𝚅𝚊𝚕𝚑𝚊𝚛 (𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟺)
Jungkook estaba nuevamente en la parte trasera de su camioneta con rumbo a su empresa. Si, empresa, específicamente de inversiones. Porque a pesar de que toda Rusia y prácticamente toda Eurasia sabía quién era y qué hacía, prefería tener una fuente de ingresos "limpia" puesto que se utilizaba dicha compañía como un método de lavado de dinero, aunque no tuviera la necesidad de hacerlo. Generalmente, una gran parte de este iba directo hacia la cuenta de sus padres, a quienes prefería mantener lo más alejado posible de ese mundo lleno de desgracias.
La pareja estaba al tanto de lo que su hijo hacía, aunque quisieron sacarlo de ahí, no pudieron, pues el Alfa ya era un adulto y gracias a todo lo que había creado se convirtió en la mejor forma de darle una buena vida a sus padres. A esas dos personas tan amorosas que lo criaron con tanto cariño y calor familiar, los amaba demasiado.
Él juró convertirse en alguien fuerte para ellos, para cuidarlos y que lo que pasó no volviera a repetirse... Se volvió alguien fuerte para sí mismo.
Una vez llegó al gigantesco edificio donde se la pasaba la mayoría del tiempo, acompañado de pilas de papeles, carpetas y documentos que firmar; salió del vehículo y entró por la enorme puerta de cristal.
Ni se molestó en dirigirle la palabra o tan siquiera una mirada a ninguna de las personas que se hallaban en el recibidor, solo siguió caminando hacia el ascensor que se encontraba apartado de todos los demás, colocó la tarjeta de acceso y las puertas de éste se abrieron para que pudiera entrar, presionó el botón del último piso y esperó.
Una vez había llegado a su destino, ingresó a la amplia recepción que abarcaba casi todo el piso. Su secretaria, Lisa; se levantó ni bien puso un pie en el suelo de cerámica e hizo una perfecta reverencia, dejando a la vista su blusa abierta en los primeros botones. Su cuerpo curvilíneo siendo la perdición de cualquier Alfa.
Jungkook solo la ignoró.
Entró a su oficina, cerrando la puerta detrás de si; se despojó de la gabardina negra, se recogió las mangas y zafó los tres primeros botones de su camisa luego de aflojar un poco la corbata de su traje, dejando a la vista sus clavículas marcadas, adornadas por su collar de plata.
Pudo observar en el sofá que se encontraba en su oficina a Bam, un perro raza Doberman que Jungkook había adoptado hace dos años.
Su principal intención era convertirlo en uno de sus perros para Valhar, pero cuando vio su reflejo en esos ojos negros; no pudo hacerle eso a tan inocente criatura. Cabe resaltar que los demás ya eran perros adultos cuando fueron entrenados, su mascota solo era un cachorro para ese momento. Así que, si, decidió conservarlo. Generalmente, las personas recortaban las orejas y las colas de esa raza para que se vieran más "aterradores" o "Intimidantes", pero el no pudo hacerlo.
Le parecía estúpida esa costumbre.
Por eso, Bam conservaba sus orejitas caídas, junto con su cola larga que lo golpeaba cuando la meneaba, dejándole una que otra marca en sus piernas y brazos. Sus ojos lo miraron enternecido, logrando ablandar su semblante y destensar sus músculos. Él amaba a su perro, por eso nunca lo llevaba a ese ambiente tan pesado que se creaba en la mafia.
Luego lo sacaría a pasear como compensación por esperarlo.
Unos momentos después, se dirigió al pequeño cajón con doble acceso que estaba situado al lado de la puerta, tomando los papeles que se encontraban allí para empezar con su trabajo.
Jungkook no hablaba directamente con su secretaria, siempre se comunicaban por medio del teléfono fijo o por el correo que tenía específicamente para esas circunstancias. Ella dejaba los papeles que debía revisar por la pequeña puerta que estaba fuera de su oficina, y el Alfa los firmaba o autorizaba cuando llegaba. Era como un buzón con doble entrada, un buen mecanismo para no tener ni una sola palabra de por medio.
El pelinegro no era ciego, era consciente de las miradas e intentos de coqueteo de su secretaria para llamar su atención. Pero a Jungkook no le interesaba la Omega.
