𝚘𝚗𝚌𝚎.
—Espero que no te arrepientas de esto, Jennie... – se dijo a sí misma, levantando la mano para tocar la puerta de la habitación 307 con los nudillos.
Metió sus manos en los bolsillos de su sudadera, comenzando a balancearse de adelante hacia atrás sobre sus talones, tratando de tragarse su nerviosismo.
Tenía muchas preguntas que hacer y, al menos, esperaba que Rosé pudiera contestarlas cada una de ellas.
Todo su cuerpo se tensó cuando la puerta se abrió, dejando ver a Park SooYoung, quién la miró con frialdad.
—Jennie. – saludó, asintiendo levemente. — Es un gusto verte.
—Lamentablemente no puedo decir lo mismo, SooYoung. – Jennie respondió, mirando a Joy a los ojos. — ¿Está Rosé?
—Aquí estoy. – se escuchó la voz de la rubia.
Joy y Jennie solo se dejaron de mirar cuando apareció Rosé. La manager se hizo a un lado y miró a su amiga, rodando los ojos al ver la sonrisa tonta que luchaba por aparecer en su rostro.
Jennie miró a Rosé con el mismo rostro serio de siempre, sintiendo aquella misma e inexplicable ola de emociones llenarle todo el cuerpo. Ni siquiera se molestó, aquello ya era común desde la vez que había visto a Rosé por primera vez luego de su rompimiento.
Rosé se aclaró la garganta, comenzando a mirar insistentemente a Joy. La manager rodó los ojos y comenzó a salir del penthouse, pasando al lado de Jennie y chocando su hombro.
Kim sonrió y se pasó la lengua por los dientes, comenzando a morderse la lengua para evitar decir algo que sabía que comenzaría una pelea. Ambas miraron a Joy hasta que está se subió en el elevador y desapareció cuando las puertas de cerraron.
—Pasa. – dijo Rosé, haciéndose a un lado para dejar entrar a la mayor. Jennie suspiró y entró, caminando hasta la sala. Rosé cerró la puerta y caminó hasta quedar detrás de la mayor. — ¿Quieres algo de tomar?
Jennie negó, mirando a su alrededor.
—¿De verdad? – volvió a preguntar Rosé. — Hay agua, jugo de naranja, gaseosa, Whisky, vino, cerveza, té, jugo de pi-
—Roseanne. – la frenó Jennie, mirándola por fin. — Al grano, ¿qué demonios hago aquí?
La rubia detuvo todos sus movimientos, cerrando los ojos un par de segundos y luego soltar un suspiro. Ella ni siquiera sabía porque le había dicho a Jennie que fuera a su lugar esa noche.
—Sobre mi copia de la canción. – dijo lo primero que se le ocurrió. Jennie asintió levemente. — No sé que haya dicho la imbécil de Lisa, pero ella accedió a darme la canción por el 25% de las ganancias de Hard to Love.
—¿Para qué quieres la canción?
Rosé ladeó la cabeza, considerando si decir la verdad. Sabía que si planeaba tener una conversación con Jennie sin que ambas se gritaran y dijeran cosas hirientes, debía ser sincera.
—Necesitaba saber que decía. – respondió. — Discúlpame, pero el hecho de que mis tres ex's colaborarán en una canción que se titula "Your Turn" me ponía un poco nerviosa, ¿sabes?
Jennie soltó una risita.
—¿Piensas que la canción es sobre ti? – preguntó con burla. — No todo gira a tu alrededor.
Rosé se sirvió un vaso de whisky, murmurando entre dientes. Jennie frunció el ceño y se cruzó de brazos.
—¿Qué has dicho?
—Tal vez no todo, pero sabemos que tú sí.
Las manos de Jennie se apretaron en puños, mirando a Rosé al rostro. Los ojos de la rubia estaban cristalizados y las mejillas sonrojadas a la vez que una pequeña sonrisa tonta se asomaba en su rostro. Sus ojos viajaron directamente a la botella que tenía Rosé entre sus manos, notando que está tenía un poco más de la mitad de contenido.
Rosé estaba ebria.
