Tres. ✨
—¡Buenas Tardes! —gritó el pelinegro entrando al lugar.
—¡Oye tú eres el papá! —se quejó llegando a su lado—. ¿Por qué yo tengo que lidiar con él?
—Porqué —se detuvo a pensar un momento—. Porqué yo estoy ocupado, ¡Buenas tardes! —gritó nuevamente ignorando a su amigo.
—Tú padre es un idiota ¿Verdad? —le dijo al pequeño con una voz infantil mientras tomaba sus pequeñas manos.
—¿Quién está ahí? —mencionó un señor saliendo de una pequeña habitación—Está cerrado, largo.
—Un gusto, soy Jeon Jungkook, el es mi amigo Park Jimin —contestó tragando en seco —Estamos buscando a alguien, sólo será un momento.
—¿Nombre? —preguntó con voz queda.
—Amm no sé su nombre—dijo avergonzado.
—¿No lo sabes? —espetó el amigo frunciendo su ceño.
—No lo recuerdo—respondió el pelinegro rascando su cabeza—. Es alto, con cabello castaño, sonrisa cuadrada y...
—Kim Taehyung. —interrumpió—. Se de quien hablas, pero...ya no trabaja aquí.
—¿Perdón? —espetó él chico con sus ilusiones abandonándolo como abandonaron a aquel bebé.
—Como escuchaste, hace meses que no trabaja aquí, un día simplemente dio las gracias.
—¡¿Qué haremos ahora?! —miró al rubio con el pánico regresando.
—Oye, no lo sé—respondió.
—Tengo copias de su credencial, ahí tiene su dirección —interrumpió—. No debería brindar nada de información, pero vamos, aquí casi todo es ilegal.
—Se lo agradecería mucho—exclamó haciendo repetidas veces reverencias.
—Si, clar...¿Qué es ese espantoso olor?
Los dos hombres voltearon a mirar al rubio cargando al pequeño.
—Yo no fui. —respondió señalando al niño—. Oye, ¿Qué demonios comiste bebé? —espetó recibiendo una carcajada de su parte.
—Solo tomen la copia y llévenlo lejos de mi nariz —respondió el señor tapándose está—. ¡Ahí está el baño!
—Gracias —respondió el pelinegro más avergonzado.
—¡¿Qué hago?! —preguntó el rubio alterado.
El desespero y pánico estaban presentes, causando que sus piernas se inmovilizaran. Es que vamos, apenas si podía consigo mismo, ¿Como podía manejar una situación así?
—Ve a comprar pañales. —respondió su amigos sosteniendo al bebé lejos de él.
—De acuerdo. —respondió corriendo hacia la salida.
Pocos segundos después volvió a aparecer por el marco de la puerta.
—¡¿Dónde se compran los pañales!?—espeto haciendo rodar los ojos del contrario.
—¡Largo!
—Está bien, lo buscaré en internet—volvió a salir.
Un fuerte suspiró salió de la boca de Jungkook y observó con detenimiento al pequeño frente a él, una vaga sonrisa no pudo evitar formarse.
—Tranquilo bebé, Jimin-shi va al rescate.
—¡Buen día! —mencionó entrando con rapidez a la farmacia más cercana que encontró.
—Buen día, ¿Qué puedo hacer por usted? —respondió la chica con tono coqueto una vez lo observó de pies a cabeza.
—Pañales, quiero pañales. —dijo el rubio sonriendo.
—¿Pañales? —preguntó la chica incrédula haciendo desaparecer su lado coqueto—. ¿Para qué edad?
—¿Perdón? —respondió tomando una de sus orejas.
—¿Cuántos meses o de qué tamaño es el niño? —contestó—. ¿O son para usted? —exclamó asustada.
—No, no, no. —negó repetidas veces—. Mi aparato aún funciona. —se defendió—. Ammmm son como para un niño de esté tamaño—dijo midiendo con sus manos dejando confundida a la chica—Es un pequeño como de un año.
—De acuerdo, ya vuelvo. —sonrió entrando al almacén.
El llanto del pequeño se apreciaba por cada pequeño rincón.
El olor era cada vez más potente. Y Jungkook vomitaba en la taza de baño.
—¿Dónde está tu amigo con esos pañales? —mencionó el señor de antes con el niño en brazos.
¿Cuándo había llegado ahí ? Ni idea.
—No lo sé. —dijo con dificultad frente a la taza de baño—. ¿Por qué demonios tarda tanto?
—Ya, ya bebé. —intentó calmarlo—. Aguanta un poco más, ya viene.
—Lo llamaré. —dijo sacando con dificultad el celular de su bolsillo
—Entonces...¿Estás soltera? —preguntó con una sonrisa ladina.
—Sin compromisos por el momento. —respondió la chica jugando con su cabello—. Pero tú... —señaló la bolsa.
—Oh, son para mi sobrino. —respondió—. Hace unas horas me enteré de que soy tío, ¡Es una locura!
—¿Enserio? —respondió la chica sonriente.
—Si. —contestó en el momento en que su celular sonó—. Disculpa un momento nena.
—Adelante.
—Bueno. —contestó con el celular en la oreja.
—¡¿Dónde demonios estás?!—gritó al otro lado del teléfono haciendo que el rubio alejara un poco el celular—. ¡¿Dónde están mis pañales?!
—Tranquilo Kookie, ya voy en camino. —respondió despidiéndose de la chica.
—Llámame. —respondió ella en un susurró antes de que el chico saliera de la farmacia.
—Te juro Jimin, que si no estás aquí en menos de cinco minutos, ¡Voy a matarte!
—Llegó en tres.
—El... peor... día...de mi vida. —habló el pelinegro con su hijo en brazos.
—No es para tanto. —le respondió su amigo ganándose una mirada asesina de parte del contrario.
—Terminé embarrado de mierda, vomité todo mi desayuno y aún tengo un hijo. —contestó el chico con cierto drama.
—Hey, kookie tranquilo. —mencionó dando palmaditas en su hombro—. Ve el lado positivo de las cosas.
—¡¿Cuál es el puto lado positivo Jimin!? ¡¿Yo no encuentro ningún lado positivo en este jodido asunto!? —gritó alterado.
—Encontraremos a su padre, le devolveremos al niño y ya está. —respondió—. Mira, 3046, ahí debe ser —señaló una puerta color rojo carmesí.
Los dos chicos y el bebé. Se acercaron rápidamente a aquella puerta que sobresalía entre todas las demás. Y sin perder siquiera un minuto. Presionaron el timbre, Aguardando un momento sin obtener respuesta.
—Creo que no hay nadie. —habló Jimin.
—Intenta otra vez. —respondió Jungkook con frustración hacia su amigo.
La segunda vez fue diferente, pues la puerta se abrió dejando ver a una pequeña y adorable anciana parada frente a ellos.
—Disculpe.. —se aclaró la garganta—. ¿Es usted Kim Taehyung? —preguntó el rubio ganándose un golpe por parte del pelinegro.
—Es mi nieto, ¿Quién lo busca? —preguntó con amabilidad.
—Jeon Jungkook, soy el padre del niño.
Y eso fue lo peor que pudo decir.
Pues segundos después, ya se encontraba siendo golpeado por el bastón de una viejita furiosa.
—Él no está aquí. —mencionó la viejita tomando asiento frente a ellos dos.
—¿Cuándo va a regresar? —preguntó Jungkook rendido.
—Ohh no no, me refiero a que no está aquí, en Corea. —respondió con tranquilidad.
—¡¿Qué?! —contestaron los dos chicos al unísono.
—Ganó una beca para estudiar en el extranjero.
Eso tenía que ser una maldita broma.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro