𝟺 | 𝙷𝚎'𝚜 𝚃𝚑𝚎 𝙾𝚗𝚎
Despierto al escuchar ruido en la habitación.
Abro los ojos y observo discretamente cómo Nick va de un lado a otro, poniéndose el uniforme, colocando sus placas sobre su camisa, ajustándose el cinturón, y arreglando cualquier otro detalle de su persona para marcharse a trabajar.
Miro hacia la ventana y veo que el día apenas está aclarando. Debe ser antes de las siete de la mañana.
—¿Te vas tan temprano?— le pregunto cuando creo oportuno.
Él ni siquiera se había percatado de que yo estaba despierta, pero al escucharme cambia su expresión de una seria a una sonriente y se acerca a la cama.
—Tengo que trabajar, ya sabes que el pueblo sin mí está perdido.
—Lo arrogante no se te quita ni con el mejor sexo de toda tu vida— lo molesto.
Él ríe y niega con la cabeza antes de cambiar de tema.
—Puedes quedarte a dormir otro rato, y si quieres también puedes ducharte y desayunar algo— me ofrece amablemente. —A mí no me molesta, siéntete como en casa.
Vaya, nunca creí que don policía perfecto me dejara hacer uso de su casa como si fuera su maldita esposa. Tanta amabilidad es algo nuevo.
—Gracias, Nick— le sonrío.
Él mira el reloj sobre su muñeca.
—Es hora de irme. Descansa.
Se acerca a mí y me da un suave beso en los labios, para después tomar su pistola y su chaqueta negra.
—Que te vaya bien— le digo antes de que salga por la puerta.
Me dedica una última sonrisa y, ahora si, me deja sola en su habitación.
Siento maripositas en el estomago, revoloteando sin parar. Sigo sin estar segura de lo que siento por él... tal vez solo me agrada, ni de broma estoy enamorada, o no lo sé, pero me encanta estar a su lado y mirar esos lindos ojos verdes.
Me revuelvo sobre la cama, buscando una nueva posición cómoda, y al encontrarla cierro los ojos para volverme a dormir por un par de horas más.
Cuando despierto otra vez, el sol ya entra por la ventana y se puede apreciar el lindo cielo azul de un Domingo por la mañana.
Me estiro, me levanto de la cama y voy al baño a darme una ducha, pues no quiero llegar a casa apestando a la loción de Nick y con el cabello hecho un desastre.
Me pregunto por qué papá no habrá venido a buscarme al ver que no llegué a casa, nunca se ha mostrado como un padre permisivo, pero sea lo que sea, seguro no estará feliz de verme llegar hoy.
Al salir de la ducha, me vuelvo a poner la misma ropa de ayer, puesto que no hay nada más para mí.
Bajo a la cocina y curioseo todo lo que hay por ahí, reviso la nevera y la alacena, pero nada se me antoja, así que simplemente tomo una manzana del frutero y la como con tranquilidad mientras me doy un pequeño tour por toda su casa.
Creo que parezco una acosadora, no debería de pasear por su propiedad como si fuese mía.
Tiro el corazón de la manzana a la basura y ahora si, salgo de su casa, asegurándome de cerrar bien la puerta.
Camino por la acera de regreso a mi hogar, pensando sobre qué excusa le podría decir a papá, pero todas suenan demasiado estúpidas y nada creíbles.
Creo que tendré que afrontar las consecuencias de mis actos, como él diría.
Al llegar, abro la puerta con cuidado de no hacer ruido, pero es inútil por que él ya está sentado en el comedor, tomando café y leyendo el periódico.
Tan pronto como me ve, deja su periódico sobre la mesa.
—¿Qué tal pasaste la noche?— me pregunta.
No sé descifrar si lo pregunta en buena manera o no, así que respondo brevemente con un "bien".
—Sí, se nota— responde con una sonrisa.
Ok, esto es muy extraño. Creí que estaría molesto, pero es todo lo contrario.
—¿No estás molesto?— le pregunto frunciendo el ceño.
Él niega con la cabeza, toma un sorbo de su café y luego me invita a sentarme con él en el comedor, cosa que obedezco.
—Nick me parece un buen muchacho para tí— comienza a decir. —Quiero dejarte en buenas manos y sé que un hombre como él es la mejor opción. Tan solo míralo, es educado y centrado en su trabajo. Además, viene de una buena familia y su hermano es el alcalde.
Ladeo la cabeza. No sé a dónde quiere llegar con esto.
—Si te refieres a que me case con él, no lo haré, solo lo estamos pasando bien.
—Eso dices ahora. Tómate el tiempo de conocerlo mejor.
—Sí sabes que es veinte años mayor que yo ¿verdad?— le pregunto enarcando una ceja.
—Claro que lo sé, ya es un hombre y no un niño que solo quiere jugar contigo.
—¿Y cómo estás tan seguro de que Nick no quiere jugar conmigo?.
No entiendo a papá. Está claro que Nick no quiere nada serio conmigo. Por dios, acabamos de acostarnos sin siquiera conocernos.
—Por que los hombres de su edad buscan algo estable— responde.
Lo miro enarcando una ceja.
—Basta, papá, yo no quiero nada estable— le explico. —Ni mucho menos casarme con él.
—Solo busco lo mejor para ti, Zella. Algún día ya no estaré aquí, y no quiero dejarte sola.
No, definitivamente no lo entiendo. No sé por qué de pronto ha comenzado a hablar como si fuese a morir en estos días. Todavía ni siquiera llega a los sesenta años, y es un hombre fuerte y saludable, con muchos años por delante.
Siento como si estuviera buscando a un reemplazo que se haga cargo de mí. Pero yo ya puedo cuidarme sola.
—Deja de hablar como si fueras a morir mañana ¿quieres?— le pido rodando los ojos.
Él me mira y suelta un suspiro.
—Bien, pero piensa lo que te digo.
Yo asiento con la cabeza, solo para que ya se olvide este tema, pues obviamente no voy a considerar la opción de casarme con Nick Goode. Esa es la peor idea que se le podría ocurrir, y sé que solo lo hace por conveniencia, pues sabe que al comprometerme con el hermano del alcalde nuestra familia ganaría aún más prestigio.
Sinceramente, estoy demasiado joven para pensar en toda esa mierda.
Me levanto, le doy un beso en la frente y después de esta extraña conservación, subo a mi habitación para cambiarme de ropa e ir a montar a Mr. Fancy.
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