esta ves le alcanzó para llenar la bolsita además de que le sobró más de la mitad de dinero. Los pequeños comían mucho, le alegraba que ellos estuvieran mejor que antes aunque muy dentro suyo se repetía que solo los cuidaría hasta que su madre fuera dada de alta. El día de ayer fue a buscar información de la mujer en el hospital central, pero nadie le dijo nada, según ellos porque era un paciente de estado médico reservado además de ser testigo en un caso de maltrato, según las enfermeras, el solo podía ir a visitarla si tenía un permiso firmado de la estación policial.
¿Porque cada cosa que hacía siempre terminaba relacionandose con la ley?
Odiaba a los policías.
Bufo cuando recordó la cara del supuesto 'oficial Park' lo aborrecía más que a nada.
Con una de sus manos saco la llave de su bolsillo y abrió la puerta, entro sigiloso, cuando se fue al encuentro con ese hombre, dejo a los pequeños aún dormidos, quizás ya despertaron, pero no quería arriesgarse.
Sus ojos vieron a los tres pequeños acurrucados en su vieja cama, le recordó a su niñez, solo que el siempre estaba frío, no había alguien que lo calentará, sacudió su cabeza para dejar de pensar en aquello odiaba recordar cosas que lo lastiman.
Saco cada cosa de la bolsa rosa, un par de paquetes de arroz, algas secas, dos mini bolsas de te, una caja de galletas de agua, una bolsita de azúcar, algunas manzanas y diez huevos. Esperaba que fuera suficiente.
Acomodo todo y preparo un poco de te con arroz frito. Su cocina era muy simple, solo tenía un par de platos, unas cuantas tasas, una sartén más una vieja olla, cucharas viejas y tres tazones. Apezar de ser pobre, siempre pagaba su alquiler, ya junto con ello le daban agua, luz y gas. Era bueno vivir ahí.
Luego de terminar de preparar todo lo enrollo en unas mantas dejando todo listo, dibujo un muñeco comiendo para pegarlo en la pared, sabía que el pequeño no leía, apesar de ya tener cinco años, jamás piso una escuela.
Ahora venía lo más difícil, la prueba de fuego.
Suspiro suave con resignación, era momento de afrontar la situación y dejar en claro algunas cosas, a él le importaba un pepino que el pelinegro fuera un policía, no le tenía miedo y mucho menos respeto, el estúpido policía podría meterse el título a dónde le quepa, claro que si.
Su mente máquino miles de insultos hacia el oficial mientras cambiaba su ropa, se puso un poleron negro desgastado por el sol más un pantalón deportivo del mismo color, solo que este no se notaba tan usado, sus viejos tenis grises aún lo acompañaban, una gorra de lana oscura fue puesta en su cabello para disimular lo largo que estaba su pelo, admitía que ya lo quería cortar, solo que no encontraba las tijeras.
Con decisión cruzo la puerta para después cerrarla. Está sería la noche del caos.
. . . . . . . . . . .
— ¿Crees que vendrá? — cuestionó interesado en la situación.
Los ojos de Jimin dejaron de mirar a los costados para verlo a el.
— Si no quiere quedarse encerrado en la estación lo hará, ese mocoso no es tonto, si será un revienta huevos, pero no es tonto. — nego suave antes de seguro observando a su alrededor.
El pelinegro no se daba cuenta de lo que hacía y como se encontraba algo inquieto a la espera de que el castaño llegará, pero Namjoon no era ajeno a lo que pasaba.
El oficial mayor ya tenía una idea de lo que estaba pasando, rogaba estar equivocado, aunque todo parecía ser real. Jimin se sentía atraído de una forma extraña hacia el joven delincuente.
No sabía cómo fue que pasó, tampoco tenía idea de que es lo que pasaría más sin embargo, esto traería más problemas que felicidad, eso lo aseguraba con puño y espada.
Pasaron alrededor de cuarenta minutos hasta que el joven del otro día, que según supo se llamaba Jungkook, se digno a aparecer.
El observo fijamente el rostro de Jimin, y como lo sospecho, una mini sonrisa traviesa se poso en los labios del pelinegro.
Si alguien se atreviese a jugar con su carácter y arrogancia ya tendría dos tiros en el cráneo, pero pareciera que esa ley no aplica en su amigo, el pelinegro estaba más decidido de someter al menor sin saber que el sometido sería el.
Un chiste de mal gusto sin duda.
— Antes quisiera arreglar mis deudas con usted. — hablo el menor al estar al frente suyo, ya era tarde, el viento soplaba algo frío mientras el castaño sacaba aquellos billetes de su bolsillo, los contó y se los extendió al pelinegro.
