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𝚅𝚊𝚕𝚑𝚊𝚛 (𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷)

Un lobo de tamaño colosal corría velozmente en campo abierto, su pelaje color blanco puro se ondeaba majestuosamente con cada ráfaga de viento helado que chocaba contra su robusto cuerpo. A su alrededor, una jauría de lobos de menor tamaño lo perseguía incansablemente, lanzándose contra él con ferocidad en un intento por derribarlo. No obstante, el animal de mayor proporción emitía gruñidos de advertencia, para luego arremeter contra ellos con una destreza impresionante, mordiendo, tirando zarpazos y usando su propio peso para deshacerse de ellos.

Como si eso no fuese suficiente, el estruendo ensordecedor de las armas que se disparaban en su dirección con claras intenciones de herirlo, retumbaba por todo el lugar.

Mientras tanto, un lobo de tonalidad grisácea observaba la escena a una distancia prudente, cautivado por la imponente presencia del albino, que parecía apartar a los demás como si de simples hormigas se tratasen.

Su mirada se perdía al contemplar a tan espléndida criatura. La magnificencia con la que se movía, la rapidez, la agilidad, el tamaño y la fuerza que poseían sus extremidades. Ese pelaje inmaculado que se veía tan suave ante sus ojos avellanas.

Era simplemente hermoso.

Sus orbes viajaron al collar que colgaba con tanto orgullo en su cuello: una cadena adornada por una garra de lobo, toda ella bañada en plata con detalles en oro. Un objeto de exquisita belleza a su parecer.

Al igual que su portador.

Absorto en sus pensamientos, no percibió la presencia extraña que se posaba a sus espaldas: un lobo de totalidad oscura que lo tomó desprevenido, empujándolo hasta rodar varios metros por el enorme terreno. Cuando logró incorporarse, sacudió su cuerpo, tratando de desprender los restos de nieve que se habían adherido a su melena color ceniza. Viéndose obligado a orientarse un poco, pues estaba aturdido tras las vueltas que había dado. Al levantar la vista y analizar su entorno, pudo darse cuenta de cómo todos los presentes lo observaban minuciosamente.

Oh, oh...

Sintiendo la ansiedad apoderarse de su cuerpo, bajó sus orejas peludas al percatarse de que había interrumpido el entrenamiento de Jungkook.

Un silencio abrumador se apoderó del lugar tras la vergonzosa interrupción. El Alfa Jeon lo escrutaba de pies a cabeza, analizando su pelaje, ojos, altura y casta; ese pequeño lobo era un Omega.

Uno con un exquisito aroma a manzanas y canela.

Por otro lado, Taehyung se encontraba cohibido por la mirada penetrante que se posaba sobre él por parte del pura sangre, sin llegar a darse cuenta de la cantidad absurda de feromonas que desprendía debido a su evidente nerviosismo. Incapaz de soportar estar un segundo más en ese sitio, emprendió su huida, abandonando el territorio lo más rápido que sus cuatro patas se lo permitieron.

Dejando atrás a cierto albino con una creciente curiosidad en su interior.

[...]

Kim cesó su carrera al haber llegado finalmente a la puerta de su hogar. Era muy bien sabido que nadie debía acercarse a la zona de entrenamiento de Jungkook, quien no era otro más que el líder de la mafia más importante de toda Rusia, por no decir del continente. Cualquier persona que tuviera por lo menos el más mínimo instinto de supervivencia, evitaría cualquier tipo de conflicto con él.

Sin embargo, a Taehyung le daba absolutamente igual quien fuera.

Era consciente de que Jeon Jungkook era el líder de Valhar, no obstante, nunca ha tenido la oportunidad de verlo en su forma humana. En numerosas ocasiones se ha maravillado con ese enorme lobo, y más de una vez se ha preguntado quien estará detrás de tan imponente bestia.

¿Será igual de intimidante?

¿Cuántos años tendrá?

¿Será tan hermoso como lo es en su forma animal?

Esas y más preguntas retumbaban en su cabeza constantemente, resignándose a conformarse con su imaginación, pues estaba seguro de que nunca iba a poder observarlo en persona.

