❲ Christopher ❳

Me encanta pasar tiempo con Minho a pesar de tener muy claro que lo nuestro no es nada serio pues he aceptado darle lecciones al chico que me gusta para que pueda enamorar al chico que le gusta. Ah, es una completa mierda, pero no puedo dar marcha atrás porque sería demasiado obvio el hecho de que he caído por completo por Lee Minho. Lo único que me queda es evitar salir con Minho porque me es imposible evitar sentirme más y más enamorado de él.

Estaba tan absorto en mis pensamientos hasta que el timbre del departamento sonó por todo el lugar por lo que, de mala gana, me levanté de la silla y caminé hasta la puerta. Tan pronto abrí la puerta, me quedé sorprendido al encontrarme con Lee Minho sonriendo abiertamente como suele hacerlo cuando tiene entre manos una idea perversa.

—¿Minho? ¿Qué haces aquí? — le pregunté mientras le pedía en silencio que entrara y así lo hizo.

—Me siento terrible— admitió tan pronto bajó la mirada.

No dudé en tomarlo de los hombros para inspeccionar su cuerpo mientras le preguntaba—: ¿Qué te duele?

—Me duele el corazón porque no me has besado ni mucho menos tocado en tres días, ¿puedes creerlo?

Detuve mi inspección y dirigí mi mirada hacia el pelirrubio que no dudó en mostrarme una enorme sonrisa.

—Pensé que era algo serio.

—¡Es algo serio!

—Minho...

—Ya cállate y bésame— me pidió mientras tomaba mi camisa con fuerza para acercarme a él.

—Tus lecciones... — no pude continuar hablando puesto que el pelirrubio no dudó en abalanzarse sobre mí para dar inicio a un apasionado beso que me dejó sin aliento.

—¿Qué pasa? ¿No quieres hacerlo conmigo? — me preguntó con tono seductor que me generó un escalofrío por todo el cuerpo. Es tan difícil ignorar el hecho de que me siento demasiado atraído por Lee Minho y para él, esto no es nada más que lecciones para ayudarlo a satisfacer al chico que realmente le gusta.

—Por supuesto.

Minho frunció el ceño mientras preguntaba—: ¿Y entonces?

—Creo que lo mejor es que esperes hasta hacerlo con la persona que te gusta para que sea una buena experiencia.

—Christopher, no soy una princesa en busca de su primera vez especial— se rio.

La verdad es que temo hacerlo con él porque seguramente, será muy difícil mantenerme alejado de él, pero al parecer, Minho no lo entiende o, mejor dicho, no tiene ni la menor idea de que estoy profundamente enamorado de él y las lecciones me hacen sentir cada vez peor porque sé que esto no es nada más que ficticio.

—Está bien— murmuré.

—¿La penetración duele?

—No si estás bien preparado— respondí. —Acaso, ¿nunca has tenido sexo anal con alguna de tus novias?

—¡Por supuesto que no! — exclamó. —La mayoría de las chicas solo hacen lo tradicional.

—El ano no tiene lubricación natural como la vagina, así que, se ocupa de un lubricante para poder prepararlo y de esta manera, la penetración será más placentera que dolorosa. Además, ayuda demasiado si lo dilatas antes con los dedos porque si no lo delatas bien, te puede doler.  

En serio, no tengo ni la menor idea de cómo pasamos de hablar tonterías sin sentido a lo que se debe hacer para que la penetración no sea dolorosa. Nuestra amistad era demasiado agradable y nunca tocábamos temas serios hasta que apareció Minho con la idea de conquistar a un chico y para lograr satisfacerle, requería de mi ayuda y estúpidamente, no pude negarme.

—¿Es agradable?

—Sí, lo es.

—¿Ya tuviste sexo con mujeres?

—Por supuesto.

Minho me miró sorprendido.

—Pensé que solo estabas interesado en hombres— confesó.

—Prefiero los hombres, pero las mujeres también tienen lo suyo.

—Esto es correcto— concordó.

—Creo que es hora de que vuelvas a casa...

—¡No! Me quedaré contigo.

—Minho...

—Quiero hacerlo porque deseo saber lo que se siente y sé que no me lastimarás.

—No creo que sea una buena idea.

—Tú me prometiste darme lecciones, pero si no quieres, está bien porque puedo ir en busca de alguien más que quiera hacerlo conmigo.

—¡Ni se te ocurra pensar hacer eso! — dije mientras lo tomaba de los hombros para evitar que se fuera. —No te dejaré hacer algo así.

—Estaba bromeando— dijo después de mostrarme una radiante sonrisa.