
𝟶𝟻. ━𝚑𝚘𝚗𝚎𝚜𝚝𝚢.
You could give me just a little bit of honesty.
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Caminar por las calles de la Isla con Evie, siempre había sido la mejor forma para Mal de olvidarse de absolutamente todos sus martirios. Sentir la cálida mano de aquella princesa peli-azul sosteniendo la suya con delicadeza, fue muchas veces un consuelo único a su tristeza, pero más que eso, fue un soporte y una luz en la oscuridad de su miserable y su amargo sendero llamado "vida". De las pocas cosas que hacían feliz a Mal, todas estaban relacionadas con Evie.
—¿Y recuerdas cuando Harry casi pierde un ojo peleando con Jay?
—Cómo olvidarlo, E. Fue uno de los momentos más graciosos de toda mi vida. Harry es y siempre será un estúpido.
Evie y Mal rieron juntas al recuerdo y siguieron su camino por las desiertas y oscuras calles de la Isla. Tras la barrera, el cielo era negro y lleno de estrellas que lucían como diamantes brillando al iluminarse con algún tipo de luz resplandeciente. No habían nubes, sólo la luna llena destelleando su reflejo y manchando el mar con su único lustre.
—Pero aun así... —Evie se detuvo y sonrió de forma pícara a Mal—. Él te gustaba.
Parpadeó dos veces y sus ojos viajaron desde los de Evie hasta el piso. ¿Cuántas veces seguiría mintiéndole a Evie? No lo aguantaba más.
—Fue algo pasajero.
—Pero pasó, ¿verdad? —Evie sonrió alzando una ceja y Mal inhaló profundamente queriendo desaparecer. Soltó la mano de Evie y siguió caminando.
—Sí. ¿Ahora podemos hablar de otras cosas que no sean mis relaciones pasadas?
—Podemos. —Evie caminó rápidamente detrás de ella y pasó los brazos por su cuello—. Pero primero cárgame.
—Oh vamos Evie... —Mal giró la cabeza un poco logrando ver a Evie en su hombro. Podía observar sus perfectas pestañas y el marrón de sus ojos desde cerca—. ¿Crees que no pesas?
—M...
—Evie ya no estás tan flaca como crees. —Evie frunció el ceño y Mal rio al notar su expresión. Por unos tan deseados segundos, se quedó viendo a los carnosos labios. Ella misma no era capaz de definir con alguna comparación lo tanto que deseaba besarlos. Sus ojos verdes buscaron los pardos de Evie velozmente al darse cuenta de lo obvia que podía ser—. ¿En serio quieres que te cargue?
—Por supuesto. —Curvó sus labios rojos—. Y no te atrevas a volver a llamarme gorda si quieres seguir aspirando al puesto de futura "Emperatriz del Mal".
Mal sonrió negando con la cabeza y se agachó un poco dejando que Evie subiera a su espalda. Tenía los brazos enredados en su cuello y sus piernas a los costados de las costillas de Mal; Mal la sostenía por debajo de los muslos. Siempre había sido así: Evie hacía lo que quería con la chica ruda de la Isla; Evie ablandaba su mirada verde furiosa haciéndola casi inofensiva; Evie podaba el corazón lleno de espinas de Mal y lo volvía el más hermoso jardín poblado en flores y mariposas. Eso era lo que hacía Evie: Evie la hacía sentir amor.
—¿Peso mucho? —Se apoyó en su hombro viéndola de cerca.
—No.
—¿Te dije que te queda bien este color de pelo? —Mal negó sin atreverse a girar la cabeza—. Me gusta más ese cerquillo y el corte lacio. Te ves mejor que antes.
—¿S-sí?
—Sí. —La perfecta y magnífica curvatura en sus labios podía ser denominada una nueva maravilla—. No te enojes, pero Mal rubia no es Mal.
—¿Entonces antes no te gustaba?
—No dije eso. —Frunció el ceño.
—Sí lo dijiste Grimhilde. Lo sabes bien —gruñó.
—Oh vamos M. —Evie buscó sus ojos verdes riendo—. Me gustas como sea. —Mal tragó en seco y miró un momento sus ojos cual dos abismos llenos de luz hipnotizante. Juró perderse allí, juró perderse en el mundo que Evie ocultaba en sus profundos y sinceros sentimientos; en su corazón tan puro y único que por más que fuese lastimado, ayudaba a sanar a los demás antes de sanarse a sí mismo—. ¿Mal? ¿Qué pasa?
Mal se había detenido repentinamente y había hecho a Evie bajarse de su espalda para girarse frente por frente a ella. Sus dos pares de ojos chocaron otra vez. Mal se sentía débil al verla así de fijo, sentía como si pudiera con sólo una simple petición de Evie, contarle cada cosa que guardaba en su lastimado corazón.
—No lo sé.
"Baby, hold me..."
Evie extendió su mano intentando acariciar el rostro de Mal y dio un paso hacia ella. No funcionó: Mal dio un paso atrás desconcertada y se alejó.
—¿Qué sientes, M? —Evie volvió a insistir.
"Looking for a little bit of honesty."
