La luz se coló por la ventana de aquella habitación que se encontraba en el quinto piso del hotel de París. El delgado cuerpo se giró al lado izquierdo con sus ojos aún cerrados, arrugando su nariz en el momento en que sintió el cabello ajeno provocarle cosquillas. Sonrió, levantando su mano izquierda comenzó a buscar la delgada cintura del castaño que sabía estaría a su lado. Al encontrarla hizo un poco de presión y tiró del cuerpo ajeno para acercarlo más al suyo.

—Despertaste... —Escuchó hablar a su castaño. —¿listo para un nuevo día? —preguntó entusiasmado. Negó con la cabeza, enterrando su rostro en el cabello ajeno.

—¿Más museos? —balbuceó, mientras hacía un puchero.

—¿No te gustan los museos? — Mark levantó su cabeza para poder ver con claridad a su novio, ambos quedando frente a frente luego de que el contrario se acomodara mejor, sonriendo besó el puente de la nariz de Perth.

—Cualquier lugar está bien para mí siempre y cuando sea contigo, lo sabes. — Mark sonrió.

Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina, encendió la cafetera y luego la estufa para prepararle el típico desayuno a su novio: waffles, café y huevos revueltos. Seguidamente preparó la mesa, colocando los dos platos y los respectivos cubiertos, sonrió al divisar a su sexy novio caminando hacia él.

—Podemos quedarnos en el hotel si lo prefieres. — Aunque tenía un muy bonito plan para hoy, no le importaría renunciar a él si eso aseguraba la completa comodidad de su novio. Perth tomó a Mark de la cintura y besó su mejilla.

—¿Por qué?... —Lo besó, extrayendo sus suspiros y unas traviesas sonrisas —estamos en París, quedarnos en el hotel es lo menos que debemos hacer. Solo hemos visitado pocos museos, ¿no? —Sonrió.

—Pero a tí no te gustan los museos, Perth. Sé que te resultan aburridos. — Mark hizo un puchero.

—Nada me parece aburrido siempre que estés conmigo, Mark. —Presionó sus dedos en la delgada y fina cintura del analista técnico. —Visitamos el Museo Rodin, Museo de la Orangerie, el Musée du Quai Branly, el Museo Picasso, el Museo del Louvre, el Musée d'Orsay y... ¿me faltó alguno? —cuestionó sonriente.

—El centro nacional de Arte y Cultura. — Mark soltó una carcajada ante la cómica reacción de su novio.

—Bueno, ese también. ¿Hay algún museo más en tu planificación de viajes? —Soltó a Mark, ambos fueron hacia la cocina.

—Hay un lugar más... — Mark se sonrojó —pero será sorpresa, ¿ok?

—¿No puedes decírmelo ahora? — Perth hizo un puchero, Mark negó con una sonrisa. —De acuerdo, entonces... reclamaré una compensación por esperar. — A medida que avanzaba hacia Mark, su voz se fue volviendo más grave.

Estando a tan solo unos centímetros de los labios ajenos, los demandó en un profundo y húmedo beso. Sonriendo al sentir como Mark de inmediato rodeó su cuello con sus manos, Perth aprovechó el sumiso comportamiento de su pareja y sujetándolo de ambos glúteos lo alzó para poder sentarlo en la encimera de la cocina.

Mark se dejaba hacer a todo lo que Perth quisiera, cerró sus ojos ante los húmedos y suaves labios que pasaron de su boca a su cuello, aprovechando para acariciar la suave espalda del detective. Su piel se erizó a medida en que las yemas de los dedos de Perth comenzaron a recorrer sus piernas con lentitud, los dedos llegando incluso por debajo de los pequeños shorts cortos que portada. La mano ajena se introdujo debajo de la tela y al momento en que la misma iba a rodear su miembro, se escuchó el alarmante ruido de la alarma de incendios, pues los waffles se habían vuelto carbón en la máquina de waffles.

