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Plushofilia

Excitación al tener sexo con algún peluche o restregar las partes íntimas con algún peluche de felpa

— ¿Papá sabías que se iban a mudar a la casa de al frente?— Un menor de dieciséis miraba por la ventana de su casa. El hombre se acercó a ella y observó hacia afuera también.

— No lo sabía.— le respondió Min Yoongi; hombre divorciado, dueño de varias sucursales de panadería con un hijo adolescente hormonal.

— ¿Ese es...— Jungkook; el hijo, se detuvo analizar al nuevo dueño de la casa vecina y se sorprendió al reconocerlo.

— ¿Qué es? ¿Lo conoces?

— No, no lo conozco— negó con rapidez y nerviosismo.— ¿Deberíamos prepararle algo de bienvenida no crees? Un pastel tal vez.— el hombre mayor lo pensó y unos segundos antes de asentir.

— No suena mala idea, andando.

Ambos se dispusieron a preparar el pastel, pero el menor estaba más pendiente de ver por la ventana cada tanto para vigilar al nuevo vecino, claro que para su padre esto no pasó desapercibido, pero no dijo nada al respecto, ya tendría tiempo de averiguar lo que tenía entre manos el muchacho.

— ¡Papá, papá!— le llamó ansioso, mientras brincaba y movía sus manos desesperado.

— ¿Qué? ¿Qué te sucede?— se preocupó ante la actitud del menor.

— ¡Pinky viene para acá!— grito eufórico

— ¿Quién mierda es Pinky, Jungkook?— el susodicho supo que metió la pata en cuanto su padre frunció el ceño con confusión.

— Digo, el vecino, es que tiene pelo rosa y se me ocurrió ese apodo, es todo.— sonrió inocente. Aquello no había convencido para nada al adulto pero cuando iba a decir algo el timbre sonó, así que le dió una mirada severa a su hijo y fue abrir.

— ¡Hola!— saludo alegre el hombre de afuera.— Es un placer, me llamo Jimin, Park Jimin.— extendió su mano desocupada ante el hombre más grande y corpulento.

— Jimin, hola, el placer es mío. Soy Min Yoongi.— tomó la mano y la estrechó. 

Por Dios, Jimin nunca había visto a alguien tan jodidamente atractivo como el hombre que tenía enfrente.

— Soy el nuevo vecino, quería traerles esto como regalo.— Señaló una caja donde Yoongi supuso que había un pastel y por supuesto que había uno, reconocería su caja donde fuera.

— Adelante Jimin.— Le dió paso y el más bajo se adentro a la casa y fue cuando Yoongi por fin noto las prendas ajenas. Solía ser despistado, pero como se le había podido pasar la falda y el top que llevaba el hombrecito.— ¡Jungkook!— llamó a su hijo quien chilló escondido en la cocina.— Ven conmigo.— le pidió a su nuevo vecino.

Jimin lo siguió y analizó todo el lugar con detenimiento.

— Bonita casa.— confesó sin filtro.

— Muchas gracias.— le hizo señas a Jimin de que se sentará en uno de los bancos y le dió vuelta al mesón de su cocina para sacar el pastel que estaba haciendo.— Jungkook ¿que haces ahí?— preguntó al muchacho que estaba escondido tras la isla.

— Yo, yo estaba buscando una cuchara.— esculco en los gabinetes de abajo.

— Allí no hay cucharas, levántate, mocoso.— lo jalo de la parte trasera de su camisa e hizo que se levantará. Jimin rió divertido.— Él es mi hijo Jungkook. Jungkook, él es Jimin.

— Ho-hola.— hablo nervioso.

— Es un placer, Jungkook.— Jungkook sintió que podía estallar así que se fue corriendo a su habitación, dejando a los adultos anonadados.

— No sé qué le pasa, no suele ser así, perdonalo.— se disculpó Yoongi en nombre de su hijo.

— No te preocupes.— le sonrió dulce, y Yoongi podía jurar que no había visto una hilera de dientes tan bonitos como esos, incluso si uno de ellos estaba torcido.

— Sabes, yo estaba preparando un pastel para llevártelo.— confesó mientras sacaba dicha cosa del horno.