—No Evie. —Mal volvió a alejarse.
—Mal por favor, dime qué está sucediendo ya. —Evie parpadeó dos veces viéndola a los ojos. No entendía por qué Mal la estaba evitando, no entendía por qué no quería mirarla. Dio un paso más hacia ella y Mal cerró los ojos deteniéndola con la mano extendida hacia ella—. Confía en mí, M. Por favor.
—Déjame en paz... —Se dio la media vuelta y cuando quiso irse, Evie la sostuvo de la mano dejándola estática.
—No lo haré.
Mal se giró con sus ojos verdes aguados y apretó los dientes sintiendo su mandíbula temblar. Tenía tanta inseguridad dentro; tenía tanto dolor asfixiándola; tenía tanto arrepentimiento en sus acciones.
—Sólo déjame estar sola.
—No voy a dejarte sola.
—Hazlo.
—No lo haré.
—¡Sólo hazlo Evie! —en un intento de desesperación Mal gritó. La mirada de Evie cobró más firmeza.
—Ya dije que no lo haré. —Estaba decidida. Su mano apretaba la de Mal y sus ojos veían fijo a los ajenos que desbordaban inseguridad y miedo—. No pienso dejarte sola. Estoy aquí para sostenerte.
Era hiriente, pero Mal no encontraba otro consuelo para su dolor que la mismísima persona que lo causaba. Bajó la vista al piso y antes de que pudiera desplomarse a llorar en medio de la calle, sintió la calidez del pecho de la persona que amaba. Mal inhaló perdidamente su aroma a manzanas y se aferró a Evie. Quería quedarse todo el día entre sus brazos por más irónico que pareciese. Su alma lucía quebrada en pedazos y la chica peli-azul parecía el imán único capaz de unirla, y de forma literal, Evie constituía el núcleo de la felicidad de Mal, por lo que si algo relacionado a Evie fallaba, el corazón de Mal se apagaba.
—No dejes de abrazarme... —murmuró y apretó su espalda aferrándose a su cuerpo.
—No lo haré.
Take me, slowly... Give me just a little, baby, promise me.
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(...)
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La guarida volvía a estar en un funesto silencio en el que ni las respiraciones de las dos personas que se encontraban allí se escuchaban. Era tarde, y por lo que las luces de Auradon indicaban, iban a ser casi las 12:00am. Mal estaba recostada de espaldas a aquella pared con los brazos cruzados y los ojos fijos en el horizonte que veía a través de la ventana a su lado. Evie sólo la observaba desde unos metros, ella también veía hacia al horizonte, pero a diferencia de Mal, lo hacía por otra ventana.
Con el inmenso resplandor de miles de luces en el cielo, Mal dejó de apoyarse en la pared para hacerlo en la ventana y ver a los fuegos artificiales. Desde niña siempre los había visto desde el techo de su antigua casa en las grandes celebraciones que hacían en Auradon, y una vez que salió de aquella Isla, se dio cuenta de que verlos desde cerca, no había sido lo que ella esperaba.
—Es su cumpleaños.
—Lo sé.
—¿De verdad no volverás?
El cielo tras la barrera se cubrió en un hermoso letrero amarillo que decía "¡Feliz cumpleaños Ben!". Mal lo admiró desde la distancia con algo de dolor en su expresión. Muy en el fondo sabía, que había dañado a Ben.
—No.
Evie suspiró enfocándose hacia el cielo otra vez. Habían luces azules también.
—Jay y Carlos fueron a hacerle compañía. —Y como si Evie pudiera predecir cuando Mal la miraba, se giró para verla a los ojos—. Podríamos regresar juntas. Quizás te haría sentir mejor.
—No. —Desvió la mirada y vio hacia el cielo—. No quiero volver.
—M. —Mal miró a Evie con dolor y esta última se acercó hasta ella con una leve sonrisa en sus labios—. Tenemos una vida allá. ¿Quieres dejar eso?
—Tienes una vida allá, Evie. Yo no tengo nada. —Sin que le pudiera contestar, sus ojos verdes se fijaron en los marrones—. No soy como ustedes.
—¿Qué dices M? Obvio que nadie es igual a nadie. —Buscó sus ojos—. Y te recuerdo que eres parte de mí, entonces puedo decir que tenemos lo mismo, ¿no crees?
—No lo entiendes. —Mal se alejó caminando para desabrocharse la chaqueta y dejarla en su cama.
—¿Qué no entiendo?
—Olvídalo.
—No puedo olvidarlo. Me importas Mal.
—Sólo olvídalo Evie. —Mal caminó de regreso hacia la ventana. Sus ojos verdes eran oscuros y expresaban el dolor de una total incomprensión propia. Evie se acercó rápidamente a ella y la tomó del brazo para girarla y verla de cerca—. ¿Qué haces?