Ambos sonrieron mutuamente y completamente resignados tuvieron que parar todo.

—Prometo que voy a compensarlo, amor. — Mark besó rápidamente los labios ajenos y de un solo salto bajó de la encimera para atender su desastre.

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Exactamente al mediodía ambos iban saliendo del hotel, tomados de las manos. Tomaron el primer taxi que se detuvo y preguntaron al conductor si podía llevarlos hasta el Montmartre, Mark sonrió al recordar el lugar al que llevaría a su novio. En el transcurso del camino ambos admiraban la vista de los edificios, completamente abrazados compartían sus opiniones y las maravillas del hermoso París, Perth besando la coronilla de la cabeza de Mark en repetidas ocasiones.

—¿Listo? —preguntó Mark, emocionado.

—Más bien, impaciente —confesó Perth.

—¡Ya llegamos! — Mark bajó del taxi y Perth pagó la respectiva cuota al taxista.

—¡Wow, ¿dónde estamos?

—Bienvenido al “Mur des je t'aime”  — Perth frunció el ceño, mirando a Mark como si le hubiera hablando en idioma alienígena o algo parecido. El analista sonrió enternecido, amando cualquiera de los gestos de Perth.

—¿Lo que en español sería...? —Alargó la pronunciación de la última palabra.

—¡El muro de los “te quiero”! —Dió un saltito, lleno de emoción.

—Mark... realmente es muy lindo... —Sonrió, acercándose a su novio.

—Es una instalación de Frédéric Baron y Claire Kito, —Comenzó a explicar —fué creada con el propósito de reunir la más hermosa de todas las declaraciones, caligrafiada en todos los idiomas. — En cada una de sus palabras se podía notar la emoción del chico, Perth observó los hermosos árboles de cerezos, laureles y rosales centenarios que rodeaban aquel lugar.

—Es maravilloso, Mark. — Se giró hacia él, posando su vista en la ajena.

—Según las leyendas de París, este es el lugar y la ocasión perfecta para declararte en más de trescientos idiomas y dialectos, en un entorno idílico... rodeado por la bella naturaleza. — Mark tomó la mano de Perth.

—Jamás podría aburrirme de esto, — Mark lo miró con confusión, pidiendo silenciosamente saber a qué se refería —de estar contigo y escucharte hablar de todo lo que sabes. Me siento hasta un poco tonto si comparo mi conocimiento con el tuyo pero,... lo único que sé y de lo que estoy seguro que seguirá siendo así... es que te amo, Mark Siwat, te amo y siempre te amaré. Sé que me llevó mucho tiempo, sé que mi terquedad  nos mantuvo alejados, pero déjame decirte que no pienso volver a separarme de tí... —Tomó ambas manos de Mark y lo miró fijamente a los ojos.

—Te amo —dijo, con el amor irradiando de sus iris.

—Y yo te amo en todos estos idiomas. —Señaló el muro.

Ambos en sincronía unieron sus labios y sellaron su amor frente al bellísimo muro de los “Te quiero”, no importaba cuánto tiempo pasara, o cuántas dificultades se les atravesaran en el camino, no importaba cuánto tiempo habían tardado en estar juntos, ahora solo importaba el presente.

Para cada uno su presente era la persona dueña de las manos que sostenían, era la persona dueña de esos dulces labios que degustaban, la persona que era dueña de los sentimientos del otro. No importaba nada más, lo largo que sería el camino o lo difícil que podría resultar, solo importaba que ambos se amaban... y lo seguirían haciendo hasta que la vida se los permitiera.

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¡Hi!, espero les guste el especial del Perthmark 😍, personalmente lo amé muchísimo, así como amo su shipp 😭.

Por último, pero no menos importante, nos queda el especial del BounPrem, y finalizamos.

♡

[Publicado: 18/09/21
Corregido: 03/07/23]

Nota 2023: ¡Extraño mucho a mi PerthMark! 😭🤧