—Me largo. – habló, mirando el reloj en su muñeca para ver la hora. Sana no llegaría hasta después de tres horas.
—No, espera. – Rosé se puso delante de Jennie, colocando sus manos en su pecho.
Kim manoteo las manos de la rubia, dando un par de pasos atrás. — No me toques.
Rosé hizo un puchero.
—De acuerdo, lo siento.
Un silencio incómodo se posó sobre la habitación. Jennie miraba al suelo o al techo; no quería mirar a Roseanne, sin embargo podía sentir la pesada mirada de la rubia sobre ella. Siguiendo todos y cada uno de sus movimientos con total atención.
—¿La amas? – preguntó Rosé en voz tan baja que a Jennie se le hizo difícil escucharla.
—¿Qué?
—A Sana. – dijo más alto. — ¿La amas?
—La quiero. – respondió la mayor.
—¿Pero la amas?
Jennie frunció el ceño una vez, escuchando la voz de Irene en su interior.
"—Si sigues frunciendo el ceño vas a quedar arrugada más rápido".
—No es tu problema.
Una sonrisa más grande que la anterior creció en el rostro de la rubia a saber la respuesta.
—No lo haces. – dijo con alegría. — No la amas.
Jennie suspiró.
—En serio, Rosé, ¿qué hago aquí?
Los ojos de Rosé se llenaron de lágrimas.
—Te amo, Nini.
Jennie mentiría si dijera que su corazón no se alboroto como tantas veces lo había hecho. Mentiría si dijera que aquellas tres palabras no la hubieran hecho sentir total felicidad. Joder, mentiría si dijera que su lengua no picaba y que su garganta no ardía por decirle a Rosé que también la amaba.
No podía hacerlo.
—¿En serio? Porque la última vez que nos vimos me dijiste que me hiciste todo lo que me hiciste porque no me amabas. – recordó Jennie con la voz temblando. — Y lo recuerdo muy bien porque me lo gritaste.
—Mentí.
—¿Y cómo sé que no mientes ahora?
La habitación volvió a quedar en silencio. Ambas mirándose fijamente. Una fingiendo que no le dolía mientras que la otra simplemente comenzaba a llorar por todo lo que sentía.
—¿Te acostaste con JiSoo? – preguntó Jennie después de un largo silencio, el nudo de su garganta creciendo cada vez más.
Aquella pregunta tomó por sorpresa a la rubia. Jennie por fin se lo había preguntado.
—Sí... – dijo, cerrando los ojos y dejando caer un par de lágrimas, recordando todo lo que le había dicho Joy cuando aquello salió a la luz. — Lo hice el día que discutimos antes de que te fueras a hacer la sesión de fotos con Calvin Klein.
Las manos de Jennie se apretaron en puños dentro del bolsillo de su sudadera, notando como su vista comenzaba a hacerse borrosa.
Recordaba como después de aquella discusión ella había estado buscando a Rosé por todos lados. Llamándola y mandándole mensajes de texto hasta preguntarle a sus amigos y conocidos. Parecía que a Rosé simplemente se la hubiera tragado la tierra.
O eso pensó hasta que vio aquel tweet de Dispatch que decía sobre una supuesta infidelidad de Rosé, y todo empeoró cuando vio que aquel rumor era con Kim JiSoo, su modelo a seguir.
—JiSoo-unnie dijo que...
—Lo siento.
Un par de lágrimas cayeron de los ojos de la mayor, quién rápidamente las limpió y sonrió falsamente.
—Lisa tiene razón cuando dice que no eres más que una puta. – dijo con rencor. — Una puta que busca quién la ame porque no sabe amarse a sí misma y, no conforme con eso, busca a alguien que le dé su momento de fama.
—Jen...
—No sabes cuánto espero el día en que ames a alguien pero que ese alguien no te ame a ti. – dió dos pasos hacia delante. — Que solo te utilice como tú me utilizaste a mí. – recordó las noches en las que habían tenido sexo y Rosé se iba después de terminar. — Porque tú, Park Roseanne, no mereces más que eso.
Y sin más, salió del penthouse de Rosé, azotando la puerta al salir.
Rosé se dejó caer de rodillas al suelo, comenzando a llorar.
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