Capítulo único
Seúl, 27 de octubre de 2024.
En las últimas semanas, las autoridades han reportado un incremento preocupante en las actividades del crimen organizado en la capital surcoreana.
"Los incidentes relacionados con grupos criminales han aumentado un 30% en comparación con el año pasado", declaró el jefe de la policía metropolitana, el comisionado Lee Joon-ho, durante una conferencia de prensa celebrada esta mañana. "Estamos viendo un resurgimiento de organizaciones dedicadas al tráfico de drogas y extorsión, lo que pone en riesgo la seguridad de nuestros ciudadanos".
Según fuentes policiales, varios grupos han comenzado a expandir sus operaciones desde regiones rurales hacia áreas urbanas, aprovechando la creciente demanda de sustancias ilegales y servicios ilícitos. La policía ha intensificado sus esfuerzos para desmantelar estas organizaciones, pero se enfrenta a desafíos significativos debido a la sofisticación y los métodos violentos que utilizan.
En un caso reciente, una serie de ataques violentos entre bandas rivales dejó a tres personas heridas en el distrito de Gangnam. Los residentes están preocupados por la creciente inseguridad. "Nunca pensé que vería esto aquí. Siempre creí que Seúl era un lugar seguro", compartió una vecina, quien prefirió permanecer el anonimato por temor a represalias.
"El crimen organizado no solo es un problema policial; es un problema social", afirmó el profesor Park Min-soo, especialista en criminología. "Es crucial abordar las raíces del problema si queremos ver un cambio real".
A medida que las tensiones aumentan y la policía intensifica sus operativos, los ciudadanos esperan medidas efectivas para restaurar la paz y la seguridad en sus comunidades.
Informa desde el centro de la ciudad, la reportera Kim Eunsook.
Jungkook tomó el control remoto y apagó la televisión, no estando muy interesado en la noticia; acomodando después su camisa blanca dentro de su pantalón formal, de corte recto y color negro. La camisa era de un tejido ligero, lo que le daba un aspecto limpio y pulcro. Sus zapatos formales, de cuero negro, eran elegantes y estaban bien lustrados, perfectos para complementar su atuendo.
Se observó en el gran espejo que tenía en una esquina de su habitación, asintiendo al estar conforme con su vestimenta y peinado. Se roció un poco de perfume en el cuello, y tomó las llaves de su auto antes de salir del lugar rumbo a su destino.
Ese día era muy importante, pues el chico con el que había estado teniendo citas desde hace poco más de tres meses cumplía años. Se había dedicado a organizar una romántica cena, con velas y música suave incluidas, en el mirador de la torre Namsan. Solo fue cuestión de que mencionara el nombre de su padre a uno de los trabajadores para que nadie le pusiera restricciones.
Todo debía salir a la perfección, deseaba que Jimin se sintiera feliz y emocionado con su sorpresa. Ese omega de cabello negro cual noche oscura y ojos grises brillantes, había robado su corazón. Se conocieron por simple casualidad una tarde en la que Jungkook, enojado con su padre, había salido de casa sin rumbo alguno, terminando perdido en la zona marginal de Seúl.
Allí, en medio de su desesperación y soportando las malas miradas que le otorgaban las personas por sus prendas caras, apareció Jimin, cual rayo de luz en la oscuridad. Le ofreció ayuda de manera amable y sin pedir nada a cambio, dándole incluso algo de dinero para que pudiera tomar el bus que lo llevaría a Gangnam.
Obviamente todo no quedó allí, el alfa no se marchó hasta que pudo obtener el número del lindo chico, advirtiéndole que pronto le llamaría para que ambos fueran a comer a algún bonito restaurante, como pago por haberle ayudado.
Y así fue como comenzaron sus citas, ambos congeniaron enseguida por lo parecidos que eran, a pesar de que Jimin; claramente, tenía menor posición económica en comparación con Jungkook. Sin embrago, ninguno de los dos se fijó demasiado en eso.
Ahora, tres meses después, su corazón se aceleraba con el simple hecho de observar su figura esbelta a lo lejos.
Estando en la cima de la torre, fue fácil identificarlo entre las personas, viéndolo acercarse a la entrada del lugar. Frotó sus manos en su pantalón para quitar el sudor que le causaba la emoción y el nerviosismo que sentía. No podía esperar a ver su reacción.
Jimin fue escoltado hasta donde estaba la pequeña mesa circular por uno de sus guardaespaldas, al cual le había ordenado hacerse pasar por un trabajador de allí. Los ojitos grises del pelinegro se iluminaron y su boca formó un perfecta "O" al ver todo. Las velas, la mesa adornada con un mantel rojo y un ramo de lirios blancos encima, sus favoritos.
—¿Q-qué? ¿Qué es todo esto Kookie? —tartamudeó aún sorprendido, observando la mesa y luego a Jungkook varias veces.
—Feliz cumpleaños, mi pollito hermoso. —Se acercó a él, tomando su cintura fina entre sus manos y frotando sus narices de manera cariñosa—. Estás deslumbrante, Mimi.
Jimin lucía primoroso esa noche. Su cabello negro y ondulado caía suave sobre su cuello, mientras delante dejaba caer dos flequillos finos sobre su frente. Sus ojos tenían un delineado discreto, rodeados por brillos casi imperceptibles de color dorado. Su labios abultados tenían una leve capa de brillo transparente, haciendo que Jungkook se mordiera los propios para evitar besarlo.
Y por si fuera poco, su outfit lo hacía ver tanto adorable, como encantador. Portaba una chaqueta ligera de lino de un suave color crema; debajo, llevaba una camiseta de algodón de color rosa claro. Los pantalones eran de una tela oscura, ajustados pero visiblemente cómodos, creando una buena combinación; y para completar el look, unos zapatos de cuero negro bien pulidos.
—Muchas gracias por hacer todo esto, Kookie, no tenías que haberte molestado.