— Oh Dios ¿en serio? Y yo que traje el de mi pastelería favorita.

— Me halaga saber que es tu favorita.— Jimin se confundió pero parece haber entendido cuando Yoongi terminó colocando el bizcocho sobre la mesa y señaló el de la caja que había traído él.— Es mi pastelería.

— ¡No hablas en serio!— exclamó con sorpresa.

— Muy en serio — rió por la reacción del hombre.

— No puede ser, que osadía la mía traerte tu propio pastel. Qué vergüenza.— se tapó la cara con sus pequeñas manitos y Yoongi se fijó en sus uñas coloridas y llenas de brillo.

— No lo sabías, tranquilo.— le restó importancia mientras negaba con la mano.

— Me encantaría probar tu pastel, supongo que estos son hechos por tus empleados.— señaló el de la caja.— No debe tener el mismo sabor.

— ¡Claro!— Yoongi cortó un pedazo y lo puso en un pequeño plato, ofreciéndole inmediatamente a Jimin.

— ¡Por todos los cielos! Esto no se compara a ningún otro que haya probado. Es exquisito Yoongi.

— Si, muchas gracias.— se sonrió nervioso y rasco su nuca con timidez.

— Me pregunto qué otras cosas saben hacer esas manos.— Yoongi lo miró sorprendido y trago grueso. Jimin lo observaba con una sonrisa ladina y sus dedos tamborileando sobre la mesa.— Me encantaría probar en otro momento, si no es molestia.

— ¿De qué estamos hablando?— Sentía su garganta seca.

— Por supuesto que de los postres, tontito, ¿Que pensabas?— Jimin rió— si me disculpas, debo irme a terminar de desempacar, fue un placer conocerlos. Es una lastima no poder conocer al niño mejor, será en otra ocasión ¿Está bien?— Yoongi asintió lento.— Umm, ¿Puedo llevarme el pastel? ¿cierto?

— Si, claro, puedes.— Yoongi colocó el pastel en una de las cajas de su panadería que tenía en su casa y se lo entregó a Jimin.

— Ulala, así que ahora tengo una panadería enfrente.— Ambos se carcajean y van hasta la puerta de entrada.

— Fue un placer Jimin, espero puedas visitarnos con más calma en cuanto termines tu mudanza, si necesitas ayuda, puedes avisarme.

— Oh, muchas gracias, Yoongi, lo tendré muy en cuenta.— demasiado en cuenta para ser verdad. El menor se despidió agitando su manos y se adentro a su nueva casa.

Por otro lado Jungkook refunfuñaba entre dientes al ser tan idiota y no poder acercarse a su nuevo y lindo vecino, aquel que lo volvía loco cada que hacía un nuevo stream.

Ahora tendría que esperar a que se le diera una nueva oportunidad para poder presentarse como se debía.

Los días pasaron y con ello una nueva amistad entre Jimin y Yoongi creció. Jungkook aún no podía entablar una conversación de más de cinco palabras con el de cabellos rosados, siempre solía esconderse en su habitación cuando lo veía hablando animadamente con su padre en la cocina, mientras este le enseñaba hacer pasteles al otro.

No quería admitirlo, pero sentía celos de su padre, que él si pudiera entablar conversación con su vecino y hasta compartieran momentos como esos, pero también había notado a su padre mucho más ameno, más suelto, ya no se centraba tanto en su trabajo y le daba más importancia a él.

Estaba en su cuarto como siempre cuando su padre entró de repente en la habitación abriendo la puerta de golpe, apenas y le dió tiempo de cerrar la página de su computador.

— ¡Papá! ¡Me asustas!— colocó una mano en su pecho con exageración.

— Que llorón eres. Necesito que vayas a la tienda por estas cosas, Jimin vendrá a cenar y me faltan esos ingredientes.— Como alma que lleva el diablo el menor tomó el papel que le extendió su padre y fue rumbo a comprar lo que necesitaba. Su padre quedó pasmado en su lugar sin saber qué había pasado.

Un sonido proveniente de la computadora de su hijo fue lo que lo sacó de su confusión.

