—¿Listo? —preguntó el castaño. Boun negó horrorizado —Cariño, ¿en serio tienes miedo? — Se burló de su novio.

—Bien, digamos que esto no me apasiona tanto como atrapar criminales —respondió el mayor. Prem rió.

—Pero solamente es un salto en tirolesa.

—¿Si? No me digas —dijo, de forma sarcástica —. Bueno, a eso agrégale que es la tirolesa más grande del mundo, la cual mide dos mil quinientos cuarenta y cinco metros, amor. Es solo un saltito, ¿verdad? — Prem no evitó carcajearse debido al comportamiento de su novio.

Se encontraban en Chihuahua (México), pues uno de los mayores deseos de Prem era saltar en una tirolesa, desde chico lo había soñado, pero no había logrado hacerlo posible. En la última visita a sus padres, estos le recordaron de su loco deseo, incitándolo a volverlo realidad en compañía de su novio.

Boun había aceptado con una enorme sonrisa, pero nunca imaginó que Prem no escogería cualquier tirolesa para hacerlo, sino que escogió la tirolesa “Zip Rider”, la cual eventualmente es la tirolesa más extensa del mundo. Recorriendo dos mil quinientos cuarenta y cinco metros, su descenso se prolonga prácticamente tres minutos en los cuales llegas a los ciento treinta y cinco kilómetros por hora.

—Solo será una corta distancia, Boun. Yo iré detras de tí. — El mayor negó. Ya tenía puesto el arnés de seguridad y el respectivo casco, todo estaba preparado, solo faltaba que por fin decidiera si lo haría o no.

—¿Listo? —preguntó el encargado del lugar. Boun cerró los ojos y en el momento en que iba a responder, Prem dió un fuerte empujón en su espalda.

—¡¡¡AAAAAHHHH, PREEEMMM!!! — El nombrado se burló de su novio y guardando alrededor de tres metros de distancia, decidió lanzarse.

—¡¡SÍÍÍÍ!! — Prem no pudo contener el grito de emoción que escapó de su boca.

A lo lejos lograba escuchar los gritos combinados de emoción y nervios de su novio. Cerró sus ojos al sentir el maravilloso y puro viento abrazarlo por completo, el zumbar de este era música para sus oídos. El maravilloso paisaje natural, los inmensos árboles y al levantar el rostro, contemplar las maravillosas nubes, era simplemente perfecto. Estaba seguro que esa imágen jamás saldría de su cabeza.

—¡ES MARAVILLOSO! —Escuchó que su novio gritó aquello.

—¡LO ES, AMOR! — Estuvo de acuerdo, gritando al igual que su pareja.

El resto del viaje lo disfrutó observando la naturaleza, evitando recordar que se encontraba a sabrá Dios cuántos kilómetros de altura, de igual forma aquello no le quitaba lo maravilloso al momento. Al final del recorrido los esperaba el supervisor del otro punto de la tirolesa, quien los recibió con cuidado y los ayudó a bajar, les retiró el arnés y les deseó un buen viaje de regreso a casa. El rostro pálido de Boun solo podía provocarle gracia a Prem.

—Deja de burlarte de mí. — Le tomó la mano, Prem de inmediato se percató de los leves temblores en el contrario.

—Acepta que al final no estuvo tan mal. —Codeó sus costillas, Boun sonrió.

—Si luego de esto dices que no te amo, te juro que voy a castigarte. — Las palabras de Boun provocaron un leve sonrojo en sus mejillas.

—Sé que me amas, Boun. — Se giró hacia él —Y no digo que lo sé porque hayas aceptado hacer esta locura conmigo, considerando tu miedo por las alturas...—Ambos rieron —sé que me amas porque lo siento cuando me ves, cuando me cuidas, cuando me abrazas, porque me transmites seguridad y... ha sido así desde que nos conocimos. — Boun acarició con delicadeza ambas manos de su novio.

—Es bueno que lo sepas, Prem. Te amo sin lugar a reservas y sin condiciones. —Tomó el mentón de su novio y lentamente lo acercó a él, uniendo sus labios en un beso mientras con ambas manos lo sujetaba de la cintura, aquel beso sellaba la emocionante locura de hace un momento. Luego de unos minutos ambos se separaron para continuar su camino.

—¿Listo para nuestra última parada? —preguntó entusiasta.

—Por tí, estoy listo para ir a donde sea. —Boun sonrió.

—Eso me gustó mucho. — Prem sonrió con picardía. Sujetando a su novio del brazo, comenzó a llevarlo hacia donde ya tenía planeado.

•  ᥫ᭡  •

El sol ya había dado su punto, la luna y las estrellas eran las nuevas dueñas del maravilloso firmamento. Ambos detectives bajaron del taxi, el ambiente Mexicano era alegre y tal vez un poco acogedor, algunas que otras personas les sonreían o los saludaban sin importarles que a leguas se distinguía que no eran Mexicanos.

A medida que caminaban, aquel lugar se volvía más conocido para Boun, entrecerró los ojos imaginando que aquello se trataba solamente de una ilusión, pero bastaron solamente unos pasos más para comprobar que no era así.

—Prem... ¿esto es...? ¿Tú lo recuerdas? — Los ojos de Boun se cristalizaron de inmediato.

—Cuando nos conocimos dijiste que siempre habías querido visitar el Museo que se encontraba en Chihuahua, querías contemplar su maravilla con tus propios ojos y guardar fotografías mentales, las cuales sabías que aunque pasara el tiempo... jamás se perderían. — Boun tragó grueso, conteniendo el nudo en su garganta. —Dijiste que era el museo que siempre quiso visitar tu madre, ¿verdad? Bienvenido, amor.

El rubio corrió hacia él y lo abrazó con fuerza, ambos derramando lágrimas, volviendo aún más emotivo aquel momento. Prem sentía alegría por haber logrado cumplir el deseo de Boun, en cambio, Boun sentía mucha felicidad y emoción. Su madre siempre le había contado tantas historias acerca de ese museo, murió sin poder conocerlo, y ahora gracias a Prem, él lo conocería por ambos.

—G-gracias... — Prem limpió las lágrimas en el rostro ajeno —no sabes cuánto esto significa para mí, sobre todo el hecho de que lo recuerdes.

—Te amo, Boun. —Tomándolo de ambas mejillas lo besó con fuerza. No importaba si alguien los veía, qué importaba si lo veian llorar, el momento era maravilloso y no podría pedir más.

El museo brillaba ante ellos en su inmensidad y hermosura.

Tomados de las manos, decidieron ingresar al lugar. Lo primero frente a ellos fué aquel lugar que solía describirle su madre, ella había podido apreciarlo solo en fotos, ahora él podía apreciarlo en persona y todo gracias a su novio.

Prem sonreía con alegría en cada sonrisa emocionada que adornaba el rostro de Boun, recorrieron todo el museo, por supuesto que no faltaron aquellos momentos en los que Boun actuara como un pequeño niño, lleno de emoción al contemplar el contenido del lugar.

En todo el recorrido jamás se soltaron las manos, en cada sonrisa de Boun, Prem podía sentir que con su novio en su vida no le hacía falta nada. Con él lo tenía absolutamente todo y haría lo que fuera, sin límites y sin condiciones para poder mantener siempre aquella hermosa sonrisa en el rostro de su apuesto chico.

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Bueno, con este momento tan lleno de amor y recuerdos 🥺 despedimos los pequeños especiales de nuestras tres parejas secundarias. Espero que los tres hayan sido de su agrado, así como lo fueron para mí. ♡

Esperaré sus comentarios.

Gracias por todo

♡

[Publicado: 18/09/21
Corregido: 03/07/23]