—¿Qué dices? El omega que me gusta solo merece lo mejor. —Dejó un besito casto en sus labios y se separó, apartándole un poco la silla para que tomara asiento.
—¿Esto no fue muy costoso? —preguntó preocupado, observando todas las velas y las lucecitas de colores que decoraban el lugar.
—No tienes que preocuparte, sabes que mi familia se desenvuelve bien económicamente. —Pellizcó su mejilla, recibiendo un pequeño manotazo.
—Sí, sí, tú y tu familia de ingenieros adinerados. —Le sacó la lengua de manera infantil, cosa que el alfa no dudó en copiar y que terminó en una pequeña risa por parte de ambos.
—Comamos, luego tengo otro lugar al que me gustaría llevarte.
Hizo una seña para que su guardaespaldas comenzara a llevarles la comida, iniciando con un tazón de japchae, continuando con bibimbap y bulgogi como plato principal. Todo ello acompañado de un excelente vino, cosa que sus paladares agradecieron.
—Todo estuvo delicioso, pero esto sin duda es lo mejor —expresó con ojos brillantes el pelinegro, haciendo un sonidito de gusto al sentir el sabor dulce del pastel.
Jungkook había comprado un pequeño pastel de fresa y le había puesto un par de velitas, pues quería seguir la tradición de pedir un deseo. Jimin había aplaudido emocionado y luego cerró sus ojitos, pidiendo en silencio su deseo y luego soplando para apagar las velas.
—Ahh, tengo mucha curiosidad —suspiró el ojigris, estirando una mano para acomodar los mechones rubios que caían en la frente de Jungkook—. ¿Cuál es ese lugar al que quieres llevarme?
—Es una sorpresa. Si quieres podemos irnos ya —ofreció, viendo al omega asentir animado.
Estuvieron en la carretera alrededor de cuarenta minutos, antes de que Jungkook tomara un desvío hacia un camino de tierra que atravesaba un bosque. Diez minutos después pudo divisar una ostentosa cabaña de madera, imponente entre los árboles altos que la rodeaban. Luces cálidas brillaban a través de las ventanas, creando un extraño contraste con el aire fresco y ligeramente húmedo del bosque.
Jungkook lo miró con una sonrisa antes de bajarse, caminando hacia su lado para abrirle la puerta. Se acercó un poco más, logrando observar que parte de la cabaña se encontraba sobre un gran lago. Miró a Jungkook con los ojos brillosos, corriendo a abrazarlo y besar sus labios por unos segundos, agradeciéndole por haberse esforzado tanto.
—Te lo dije, Jimin, te mereces solo lo mejor. —Dejó un besito en su nariz, tomando su mano para entrar en la cabaña.
Al estar dentro el omega pudo constatar que era igual de lujosa en su interior que por fuera. Sin embargo, Jungkook no le dio mucho tiempo para admirarla, pues lo haló escaleras arriba hacia la segunda planta del lugar. Entraron a una habitación, decorada con cortinas rojas y unas luces que asemejaban estrellas en el techo, además, habían pétalos de rosas regados por todo el suelo y encima de la cama.
Observó a Jungkook con los ojos bien abiertos, teniendo una idea de porqué el alfa había organizado todo eso. Jungkook le dio una sonrisa nerviosa y rascó su nuca, frunciendo los labios después.
—Jimin —llamó en un susurro, tomando sus manos entre las suyas grandes—, llevamos tres meses saliendo, nos hemos besado y confesamos nuestros sentimientos, pero de ahí ya no pasamos. Quiero que lo nuestro evolucione, quiero poder llamarte mi novio y... tener más de ti que solo besos o caricias dulces.
Mientras el rubio hablaba pudo percibir un aroma a chocolate negro y canela adentrarse en sus fosas nasales. Suspiró extasiado, sintiéndose embobado ante las feromonas del alfa, notando a su lobo responder de la misma manera y comenzar a emitir sus feromonas dulces con olor a vainilla y malvaviscos.
Jungkook inspiró hondo, llevando una mano con cautela a su cintura y escondiendo su rostro en su cuello, olfateando justo encima de su glándula de aroma.
—Yo... umhh. —Se quejó en voz baja cuando sintió al rubio dar una pequeña mordida en su cuello—. Jungkook, si quiero ser tu novio.
—¿Hablas en serio? —cuestionó emocionado, reteniendo la gran sonrisa que estiraba sus comisuras. Recibió un asentimiento firme como respuesta, y lo siguiente que sucedió fue que sus labios tomaron los del más bajo en una simple caricia, suave y linda, demostrándole lo mucho que lo quería.
—No quiero que seas lindo conmigo. —Se separó del contrario, recibiendo una mirada curiosa y confundida a la vez—. No seas suave, quiero que me tomes sin ningún tipo de consideración, alfa, entiérrate bien profundo en mí y dame tu nudo.
—Lo que mi omega desee. —Los ojos olivos del alfa se iluminaron en un dorado brillante, que sumados a la voz de mando le causaron escalofríos.
Comenzó a dar pasos hacia atrás mientras el más alto se acercaba de manera lenta, sin despegar su mirada intensa de su persona. Lo observaba como un depredador a su presa, acechándolo de manera cautelosa. Su esplada chocó con la pared y soltó un jadeo cuando el cuerpo grande del contrario se apegó al suyo, sintiendo la calidez que emanaba.
Una mano de Jeon se apoyó en su cadera, mientras la otra iba hacia su nuca, sujetando su cabello con un agarre firme. Sus bocas colisionaron como dos imanes, irresistibles y llenos de atracción, fusionándose en un instante que parecía detener el tiempo. A su alrededor todo desapareció. El sonido de las hojas de los árboles chocar entre sí se silenció y solo podían escuchar sus propias respiraciones agitadas.