Ninguno, en realidad.
A excepción de cierto joven con piel canela que estaba en su mente la mayoría del tiempo.
Las únicas personas que tenían permitido entrar a la oficina del jefe eran sus padres, Yoongi y Hoseok; su otro mejor amigo. Era un Alfa peliblanco enérgico y divertido, todo lo contrario a Jungkook y Yoongi, este último siendo una combinación entre la seriedad y el sarcasmo. Por lo general, Hoseok se encargaba de la empresa cuando el pelinegro se ausentaba por otros asuntos correspondientes a Valhar. Por ende, Jeon lo había nombrado subdirector.
Agradecía la ayuda de ambos, aun cuando no lo dijera en voz alta, él era consciente de que los dos lo sabían.
Una vez soltó un suspiro, se aproximó a su escritorio, sentándose tras de este para revisar los pendientes de ese día. Por lo que veía... Hoy no iba a salir temprano.
[...]
Eran cerca de las diez de la noche cuando Jungkook pisaba la entrada de su hogar, vivía solo desde que pudo comprarse su casa hace seis años, cuando tenía veintidós.
Bueno, tan solo no se encontraba, Bam caminaba junto a él mientras ingresaban a la casa.
Le gustaba lo calmado de su mansión, el silencio y la paz que esta le otorgaba. Nunca se había sentido solitario, pero desde que vio a cierto chico de ojos avellanas, ha sentido que algo le falta, esa chispa de vida en su rutina tan monótona.
No quería una pareja, no deseaba una, estaba bien con su soltería y simplemente era su lobo queriendo reclamar a su compañero. Era algo normal para sus lados animales, pero no para él.
Eso lo inquietaba, el constante reclamo de su Alfa, los rasguños y los gruñidos que este le dirigía lo ponían de mal humor. Pero tampoco es que pudiese hacer mucho, después de todo, ambos son parte del otro.
Largó un suspiro cuando desató su corbata una vez había ingresado, caminó unos pasos hasta que escuchó unos ruidos en la cocina. Sus instintos se pusieron alertas; tomó el arma que reposaba en el cinturón que se encontraba ajustado en sus caderas.
¿Le hacía falta? Para nada, Jungkook era completamente capaz de defenderse sin una, de hecho eran completamente inútiles a comparación de cuando se transformaba, pero tanto tiempo estando rodeado de ellas, se volvió una costumbre para él. Era más un reflejo que otra cosa. Nunca ha tenido que utilizarla, normalmente las lanzaba a la mierda y más allá cuando tenía algún enfrentamiento.
Ni siquiera sabía porqué seguía teniendo una.
Le hizo una señal a Bam para que tomara posición de ataque. Agradece haber llevado a su perro a clases de adiestramiento canino, aunque jamás han tenido la necesidad de emplear lo que aprendió, era solo por si la situación se vuelve demasiado para el azabache (cosa que es poco probable), su mascota podría defenderse sin problema alguno.
Haciendo caso a las señales de su dueño, Bam mostró sus dientes mientras gruñía bajo. Nunca despegándose de Jungkook.
A pasos lentos pero decididos y con el arma apuntando hacia el frente, ambos se acercaron a la fuente del sonido, relajando sus músculos cuando la risa de su madre llegó a sus oídos.
Bueno, esa mujer uno de estos días iba a matarlo de un infarto.
No era la primera vez y posiblemente tampoco era la última ocasión en la que se aparecía en su hogar sin avisar.
Quitando su cinturón y guardándolo junto con el arma en uno de los muebles de madera, se dispuso a ver qué era lo que estaba pasando. No tuvo que hacerle saber a su mascota de quien se trataba, pues este ya estaba meneando la cola mientras los observaba a todos.
— Por favor no le digas a Kook.— Ese fue su padre.
— ¿Decirme qué?— Su voz resonó por toda la cocina, llamando la atención de los dos mayores; SunHee tenía cara de querer echarse a reír mientras acariciaba al perro de su hijo. Sin embargo, la expresión de su padre era de espanto total, tenía el rostro pálido como fantasma.
Al ver que ninguno de los dos dijo palabra, habló de nuevo.
— ¿Y bien? ¿Qué no me tienen que decir?— Se cruzó de brazos, su rostro estaba serio, pero por dentro le parecía graciosa la situación.