Su mente divagó unos minutos más, pensando en cómo luciría físicamente, saliendo de su burbuja tras escuchar el vibrar de su celular que estaba cargando sobre la diminuta superficie de su comedor. Antes de siquiera considerar levantarse para ir y leer los mensajes que llegaban con insistencia, sus ojos divisaron el reloj que estaba colgado en la pared de su sala, este marcando las 9:27 de la mañana.

Iba tarde al trabajo.

Mierda.

Se transformó rápidamente y corrió hacia su habitación. Abrió su pequeño clóset, tomó su ropa y se vistió con un pantalón café oscuro, una camisa blanca y un suéter color beige. Luego, cogió su bolso y metió sus cosas dentro. Yendo apresurado hacia la entrada, donde se colocó sus zapatos, tomó su bufanda, un gorro y se envolvió en un abrigo para resguardarse del frio.

Salió disparado como bala con dirección a la cafetería de SeokJin; su jefe Omega y amigo.

Tenía aproximadamente tres años trabajando ahí, ya que al ingresar en la universidad a los diecisiete y al ser un estudiante becado proveniente de otro país (Corea) la Institución tiene la obligación de proporcionarle lo que necesite mientras esté estudiando. No obstante, Taehyung no solo quiso quedarse con lo que le daban. Él se determinó a conseguir un trabajo luego de aprender el idioma lo suficiente como para poder valerse por sí mismo.

Fueron tres años en los que además de estudiar su carrera, tomó la iniciativa de inscribirse en un curso de ruso que le fue otorgado por la misma universidad.

Una vez dominado, a sus veinte años se dispuso a buscar un empleo, pero al ser un Omega y para colmo extranjero, descubrió que no iba a ser tan sencillo como pensó. Estuvo varias semanas buscando, pero la respuesta siempre era la misma: “los de tu designación no pueden trabajar, ya que eso le corresponde al Alfa”. Sinceramente, le parecía increíble la forma en la que sin importar cuan avanzado esté el mundo, las personas no cambiaran su forma tan anticuada de pensar.

¿Cómo era que pensaban que un Omega no era capaz de hacer lo mismo que un Alfa? Si, su contextura y fuerza física los hacía ver débiles, pero ellos tan o más capaces de trabajar, mantener a una familia y ser independientes. No necesitaban a un Hombre o una mujer Alfa para sobrevivir.

La falta de empleos y el rechazo por el simple hecho de ser Omega es una injusticia que a la que aparentemente, nadie parece darle importancia. Se han presentado escenarios discriminatorios y obstáculos en el ámbito laboral basados únicamente en la casta de una persona. La falta de oportunidades, la gran brecha que existe en sus sueldos y el peso desproporcionado que radica única exclusivamente en su designación, era algo que lo irritaba de sobremanera. Deseaba en demasía poder ser valorado por las habilidades que pueda llegar a tener, no porque posea un nudo en el pene y unos colmillos para marcar a alguien.

No conformes con la más que clara desigualdad, también tenían que sufrir acoso y abusos por parte de los Alfas que no podían mantener la polla metida en los pantalones. ¿No podían tener un poco de respeto? ¿Era mucho pedir?

Al parecer si, porque el mundo no estaba preparado para esa conversación.

Debía ser honesto, al principio era algo que lo desmotivó demasiado. Ya que él mismo se repetía contantemente que si hubiera nacido como un Alfa o hasta un Beta, las cosas serían diferentes. Tal vez eso, no hubiera pasado. Pero bien dicen que el "hubiera" no existe. Todo sucedía por algo, pero eso no significaba que doliera menos.

Cuando sus esperanzas por conseguir un empleo estaban por el subsuelo, apareció SeokJin. Un ángel disfrazado del Omega más hermoso que sus ojos avellanas hayan visto. Ese hombre tan amable que le ofreció un trabajo en su cafetería, que lo cuidaba como si fuera su propio cachorro, aquel que lo marca con su aroma a lavanda y jazmín cuando se sentía triste... Definitivamente, fue todo un milagro de la Diosa Luna el conocerlo cuando su frágil corazón más lo necesitaba.

Nunca podría pagarle todo lo que había hecho por él.

A sus veintitrés años, su vida había mejorado considerablemente luego de eso, pues en la famosa cafetería siempre ocurría algo. Uno de los recuerdos más vividos que tiene es aquel en que; en medio de una propuesta de matrimonio, una mujer había llegado totalmente enojada e histérica, afirmando ser la novia y prometida del joven Alfa que se encontraba arrodillado.