Se acariciaron con una intensidad ardiente, como si solo existieran ellos en el mundo. El roce de sus bocas era un vaivén impetuoso, lleno de deseo y urgencia. Sus manos se entrelazaron, mientras el calor de sus cuerpos se fundía, y el latido de sus corazones resonaba en perfecta sincronía. Cada inhalación estaba impregnada de las feromonas del otro, creando una atmósfera cargada de intimidad que los envolvía por completo.
—Te amo, Jimin.
—Yo también te amo, Jungkook.
Luego de aquella confesión el calor de sus cuerpos pareció aumentar. Jungkook succionó con fuerza el labio inferior del pelinegro, dejando una pequeña mordida antes de introducir su lengua en su boca, entrelazándola con la propia en una guerra lasciva por el dominio. El chasquido de sus besos comenzó a hacer eco en la habitación mientras sus manos se aventuraban a conocer la anatomía del contrario.
Jimin palpó su abdomen trabajado, su pecho musculoso y el músculo prominente de sus brazos. Jungkook hizo un recorrido desde su cintura hasta la parte interior de sus muslos, sacándole un jadeo complacido.
El rubio tomó una de las piernas del omega, alzándola para rodear su cintura, frotando su miembro duro contra el de Jimin, que no contuvo los jadeos que salían de su boca ante el delicioso roce. Dio una embestida en falso y el omega apretó sus hombros, soltando un gimoteo agudo que hizo a su lobo enloquecer.
Lo alzó en brazos repentinamente, acariciando con su nariz el cuello del pelinegro, en el lugar exacto en que desprendía sus dulces feromonas. Lo soltó sin cuidado encima de la cama, aplastándolo con su propio cuerpo cuando se dispuso a besar y morder el cuello blanquecino. Jimin echó su cabeza hacia atrás para darle más espacio, desabrochando a ciegas la camisa blanca del rubio.
La ropa no duró mucho en sus cuerpos, y Jeon no pudo evitar apartarse para admirar la preciosa silueta del más bajo. Su piel impoluta y delicada lo llamaba a dejarla llena de marcas; sus clavículas se marcaban de forma leve, y sus pezones rosados estaban endurecidos, firmes y sensibles a cada roce. Su cintura era fina, continuando en sus caderas un poco más anchas. Apretó sus trabajados muslos, viendo como se formaba una leve marca que desaparecía a los pocos segundos.
Su atención se centró luego en el pene erecto del omega, quien lo miraba necesitado de atención, rogándole en silencio que lo tomara de una vez. Sonrió de lado bajando la cabeza para tomar el miembro ajeno en su boca, succionando un poco el glande, sintiendo al omega removerse debajo e intentando cerrar las piernas.
—¡Oh, por la Diosa! —exclamó quejumbroso cuando el rubio sujetó sus muslos con fuerza y tomó toda su extensión en su boca.
Movió su cabeza de arriba a abajo de manera lenta y tortuosa, haciendo que las piernas del pelinegro temblaran y sus dedos se encogieran mientras soltaba un grito desde lo más profundo de su garganta. Park llevó una de sus manos a la cabeza del contrario, deseando ser él quien llevara el ritmo de la felación. Empujó la cabeza del alfa mientras movía sus caderas, soltando jadeos bajos de satisfacción cada vez que su pene chocaba contra la garganta de Jungkook, quien no había dudado en bordear con uno de sus dedos la entrada empapada de lubricante natural, introduciendo dos de manera lenta.
Un cosquilleo comenzó a apoderarse de su vientre mientras sentía la lengua del más alto jugar con su orificio uretral, recogiendo las pequeñas gotas de pre semen que comenzaban a acumularse. Jaló su cabello, intentando alejarlo cuando sintió que ya no podría retener por más tiempo el orgasmo, pero el rubio no lo permitió, manteniendo su cabeza enterrada en su entrepierna y sus dedos en su interior, recibiendo cual ansiado manjar su corrida.
—Lo s-siento, Kookie, y-yo intenté-
Calló al ver como el alfa recogía el semen que había en sus comisuras con el dedo pulgar y lo chupaba, mirándolo todo el tiempo con esos orbes dorados tan intensos que parecían taladrar su rostro.
—Eres tan delicioso —murmuró, dejando varios besos y mordidas en el abdomen plano del más bajo, mientras introducía un nuevo dedo en su interior, moviéndolo con tal rapidez que se podía escuchar el chapoteo que se producía por las grandes cantidades de lubricante que expulsaba el omega.
—¡Ponlo dentro, alfa!
Ante el lloriqueo del más bajo, Jeon pasó la mano embarrada de lubricante sobre su miembro, observando los lascivos ojos del omega sobre él, mirándolo como si deseara comérselo. Jungkook le sonrió, sentándose en la cama y palmeando sus muslos para que Park se acercara. Jimin gateó hacia él pasando su lengua por sus labios, tomando asiento a horcajadas sobre sus piernas.
Sus manos fueron a parar al trasero del omega mientras iniciaban un besuqueo brusco, abriendo sus nalgas mientras Jimin con su mano acomodaba la punta de su pene en su entrada. Se deslizó lento en el agujero, soltando un suspiro cuando todo su miembro estuvo dentro del pelinegro.
Jimin escondió la cara en su cuello, quedándose quieto para acostumbrarse al tamaño de su falo; sin embargo, teniendo en cuenta lo que le había dicho antes de iniciar, lo instó a moverse, apoyando sus manos en su cadera para ayudarle con el movimiento.
Jimin comenzó un balanceo en el que se empotraba a sí mismo con fuerza contra la entrepierna del alfa, deleitándose con los jadeos bajos y gemidos roncos de este. Disfrutó del roce de sus pieles sudadas y la calidez que emitían sus cuerpos, dejando que la lujuria fuera lo único que predominara en su mente.
Abrió la boca sin poder soltar ningún sonido, cuando Jungkook, inesperadamente, volteó sus posiciones, estando él ahora de espaldas a la cama y con el rubio arremetiendo contra su cuerpo. Aparte de sus gemidos agudos, podía escuchar claramente el sonido repetitivo y morboso que producían sus cuerpos al chocar.
