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𝚌𝚒𝚗𝚌𝚘.

Tocó la puerta con los nudillos, balanceándose en sus talones mientras volvía a meter la mano en el bolsillo. Todo su cuerpo ardía con anticipación. ¿Para que la había llamado Rosé? 

Bufó, aburrida de esperar aunque solo habían pasado un par de segundos. Levantó la mano para volver a tocar la puerta cuando está se abrió, dejando ver el rostro de su ex-novia.

—Knock knock. – dijo, golpeando suavemente la frente de la rubia con sus nudillos.

Rosé manoteo su mano, colocando cara de fastidio.

—Entra, imbécil. – dijo, dándose la vuelta y volviendo a entrar a la habitación.

Lisa soltó una risita, entrando y cerrando la puerta detrás suyo. Vio a Rosé de espaldas, completamente vestida.

—Sabes que prefiero que me esperes en bata de baño. – dijo, sacando sus cosas de los bolsillos de sus jeans para dejarlos sobre un sillón que había allí. Rosé se giró a verla.

—¿De que demonios hablas? – preguntó con enojo. Miró las cosas de Lisa y noto dos sobres plateados. — No te llamé para eso, imbécil.

La tailandesa, que estaba a punto de sacarse la camiseta, detuvo todos sus movimientos.

—¿No? – preguntó. Rosé negó. — ¿De verdad no? – sus brazos cubrieron su rostro en cuanto vio a la mayor levantar la lámpara a su lado. — ¡Ya entendí, ahora baja esa cosa!

—Eres una imbécil, Lisa, ¿ya te lo habían dicho?

Lisa la miró con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido. ¿Realmente se atrevía a preguntarle eso cuando era ella la que se la pasaba diciéndole imbécil cada dos oraciones?

—¿Que hago aquí entonces?

—Negocios. – dijo Rosé, sirviendo alcohol en un vaso y dándoselo a la tailandesa. — Te daré un 25% de las ganancias de Hard to Love si me das una copia de la versión final de Your Turn. – se sirvió un vaso, dándole un trago a este inmediatamente, sintiendo el líquido quemarle la garganta. — La versión final, no el demo.

La habitación se quedó en silencio, ambas mirándose una a la otra por lo que pareció una eternidad. Rosé lo tomó como una buena señal, Lisa realmente se estaba pensando la propuesta.

Sabía que durante su relación, Lisa realmente la amo, pero el gran amor de Lisa siempre sería el dinero. Simplemente no habia nada que pudiera superar aquello.

—¿Qué estás esperando para decir que es una broma? – preguntó, sentándose en el orillo de la cama. — El 25% no es ni siquiera un cuarto de lo que ganaré con Your Turn.

—¿Y ya sacaste la cuenta de cuánto ganarás realmente luego de dividir entre seis? Lisa, Your Turn no es solo tu álbum, también el de JiSoo y Jennie, sin mencionar lo que tendrán que darle a Teddy por producirlo. – Lisa sacó tomó su celular y comenzó a utilizarlo. — Ah, y ni hablar del porcentaje que tendrías que darle a tu empresa, ¿realmente no es suficiente el 25% que te estoy ofreciendo?

—Eres una... – comenzó, tirando su teléfono al suelo y acercándose a Rosé con enojo.

—¿Perra? Sí. – completó, enfrentándose a la tailandesa. — ¿Aceptas o no?

Lisa ladeó la cabeza, bajando los ojos hasta ver la mano abierta de Rosé entre sus cuerpos. La mayor ni siquiera se molestó en ocultar la sonrisa de satisfacción que apareció en su rostro cuando su ex-novia estrechó su mano un segundo después.

—Espero ver esos ceros en mi cuenta, Park Roseanne, o realmente te arrepentirás de haberme jodido la existencia. – amenazó, apretando la mano de la mayor con fuerza.

Rosé tuvo que morderse la lengua para no dejar salir ningún sonido.

—Como digas. – respondió con burla. — Ahora vete, imbécil, quiero dormir.

Lisa tomó sus cosas y levantó su teléfono del suelo, importandole muy poco ver la pantalla quebrada. Salió de la habitación del hotel y marcó el número de su manager.