El no era un hombre curioso y siempre respetaba la privacidad de su hijo, pero cuando en la pantalla se presentó una notificación que decía "Pinky ha comenzado una nueva transmisión" no pudo evitar fisgonear y revisar al recordar cómo su hijo le había dicho "Pinky" a Jimin el primer día que se conocieron.

Presionó click en dónde salía el aviso y lo llevó a una página en vivo donde sorpresivamente aparecía Jimin, igual de sensual que como lo conoce, con escasa ropa y maquillaje que solo hacía resaltar sus preciosas facciones.

Se extrañó un poco, pero supuso que era de esos chicos que se ponían a hacer en vivos con juegos de computador, nunca se había puesto a preguntarle a Jimin de que trabajaba, no era de su incumbencia pero ahora le daba curiosidad.

Jimin en el vídeo se mostraba mucho más atrevido, su torso llevaba una camisa de maya dónde se podían observar sus oscuros pezones y mordía su dedo índice muy sugestivamente.

"Mis niños, estoy triste. ¿Saben? Hace poco dijeron que mi trasero era demasiado gordo" Jimin se levantó de la silla y se colocó de espaldas a la cámara. "¿Ustedes creen que está gordo?"

— Mierda.— Yoongi por poco y sangra de la nariz cuando Jimin levantó la falda que llevaba puesta dejando ver sus perfectas y redondas nalgas

Su mano fue a su erección creciente y dió un apretón en ella cuando Jimin se dió una nalgada en el glúteo. 

Así que su hijo era un obsesionado con Pinky, su vecino. Y como no, si hasta él lo estaba y ahora más que nunca. No se le pasó por la cabeza que Jimin hiciera ese tipo de contenido, pero no le molestó ni un poco la noticia.

"Hoy tendremos un lindo invitado especial." Jimin sacó un peluche de oso blanco y lo sentó en la silla en la que estaba antes. "Lo llamaremos MinMin." Yoongi frunció el ceño ante el apodo, y la emoción de que le hubiera puesto así por su apellido le corría por la sangre.

Jimin apartó la silla del medio de la cámara y dejó ver su cama repleta de otros peluches aparte de otras decoraciones en dónde se podía apreciar diferentes tipos de juguetes sexuales.

"Nuestro lindo MinMin nos ayudará el día hoy con el espectáculo" 

Colocó al oso en medio de la cama y se subió a ella mientras gateaba y dejaba ver su entrada que era cubierta por un pedazo de tela escasa que de igual manera dejaba ver los bordes de su esfínter.

Yoongi estaba desesperado, quería saber qué haría el menor, quería tocarse, pero cada tanto recordaba a su hijo que podría volver en cualquier momento. Sacó su celular y buscó la dichosa página donde Jimin aparecía, reprodujo el en vivo y cerró la página en la computadora de Jungkook.

Se fue a su propia habitación y cerró con llave antes de echarse a la cama y abrir la bragueta de su pantalón, introdujo la mano y comenzó a tocarse con mucho afán mientras que en su otra mano se encontraba el vídeo.

Jimin se encontraba ahora sin el estorboso hilo que lo cubría, estaba acostado en su cama mientras sus piernas se encontraban estiradas hacia arriba, separaba sus nalgas y lamía sus dedos para jugar con su ano.

El pelirosa se reincorporo en la cama y se subió sobre el muñeco, sus caderas comenzaron a moverse sobre el afelpado objeto, la nariz de botón del muñeco lo estimulaba en su parte trasera, mientras el cuerpo estimulaba la parte baja de sus bolas.

"muñequito que lindo eres"

Levantó su falda para dejar una mejor vista a sus espectadores y siguió moviéndose de adelante hacia atrás, apretó sus pezones sobre la maya y gimió alto, tanto que Yoongi pudo jurar haberlo escuchado desde su casa. Jimin dió brincos sobre el peluche y eyaculó sobre él.

"Oh, Min, eres tan bueno"

Esa fue la gota que derramó el vaso para Yoongi.

No llegó al orgasmo, ni siquiera siguió masturbándose, simplemente se paró de la cama y salió de su habitación sin siquiera abrocharse los pantalones, estaba sudoroso y su corazón latía a mil, igual que su entrepierna.