—Mmngh, ahhh, ahhh~ —se aferró a la espalda del contrario mientras sus piernas se enroscaban alrededor de la cintura fina, sintiendo como el contrario maltrataba su punto dulce con cada penetración.
—Estoy tan profundo, que puedo ver el bulto que forma mi polla al chocar con tus paredes —comentó embelesado en el abdomen del omega, llevando una mano y presionando el bulto que sobresalía.
—N-no lo presiones, mmhg, ahhh, ¡Jungkook!
El pelinegro echó la cabeza hacia atrás, arqueando la espalda mientras sus manos apretaban las sábanas de seda y sentía su semen caer sobre su propio abdomen. El arrasador orgasmo lo dejó sin respiración, con la mente en blanco y todo su cuerpo sufriendo espasmos.
—Yo aún no he terminado. —La voz de Jeon se escuchó lejana, pero al retomar de manera lenta las embestidas su mente se estabilizó, y comenzó a soltar quejidos entrecortados por la sobre estimulación—. Te quiero en cuatro, omega —ordenó, viéndolo asentir sumisamente mientras se acomodaba para él, mostrándole su entrada empapada, soltando chorros y chorros de lubricante.
Jungkook hizo uso de todo su autocontrol para no pegar su boca al agujero del omega y probar su escencia; frotando la punta de su pene contra el esfínter anal del omega, logrando desesperarlo.
Introdujo su miembro de un solo golpe, sujetando con fuerza las caderas del otro y observando como su cuerpo se iba hacia adelante con cada embestida certera y fuerte. Los gemidos del omega crearon una sinfonía en su cabeza, y eso solo lo animó a continuar moviéndose, queriendo que disfrutara tanto como él lo estaba haciendo.
—¡T-te mueves tan bien, a-alfa! —exclamó, alimentando aún más su ego.
—Y tú me tomas tan bien, mi omega. —Se detuvo de repente, ignorando por unos segundos el suspiro fastidiado del más bajo.
Arremetió nuevamente, de manera lenta, observando encantado como el apretado agujero engullía toda su extensión. Una corriente recorrió toda su columna vertebral y el cosquilleo en su vientre solo indicaba una cosa. Sacó su miembro del interior de Jimin y comenzó a darse placer con su mano; sin embargo, el rostro enojado de este lo hizo detenerse.
—Termina dentro, alfa —ordenó, dejando ver en sus ojos que no iba a aceptar objeción alguna.
—Pero-
—Anuda en mí, por favor.
Tragó saliva audiblemente, pero terminó asintiendo, retomando las embestidas salvajes y ya para ese momento, imprecisas. El cuerpo del más bajo cedió cuando un nuevo orgasmo lo atacó y cayó sin fuerzas sobre el colchón; pero eso no hizo a Jeon detenerse y continuó moviéndose hasta que segundos después su cuerpo se tensó, y el momento de clímax tomó posesión de su anatomía, liberando su esencia en el interior del omega.
Se dejó caer sobre el cuerpo del ojigris, dejando varios besos y mordidas en la zona alrededor de su cuello, sintiendo sus encías picar por el deseo de su lobo de marcar a su pareja; no obstante, fue capaz de dominar sus instintos y solo se dedicó a dejar marcas rojizas por toda la zona, sintiendo como se comenzaba a formar el nudo.
Jimin se removió cuando notó que el miembro del ojiverde empezó a crecer en su interior, mordiéndose los labios al sentir un dolor tal, que parecía que su interior se estaba desgarrando.
—No, me duele —lloriqueó intentando alejarse del alfa—, ¡sa-sácalo Jungkook!
—Shhh, tranquilo Mimi —acarició su cabello, dejando varios besitos por su nuca y cuello intentando distraerlo—. Te haré daño si lo saco ahora.
El recién mencionado se mantuvo tranquilo luego de eso, soltando un par de lágrimas en silencio. Pasaron alrededor de diez minutos antes de que el nudo comenzará a bajar. Jimin soltó un jadeo bajo cuando sintió su interior vacío, con sus caderas doliendo cuando quiso girarse para quedar frente a frente con el rubio.
Jungkook le dio una pequeña sonrisa, besando sus párpados con cariño mientras quitaba el rastro de lágrimas secas de sus mejillas.
—Perdón, no pensé que te dolería tanto. —Se disculpó, dejándose caer al lado del contrario.
—Yo te lo pedí, no tienes que disculparte.
El alfa dejó un casto beso en sus labios antes de ponerse de pie, caminando en dirección a lo que él creía, era el baño. Cuando regresó lo hizo con un paquete de toallitas desechables en la mano, dedicándose con cuidado a limpiar su cuerpo. Incluso limpió el interior de sus muslos y su entrada, lo que lo hizo enrojecer y soltar un chillido avergonzado, llevando ambas manos a su rostro para esconderlo de la mirada divertida del rubio.
Luego de eso Jungkook se acomodó a su lado, sujetándolo de la cintura y escondiendo la cara en su cuello para sentir de cerca su delicioso y dulce aroma. Él simplemente se dejó hacer, sintiendo como su cuerpo se dejaba arrastrar por el sueño.
La mañana siguiente para el alfa fue espectacular. Por el simple hecho de despertar al lado del omega, ya tenía para estar feliz el resto del día. Se puso de pie con cuidado para no despertarlo, no sin antes dejar un beso en sus hebras negras, yendo a la cocina de la cabaña para preparar un desayuno para ambos.
Jimin se despertó poco después, y usando solo la camisa blanca de su novio, salió de la habitación, dejándose guiar por el rico aroma que se sentía desde la cocina.
Pudo ver a Jungkook usando solo los pantalones del día anterior y un delantal, por lo que no dudó en acercarse en silencio y abrazarle por la espalda, dejando varios besitos en la piel desnuda.