—Voy a salir en cinco, asegúrate de tomarme fotos. – dijo, entrando al ascensor. — Te lo explicaré luego, SeulGi, solo haz lo que te digo, joder.

—Ya voy, ya voy. – habló, secándose las manos con un paño para caminar hacia su puerta. — ¿Qué haces aquí? Creí que pasarían dos días antes de tener que verte la cara.

Rosé entró en el apartamento de Joy y se paró a mitad de la sala. La mayor la siguió, mirándola de pies a cabeza, esperando a que dijera algo. Frunció el ceño al verla tender su brazo con una memoria USB en la palma de su mano.

—¿Qué es esto?

—Your Turn. – respondió con simpleza. — No preguntes cómo lo conseguí y no te preocupes que no hice nada ilegal.

—Cuando dices que no me preocupe siento que realmente debo preocuparme. – Joy se llevó la mano a la frente. — Oh, dios mío, ¿qué hiciste, Park Roseanne?

—Nada. – se encogió de hombros, siguiendo a Joy hacia la cocina. — Ahora quiero que me consigas dos días libres más.

La mayor escupió el agua que estaba bebiendo y comenzó a toser con fuerza. Rosé ni siquiera se movió de su lugar.

—¿¡Para qué!? – preguntó más alto de lo que quería. — No me jodas, Rosé.

—Conseguí la canción antes de veinticuatro horas, ahora tú consígueme dos días más.

Joy la miró, sabiendo que no tenía más remedio que hacer lo que Rosé quería. Asintió en contra de su voluntad, mirando su cena cocinarse en la estufa.

—Necesito saber qué harás en estos días. – dijo. — Mi pobre corazón no va a resistir otro anuncio como el que salió hace un par de semanas dónde te vieron entrar al edificio de Jennie.

—No haré nada estúpido. – fue lo único que dijo, caminando hacia la salida. — Disfruta de tu cena, unnie.

—Ah~. – se quejó, sintiendo las largas uñas de la japonesa en su espalda.

Movía sus caderas en un rápido vaiven, moviéndose dentro de Sana, tratando de llegar cada vez más profundo dentro de ella.

Los gemidos de Sana en su oído la arrastraban al límite cada vez más rápido, tratando de controlarse y no dejarse ir antes que Sana.

—Más fuerte, ah~ – pidió ella. Jennie relantizo sus movimientos y aumentó la dureza de estos, sintiendo por fin las paredes vaginales de Sana apretarse alrededor de su miembro.

Un par de veces más y Sana se dejó ir con un pequeño grito. Jennie perdió el soporte de sus brazos y dejó caer todo el peso de su cuerpo sobre el de la japonesa, respirando pesadamente mientras sentía como llenaba su preservativo.

—Cada día es mejor que el anterior. – dijo Sana luego de un par de minutos en silencio.

—Lo es. – respondió, saliendo del interior de Sana y echándose a su lado, quitando su cabello de su rostro. — Debo ducharme de nuevo. – comentó, sintiendo su frente caliente y su cuerpo sudoroso.

Sana soltó una risita.

—¿No te importa que yo lo haga primero? – preguntó, girándose boca abajo para mirar a Jennie.

—De acuerdo, ve. – la japonesa sonrió y dejó un pequeño beso en los labios de Jennie, levantándose de la cama totalmente desnuda y entrando al baño.

La pelinegra tomó su teléfono y encendió la pantalla, mirando un sin fin de mensajes en el grupo que tenía con JiSoo y Lisa, pero no se molestó en abrir el chat, cualquier cosa que tuvieran que decirle, se lo dirían mañana en persona.

Sin embargo, el chat de abajo le llamó la atención. Pensó seriamente si entrar en él o simplemente dejarlo ahí e ignorarlo. Cuando quiso darse cuenta, su pulgar presionó el chat.

—Ya puedes ir a bañarte. – escuchó a Sana, quién salía del baño con el cabello envuelto en una toalla.

Jennie asintió y dejó su teléfono en la mesita de noche, sintiendo aún esas tontas mariposas en su estómago que aparecían cada vez que pensaba en Rosé.

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