—Ayudarte Mal. —Sentía su dolor y le ardía el corazón de sólo percibir como en cualquier momento, Mal podía desplomarse—. Te vas y me dejas una carta, luego te muestras frágil ante cualquier cosa y no quieres hablar de lo que te sucede. —Evie soltó el brazo de Mal y negó con la cabeza. Mal sólo pudo mirar al piso—. No sé qué hacer Mal. He intentado hablar contigo de mil maneras y te sigues encerrando en tu dolor como si fuera tu única salida. ¿Puedes entender que me afecta lo que te pase? No estoy aquí porque deba ayudarte, estoy aquí porque quiero ayudarte; pero si no me dejas, ¿qué voy a hacer Mal? No puedo adivinar, no puedo leerte la mente en este momento por más que quiero. —Evie parpadeó dos veces sintiendo que su corazón estaba agitado. La impotencia la estaba carcomiendo—. Deja de autodestruirte Mal. Deja de hacerme sufrir.
Mal se rompió más e incapaz de resistirse a sus lágrimas empezó a llorar y se lanzó a los brazos de la chica peli-azul. Se sentía confusa en todos los aspectos. No podía seguir mintiéndole y ocultándole a Evie lo que ella verdaderamente era, su corazón no lo aguantaba más y ese sentimiento de culpabilidad la invadía destruyéndola en todos los aspectos. Mal cada vez se sentía más abajo en un abismo de sufrimiento interminable.
—Lo siento tanto Evie. —Mal lloraba. El miedo de volver a sentirse sola emergía de lo más profundo de su alma cobrando prioridad en su mente—. Pero yo no puedo, no puedo decírtelo.
—Sí puedes. —Evie levantó la vista poniendo sus dos manos en las mejillas ajenas. Mal se aferró a su espalda y mientras Evie veía a sus ojos, ella sólo podía ver sus carnosos labios—. Y sea lo que sea... —Sonrió viendo fijo a los orbes de Mal. Amaba a Mal—. Yo no te dejaré sola jamás.
—No prometas algo que no cumplirás. —Mal sollozó y luego volvió a aferrarse al pecho de Evie.
—No Mal. —Evie acariciaba sus cabellos rosados y Mal no dejaba de llorar—. No llores. Deja de sufrir por favor...
—Ojalá pudiera pero estoy jodida Evie; estoy muy jodida.
—Estoy contigo Mal. —Evie inhalaba profundamente queriendo no llorar al ver a Mal tan rota. Mal se desplomaba más con cada palabra—. Te amo muchísimo. Vamos a salir de esta juntas.
—No. —Mal la abrazó más—. Sé que no Evie.
—¿Por qué no? —Evie se pausó—. ¿Acaso tiene algo que ver conmigo?
Y el corazón de Mal se detuvo. Su respiración parecía haberse disipado y de repente, ya estaba viendo a los ojos pardos de Evie una vez más. Posiblemente sería la última.
—¿Nunca te diste cuenta? —Mal veía sus ojos buscando una pizca de flaqueza en ellos.
—¿Darme cuenta?
—Sí, darte cuenta —repitió Mal. Después de unos segundos, deslizó su pulgar derecho por el labio inferior de Evie hasta acariciarlo. Sus ojos estaban perdidos en la textura carnosa que Mal tanto deseaba morder y besar—. ¿De verdad no te has dado cuenta?
—¿Pero de qué? —Evie entreabrió la boca al sentir el tacto de los dedos de Mal sobre su labio inferior. Aunque quisiera alejarse, Evie no supo en qué momento Mal la abrazó por la parte trasera de la espalda.
—De todo... —murmuró tan bajo como para que Evie empezara a sentirse muy nerviosa. ¿Por qué Mal se comportaba así? Evie no lo sabía, pero quería saberlo ya.
—Mal, por favor acaba de decirme. Estoy muy nerviosa.
Mal volvió a acariciar su labio inferior con su pulgar y luego sonrió de lado por primera vez en mucho tiempo subiendo su par de esmeraldas casi con lágrimas a los ojos marrones de Evie. Evie pudo ver allí, cómo los fuegos artificiales se reflejaban en los claros iris de Mal.
Baby, maybe...
—¿De verdad quieres que te diga la verdad? ¿Quieres honestidad? —Se acercó lo suficiente al cuerpo de Evie como para hacerla retroceder un paso pegándola a la pared. La chica peli-azul pudo sentir el aliento de menta de Mal contra sus labios y cómo su mano se había deslizado hasta su mejilla. Las manos de Evie se aferraron de los hombros de Mal inevitablemente.
"You could give me just a little bit of honesty."
—Sí.
Y el corazón de Evie se aceleró incluso más al notar cómo Mal se acercaba a sus labios. Finalmente un ronco gemido cruzó su garganta cuando sintió que aquellas manos se paseaban por sus muslos hasta hacerla enredar las piernas en las caderas contrarias. Mal la había besado, y lo había hecho con tanta pasión y tanto deseo, que Evie fue incapaz de negarse a recibir todo aquel amor incondicional que Mal le estaba entregando; Evie sólo pudo sujetar sus mejillas y devolverle el beso, con posiblemente lo que sería un tsunami de emociones.
Evie había entendido aun más de que lo que Mal le había demostrado esa noche.
Mal había desnudado incluso más que su propia alma esa noche.
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