—Buenos días, Mimi. —El más alto se volteó, sujetando sus mejillas haciendo que estas se pronunciaran más de la cuenta, dejando dos besitos rápidos sobre sus belfos rosados.
—Buenos días —respondió con una enorme sonrisa feliz.
—Esto ya está listo, comamos.
Se sentaron juntos a la mesa y desayunaron entre risas y conversaciones triviales. Después de eso ambos se dieron una ducha, donde una vez más habían mostrado el amor que sentían por el contrario de la forma más ardiente y pasional que existía. Luego de estar vestidos y arreglados, Jungkook llevó a Jimin hasta su casa, y se marchó a la suya, quedando de escribirse o llamarse en la noche, pues ambos tenían cosas que hacer.
[...]
Pasó una semana completa en la que apenas y pudieron comunicarse, y solo a base de mensajes. Jungkook le había insistido un par de veces para que salieran a comer a algún bonito restaurante o a pasear por algún parque; sin embargo, el pelinegro se había negado todas las veces, alegando que estaba demasiado ocupado.
Suspiró mirando el chat, bufando al ver que el mensaje que le había enviado la tarde anterior seguía sin ser respondido. Eso no era normal en Jimin. Sin importar lo que tuviera que hacer, el omega siempre había acudido a su encuentro cuando le proponía alguna salida.
Sabiendo que no podría concentrarse recogió todos los papeles del escritorio y los guardó desordenadamente en su maletín de cuero marrón, despidiéndose de su secretaria cuando salió de la oficina. Tomó sus llaves de un bolsillo de su pantalón y caminó hasta el estacionamiento, el cual quedaba debajo del edificio.
Desactivó la alarma de su costoso y llamativo auto, tirando el maletín en los asientos traseros antes de caminar hacia el asiento del piloto. Justo cuando abrió la puerta sintió algo frío apoyarse en su cuello.
—No hables y si te atreves a gritar o a hacer algún movimiento brusco, te atravieso la cabeza con una bala. —Una voz ronca y gruesa murmuró en su oído.
Tragó saliva levantando ambas manos a la altura de sus hombros. El extraño lo agarró por el traje, arrastrándolo hasta una camioneta negra de ventanillas polarizadas. Cuando su posible secuestrador hizo el intento de abrir la parte trasera del carro, le golpeó el costado con su codo, girándose con rapidez para golpear su mano, haciendo que el revólver cayera al suelo.
Recibió un puñetazo por parte del contrario, pero pudo esquivar los otros, adelantándose a golpearlo en el rostro con toda su fuerza. El sujeto trastabilló hacia atrás llevando a una mano a su nariz sangrante. Las puertas del auto se abrieron y dos hombres más bajaron, vestidos de negro y con pasamontañas puestos. Ambos se le fueron encima y como pudo comenzó a pelear con ellos, recibiendo uno que otro golpe en el rostro y el abdomen. Aún así, a pesar de todo su esfuerzo, no notó a un cuarto hombre, que se acercó a él con un bate en la mano. Solo pudo sentir el fuerte golpe en su nuca, que lo hizo caer al suelo, para segundos después terminar inconsciente allí.
—Llevémoslo a "Ofidio Negro", el jefe estará feliz cuando vea el tesorito que le llevamos. —Uno de ellos sonrió, quitando el pasamontañas de su rostro—. Tú, toma su auto y sal de aquí, si no lo ven salir van a sospechar.
El que parecía ser el líder del pequeño grupo ordenó a uno de ellos, quien asintió recogiendo las llaves del suelo. Los otros tres se subieron a la camioneta y partieron de allí, emocionados por mostrarle al jefe el diamante que habían capturado.
Jeon Jungkook significaba mucho dinero para sus cuentas bancarias.
[...]
Jungkook despertó de repente, sintiendo un dolor punzante en la nuca, como si mil agujas le estuvieran picando. Parpadeó varias veces, tratando de enfocar su visión en la penumbra que lo rodeaba. La habitación estaba oscura y llena de polvo, y un rayo de luz se filtraba por una rendija de la ventana, danzando sobre las paredes sucias y llenas de grafitis. Intentó moverse, pero un tirón en sus muñecas lo hizo darse cuenta de que estaba atado a una silla, inmóvil. Su corazón comenzó a latir con fuerza al recordar lo que había sucedido, cada latido resonando como un tambor en su pecho.
—¿Dónde estoy? —murmuró para sí mismo, intentando calmarse, su voz sonando más frágil de lo que hubiera querido.
Pronto, unas risas resonaron en el aire, burlonas y llenas de desdén, mientras la puerta se abría con un chirrido que parecía burlarse de su situación. Cuatro hombres entraron al cuarto; sus rostros eran sombras bajo la tenue luz. Eran robustos y tenían una mirada amenazante, con un rango de edad que iba de los 25 a los 35 años. Uno de ellos, un castaño con la mejilla morada y una curita en la nariz —lo que Jungkook suponía era el resultado del golpe que le había propinado— se acercó a él con pasos firmes y decididos, tomando su cabello con una fuerza brutal.
—Ya despertó el principito Jeon —mencionó con burla, escupiendo en el piso frente a él como si Jungkook fuera menos que eso.
—¿Qué creen que están haciendo? —masculló Jungkook, apretando los dientes e impidiendo que una mueca de dolor se adueñara de su rostro por el agarre tan brusco que ejercía el castaño. Su voz era firme, aunque temblaba ligeramente por la rabia contenida.
—Vamos a sacarle una buena fortuna a tu padre —articuló uno de los otros con una sonrisa ladina, alzando las cejas un par de veces como si estuviera disfrutando del espectáculo.
La puerta se abrió de golpe otra vez, haciendo eco en el pequeño y oscuro lugar. Los hombres se pusieron firmes y se apartaron en una esquina como si fueran niños regañados, permitiendo que la figura que entró tuviera vía libre hacia Jungkook. Este tuvo que entrecerrar los ojos para poder discernir las facciones del recién llegado desde donde estaba hasta la entrada; pero cuando la figura enfundada en un elegante traje negro con camisa blanca se acercó lo suficiente, sus ojos se abrieron tan exageradamente que casi se salen de sus órbitas.
