❲ Minho ❳

No puedo negar que me siento demasiado nervioso pues nunca había estado con un hombre en cuestiones románticas. Lo único que me hace sentir menos tenso es el hecho de que me encuentro con Christopher puesto que es un chico bastante agradable, caballeroso y sé que no me hará daño. Quizá, no ha sido una buena idea pedirle ayuda, pero sinceramente, no deseaba intentarlo con alguien más pues no me generan tanta confianza como lo hace el extranjero.

—¿Que debería...? — mi pregunta se vio interrumpida a causa de que el pelinegro me tomó de la cintura y me acercó lo suficiente a él hasta que nuestros labios se tocaron suavemente y entonces, dio inicio a un beso que me dejó bastante aturdido gracias a que se siente tan jodidamente bien.

Mierda, mi corazón ha decidido latir con fuerza y me es imposible pedirle que no se emocione demasiado puesto que esto no es nada más que una lección. Por otro lado, es imposible negar que Christopher tiene unos labios suaves y muy deliciosos; nunca había probado unos labios similares al del extranjero y tengo la certeza de que no encontraré otros iguales.

Cuando nos separamos, vi la sorprendida cara de mi amigo que rápidamente, se volvió inexpresiva. Y entonces, dijo—: Los besos son... — no pude evitar interrumpirlo pues uní mis labios con los suyos para dar inicio a otro beso; no dudé en meter la lengua cuando el pelinegro me devolvió el beso mientras me abrazaba.

Sinceramente, no tengo ni la menor idea de que en momento coloqué mis manos en el cuello del pelinegro y lo atraje aún más cerca de mi cuerpo. No puedo dejar de besarlo ni puedo describir lo que siento en estos momentos porque jamás había sentido algo similar en mi vida. He estado con diversas mujeres durante toda mi vida, sin embargo, los besos de Christopher me hacen sentir como si estuviera siendo elevado al cielo, mi corazón late fuete y mi sangre corre tan rápido que casi puedo escucharla en mis oídos.

«¿Sentiré algo similar cuando me encuentre con otro hombre?», me fue imposible preguntarme en silencio mientras disfrutaba al máximo del momento.

Tan pronto finalizó el beso, Christopher me abrazó y no pude evitar hundir mi rostro en el cuello del pelinegro que huele de maravilla. Se siente tan jodidamente bien estar así. Ser abrazado por el extranjero me hace sentir mejor que estar con cualquier otra chica y me parece bastante sorprendente.

—¿Todo bien? — me preguntó Christopher.

—Bastante bien— respondí sin pensarlo dos veces. La verdad no se si es una maldición o bendición el hecho de que soy bastante directo y honesto pues detesto tanto las personas que fingen ser alguien que no son. Y en algunas ocasiones, las chicas me han dejado muy claro que detestan el hecho de que soy muy honesto, así que, no tengo otra opción más que buscar a la persona que me acepte tal y como soy.

De pronto, Christopher bajó la mano hasta mi entrepierna y la acarició suavemente como si temiera hacerme daño y no pude evitar gemir a causa del placer que me generó ese simple toque.

—Chris... — gemí de nueva a cuenta contra el cuello del pelinegro mientras disfrutaba de las caricias que me está regalando.

—¿Quieres que me detenga? — preguntó, acariciándome más decidido, subía y bajaba la mano a lo largo de mi erección.

—No— admití. Y entonces, Christopher levantó mi rostro y me besó, está vez el beso ha sido bastante dulce. Ah, no puedo negar que se siente tan jodidamente bien ser tocado, abrazado y besado por el pelinegro por lo que me gustaría repetir constantemente estos encuentros, pero eso no puede ser posible porque esto no es nada más que un entrenamiento.