Sentimientos nuevos
Ya había transcurrido 1 mes desde que YoonGi había aceptado inscribirse en aquella academia. En ese corto mes compartía la mayor parte del tiempo junto a JiMin y HoSeok, por lo cual se podría decir que se había vuelto bastante cercano con ambos chicos. Especialmente con JiMin, puesto que este último no sólo compartía tiempo con él en la academia, sino varias veces en su apartamento, en el cual cenaban cada viernes después de prácticas. Por más curioso que resultara, al pelinegro no le molestaban los constantes abrazos del rubio cada vez lo saludaba, tampoco le disgustaban los pequeños besos plantados en su mejilla por aquél chico con la intención de causarle molestia, porque la verdad es que causaba el efecto contrario en el mayor de ambos.
Por favor, no le pregunten al joven gruñón sobre sus sentimientos, porque ni siquiera él mismo sabia lo que sentía. De lo único que tenia certeza es que el tener a JiMin cerca suyo provocaba que los latidos de su corazón aumentaran de una forma que no parecía sana, y para YoonGi eso se sentía como una jodida mierda.
— Ya llevas más de 2 horas. Además tengo hambre. —alegó HoSeok mientras apagaba el reproductor de música.
— No lo apagues, aún necesito practicar. —JiMin se acercó hacia el reproductor y lo volvió a encender.
— Pero se va a acabar el receso en 30 minutos y no tendremos tiempo para almorzar.
El pelirrojo estaba a punto de hacer una pataleta ante la terquedad de su amigo. Ya habían practicado arduamente por mucho tiempo, y si no probaba algún en ese momento se desmayaría.
— Pues ve a comer tú solo, déjame tranquilo. —el rubio se dirigió de mala gana hacia su compañero para luego concentrarse otra vez en su coreografía.
— Haz lo que quieras. Allá tú si luego te enfermas. —el pelirrojo salió del salón de prácticas dando un portazo.
HoSeok, se dirigía con prisa hacia la cafetería aún enfadado por el comportamiento anterior de su amigo. Apreciaba mucho a aquél chico, tanto así que lo consideraba el hermano menor que nunca tuvo, pero ese pequeño solía ser tan terco que a veces le frustraba tener que lidiar con él. Esos pensamientos fueron interrumpidos al sentir como un cuerpo contrario chocaba contra él, lo cual provocó que ambos cayeran al suelo.
— Lo siento. Fue mi culpa. —ayudó a levantar a quien yacía en el suelo, dándose cuenta había chocado con el vecino de JiMin.
— No importa, no pasó nada. ¿Tú estás bien? —respondió alzando las comisuras de sus labios, a lo que tomaba la mano del pelirrojo quien lo ayudaba a levantar.
— Sí, estoy bien. Bueno, tengo que ir corriendo si quiero alcanzar a comer.
— Espera, HoSeok. ¿Por qué JiMin no está contigo? —preguntó extrañado.
— Sigue encerrado en la sala de prácticas.
— Pero es la hora del almuerzo.
— Díselo a quien lleva más de 2 horas encerrado en ese bendito salón. —rodó los ojos para luego emprender camino de nuevo hacia la cafetería.
El pálido chico soltó un suspiro y se dirigió al salón de prácticas. Abrió con cuidado la puerta del aula y asomó su cabeza, logrando así divisar como su vecino por completo absorto e inmerso en su baile. YoonGi pensó en retirarse de aquél lugar, pero se sobresaltó al ver como el cuerpo de JiMin caía al suelo.
Aceleró sus pasos, acercándose hacia el rubio para ayudarlo a levantarse. Cuando este alzó su rostro, el pelinegro pudo notar las gotas de sudor que recorrían por las mejillas del menor y su cara teñida de color carmesí, mientras respiraba con dificultad.
— Dios mío, JiMin. ¿Por qué sigues aquí? —preguntó con preocupación cuando su vecino se encontró por fin de pie.
— T-tengo que seguir practicando. Aún n-no he perfeccionado mis pasos. Y-y... —el rubio hablaba con dificultad debido a la falta de oxígeno.
— Tienes que ir a comer algo. No puedes seguir de esta forma.
— No. No tengo hambre.
— No me importa, no te pregunte si tenias hambre o no. —tomó la muñeca de su vecino para arrastrarlo hacia la salida.
— ¡DÉJAME! No voy a perder tiempo que puedo aprovechar para ensayar. —frunció el ceño, y se zafó de forma brusca del agarre del mayor.