—¿Jungkook? —Esa voz resonó en su mente como un eco familiar...
—¿Jimin? ¿P-pero qué...? ¿Qué es esto?
Su pecho se contrajo al ver a su bonito omega de pie frente a él, con los puños apretados y el rostro pálido como una hoja muerta. Mientras tanto, en el rostro de Jimin se notaba como la sorpresa inundaba sus sentidos; nunca había querido verlo en esta situación. La escena era desgarradora para su lobo; su alfa viéndose así, con moretones visibles y sangre seca. La expresión angustiada en el rostro de Jungkook por el reciente descubrimiento, le atravesó el corazón como si fuera un cuchillo afilado.
Por un momento, el mundo pareció detenerse para el pelinegro. La rabia y la preocupación entrelazándose en su interior formaban una tormenta imparable. Al instante, giró su cabeza hacia sus subordinados, quienes estaban riéndose y celebrando su hazaña como si fuera un juego cruel. Sin pensarlo dos veces ni dejar espacio para la duda, Jimin sacó su arma con determinación y apuntó a los dos hombres más cercanos.
—¡¿Quién mierda les ordenó hacer esto?! —gritó enfurecido, las venas de su cuello marcándose como si estuvieran listas para estallar. Su voz resonaba con tal intensidad que parecía sacudir las paredes del lugar sombrío donde se encontraban.
—J-jefe, nosotros solo que-queríamos sacarle dinero a Jeon Songyul, no sabíamos que usted conocía a su hijo —tartamudeó el castaño, con un tono de voz casi inaudible.
—¿Jeon Songyul? —Jungkook se estremeció cuando escuchó el nombre de su padre salir de los labios del omega—. ¿El dueño de esa cadena hotelera que tanto auge está teniendo?
—Sí, se-señor —respondió otro—. Este es el hijo del dueño de Hoteles "Green light".
Se volteó a ver a Jungkook, quién solo agachó la cabeza, confirmando la información que le habían dado.
—¿Me mentiste?
—¡¿En serio crees que puedes reclamar algo?! —espetó el alfa, gruñendo levemente a pesar de su situación—. Te hiciste pasar por un chico normal, y no eres más que un criminal. ¿Quién eres? ¿Una especie de líder de una secta dedicado al crimen organizado? ¿Eres asesino? ¿Ladrón? ¡¿Quién mierda eres, Jimin?!
—No, no, no, te equivocas. Solo perjudicamos a los políticos corruptos que lucran con el esfuerzo de las personas trabajadoras.
—¿No me digas? ¿Y se lo das a los pobres? —se burló, soltando una carcajada que se notó bastante falsa—. ¿Qué eres? ¿Una especie de Robin Hood moderno?
Jimin frunció el ceño, su lobo sintiéndose ofendido y, hasta cierto punto, rechazado, por la manera en que su alfa lo estaba tratando.
—¡No seas hipócrita, tú también me mentiste! —exclamó, señalándolo con el dedo índice—. Me dijiste que venías de una familia adinerada y que tus padres eran ingenieros, pero ahora descubro que eres hijo de un magnate con cientos de cadenas hoteleras alrededor del mundo. ¡No vienes de una familia adinerada, eres hijo de un puto multimillonario!
—¿Piensas que hay algún tipo de comparación entre tú y yo? Solo escondí que provenía de una familia millonaria porque no sé quién se acerca a mí solo por dinero, o si de verdad lo hacen porque les agrado. Pero tú... esto es muy grande, Jimin, demasiado.
—Jefe...
Jimin alzó el arma y disparó al que había interrumpido, haciendo una mueca de asco cuando la sangre salpicó su traje. Dos disparos más resonaron en la pequeña habitación. Jungkook cerró los ojos con fuerza al escuchar los cuerpos caer al suelo.
—Taehyung —habló Jimin con voz gruesa y el castaño tembló en su lugar—. Cuando vuelvas a hacer algo sin mi autorización, mi mano no temblará para disparar, aunque seas mi mejor amigo. Ahora desata a Jungkook.
El muchacho cumplió con la orden, desatando al alfa, que solo se puso de pie, observando en estado de shock los cuerpos en el suelo, desangrándose.
—Kookie —llamó, y el alfa desvío su vista hacia su persona al escuchar el apodo, observándole con los labios fruncidos—. Sé que te mentí, y que esto es muy... fuerte, pero mis sentimientos por ti siempre fueron sinceros.
—¿Cómo puedo creerte cuando me tuviste engañado completamente desde el inicio? ¿Tienes idea de la magnitud de tu mentira?
Lo cierto es que Jungkook sentía su corazón resquebrajado en su pecho ante el dolor y la decepción. Quería tanto a ese omega, idealizándolo como una persona buena y amble, trabajadora. Ahora, enterarse de que todo eso era una farsa le estaba dejando un hueco enorme en su interior. Se sentía completamente vacío.
Dio un par de pasos, acariciando con sus dedos en un roce suave la mejilla izquierda del contrario. Llevó un mechón de cabello negro tras su oreja y se inclinó un poco, sosteniéndolo del rostro con ambas manos antes de pegar sus labios en un beso dulce en extremo, moviéndolos en un vaivén apacible y dulce.
—Te amo... pero tú no eres el chico del que me enamoré.
—Kookie...
Mencionó con voz quejumbrosa, viendo al rubio darle la espalda, para luego alejarse saliendo de aquel lugar.
Cayó arrodillado en el suelo, apretando la tela de su camisa justo encima de su corazón, soltando sollozos entrecortados mientras un río de lágrimas se abría paso en sus mejillas.
—De verdad te quiero, Jeon Jungkook —murmuró a la nada, observando aquel lugar vacío; tan vacío cómo se sentía su lobo en ese momento.