Bajó las escaleras y salió de la casa, sin fijarse en su hijo que venía a una cuadra con las bolsas llenas de ingredientes, fue a la casa de al frente y tocó la puerta con desespero, sin importarle que eso pudiera alarmar a los demás vecinos.

Jimin se alarmó y tuvo que mirar a la cámara para decir que terminaría el directo por hoy, pero que les daría una recompensa pronto.

La puerta seguía siendo golpeada con fuerza y se asustó. Temió por lo peor, así que bajó rápido y abrió sin tener en cuenta sus fachas.

No supo quién o qué lo había empujado hacia adentro de su hogar de nuevo y lo besó con fuerza sujetándolo de sus nalgas, tuvo miedo pero en cuanto el hombre se separó, pudo calmarse, pero de nuevo el pánico se instalo en él al darse cuenta que Min Yoongi lo había besado.

— Yoongi, ¿que sucede?

— ¿Qué sucede? Sucede que no pude evitar tener una maldita erección por tu transmisión en vivo.— la respiración de Yoongi era pesada, al igual que la de Jimin, ambos estaban con sus cabellos pegados a sus frentes por el sudor y la entrepierna de Yoongi dolía a mares.

— ¿Yoongi, tú, tú ves mis transmisiones?— se sorprendió y a la vez se asustó por lo que acababa de hacer, no quería que Yoongi se llevará una mala idea de él.

— ¿Por qué no vas por el señor Min? ¿Umm?— Jimin abrió sus ojos en demasía, pero a Yoongi no le importaba lo estupefacto que pudiera estar el menor.— ¿Esto es lo que has querido todo este tiempo verdad? Te has estado apareciendo en mi casa insinuandote con palabras de doble sentido y ahora le pones mi apellido a un muñeco, pues aquí me tienes Pinky, ve a buscar a ese peluche, ahora.— Jimin jadeó excitado ante el tono que utilizó el mayor, no lo admitiría jamás, pero le encantaba ser dominado, más si era una persona como Yoongi, o mejor aún, el mismo Yoongi.

Fue a buscar el dichoso peluche y volvió con rapidez a la sala donde Yoongi lo esperaba con una gran erección entre sus manos.

Jimin soltó un sonido de asombro al ver el tamaño de Yoongi, muchas veces se lo imagino pero su imaginación no le hacía justicia a la realidad, había visto cantidades de penes en su corta vida pero jamás uno como el del tipo frente suyo. No era extremadamente largo, pero si bastante grueso, cada vena resaltaba en él y de la punta brotaba aquel conocido líquido cristalino, era del tamaño perfecto.

— Ven aquí.— cuando Jimin iba a acercarse lo detuvo los toques en la puerta de nuevo.

Jimin se apresuró a abrir y se encontró con un Jungkook preocupado.

— Hola Jungkookie, ¿Se te ofrece algo?— abrió solo un poco la puerta para asomar su cabeza ya que no podría presentarse con las pintas que llevaba, aunque el menor ya lo había visto hasta sin pintas, pero eso no lo sabía él.

— Ví a mi papá venir acá y creí que había pasado algo malo, ¿Está todo bien?

Yoongi apareció de cuerpo completo y apoyó su brazo sobre el marco de la puerta y su cabeza sobre la misma extremidad

— Todo está bien Jungkook, ve a casa, iré enseguida.— Ordenó serio.

— Pero...—

—Iré enseguida, dije— lo interrumpió y Jungkook miró la melena de cabellos rosas que aún sobresalía de la puerta. Le sonrió algo dudoso y Jimin le devolvió la sonrisa. Ambos adultos esperaron a que entrara a la casa para cerrar la puerta.— Bien, ¿En que estábamos? 

Jimin le mostró el peluche con timidez.

— Cierto.— Tomó el objeto entre sus dedos y pudo sentirlo humedo.— ¿Así que contigo debo competir?— dijo mirando el muñeco.— acercó su nariz al peluche e inhaló profundamente.— Tan divino, coco y almendras.

Yoongi volvió a sacar su pene y lo meneó frente al menor, quien entendió la indirecta y se agachó para quedar al nivel del pedazo de carne.