— ¿Sabías que eres el mejor hijo del mundo? Sabes que tu padre te ama, ¿Verdad? Y que un error lo comete cualquiera, el ser humano no es perfecto. Hoy en la tarde una señora mayor en el supermercado me confundió con su hijo, luego se dio cuenta y dijo que era muy guapo. Aunque se me hizo incómodo porque me estaba toqueteando más de lo debido, si no es por tu madre, pude haber sido víctima de abuso sexua...
— Papá, solo dime qué pasó.— Dijo Jungkook negando mientras reía, solo con ellos lo hacía de esa manera.
Ah, esa risa les daba vida a sus progenitores, era tan hermosa que nunca se cansarían de escucharla.
Aunque su padre decía que sonaba como Elmo.
— Tu papá dañó la licuadora.— Fue la respuesta de su madre luego de parar de reír también.
Jungkook miro al aludido con una ceja alzada. Bien, no era la primera vez que el hombre dañaba algo en su casa, pero le parecía increíble que siempre que estuvieran ahí; alguno de sus electrodomésticos sufriera alguna desgracia a manos del mayor de los Jeon.
JungWoo miró a su hijo con cara de perrito regañado, esa que derretía a su madre y al Alfa menor. Por eso nunca decía nada cuando cosas como esas pasaban.
El hombre era todo un manipulador de primera.
Dando un suspiro mientras negaba con la cabeza, fue a abrazar a ambos; hace meses que no los veía.
Bam ladró queriendo recibir cariño también, deseo que fue otorgado por el hombre mayor.
— No pasa nada, papá. No importa si dañas la licuadora, la cocina, la tostadora, el lavavajillas, el microondas o el refrigerador, puedo comprar otro... Aunque, a decir verdad, sigo pensado en como dañaste el ultimo.— La risa de sus padres fue como música para sus oídos.
— Entonces ¿Está bien que también haya roto una maceta del patio? Juro que no la ví.— preguntó luego de varios segundos.
Jungkook solo asistió con la cabeza, con una leve sonrisa adornando sus labios. Él se partía el lomo trabajando diariamente para que ellos estuviesen tranquilos, esforzándose para tener el dinero necesario en dado caso el mayor (con su indiscutible torpeza) dañase algo, cualquier cosa, sin importar que tan costoso fuese, él pudiese volverlo a reponer sin problemas.
Luego de eso, los dos Alfas pura sangre y la Omega se dispusieron a comer lo que la última mencionada había preparado. Un poco tarde, sí, pero la pareja quiso esperar a que su hijo llegase a casa para poder cenar como una familia. La mesa estaba en silencio, uno bastante cómodo, lo único que se escuchaba a lo lejos era a su mascota bebiendo agua en la cocina.
Pero Jungkook no pasó por alto las miradas para nada discretas que sus padres compartían.
— Está bien ¿Qué sucede?— Inquirió el menor, limpiando la comisura de sus labios con una servilleta de tela, para luego mirar a los contrarios que bajaron los ojos hacia sus platos.
Tanto JungWoo como SunHee se observaron entre sí, como si estuvieran discutiendo con la mirada, peleando entre ellos para saber cuál de los dos le diría a Jungkook lo que pasaba por sus cabezas. El último mencionado solo esperó paciente, parpadeando tan lento que daba miedo.
De un momento a otro, su padre se quejó mientras sobaba su pantorrilla; su esposa le había dado una patada por debajo de la mesa, regalándole una mirada severa. Haciéndole saber que si no hablaba, cuando llegaran a su hogar le iba a ir peor. Él hombre solo se inclinó hacia delante rendido, la pelinegra era muchísimo más intimidante que el propio Jungkook.
Heredó su carácter, después de todo.
Tomando un poco de valor y luego de dar un suspiro tembloroso, dijo:
— Kook, tu madre y yo hemos pensado que deberías sentar cabeza. Ya no eres un jovencito, este año cumples veintinueve, estás a solo unos pasos de los treinta; deberías buscar un o una Omega para ti, formar tu propia familia, tener tus propios cachorros...— Sus palabras eran con cautela, no querían molestar a su hijo, solo querían lo mejor para él.— No deberías desgastarte con el trabajo, no desperdicies lo que te queda de juventud encerrado en una oficina, con papeles, juntas aburridas y una secretaria que por poco y se desnuda frente a ti.— Mencionó lo último con una mueca, no le caía bien esa mujer y tampoco a su esposa.