[...]
6 semanas después.
Jimin se sorbió la nariz, regañándose a sí mismo por lo "especialmente" sensible que había despertado ese día. Observaba en su teléfono una foto de él con Jungkook en una de sus muchas citas, donde ambos sonreían a la cámara estando abrazados y con orejas de conejo en sus cabezas.
Estaba hecho un bulto en su habitación, rodeado de su propia ropa en un nido mal hecho, con al menos diez pruebas de embarazo regadas en el suelo. Hace dos días, ante los distintos síntomas que venía experimentando las pasadas semanas, decidió dejar de lado su desgana y caminar hasta una farmacia, sospechando ya lo que tenía y rezando para que fuera solo eso, una sospecha. No obstante, la suerte no parecía estar de su lado, pues ocho de las diez pruebas resultaron positivas.
Se había pasado toda la tarde y parte de la noche llorando a mares, deseando ver al alfa, o al menos, tener un poco de su aroma.
No había vuelto a saber nada del rubio desde que salió a la luz la verdad. Él se había mantenido llamándolo y enviándole mensajes todos los días, con la esperanza de que en algún momento este se dignara a contestarle, pero eso nunca sucedió.
Había pasado ya un mes y medio desde la última vez que lo vio, y su lobo no podía estar más deprimido. Incluso, sus labores como líder de "Ofidio Negro" habían sido abandonadas por completo, dejando recaer sus responsabilidades en los hombros de su mejor amigo, con el que aún estaba un poco resentido.
Se puso de pie y un fuerte mareo lo atacó, tambaleando hasta casi caer. Sintió un pinchazo en su vientre, y de pronto un fuerte dolor acalambró sus miembros inferiores, ocasionando que cayera al suelo en un golpe seco. Se abrazó el vientre, aguantando los sollozos que le causaba esa sensación ardiente en su interior, parecía como si se estuviera quemando desde dentro, o como si alguien le estuviera introduciendo miles de agujas calientes.
Soltó un quejido ahogado, intentando al menos sentarse. Sentía miedo, el pánico recorriendo sus venas al pensar que podría perder lo único que le quedaba de Jungkook. Ni siquiera había decidido bien que haría con esa pequeña criatura en formación, pero verse en ese estado le hizo darse cuenta de que no deseaba deshacerse de ella, no cuando era lo más cercano que tenía del hombre al que amaba.
—No me hagas esto, por f-favor —habló a su vientre, apretando la mandíbula cuando un fuerte dolor le recorrió toda la columna.
Se estiró como pudo, tomando su teléfono de encima de la cama, marcando el primer número que encontró, causalmente siendo el de Jungkook.
—R-responde, por favor —rogó con su rostro empapado en lágrimas, sosteniendo el teléfono con las manos temblorosas.
—¿Cuándo vas a darte por vencido? —La voz suave pero varonil del rubio se coló en su sistema, ofreciéndole un pequeño alivio en medio de la caótica situación.
—Kookie... —Respiró agitado, intentando no sollozar para que sus palabras salieran claras—. A-ayúdame, me duele mucho, Kookie.
—¡¿Qué tienes?! —Al escucharlo tan mal la preocupación se adueñó del alfa, dejándose notar en su tono preso de desesperación.
A pesar de que intentaba ignorar al omega con todas sus fuerzas, haciendo hasta lo imposible para olvidarle, de una manera u otra, todo fue en vano, porque sus sentimientos por Jimin solo seguían creciendo con el pasar de las semanas. El pelinegro se había metido tan fuerte en su sistema, que ahora ni siquiera era capaz de seguir su rutina diaria sin que el aroma, sus facciones preciosas y piel suave se colaran en su cabeza.
—Ven a mí casa, apresúrate, por favor.
—Espérame solo unos minutos, estaré pronto allí —prometió, recogiendo sus cosas del escritorio y tirándolas en su maletín de forma desorganizada.
A pesar de lo sucedido, ni él ni su lobo serían capaces de ignorar al pelinegro si este le pedía ayuda de esa manera. Y su desesperación era tal, que por más increíble que sonara, su lobo lo hizo detenerse de golpe en medio del pasillo de la empresa.
Su cuerpo comenzó a calentarse tan intensamente que gotas de sudor comenzaron a caer sobre el suelo. Sus huesos comenzaron a crujir, y pronto un enorme lobo negro de ojos dorados hizo acto de aparición. Se escucharon los jadeos sorprendidos de los empleados, pero sin prestarle atención a eso, el animal corrió hacia la salida, sorteando los autos y las personas en la calle, corriendo a una velocidad increíble hacía la zona marginada de la ciudad.
Jimin en su casa, haciendo ejercicios de respiración y batallando para no sucumbir ante el dolor, soltó un grito cuando escuchó un estruendo y pronto tuvo a un enorme lobo de brillante pelaje negro frente a él.
—¿Jungkook? —Si no hubiera sido porque reconoció esos ojos y el aroma espeso del rubio, habría muerto de un infarto allí mismo. Se supone que mutar era imposible en ese tiempo, pues habían abandonado demasiado la conexión con su animal interior.
El lobo bufó, emitiendo feromonas que llenaron toda la habitación, acercándose al omega que yacía sentado, recostado a la cama y con las manos sobre su vientre. La mirada del animal cayó en ese preciso lugar, no dudando en acercarse y olfatear, apartando las manos del pelinegro. Después pasó a olfatear su cuello, y solo en ese momento Jimin lo notó.
Apenas el alfa había aparecido el dolor, mágicamente, se había ido. ¿Acaso todo eso fue causado por su lobo? ¿Había sido una señal de que necesitaba al alfa a su lado?
Jimin sonrió levemente, acariciando detrás de la oreja al alfa en un gesto de ternura que fue recibido con gusto. Jungkook se dejó caer en el suelo, apoyando la cabeza en su regazo, disfrutando de los mimos mientras su nariz se acercaba al vientre ajeno, dando de vez en cuando una lamida juguetona en esa suave piel.