Dio unos cuantos lengüetazos en la punta del pene, luego fue desde las bolas y subió por todo el tronco e introdujo por completo el falo y chupo como si no hubiera un mañana. Yoongi, buscando más de aquella satisfacción que le proporcionaba el hombre sujetó de los cabellos rosas y embistió su boca como mejor le place.

Jimin miró hacia arriba y Yoongi casi se derrite ante sus ojos. Antes podría decir que la perfección no existía, que no había algo en el mundo que pudiera representar dicha palabra, pero eso fue antes de conocer al pelirosa, antes de que no pudiera encontrarle algún defecto, definitivamente, retiraba lo dicho aquella vez. 

— Oh, Jiminnie...— Yoongi por fin pudo liberarse dentro de la boca del mencionado. Jimin trago cada gota de semen e incluso limpio lo que pudiera quedar en el pene ajeno.— Bonito, esto no acaba aquí, ¿cierto?

Jimin negó levantándose de su lugar, trastabilló un poco por el dolor que le había causado estar tanto tiempo de rodillas pero Yoongi estuvo ahí para sostenerlo, lo llevó hasta el sofá e hizo que se colocará boca abajo en el reposabrazos dejando su culo al aire.

Colocó el peluche bajo la pelvis de Jimin y masajeó las bonitas nalgas que portaba el hombre.

— Muévete para mí, como estabas haciendo en tu directo.— Jimin obedeció sin rechistar, comenzó a restregarse de nuevo contra su peluche blanco, mientras que Yoongi abría y cerraba sus nalgas, como si de un juguete se tratara.— ¿Tienes condones?

— En esa habitación.— señaló dónde había entrado hace un rato para buscar a su peluche.

— Quédate aquí, iré por ellos.— Yoongi como dijo, se encaminó hasta la habitación, era donde Jimin hacia sus streamers, no perdió tiempo y esculcó varios de los cajones hasta dar con los dichosos preservativos junto a un lubricante. Cuando estaba a punto de salir, se detuvo en la puerta y volvió a uno de los lados de la cama, dónde Jimin tenía su colección de juguetes sexuales tomó el que más llamó su atención y fue de regreso a dónde el pelirosa.

Sonrió enternecido cuando vio que su vecino seguía tal cual le pidió que se quedara. Se colocó en su posición inicial y embarró sus dedos de lubricante para introducirlos en el menor. No tardó mucho en prepararlo.

Se colocó su respectivo condón y luego tomó el objeto que robó de la habitación del chico; una bala vibradora, que introdujo sin aviso alguno, Jimin gimió ante ello.

— ¿Yoongi, que es eso?— curioso, trato de voltearse, pero el contrario no se lo permitió.

— Deberías saberlo, es tuyo.— encendió el aparato y Jimin se retorció excitado.

— ¡Ah, si!— gimió gustoso en éxtasis.

Yoongi se había vuelto adicto a las nalgas de Jimin y como estás se meneaba exquisitamente entre sus dedos, era como tener un masmelo en sus manos, la sola idea hizo que quisiera comérselas también.
 
Pero eso sería para otra ocasión porque lo único que quería era enterrarse en ese lugar que palpitaba ansioso por tener algo más adentro.

Yoongi gimió grueso cuando se adentro a la cavidad anal y lo recibió con facilidad y la vibración del aparato que se encontraba allí.

— Ahora sí, el único nombre que puedes gemir es el mío.— dijo pegando su pecho a la espalda contrario y dando una fuerte embestida.

— Si, Yoon, es el único que quiero gemir.— su cara se encontraba pegada a los colchones del sillón y su saliva se escurría por las comisuras de los labios.

Hace unos días fantaseaba con su vecino difícil de conquistar y ahora lo tenía en su casa con su pene dentro de su culo. Que irónico.

Yoongi con rudeza golpeó la húmeda y apretada entrada contraria, sujetándose de las caderas para dar con más fuerza, cada embestida que daba empujaba más profundo el aparato vibratorio que golpeaba en el punto más sensible de Jimin, aparte de que el peluche peludo que se frotaba con su pene le estimulaba mucho más.