Viendo cómo Jungkook se mantenía en silencio, solo observándolo mientras parpadeaba. Volvió a hablar.
— Sabes que no es bueno pasar tus celos solo, no es saludable para tu Alfa y tampoco para ti. No queremos perder a nuestro hijo solo porque no tuvo una pareja con la cual... Hacer... Ya sabes, eso.— Un rubor se instaló en sus mejillas.
Okey, no era normal hablar de eso con tu hijo casi treintañero. No lo culpen, por favor.
El ambiente se volvió un poco incómodo después de esas palabras, sus padres veían su comida como si fuera la cosa más interesante del mundo, mientras que a la mente de Jungkook solo llegó la imagen del rostro de Taehyung adornado con una peculiar sonrisa rectangular que tanto le fascinaba.
Carraspeando un poco para eliminar esos pensamientos, y llamando la atención de los mayores en el proceso; se dispuso a hablar.
— Se que ambos están preocupados por mi, de verdad aprecio mucho ese gesto, pero estoy bien. Puedo pasar mis celos solo, nunca he necesitado a nadie y no tengo porqué necesitarlo ahora. Mi lobo está en perfectas condiciones y yo también.— Viendo las facciones preocupadas de sus padres, volvió a tomar palabra.— De acuerdo.— Viró los ojos.— Voy a tener pareja.— Dijo rendido, soltando un largo y cansado suspiro, tocando el puente de su nariz.
Le sorprendía lo expresivo que era cuando se encontraba con ellos. Generalmente tenía cara de póker sin importar las circunstancias.
Los orbes de ambos pelinegros se iluminaron, su padre con sus típicos ojos de borrego a medio morir y su madre con pequeñas arrugas a los costados de su mirada. Notando su emoción, levantó la mano para que volvieran a escucharlo.
Tenía una condición.
— Pero solo la tendré si es mi pareja destinada, y aún no la encuentro.— Mintió el azabache.
Bien, no quería hacerle eso a sus padres, pero era lo que mejor se le ocurría para que dejaran el tema, estaba bien así y no era un tema a discutir. Él no quería y tampoco necesitaba a una pareja, punto.
Ambos asintieron eufóricos, conformes con lo que Jungkook había dicho, rogando internamente a la Diosa Luna para que su hijo pudiera encontrar a su compañero, anhelando intensamente que nada malo le ocurriese a él o a su lobo.
Ustedes dirán: ¿Por qué es tan importante que pase su celo acompañado? Y la respuesta no es nada bonita, en realidad.
Es importante porque su Alfa puede morir de soledad, y esto condena al humano también. Si bien es impresionante que Jungkook haya aguantado un periodo de tiempo tan largo sin ningún tipo de relación sexual con alguien, sus padres temen que dentro de poco su cuerpo ya no lo resista y... Ni siquiera quieren imaginar lo que va a suceder después de que eso ocurra.
Cuando Jungkook se presentó como un Alfa pura sangre, él no quiso pasar ese momento con nadie. Los mayores comprendieron, pues aún era muy joven; solo tenía catorce años para ese entonces. Pero con el pasar del tiempo, se dieron cuenta de que su hijo no mostraba interés en conseguir pareja. Nunca fue con ellos por consejos para una cita, para que le explicaran como cortejar a un o una Omega, nunca le pidió ayuda a su madre o a su padre para saber cómo tener relaciones...Tampoco dio algún indicio de una vida sexual activa.
Él siempre estuvo solo y ellos se sentían culpables por eso.
Eso los preocupó en demasía, pues una cosa era no tener una novia o un novio. Pero otra completamente diferente era no querer tener algún tipo de relación íntima, y menos en sus periodos de calor, cuando su lado animal necesita anudar a un Omega para saciar su libido, o, en su defecto, un beta podría reemplazarlo. Sin embargo, estos no proporcionan lubricante natural que es imprescindible para que cuando el nudo se formase, tenga esa sensación de alivio.