Namjoon observo divertido como es que estos dos pelearon por dinero, su primera pelea de tontitos enamorados.
— ¿Acaso te pedí que me devolvieras algo? Olvidaste lo que te dije ¿Verdad? — bufo algo molesto.
— No quiero deberte nada a ti, tómalo y ya. — respondió agitando los billetes.
Jimin rodo los ojos, odiaba repetir las cosas.
— Ya te dije como me pagarías ¡¿Porque vienes con estás tonterías!? — alzó la voz.
— No pienso entrar a ese asqueroso lugar, toma el dinero y ya, se acabó.
— Te recuerdo que tienes cargos por violencia pública — amenazó, una parte suya se regocijo al ver al castaño algo asustado — ¿Acaso quieres que tome el dinero y te meta preso?
— No puedes hacer eso, yo no la golpee, solo la defendí, ese gordo feo fue quien la dejo así ¿¡Que acaso un héroe merece ser juzgado!? — explotó, en el fondo el sabía que no podría librarse de esta.
— ¡Tu...
— Ya basta los dos — Namjoon intervino.
El oficial mayor se acercó al castaño y lo miro de arriba.
— Es sencillo, tienes cargos ante la justicia, si no coperas serás trasladado al reclusorio y cumplirás la sentencia que se de en el juzgado — Saco sus esposas y las abrió rápidamente — tienes derecho a mantener silencio.
Con rapidez tomo las manos de Jungkook y las esposo. El castaño entro en alerta.
— ¡Está bien, está bien, haré el trabajo pero déjenme en paz! — exigió.
El oficial sonrió con superioridad a un Jimin enojado.
— Te diremos lo que tienes que hacer, Jimin, tráelo adentro.
— Si.
Las cosas se pusieron color de hormiga.
. . . . . . . . . .
Aquel traje apretado y la camisa desabrochada no eran para nada su estilo, camino con la mirada fija en la puerta abierta con luces y humo saliendo de ella, muchos hombres entraban, algunos con buen porte y muy bien parecidos y otros simplemente con cara de culo. Habían más de tres guardias, uno más grande que el otro, trago duro al reconocerlos, esos eran los hombres encargados de descargar la "mercadería"
¿En qué lío te has metido Jungkook?
Las indicaciones eran simples, entrar y hacerse pasar por un cliente, ya adentro uno de los infiltrados se acercaría a el y lo llevaría a las oficinas de el dueño y lo haría firmar un contrato de trabajo, lo que le causaba más miedo, era que le dijeron que por más que el contrato estuviera en malos términos para el debía de firmarlo, así le estuviera vendiendo su alma al mismo diablo.
Con decisión se acercó a la puerta y trato de entrar, solo que su suerte no era la mejor.
— Invitación cariño, te falta la entrada. — el feo y grande hombre casi casi lo tiró hacia atrás.
El solo pudo sonreír fingiendo torpesa.
— Oh sí, si es cierto, lo olvide — de su bolsillo saco una tarjeta. — ahí la tiene — la extendió y ya después de que la revisaran se la devolvieron y pudo entrar.
Suspiro suave al estar adentro.
Todo el lugar era caótico, habían luces de color azul y rosa, el humo llenaba el suelo y la música se oía muy fuerte, el lugar era muy grande, habían muchas mesas y montones de hombres sentados en ellas. Miro a los costados de manera disimulada, habían como siete escenarios con tubos y correas, se veía que la función aún no comenzaba.
— Ven aquí.
Casi grito cuando una mano tomo su brazo y lo arrastró hacia otro lugar muy adentro y demasiado oscuro.
— ¡Suéltame! — trato de soltarse dándole un golpe en el antebrazo.
— Calla, soy Jin, el oficial Kim me mandó.
Jungkook no se quedó nada tranquilo después de escuchar eso.
Cada paso se sentía pesado, el tenía miedo, mucho miedo. Ya cuando llegaron a un cuarto alejado de el salón lo soltó. El corazón le latía muy fuerte.
— Lo que tienes que hacer es simple, finge ser un gogodance hasta la subasta y ya serás libre después de capturarlos a todos. — susurro casi inaudible. Se notaba muy nervioso — Solo estarás aquí por las noches en los primeros días, ya después te encerraran por el día y no te dejarán salir más, no te asustes por eso, es normal aquí, solo será un mes hasta que la subasta esté lista y ya seremos libres — se notaba una alegría muy grande al decirlo.
A Jungkook esto le parecía una porquería, odiaba cada segundo de su mísero encuentro con aquel oficial de mierda.
. . . . . . . . .
Según ustedes ¿Que pasará ahora? ¿Cuál será la historia de Jin y que relación tendrá con Namjoon? 0.0
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