—Gracias por venir, lobito.
Jimin no tenía idea de cuántas horas habían pasado ni en qué momento se quedó dormido. Solo sabía que despertó en su cama, tras lo que parecieron ser horas interminables, rodeado del embriagador aroma a chocolate negro y canela, sintiéndose pleno y descansado.
El lobo negro había desaparecido, y su instinto se hizo presente al pensar que Jungkook pudiera haberse ido nuevamente. Se levantó rápidamente, caminando hacia el baño para revisar que no estuviera allí. Luego se dirigió a la sala, y finalmente a la cocina, donde lo encontró.
El más alto vestía únicamente unos pantalones de chándal grises que había tomado prestados de su armario. A él le quedaban un poco grandes, pero parecían ajustarse perfectamente al cuerpo del contrario. Se acercó sigiloso, observándolo picar algunas verduras mientras vigilaba la olla burbujeante en la estufa.
Lo abrazó por la espalda, restregando su rostro en su cuello y dejando besitos cariñosos en ese lugar, llenándose del aroma que parecía haber reclamado por completo su pequeña casa.
—¿Te sientes mejor? —preguntó Jungkook, dándose la vuelta y sosteniendo ambas mejillas con sus manos grandes, provocando que se abultaran más de lo habitual.
Jimin contempló el aspecto de Jungkook en ese instante, sintiendo una extraña punzada en el pecho al verlo tan descuidado; las ojeras bajo sus ojos y una incipiente barba hablaban de noches difíciles. Se dio cuenta de que no había sido el único que había pasado mal los días que estuvieron separados.
—Te estoy preparando una sopa de vegetales —le dijo Jungkook, riendo al ver cómo Jimin contraía la cara en una mueca de desagrado—. Tienes el paladar de un niño.
Se burló mientras le apretaba la nariz con sus dedos, cariñoso. Una vez estuvo lista la sopa, se encargó de servirle, observando como se obligaba a comer. El alfa sonreía como un tonto mirándolo embobado; había extrañado tanto a ese omega caprichoso que ahora sería capaz de soltar un grito de emoción por tenerlo tan cerca, oliendo sus dulces feromonas y viéndolo comer cada bocado.
Lo que había estado pensando desde que el pelinegro se durmió horas atrás volvió a su mente en ese momento. Era una decisión precipitada, pero era la única solución razonable para el dilema que enfrentaban ambos.
—Mimi... —El mencionado levantó la cabeza del plato, observándolo con sus ojos pequeños y brillantes—. Vámonos juntos, compremos una casita en algún pueblito tranquilo, solos tú y yo… y nuestro bebé, por supuesto.
—¿Qué? —soltó la cuchara, tragando audiblemente antes de alzar ambas cejas—. ¿Por qué dices eso de momento?
—Quiero que dejes atrás esa vida que llevas y que vivamos en paz. ¿O pretendes seguir siendo el jefe de esa tanda de criminales?
—Yo también soy un criminal, Jungkook; maté tres personas frente a ti, y no es la primera vez —aclaró Jimin, apartando un poco el plato mientras sentía como perdía el apetito ante tal tema.
—Mi intención es que abandones esa vida y los tres podamos vivir tranquilos lejos de aquí. Quiero proteger a nuestro cachorro; ¿o es que acaso no te importa su seguridad? —El ceño del ojigris se frunció y un leve gruñido salió de su boca ante tal insinuación—. No voy a ser cómplice de un criminal, Jimin. Si no dejas eso atrás me marcho por esa puerta y no volverás a verme jamás.
—N-no… por favor Kookie, no me dejes otra vez. —Rápido se acercó al ojiverde, abrazándolo por la cintura y escondiendo el rostro en su pecho; sentiendo las manos del alfa posarse tranquilamente en su cadera—. Está bien… vámonos y dejemos todo esto atrás.
—Voy a hacerte muy feliz, Mimi. —Le dejó un beso casto en los labios antes de sacar del bolsillo el teléfono del omega—. Bueno… yo ya me adelanté un poco y busqué algunos lugares.
Le mostró la pantalla, enseñándole las fotos que había descargado de cada uno de los lugares que le habían llamado la atención.
—Me gustó mucho Jangheung, dicen que sus paisajes montañosos son espectaculares.
» Pero también está Sangcheon, es un pueblito al sur, tiene fama de ser un lugar tranquilo. Y este otro, Namhae, es una pequeña isla, tiene unas vistas geniales y la playa-
Fue interrumpido cuando los labios abultados del más bajo se pegaron a los suyos, iniciando un moviendo lento pero profundo que lo hizo suspirar. Alzó por los muslos al omega y este no dudó en cruzar sus piernas en su cintura, apegándose lo más posible a su cuerpo. El aroma de ambos entremezclándose en una deliciosa combinación que les hizo volar la mente.
—Jangheung me parece una buena opción —murmuró siendo dejado en el suelo nuevamente, pasando la lengua por su labio inferior ante la sensación de los belfos contrarios que aún permanecía—. Una casita pequeña, solo tú, yo, y nuestro cachorrito.
Jungkook se agachó, apartando su camiseta para dejar un beso tierno en la piel de su vientre, observándolo desde abajo con esos ojos olivos grandes y brillantes.
—No puede ser un plan más perfecto. —Sonrió enormemente, poniéndose a la altura del rostro del más bajo, perdiendo la sonrisa de pronto al recordar algo—. Yo también debo disculparme contigo, te mentí, y aunque son cosas muy distintas, te mereces una disculpa.
—Te amo, Kookie. —Negó levemente con la cabeza, diciéndose a sí mismo que no le daría importancia al tema, pues solo deseaba ser feliz junto a su alfa.
—Yo te amo aún más, Park Jimin, a tí, y a la familia que estamos por formar.
Fin.
Jungkook
Jimin
La cabaña del bosque
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