
nine || a cordial visit to Mandalore
Los días pasaron desde el percance en Coruscant contra los Mandalorianos. Con la información recopilada acerca de la amenaza, el senador Renking decide realizar un viaje para hablar con la duquesa Satine Kryze con el objetivo de llegar a una solución con respecto a un futuro conflicto dentro y fuera de Mandalore.
Durante el viaje, Athleana no dejaba de entrenar a su Padawan acerca de combate, estrategias y uso de la Fuerza. Olov estaría progresando de forma sobresaliente con respecto a los dos primeros elementos. No obstante, la ojiazul percibía que el Lasat seguía desconectado con la Fuerza, como si aún quisiera mantenerse alejado de ella por temor a entrar en conflicto con el Lado Oscuro.
—Despeja tu mente de todo y siente la Fuerza fluir en ti. —Aconseja Athleana extendiendo su mano para levantar a Olov.
El Padawan se quita el casco que bloqueaba su vista mientras que con la otra mano toma la de Athleana para poder alzarse del suelo—. Es imposible. Mis reflejos no se sincronizan con la Fuerza.
—Tienes bloqueada tu mente, Olov. —La Jedi cierra los ojos para sentir las vibraciones de Olov reafirmando lo que sabía—. Es tu miedo el que te retiene.
—La última vez que hice uso de la fuerza, casi mato al Senador. Podía sentir que la ambición y control me hacían más poderoso pero como consecuencia perdía mi personalidad. —Confiesa desviando la mirada recordando aquel momento—. Por supuesto que tengo miedo de caer en el Lado Oscuro. —Se lamenta asustado—. Cómo puedo confrontar mi miedo, maestra? —Pide rendido.
Athleana coloca su mano sobre el hombro de su aprendiz regalándole una sonrisa maternal—. Para superar tus miedos, tienes que aprender a aceptar lo que eres en estos momentos y olvidar lo que hiciste en el pasado. Debes dejarlo atrás porque es lo que te estás reteniendo. Concéntrate en lo que eres ahora y aspira a lo que en un futuro te quieres convertir. —Responde con sabiduría pensado en cómo ella había abandonado su vida de cazarrecompensas—. No te aferres a lo que sucedió hace tiempo. Déjalo ir.
Olov toma un respiro profundo cerrando sus ojos entrando en un estado de relajación y paz. Dejaba fluir lo que pasaba a su alrededor enfocándose en sus metas a largo plazo encontrando aquella sintonía de calma que necesitaba después de todo lo que había vivido. Por otro lado, La castaña se fijó en que los objetos que se encontraban alrededor de ellos en el cuarto estaba flotando con delicadeza. Esto hizo sentirse orgullosa de que su Padawan estaba por fin meditando tranquilamente.
Así que decidió dejarlo solo para evitar interrupciones yéndose a la sala principal de espera donde se encontraba Tregar leyendo unas hojas. Este al notar la presencia de Athleana, deja a un lado los papeles para prestarle su atención a la Jedi. Decide tomar asiento frente a él para iniciar una conversación.
—Qué estabas leyendo?
—Eran unas peticiones por parte de mi gente. Mi cónsul me dio el resumen de lo que las personas quieren para el bien de Lothal. —Responde echándole un fugaz vistazo a las hojas.
—Me gusta verte preocupado por tu nación. Habla de lo buen Senador que estás siendo. —Halaga Athleana siendo respetuosa y amable.
—Lo crees? —Tregar intenta contener sus emociones.
La ojiazul sonríe—. Por supuesto. Pero también me sorprende que hayas dejado a cargo a Domus en tu ausencia.
Aquel comentario hace fruncir el ceño a Tregar—. Desconfías de mi hermano?
—No creo que sea apto para gobernar una nación. Creo que le hace falta responsabilidad para saber manejar a la gente. —Comenta resguardando todo lo que pensaba de Domus.
—Estoy consiente de que Domus puede llegar a ser un poco inmaduro en ciertos aspectos. Pero te recuerdo que también está lidiando con la muerte de nuestros padres. —Defiende demostrando un poco de autoridad.
—No. No es eso. —Decía Athleana analizando la situación—. Simplemente estoy segura que le desinteresa tu posición. Tu hermano menor está enfocado en otros asuntos. —Argumenta basándose en las pocas interacciones que ha tenido con el menor de los Renking.
Tregar llegó a sentirse un poco incómodo al escuchar que Athleana estaba descifrando una pequeña parte de su pasado llegando a creer que la Jedi era un sabelotodo—. No te equivocas del todo pues de pequeños a Domus se le veía muy alejado de mi cuando nuestros padres me hablaban de política. —Adjunta seriamente—. No obstante, preferiría no seguir hablando acerca de que si mi hermano es apto o no para sustituirme brevemente. —Niega memorizando ciertos conflictos que tuvo con Domus.
Llega a notar el descontento del Senador—. Lo siento. No debí hablar de más.
—Más bien no hagas suposiciones de la vida de otras personas. —Lanza como queja dejando ver su molestia con respecto a la conversación—. No te quieras considerar una sabelotodo.
La Jedi sospecha de Tregar—. No lo soy. Es sólo que me sorprende la manera de cómo has reaccionado cuando hablamos de...