Y es por eso que, con todas las esperanzas del mundo, decidieron ir a su casa para hablar con él, ansiando que su hijo entrara en razón. Los sorprendió de sobremanera el hecho de que el pelinegro aceptara tan rápido y solo con la condición de que fuese su pareja destinada. Pero eso les removía un peso de los hombros, pues confiaban en que la Madre Luna iba a ayudar a su pequeño (no tan pequeño) cachorro.
Luego de esa charla un poco incómoda, se levantaron de la mesa y se encaminaron a sus respectivas habitaciones. Sus padres tenían una en específico para cuando se quedaban en su casa; con ropa que les pertenecía y más productos personales.
Después de darse una larga ducha caliente para tratar de relajar los músculos tensos de su cuerpo gracias al trabajo, salió del cuarto de baño vistiendo solamente unos bóxers negros. Y es que no le gustaba dormir con ropa, le resultaba excesivamente incómodo y, como dormía solo, no había ningún problema.
Notó como su mascota estaba sentada en su cama esperando por él para poder ir a dormir.
— Bam, house.— Fue lo que dijo.
Automáticamente, el perro se dirigió a su jaula. Aunque, si le permiten a Bam ser sincero, esa cosa no parecía una jaula, era exageradamente grande y contaba cojines y mantas cómodas compradas por Jungkook específicamente para él.
Estaba agradecido por el dueño tan bueno que le tocó.
El pelinegro se echó en su cama luego de apagar las luces de su habitación, una vez vio a su perro ingresar a su "casita", se quedó mirando el techo gracias a la poca iluminación que entraba por las cortinas transparentes; dejando a la vista a la enorme luna asomada por la ventana. Pensó en lo que sus padres habían dicho, bien es cierto que en sus últimos periodos de calor ha sentido más dolor del normal, pero no era algo a lo que le había dado importancia, él y su Alfa se negaban rotundamente a pasar esos momentos con alguien.
El mero pensamiento le resultaba desagradable.
Las consecuencias de pasar esos momentos solo las sabe perfectamente. Pero no le preocupa, él siempre ha sido consciente de eso y aún así lo prefirió de esa manera. ¿Podía morir? Claro, pero no es algo que le asustara, en realidad. Tenía una gran cantidad de dinero ahorrado en una cuenta, además de que el nombre de sus padres también figuraba en todas sus propiedades, la empresa y demas cosas. Todo eso era suficiente para que no tengan la necesidad de trabajar (al menos no hasta el cansancio) en dado caso le ocurriese algo.
Ellos iban a estar bien.
Nuevamente, la imagen de Taehyung con su uniforme de la cafetería y con esa sonrisa de cajita llegó a su mente. Subió las comisuras de sus labios en una pequeña pero sutil sonrisa, de solo recordar cómo ese pequeño joven (a comparación de su altura) lanzó a un alfa de un solo movimiento al piso. Negó con la cabeza, manteniendo la expresión en su cara.
Era tan intrigante... Bonito.
Su lobo movió la cola y se echó con la panza hacia arriba en su interior por el recuerdo del Omega platinado, tales pensamientos lo hicieron albergar un sentimiento cálido en su pecho, y con todas esas emociones creciendo en su estómago, se dispuso a dormir.
Hola, hola, personitas. ¿Cómo están? Espero que muy bien.
El caso de que no hayan entendido, Jungkook es virgen, nunca ha tenido relaciones con nadie y eso perjudica la salud de su Alfa. Es por ese motivo que sus padres quisieron hablar con él.
Suprimir el nudo es doloroso para los Alfas, más para Kook siendo un Dominante, su deseo sexual crece y está esa necesidad imperiosa de querer dejar en cinta a un Omega, además de ser mayor a comparación de otros de su misma casta.
Pero su lobo y el lado humano se rehúsan esa idea.
Más adelante (mucho, más adelante) se dará una explicación del porqué rechaza el pensamiento de estar con alguien.
Cuídense mucho, tomen agüita, coman bien y descansen.
Tu existencia es importante. 💜
(Habla Azumi. Hoy no hay notas de WhatsApp, miren lo que escribió Yari en el capítulo tres).
Mi Alfa, mi Alfa. Tan linda.
(La perra es más hetero que la palabra misma, pero así la amo...).
Mafe al habla, la verdad me siento un poco ofendida porque Azumi borró mis notas 😔.
Pero bueno, la vida sigue, después publicaré algo vergonzoso de ella para vengarme.
(Tengo miedo).
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