Mis ojos hablan
Soñando, sonámbula
con los ojos inmóviles,
vigilantes, niquelados
y brillantes,
como cilindros inútiles,
porque no puedo verte,
no puedo deslizar mi mano
y probar la suavidad de tu piel.
El pensamiento repite:
— Mi corazón habla y manda—.
Vacilo y me sumerjo
bajo la neblina nocturna,
con los ojos extasiados
me pregunto:
¿Es destino?
y una voz profunda
dice que sí.
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