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two || two against one








Madre? De qué hablas...? —ahora si era la actual Athleana quien hablaba.

Medeis se gira para encarar a su hija— eres un desperdicio de tiempo y un castigo que el destino me dio al romper las reglas —se le escapa decir hiriendo los sentimientos de la chica.

La cazarrecompensas seguía sin entender el extraño comportamiento de su madre— no eres tú. Puede que siempre fuiste estricta y fría conmigo, pero jamás me ofendiste o faltaste al respeto —niega segura de sí misma.

— Era porque me resistía a no decirte tus verdades —confiesa.

— Mientes! —la castaña alza la voz.

— Ven y compruébalo —enciende su sable de luz indicando que estaba lista para pelear.

Athleana hace caso ante la llamada del duelo y madre e hija inician la pelea. Al principio fue superior Medeis gracias a la experiencia y determinación. Pero era la juventud y ambición que motivaba a la castaña en derrotar a su propia mamá.

El encuentro tardó en definirse, con la forajida saliendo victoriosa con ambos sables de luz en su control, consiguió inmovilizar a Medeis arrodillada frente a ella— vamos! Acaba el trabajo! —demanda la misma Medeis.

Sin embargo, su verdadera madre le enseñó cosas diferentes—. No —niega Athleana— así no fue como me enseñaste. Este no es el camino de un Jedi —hace memoria.

Medeis sonríe de lado escondiendo algo— entonces eres una tonta —se deshace de los sables arrebatándolos de su hija quien retrocede ante el ataque.

— Lo siento —encuentra la calma— pero me negaré a ser manipulada por ti —a continuación, cierra sus ojos al notar que Medeis se iba a acercar dispuesta a terminar con Athleana. No obstante, lo único que sintió fue una brisa impactar en ella haciendo que parpadee.

Ahora estaba rodeada de estrellas con un fondo completamente negro, era como si estuviera en el espacio, pero se mantenía de pie. Ningún sonido se emitía hasta que una vez más escuchó de ese silbido que la estaba guiando desde el principio, sólo que el silbido se convirtió en una luz de color amarilla. Con ello, poco a poco se fue revelando que era una especie de cristal. Un cristal Kyber.

Era la última pieza que necesitaba para crear su propio sable de luz.

Había regresado a donde primero pisó dentro del Templo, se sentó de nuevo en el suelo para construir su sable y justo cuando terminó, escuchó voces y pasos aproximándose a su locación.

— Cuidado, Anakin —decía una voz masculina— puedo sentir que no estamos solos —indica en alerta.

— Si, maestro —afirma la voz de un hombre, la diferencia era que se oía más joven.

Athleana se apresuró a guardar de su arma y salir del Templo pero justamente los dos hombres ingresaron por la única salida disponible. La castaña rápidamente se escondió para espiar a las personas quienes mantenían una conversación, esto lo aprovechó la chica para escapar pero justamente cuando sale de su escondite, el Templo comienza a temblar haciendo que los Jedi busquen con la mirada el motivo del temblor encontrándose con la cazarrecompensas.

Afortunadamente Athleana tenía tapada el rostro dejando únicamente al descubierto sus ojos. Los hombres empuñaron de sus sables reflejando autoridad— quién eres? —pregunta el mayor de ambos. La castaña se niega a dar una respuesta— temo que tendrás que venir con nosotros —indica calmado.

Ella seguía mirándolos— pensaba que nomás los Jedi se les era permitido entrar al Templo —razona el chico.

— Y así lo es —reafirma el castaño rojizo— una vez más te pido que te reveles, forajido —demanda con un toque de seriedad en su voz.

Precisamente el Templo vuelve a temblar distrayendo a los Jedi para que Athleana pudiera escapar afuera. Lamentablemente no fue del todo exitosa su fuga pues fácilmente los Jedi llegaron con ella deteniendo su paso.

La cazarrecompensas cayó al suelo dejando ver su recién construido sable de luz ante los hombres. Dejó que estos se acercaran a ella levantando del sable— es un Jedi —destaca el chico.

— Necesitaremos más respuestas —apunta el otro quien Intentó acercarse a Athleana para levantarla.

Esperó el momento indicado para atacar. Una vez que sintió el agarre, usando la Fuerza, alejó a ambos Jedi de ella, seguido de tomar su sable y empuñarla contra ellos, con esta dejando conocer el color de la espada, amarillo.

Los hombres alzan su mirada viendo a su oponente sorprendidos—. Anakin, ve a la derecha! —indica a su Padawan.

— Enseguida, maestro —obedece el llamado Anakin y el duelo comienza.

Eran dos contra uno, pero si algo se encargó la mamá de Athleana era de siempre estar preparada ante cualquier obstáculo, por lo que primero se deshizo del maestro y así enfocarse en Anakin. Era extraño, pese ante las señales que indican que era el Padawan, Athleana podía sentir que era el contrincante más fuerte de los dos.

La frustración de ir perdiendo fue consumiendo a Anakin, a tal punto de no controlarse y logró desarmar a la forajida. Seguido de usar la Fuerza para ahorcar a Athleana quien se veía sin opciones de salir de esta.

— Anakin, detente!! —ordena el castaño rojizo preocupado— no queremos lastimar a nadie! —resalta.

Anakin se da cuenta de lo que estaba haciendo, por lo que suelta a Athleana quien de inmediato se toma el cuello—. Lo siento, lo siento mucho. Estás bien? —pregunta honesto el Padawan.

Sin embargo, esto no le sentó bien a la chica pues consigue noquear al joven aprovechando la distracción del chico. Se apresura a tomar su lightsaber para encarar al otro Jedi quien insistía en detener la pelea.

Athleana ignoró las palabras en busca de derrotar al Jedi por su cuenta y así poder librarse de ellos de una vez por todas. Ahora el duelo era más parejo entre ambos, a tal punto de que el castaño rojizo logró destapar el rostro de la chica quien se giró para no revelar su cara, pese a que su largo cabello se dejó ver.

— Esta pelea ya no tiene sentido, estás superada en números —razona el hombre— ríndete y mostraremos misericordia contigo.

Ya no había escapatoria. Se acabó su suerte.

La cazarrecompensas guarda de su sable, alza las manos al mismo tiempo que se giraba para encarar al maestro Jedi. Una vez que conectaron miradas, el castaño rojizo sintió una muy leve atracción por la chica, no lo iba a negar que ella era linda y atractiva. Sin embargo, esto lo cegó pues no fue su mismo Padawan quien recordó de quién se trataba.

— Ella no es Troy? La cazarrecompensas justiciera?

El maestro agita su cabeza para enfocarse de nuevo en su objetivo— tienes razón, Anakin.

— No soy ninguna justiciera! —niega Athleana— soy una simple vigilante —al mirar con más detalle al castaño rojizo, sintió una sensación desconocida, no comprendía el porque repentinamente se puso nerviosa e intimidada ante él.

— Creo que nos estás ocultando la verdad —asume— cómo supiste del Templo Jedi?

— No necesito darte respuestas. —Desvía la mirada.

— Me temo que no tienes muchas opciones.

— Oh, y qué planeas hacer? Sacarme la verdad? Te quiero verlo intentar —reta la chica.

Estaba a nada de perder la paciencia sino fuera por su aprendiz quien lo detiene— quizá debamos llevarla al consejo, Obi-Wan —sugiere Anakin— ahí no tendrá de otra que hablar.

Ahora el conocido Obi-Wan acierta con su Padawan— buena idea, Anakin.





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