— Más rápido, Yoongi.— pidió con lágrimas acumuladas en sus ojos, sus mejillas estaban completamente rojas y sus labios hinchados de tanto morder, ya podía sentir ese conocido cosquilleo en su vientre, tenía tiempo sin encontrar a alguien que lo volviera loco y lo hiciera correrse de manera satisfactoria.

— Aprietas tan bien.— unas cuantas estocadas más bastaron para hacer eyacular a chorros al pelirosa, contrajo cada parte de su cuerpo incluyendo su esfínter asfixiando el pene dentro suyo, complicando un poco más el paso del pelinegro.

Yoongi lo tomó de la cadera y arremetió con más fuerza la entrada, la vibraciones en la punta de su pene también ayudaron con su segundo orgasmo. Cayó sobre la espalda de nuevo, pero teniendo cuidado de no lastimar al más bajo.

Se quedó encima del otro sosteniéndose de sus brazos para no dejar todo su peso en el débil hombre abajo suyo mientras regulaba su respiración, inhalando profundo, llenando sus pulmones del rico olor a almendras que desprendía el cabello de Jimin

Salió del interior del pelirosa y este soltó un gemido al sentir su culo vacío y cansado.

Jimin se incorporó cómo pudo con ayuda de Yoongi y se sentó en el sofá junto a él.

— Ese fue el mejor polvo de mi vida.— habló Jimin con sus piernas temblorosas.

— Opino igual.— sonrió Yoongi.

— Tengo curiosidad ¿Sabías de mis vídeos cuando nos conocimos?— Yoongi negó y suspiró.

— Es Jungkook, parece ser que mira tus videos.— echó su cabeza hacia atrás con cansancio.

— No puede ser— se cubrió la boca con asombro.

— Es normal, tú haces ese tipo de contenido y él está en la plena adolescencia hormonal.— Yoongi pensó unos segundo antes de seguir hablando.— probablemente le gustes.

— ¿¡QUE!?

— Piénsalo, siempre que te ve se esconde y se sonroja y cuando te conoció se emocionó de la nada. Tal vez sea pasajero, pero de que le gustas, le gustas, es mi hijo, lo conozco mejor que la palma de mi mano.

— Vaya... — quedó pensativo— ¿Esto te molesta?— preguntó con miedo.

— ¿Qué cosa?

— Yo haciendo porno y que de paso le guste a tu hijo.— dijo con obviedad.

— No, no me molesta, es tu vida. Respecto a lo de Jungkook, se le pasará. Hablaré con él de todas maneras.

— ¿Cómo estás tan seguro que se le pasará?

— No creo que quiera robarme a la persona que planeó conquistar.— musitó muy cerca de los labios de Jimin.

— ¿Planeas conquistarme?— preguntó mirando los belfos ajenos, el aire se volvió denso de nuevo.

— Solo si tú quieres que lo haga.

— Si quiero— Susurró, sus labios rozaron al decir aquello.

— ¿Si?— su respiración se volvió entrecortada.

— Si— sus labios volvieron a sellarse con furor pero así como se juntaron, se separaron.

— Debo irme.— trato de regular su respiración, sus frentes se encontraban pegadas.— no quiero preocupar más al muchacho.

— De acuerdo.— dejó un último beso.— ¿Qué hay de la cena?

— Te estaremos esperando.— Respondió antes de irse.

Jimin observó el desastre y tomó el peluche entre sus manos.

— Hay que lavarlo señor MinMin. Está muy sucio. ¿Qué tal si lo hacemos juntos?

Jimin se fue con el peluche entre sus brazos, debía prepararse lo más rápido que pudiera para ver a su pastelero favorito.

Dios mio, no saben lo difícil que fue para mí este capítulo, aunque quedó bien meh, pero cada tres parrafos me detenía a tomar un respiro de lo que escribía, no puedo escribir nada atrevido sin volverme loca jaja no puedo, sobre todo la escena del en vivo.

En fin, espero les haya gustado a pesar de que no es lo mejor que he escrito, a mí parecer.

Lxs quiero mucho, nos vemos la semana que viene o antes, si Diosito quiere.

02/07/2023

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