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2. 𝙽𝙰𝚅𝙸𝙳𝙰𝙳 𝙿𝙰𝚂𝙰𝙳𝙰

Los ojos de la castaña se abrieron levemente, el espacio a su alrededor era completamente negro, no había otro color, solo obscuridad. Entonces recordó que había decidido terminar con su vida, pero entonces, ¿Estaba muerta?

-Hola.-Murmuró la castaña en busca de alguien más a su alrededor.-¿Hay alguien aquí?-Preguntó en un grito ahogado por los ecos del lugar.

La castaña caminó un poco en busca de una salida, pero cada paso que daba la llevaba al mismo lugar. La misma nada mezclada en la obscuridad.

-Creo que solo estás dando vueltas en círculos.-Murmuro una voz femenina a su lado logrando que saltará del susto.

-Que, ¿Quién eres?.-Preguntó la castaña desconcertada al ver a una mujer a su lado que solo le sonreía como si fuera un rayo de sol.

Las facciones de la mujer eran bonitas, su cabello era rubio y su piel era blanca como la de una muñeca de porcelana. Traía un bonito vestido negro que estaba acompañado de dos mangas largas hasta la mitad de sus brazos y de su cuerpo salía un resplandor dorado como si fuera un ángel sacado de cuentos de hadas.

-Perdón si te asusté, Alice.-La rubia río levemente sin dejar de sonreír.-Soy Chaeryeong el espíritu de la Navidad pasada.-Explico la joven mujer dando un giro que la hizo ver adorable.

Alice, aún desconcertada, ladeó su cabeza mirándola extrañada. Quizás estaba dormida aún o se había fumado algo para que una chica tan infantil le esté diciendo algo tan raro como eso.

-Estoy muerta, ¿Verdad?.-Murmuró la castaña algo horrorizada.

-No, no.-Negó la rubia haciendo un gesto con sus manos de negación.-Estamos en tu subconsciente donde todo es posible.-La rubia dijo aquello con emoción, desconcertando aún más a la castaña.

-Está bien.-Asintió Alice sin creer todo aquello.-Creo que mejor vuelvo a dormir seguro cuando despierte ya te abras ido.-La castaña carraspeo su garganta pensando que aquella chica estaba muy loca.

Chaeryong rio divertida siguiendo a la castaña desde cerca.

-Bueno, comencemos con nuestro viaje, seguramente me creerás cuando veas lo que te mostraré.-La rubia sonrió con diversión chasqueando sus dedos.

-Espera qu...

La castaña no terminó su frase cuando el suelo se fragmentó haciéndola caer al vacío. Un grito ahogado salió de los labios de la castaña mientras la rubia reía.

El ambiente a su alrededor comenzó a cambiar hasta que finalmente terminaron en una habitación acogedora en donde una joven pareja dormía tranquilamente.

Alice reconoció al instante aquella habitación. Era su antigua casa en donde alguna vez vivió con su querido esposo. Recordaba aquella Navidad, Zoe tenía tan solo tres años y estaba emocionada por abrir sus regalos.

-Es Navidad, es Navidad.-La pequeña niña entre a la habitación saltando sobre la cama de sus padres.-Mamá, papá, vamos a abrir los regalos que nos trajo Santa.-La pequeña niña no dejaba de saltar con emoción solo quería que sus padres le hicieran caso.

Alice sonrió al recordar aquel momento mientras la rubia a su lado la veía con algo de tristeza, esperando que la castaña por fin lograra ver la vida con algo más de color.

-Está bien pequeña, ya vamos.-El hombre atrapó a su pequeña entre sus brazos, haciéndole cosquillas.

La pequeña río a carcajadas intentando liberarse del ataque de cosquillas de su padre. La castaña a su lado solo reía amando la interacción de su esposo e hija.

-Está bien pequeño saltamontes, vamos a abrir tus regalos.-Habló la castaña finalmente besando la punta de la nariz de su hija haciéndola reír.

-Bueno, entonces vamos, veamos que trajo santa para la pequeña Zoe.-El hombre se levantó de la cama con su pequeña en brazos, seguido de la castaña.

Una lágrima melancólica cayó por la mejilla de la castaña al ver a su esposo queriendo acercarse a él y decirle que la ama.

-Jake.-Murmuró la castaña por lo bajo, siendo traspasada por el hombre como si ella fuera una simple ilusión.

-Había olvidado decirte que no pueden verte, ni tocarte, ni siquiera saben que estás aquí.-Le explicó la rubia a su lado.

Alice asintió sintiendo el dolor recorrer su pecho al ver aquella habitación, todo le recordaba a él y revivir aquel recuerdo la estaba matando lentamente.

La puerta de la habitación estaba abierta, así que caminó hacia ella saliendo de la ha habitación, bajando las escaleras hasta el primer piso donde estaban su esposo e hija disfrutando de abrir sus regalos.

-Mami mira Santa, me trajo un oso gigante.-Sonrió la pequeña abrazando al gran oso de peluche mientras sus padres reían cómplices por la emoción de la pequeña.

-Es verdad, amor es muy grande, significa que estás siendo una buena niña.-Le explicó su madre revolviendo su sedoso cabello.

La mirada de la castaña se desvió a su esposo cuando el reloj inteligente en su muñeca comenzó a pitar. Significaba que su pulso estaba comenzando a fallar.

-Jake.-Lo llamo la castaña viendo al hombre que sujetaba su pecho haciendo una mueca de dolor.

-Papi, ¿Qué te pasa?.-Pregunto la pequeña con un puchero en sus labios.

-No pasa nada, pequeña, sigue abriendo tus regalos.-El hombre sonrió intentando tranquilizar a su hija.

La castaña caminó a su lado llena de preocupación al ver a su esposo desfallecer. Lo ayudó a levantarse un poco para ir a buscar su medicamento.

Alice observaba la escena frente a sus ojos derramando lágrimas de dolor. Le dolía tener que recordar aquello. Recordaba que aquella vez había sido la primera de muchas veces en las que terminaron en el hospital hasta que finalmente su corazón no pudo soportar más.

-Está bien si quieres llorar.-Murmuró la rubia a su lado.-Pero deberías dejar eso atrás, no creo que eso sea lo que desee Jake, él era feliz a pesar de todo, seguramente quería que lo fueras.-La rubia le sonrió tocando su hombro con su cálida mano.

La castaña la miro negando no podía dejarlo ir, se negaba a hacerlo.

-Mi tiempo aquí ha terminado, fue un gusto conocerte Alice.-Chaeryeong sonrió levemente y en un chasquido todo desapareció, dejando a Alice nuevamente en la soledad.

©hᥕᥲᥒgρᥙρρყ_023
ᐡ ᐧ ﻌ ᐧ ᐡ

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