Todo había sido un desastre. El chico (al que le estaban proponiendo matrimonio) se echó a llorar desconsoladamente, y mientras él trataba de calmarlo, SeokJin intentaba tranquilizar a la mujer furiosa que quería lanzarle una silla al hombre que no cabía en vergüenza.

Luego de unos cuantos insultos, golpes y uno que otro arañazo por parte de la pelinegra, el sujeto se había ido con la mejilla inflamada y varios postres adornando su ropa.

Que buenos recuerdos.

Afortunadamente, nada pasó a mayores (dentro de lo que cabe). Durante un tiempo, tanto el joven como la mujer engañada frecuentaban el local. Al parecer, luego de ese incidente, ambos se volvieron cercanos (un poco rara su forma de conocerse, si se lo preguntan). Resultaba curioso para Taehyung escuchar sus quejas y la forma en la que se referían a “ese intento de Alfa”, lo cual le generaba cierta diversión. Después de todo, los susodichos socializaban con él e intentaban sacarle plática.

Con el transcurrir del tiempo, los tres forjaron una amistad.

Jimin, el Omega de baja estatura con cabello rubio, labios pomposos, mejillas regordetas y aroma a mandarinas y miel; era extremadamente lindo, destacaba por su apariencia angelical y al mismo tiempo por su personalidad de perro Chihuahua con complejo de rottweiler.

Gracias a aquel problema con su ex novio, se volvió reacio a tener una relación amorosa, al menos hasta conocer a alguien si valiera la pena (cosa que era, indiscutiblemente, algo muy difícil). Además, dicha experiencia le ayudó a formar su tan explosiva personalidad.

Por otro lado, Momo, la Omega de cabello corto color azabache, de olor a fresas y flores, dueña de un increíble físico y visual de súper modelo. Era, al igual que Jimin, una mujer con carácter pero al mismo tiempo excesivamente amable, divertida y muy habladora cuando estaba en confianza.

La amistad entre los tres estaba próxima a cumplir un año. Taehyung estaba extremadamente agradecido por la presencia de ambos en su vida; llegando de una forma extraña e inusual, pero tan caótica como ellos. Eso solo los hacía más especiales para él.

Una vez había vislumbrado el local, dejó de correr. Respiró profundo tratando de recuperar el aliento y se dispuso a entrar, causando que el habitual sonido de la campana situada en la puerta resonara por todo el lugar, sacándolo de su nube de recuerdos.

Casi de inmediato, sintió como alguien lo jalaba del brazo para que avanzara, rodeara la barra y fuera a la parte de atrás, dónde se encontraban los vestidores.

— Kim Taehyung ¿Se puede saber dónde estabas? Son las diez de la mañana, llegas dos horas tarde.— La voz de SeokJin hizo eco por toda la habitación, su semblante serio logró asustar un poco al menor, que solo tragó saliva con dificultad.

Olvidé mencionar que Jin enojado no era para nada agradable.

— Lo siento, Hyung.— Se disculpó.— Lamento la demora, estaba en el bosque, en la zona de entrenamiento, se me pasó el tiempo y...— Calló al darse cuenta de lo que había dicho.

Carajo...

Cerró sus ojos para golpearse mentalmente por ser un boca suelta, sin notar como la expresión del mayor cambió drásticamente. Pasando de estar enojado a verse preocupado en tan solo una milésima de segundo.

Tremenda dualidad.

— ¿Qué hacías en la zona de entrenamiento, Tae? Sabes lo que puede llegar a ocurrir si estás ahí ¿Qué hubiera pasado si te veían? Sabes que la mafia es peligrosa.— Dijo un poco alterado. Y es que su lobo rasguñaba de solo pensar en que le pudo pasar algo a su cachorro.

SeokJin es alguien protector con Taehyung, pues él y su parte animal lo escogieron como su hijo... Todo porque él no puede tener los suyos propios.

El pelimorado es estéril.

No sabe lo duro que debió ser para él. No poder concebir siendo un Omega es extremadamente doloroso, se puede caer en depresión y si no se tiene el suficiente apoyo por parte de alguna pareja o familia, solo podía significar que la persona no lograría superar ese dolor.

