Apaga la luz
Bizqueando trás los naipes
de la vida misma,
con pecho de boxeadora,
manos de ladrona silenciosa
y una alma errante.
Solitaria de rostro pálido,
ojos vivaces como ave extraña,
cabellos color oro como el sol
y valor que afirmaban
una voracidad extraordinaria.
Apaga la luz y enciende tu fuego, porque aquí me presento
y comienza mi juego.
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