—No hay nada más que añadir. —Se levanta enojado de la mesa caminando lejos de ella dejándola muy pensativa por lo que acababa de suceder.
Tiempo después el piloto indica que habían llegado a Kalevala haciendo que Athleana dejara a un lado el inconveniente concentrándose en su misión. Una vez pisando el planeta, los guardias del palacio de Kalevala los recibieron llevándolos con la Duquesa. Debido a lo acontecido, la Jedi le pidió a su Padawan que se mantuviera a lado del Senador mientras la reunión sucedía. Aquello no le sentaba del todo bien para Tregar pero tampoco le dio tiempo de discutirlo pues la castaña había zarpado a explorar el planeta cerca del palacio.
Estaba explorando a detalle el lugar hasta que sintió la presencia de un individuo vigilándola. Athleana seguía a lo suyo mientras hablaba con esa persona—. Sé que me estás observando. —Da una pausa para proseguir—. Podemos hacer esto de dos maneras: por las buenas o por las malas. Tu elección. —Propone persuasiva.
La persona tarda en responder hasta dejarse ver quien era—. No esperaba menos de ti. —Admite aquella mujer que se encontró en Coruscant.
—A quién tenemos aquí. —Añade Athleana repasando su mirada a la Mandaloriana—. Qué haces aquí?
—Te estaba esperando. —Indica la mujer.
—A mi?
—En efecto. Me temo que tenemos una conversación pendiente. —Responde.
Athleana se mantiene en guarda—. Dame una buena razón para que no te arreste.
La Mandaloriana se quita el casco para que la tome más en serio—. Sólo lograste descifrar parte de la verdad con respecto a tu amado Senador. —Confiesa ganándose toda la atención de Athleana.
Esta intentaba organizar sus ideas—. Por qué de repente me estarías ayudando?
—Porque yo no soy el enemigo que buscas detener. —Admite clavando la mirada directo a los ojos azulados de la Jedi—. Si es verdad que Lothal nos administraba recursos para innovar nuestras armas. A pesar de ello, alguien dentro de la realeza del planeta nos contrató para asesinar al Senador.
Aquella revelación hizo levantar los sentidos de Athleana. Ahora todo era más complicado de lo que parecía, por ende, la situación se tenía que resolver con discreción y sutileza. No podía confiar en nadie mas que en su mismo Padawan, inclusive desconfiaba de Tregar pese haber pasado muchos días con él. Su nueva tarea sería ahora el descubrir la razón del intento de asesinato del Senador Tregar Renking.
—Sabes quién es tu contacto? O conoces a la persona que les dio aquella orden a cambio de sus recursos? —Intenta sacar la verdad.
—Todo fue anonimato. La persona traía siempre tapado el rostro y un decodificador de voz. —Niega la pelirroja.
Podía usar sus viejos contactos de cuando era cazarrecompensas para iniciar su búsqueda, planteaba la Jedi—. Agradezco tu ayuda pero por otra parte sigues sin contestar a mi pregunta: por qué me auxilias?
Suelta un suspiro acompañado de una amigable sonrisa—. Me di cuenta que a nuestra organización no nos conviene traer como enemigos a los Jedi, pese a que técnicamente no puedes interferir en nuestros asuntos debido a que Mandalore no forma parte de la República. No obstante, me he fijado que eres distinta a otros Jedi que conozco. No sigues su protocolo y te guías por tus propios ideales. —Explica sincera intentando generar confianza.
Sin embargo, seguía Athleana sin fiarse de la Mandaloriana pero prefirió seguirle el juego—. Estás dando a entender que confías en mi pese a ser una Jedi.
—Fui testigo de lo que hiciste con Tolói. Cuando lo reclutamos era un Lasat que había perdido la fe y esperanza en los Jedi. Al parecer lograste cambiarle de parecer a tal punto de atreverse a traicionarnos. —Añade a sus argumentos—. Continúas impresionándome, Athleana. —Sonríe de lado de forma pícara incomodando a la ojiazul.
—Me sorprende que sepas mi nombre cuando nunca nos presentamos formalmente.
La pelirroja se acerca más—. Bo-Katan. —Pese a que se ha presentado la mujer y dado más explicaciones al caso, Athleana seguía con cara de pocos amigos—. Quiero que sepas que la razón por la que hago esto es porque solía ayudar a Olov a superar sus traumas y tu contribuiste con ello. Esta es mi manera de agradecimiento. Eso y porque no quiero que te veas involucrada en mis conflictos por Mandalore.
—Así que sí planeas una invasión en contra del gobierno de la Duquesa! —Descifra afirmando.
—Preferiría que no mencionaras nada de esto. —Advierte con un toque amenazante.
Esto abre oportunidad a un acuerdo con la Mandaloriana—. Tendrás que comprar mi silencio, Bo-Katan.
—Acaso me estas chantajeando? —Cuestiona con tono atrevido—. Definitivamente tu no creciste en los Templos Jedi.
—Ayúdame a encontrar el responsable de esto y no digo ni una palabra de nuestra conversación. —Propone Athleana con certeza y segura de sí misma.
Después de una larga pausa, Bo-Katan acepta a regañadientes.
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