YoonGi, estaba empezando a fastidiarle el compartimiento del menor, pero al ver el labio del contrario temblar mientras su permanecía en el suelo, hizo que él corazón del pelinegro se ablandara un poco y suavizara su voz.
— JiMin. Si no te alimentas no podrás rendir lo suficiente. ¿Qué más da si tienes más tiempo para ensayar, pero no vas a hacerlo bien?
— Yo, estoy bien así...
— Hey niño, te propongo algo. Vamos a comer algo y luego te dejaré practicar el resto del día hasta que fallezcas. Como bonus te haré compañía todo lo que tardes ensayando. ¿Qué dices? —le sonrió para brindarle tranquilidad al menor, el cual correspondió con otra sonrisa.
— De acuerdo. —asintió y se dirigió para apagar el reproductor de música, para después encaminarse hacia la cafetería junto a YoonGi.
La cafetería a la que entraron ambos jóvenes ya se encontraba casi vacía debido al horario, ya que las clases serían retomadas en tan sólo 15 minutos. Por lo cual no tuvieron que esperar mucho en la fila para ser atendidos. Cada uno tomó su bandeja, y sirvieron en sus platos una porción pequeña espaguetis y un zumo de uva, lo cual era lo más rápido que encontraron para almorzar.
Ambos se sentaron en una de las mesas de la cafetería y terminaron sus platillos apresuradamente, quedándoles unos minutos de sobra en lo que restaba para iniciar su próxima clase.
— ¿Por qué fuiste tan insistente hace unos minutos? —preguntó el rubio una vez había acabado con su comida.
— Porque te podrías enfermar si seguías practicando como un maniático sin haber comido algo, ya te lo dijo HoSeok. ¿No es así?
— Sí... pero me refiero a ¿por qué te importa el hecho si me enfermo o no?
— Porque me preocupo por ti, niño tonto.
— ¿Te preocupas por mi? —preguntó sorprendido mirando fijamente hacia su hyung.
— Claro que lo hago, eres mi amigo y... te aprecio. —murmuró desviando su mirada.
— YoonGi hyung...
— ¡Al igual que aprecio a nuestro amigo HoSeok! —exclamó interrumpiendo al rubio—. Aunque haya transcurrido poco tiempo, y puede que me cueste admitirlo, pero... ustedes dos son mis únicos amigos, y pues supongo que es normal que me preocupe por ustedes.
— Oh, creo que tienes razón. —respondió el de cabellera dorada algo decepcionado.
— Ven, no hay tiempo que perder. Tenemos que ir a ensayar. —se levantó con rapidez y tomó la muñeca del menor, mientras lo arrastraba fuera de la cafetería hacia el salón de danza.
[♬]
Pasaron varias horas desde que ambos chicos habían llegado al salón de prácticas. Mientras el rubio se encontraba ensayando su coreografía, el mayor de ambos permanecía sentado en una esquina del salón, a lo que intentaba terminar la tarea que le habían encargado de componer una nueva canción para su clase de la próxima semana.
YoonGi, decidió tomar un descanso, por lo cual dejó a un lado su libreta, y posando su cabeza de lado en la mesita decidió cerrar los ojos un momento, aunque no es como si el ruido de la música que ahora resonaba lo dejara dormir. Rendido abrió sus ojos de nuevos, y en la misma posición fijó su mirada en el rubio, quien se encontraba bailando como si tuviera un tipo de batería inagotable dentro de él, repitiendo una y otra vez la coreografía, por lo que parecía ya se la sabía completa, pero el seguía insistiendo en seguir practicando hasta acabar con su poca cordura.
No entendía porque no podía apartar su vista de aquél chico, sus ojos se encontraban siguiendo cada uno de los movimientos del menor, su pasión se podía percibir con cada acción que realizaba en medio de su coreografía. Su mirada ascendió, fijando ahora su atención en el rostro del menor, su cabello ligeramente mojado debido al sudor, sus mejillas rojas al igual que sus labios, y a pesar de su notorio cansancio aún permanecía esforzándose.
A veces el pelinegro podía pensar en que el chico era un poco irritante con su actitud infantil, pero existía de alguna manera una belleza en aquella inocente y espontánea personalidad. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando la mirada de JiMin se encontró con la suya; este primero le dedicó una linda sonrisa a lo que sus pequeños ojos desaparecían en dos medias lunas. «Tan lindo» es lo primero que se cruzó por la cabeza de YoonGi por su momento al ver aquellos labios mullidos decorados con una linda sonrisa. Se dio una bofetada mental por haber pensado eso, sintiendo su rostro caliente por la vergüenza que le provocó tener aquel pensamiento sobre el menor. Giró su rostro hacia al otro lado, intentando desconectar su mirada con la del contrario.