Taehyung siempre ha querido tener bebés. Deseando abrazar el pequeño cuerpo de su cachorro con todas sus fuerzas y ofrecerle todo lo bueno que el mundo tiene para dar. Anhelaba la oportunidad de ver crecer a ese diminuto ser que llevaba una parte de él, cuidarlo, amarlo, protegerlo, ser testigo del milagro que solo ellos pueden brindar: dar vida de la forma más pura y hermosa posible.

Por eso, no se hace una idea de lo mucho que ha de haber sufrido, pero le alegraba saber que había podido salir adelante a pesar de todo.

Brindándole el honor de ser llamado su cachorro.

Kim menor bajó la cabeza, luciendo apenado, ya que su Hyung muchas veces le ha repetido que no debía ir ahí, que era peligroso y más para los de su casta. Pero él no podía evitarlo, no podía evitar pensar en ese Alfa que hacía a su lobo regocijarse en su interior.

— Lo siento, no volverá a pasar.— Habló al final, solo para calmar al contrario y omitiendo la parte en donde él estaba parado en el medio del campo con media Valhar observándolo.

No quería ser el culpable de que a SeokJin le diera un puto paro cardiaco.

Como el mayor diría: “Soy demasiado joven para morir. Además, no puedo privar al mundo de algo tan importante como lo es el admirar mi belleza.

Era todo un narcisista.

Pero así lo amaba.

Después de esa conversación, se dispuso a hacer su trabajo. Que básicamente consistía en llevar las bebidas y postres a las mesas, además de preparar los cafés. Era un poco pesado, pero así era mejor, el pelimorado se encargaba de la cocina y su Alfa; Kim Namjoon, estaba en la caja tomando los pedidos, de esa manera evitaban que hiciera algún desastre como en ocasiones pasadas.

Todavía podía escuchar los reclamos del Omega mayor en su cabeza; todo porque el moreno había roto una de sus cafeteras.

Ni siquiera saben cómo lo hizo.

Aunque a veces los realizaba, tenía que ser bajo la supervisión de Taehyung, ya que SeokJin no confiaba en su pareja.

El día transcurrió tranquilo a pesar del pequeño percance de la mañana. El peligris estaba feliz al haber podido encontrar a esa pareja que lo trataba tan bien, sin mencionar que lo consideraban parte de la familia... Definitivamente, la vida lo había recompensado luego de lo vivido en Corea, aquel país que le arrebató tantas cosas a tan temprana edad y lo dejó totalmente destrozado.

Nada tenía por qué cambiar ¿Verdad?

Hola, hola, personitas. ¿Cómo están? Espero que muy bien.

Este es el primer capítulo de mi historia y ojalá sea de su agrado. Es la primera vez que escribo, entonces no esperen mucho de mi parte.

Voy a estar subiendo capítulos una vez a la semana, les pido por favor que sean pacientes.

Cuídense mucho, tomen agüita, coman bien y descansen.

Tu existencia es importante. 💜✨

Meanwhile, the autor:

¡Hola! Soy Mafe, la Beta de Azumi-san, voy a estar encargada de estos pequeños momentos en donde nos expongo (tengo su autorización no se preocupen), espero que los disfruten. Y por favor, no sigan nuestro ejemplo.

Unas pequeñas aclaraciones: Como ya sabrán, esta cuenta es de Azumi, pero Yari y yo tenemos acceso.

Yo suelo guardar a las personas importantes para mi con emojis, Azumi es el conejo y Yari el gato, si se confunden en algún momento avísenme porfa.

Ah, por cierto felicitenme, hoy es mi cumpleaños 🎂, convencí a Azumi para que publicara el primer capítulo hoy por eso mismo.

(Soy Azumi, y no es cierto, yo me ofrecí para subirlo, es una perre, pero la quiero mucho.
Feliz cumpleaños a mi hetere favorita 💜✨)

(Otra vez Mafe, es mentira yo le dije que lo subiera en mi cumpleaños, ni siquiera sabías cuando era antes de que te dijera, tengo pruebas. Y yo tambien te quiero, pero ¿tu hetere favorita no es Yari?)

(Yari no me quiere a pesar de que la amo con todo mi ser. Y me acabas de dejar mal frente a mis lectores, gracias).

(Mafe again, tú y Yari son mi imperio romano, mi ship frustrado 😔).

Yari nos va a hacer borrar todo esto cuando lo lea, pero mientras tanto... Aquí los que shippean a Yari con Azumi ➡️.

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