Seré tu alma condenada
Tú me fuiste acostumbrando
y solía sentirme feliz.
Éramos uno solo,
de noche y de día,
no existía la agonía.
Naufragaba por tu mirada,
no había tanta adivinanza,
solo existía una alma enamorada.
Éramos niños paseando
por los bosques de la ilusión. Confesaré que pienso en tí
de noche y de día,
que eres el fruto de mi alegría.
Nos entregábamos
en cuerpo y alma,
a pesar de la distancia.
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