— Hyung ¿me escuchaste?
El pálido dirigió otra vez su atención hacia el chico del que había provenido aquella voz.
— ¿Qué cosa? —preguntó desconcertado mientras arrugaba su ceño.
— Te decía que ya debemos irnos. Cerrarán la academia en 20 minutos.
— Ugh. ¿Qué horas son? —preguntó observando el cielo nocturno a través de una de las ventanas.
— Falta poco para las 7 de la noche, creo que perdimos la noción del tiempo.
Asintió con su cabeza al ver a el menor recoger sus cosas, a lo cual imitó su acción para que ambos salieran del recinto.
[♪]
Después de aparcar su auto una vez llegaron a su vecindario, el mayor se dirigía a apartamento, pero se detuvo al ver que JiMin, aún permanecía inmóvil en la misma posición.
— ¿Quieres pasar a comer algo en casa? —preguntó el mayor algo dubitativo.
— Gracias, pero no es eso. Yo sólo me preguntaba si querías ir al centro comercial mañana. —preguntó bajito, balanceando su cuerpo con sus pies.
— ¿Me estás invitando a salir? —preguntó con burla.
— ¡No! —respondió el menor algo exaltado—. HoSeok necesita comprar ropa mañana y me pidió acompañarlo, así que pensé que sería más divertido si íbamos los tres juntos.
— Por mí no hay problema. ¿A qué horas salimos?
— Después del medio día podemos vernos aquí afuera. Hobi, llegará al centro comercial a eso de la 1 de la tarde.
— Así que es eso... me invitas sólo porque necesitas transporte. Eres muy listo.
— ¡Claro que no hyung, a mí me gusta pasar tiempo con usted! —respondió repentinamente, a lo que se sonrojaba al darse cuenta de las palabras que había soltado.
El más pálido sonrió algo tímido por la palabras del contrario. «Adorable», pensó al ver el rubor en las mejillas del menor.
— Sólo estaba bromeando, niño. Nos vemos mañana temprano. Descansa—. revolvió los cabellos del rubio, regalándole una leve sonrisa antes de entrar a su apartamento.
JiMin, se quedó desconcertado en el mismo sitio hasta que su mayor cruzó la puerta. Es la primera vez que sentía YoonGi le mostraba una sonrisa tan... cálida y sincera.
Finalmente, el chico de cabellera dorada entró a su hogar. Y después de una ducha decidió ver un poco televisión en su cuarto.
No pudo evitar recordar la escena de hace unos minutos haciendo que una tonta sonrisa se instalara en su rostro. Tomó su almohada y ahogó un grito en ella; a veces tenía miedo de como su corazón latía con tanta fuerza con cada acción por parte del pelinegro. Cuando le sonreía, cuando correspondía sus abrazos, incluso cuando permanecía a su lado sólo para molestarlo o para brindarle su compañía. Cada uno de esos comportamiento provocaban que miles de mariposas aparecieran en su estómago haciéndolo sentir inquieto.
Se acercó a su ventana en donde podía divisar el cuarto de YoonGi, ya que este permanecía con las cortinas abiertas. Y ahí se encontraba él, sentado en la cama con su cachorro en brazos, mientras le hablaba y le daba mimos. El rubio siempre le causó ternura ver ese lado dulce por parte de aquél chico que aparentaba ser rudo, aunque díficilmente podía ver ese lado.
Después de permanecer unos minutos en la ventana, observó como el pelinegro volteó en dirección a su ventana. Lo cual hizo que por instinto JiMin, se alejara de la ventana rápidamente escondiéndose de la visión del contrario.
La diferencia entre JiMin y YoonGi con respecto a su relación. Es que el primero tenía muy claro sus sentimientos, sabía lo mucho que le gustaba aquél pálido gruñón, aunque duró bastante tiempo en negación, por fin aceptó sus sentimientos. Aunque por supuesto que eso no evitaba que aún se mantuviera asustado por lo todo lo que causaba aquél pelinegro a su pobre corazón. Sabía que sus sentimientos hacía él cada vez se desarrollaban con más rapidez, y en el fondo también era consciente de que no estaba bien sentirse de aquella manera tan pronto, pero no es como si fuera capaz de controlar los sentimientos que con cada momento que permanecía junto al mayor se hacían cada vez más grandes.
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