𝟷𝟺| 𝚃𝚑𝚎 𝙴𝚗𝚍
Después de llorar durante horas, la noche está a punto de caer y yo ya tengo en mente lo que haré para acabar con Nick. Espero que funcione, o al menos podré decir que lo intenté.
Me levanto de la cama, me doy una ducha rápida y después reviso mi closet, en busca de un buen atuendo que me ayude con mi plan.
Al final, me decido por un sencillo vestido corto y escotado de color lila con estampado de margaritas, unas calcetas blancas que me llegan hasta la rodilla y unas converse igualmente blancas.
Si no estuviera tan lastimada emocionalmente, probablemente me admiraría en el espejo durante horas, pero ese no es el caso así que solo me arreglo el cabello un poco y luego salgo de mi habitación.
Cuando bajo a la sala de estar, me llevo la sorpresa de que Deena y Josh siguen aquí. Se encuentran hablando sobre algo, pero al verme guardan silencio.
—Discúlpanos por tomarte la palabra— dice Deena. —No queríamos dejarte sola. Y si necesitas ayuda con Nick podemos apoyar.
—Gracias chicos— respondo con una sonrisa. —La verdad no necesito ayuda, pero me gustaría que se quedaran cerca por si todo se sale de control... ¿les parece si nos vamos ahora?.
Ambos asienten con la cabeza, se levantan del sofá y se unen a mí, saliendo de casa los tres juntos.
Mientras caminamos por la acera, de camino a casa de Nick, les cuento todo mi plan. No es demasiado complicado, y si todo sale bien, en unas cuantas horas estará muerto.
—¿Estás segura de poder hacerlo sola?— me pregunta Deena otra vez. Y sé que no duda de mi capacidad física, si no de la mental, creo que piensa que lo amo tanto que abandonaré mi plan al último minuto.
Pero no lo haré. Esto se lo debo a mi padre.
—Sí. Muy segura— respondo.
Una vez que nos encontramos afuera de la casa de Nick, Deena y Josh se esconden detrás de unos de los arbustos que hay cerca de la puerta. Desde ahí pueden escuchar todo lo que sucede, y si algo se sale de control, también pueden intervenir rápido.
Después de asegurarme que no se vean desde ningún ángulo, me dispongo a entrar por la ventana de la sala de estar.
Sé por experiencia que las personas de SunnyVale somos confiadas, pues al tratarse de un lugar tranquilo nadie nunca cierra las ventanas o las puertas con seguro. Y así de fácil es como logro colarme a su casa.
Todo está a oscuras, dándole un ambiente tétrico con todos los carneros disecados que colecciona. ¿Cómo es que nunca antes me di cuenta de su satanismo? Joder, lo tenía todo frente a mí.
Ahora solo falta esperarlo, la parte más aburrida. Es un policía y su horario nunca es el mismo, todo depende de lo que suceda en la ciudad. Podría llegar en cinco minutos o tres horas, no lo sé.
Para distraerme, tomo uno de sus libros y me siento sobre el suelo, cerca de la ventana, para que la luz exterior me alumbre la paginas y pueda leerlo.
Cinco capítulos después, escucho un auto aparcar justo afuera, por lo que me apresuro a dejar el libro a un lado y asomarme discretamente por la ventana.
Es Nick y su patética patrulla.
Hora de comenzar con mi plan.
Me pongo de pie lo más rápido que puedo, y luego corro hacia el piano que tiene cerca de las escaleras, subiéndome en él y adoptando una posición coqueta en la orilla de este.
Me pregunto si en verdad sabe tocarlo o solo lo hace para imponer su riqueza. Como sea, ya nunca lo sabré.
Nick no tarda en entrar a casa, encendiendo las luces y dejando sus llaves en la mesita de la entrada. Tarda un poco en percatarse de mi presencia, pero en cuanto lo hace, se sobresalta y luego suelta una risa.
—Por dios Zella, casi me matas del susto— dice, acercándose a mí. —¿Cómo se supone que entraste?.
—No lo sé, quizá me colé por la ventana.
—Eso es un delito, lo sabes ¿no?— pregunta arqueando una ceja.
—Entonces castígueme, sheriff— respondo mientras me muerdo el labio.
Al llegar conmigo, se posiciona entre mis piernas y me toma por la nuca, uniéndonos en un beso que rápidamente sube de tono.
Teniéndolo así de distraído, aprovecho para recorrer su pecho con las manos y bajar lentamente hasta su cinturón, donde tiene guardada su pistola. Con mucha cautela la tomo y la saco de ahí, pero aún así él se da cuenta de lo que hago y rompe nuestro beso.
Maldición, tengo que improvisar.
—Tu pistola me parece muy sexy— le digo antes de que pueda detenerme la mano. —¿Quizá algún día puedes enseñarme a dispararla?.
—No lo sé— responde, observando mesmerizado el cómo jugueteo con la pesada arma entre mis delicadas manos. —No necesitas aprender a disparar un arma cuando tienes a un policía cuidándote.
—Por favor, Nick— le ruego, poniéndole ojos de cachorrito.
En realidad, no necesito aprender nada. Sé disparar armas de cualquier calibre por que hubo una época en la que mi padre estuvo interesado en la cacería de ciervos, y me llevaba con él, solo que terminamos dejándolo en cuanto le dije que me parecía algo cruel.
Nick posa sus manos sobre mis muslos, acariciando la piel desnuda de manera delicada.
—Lo pensaré— susurra, cerca de mis labios.
Esa voz tan ronca, esos ojos tan verdes y su tacto tan electrizante me hacen pensar en cómo demonios ha sido capaz de todas esas cosas horribles, y también en cómo fui una tonta que cayó ante sus engaños.
Cuando siento que sus manos empiezan a subir más por mis muslos, adentrándose en mi vestido, lo detengo con mi mano libre.
—No tan rápido, sheriff— le digo. —¿Qué te parece si antes tomamos un poco de vino?.
No sé si eso sirva para quitármelo de encima y mi corazón late con fuerza. Sin embargo, me relajo en cuanto veo que asiente con la cabeza y se separa de mí.
—¿Tinto o blanco?
—Tinto— respondo con una sonrisa.
Sin más, se da la media vuelta para dirigirse hacia la cocina, dejándome el arma en mis manos, confiado en que no sé dispararla.
Pero no tiene ni idea de lo que acaba de hacer.
Me bajo del piano de un salto, le apunto y le disparo en una pierna, pues todavía no quiero matarlo, necesito jugar un poco con él antes de darle el tiro de gracia.
Nick suelta un grito al sentir el impacto, lleva una de sus manos hacia su herida que comienza a sangrar y luego voltea a verme con expresión de dolor, sin comprender lo que sucede.
—Maldición, Zella, ¿qué mierda haces?.
—¿Qué te parece que hago?— pregunto burlona.
—Dame el arma— exige, evadiendo mi pregunta.
—No— respondo. —Ya no soy la misma tonta que conociste, Nick.
Al ver que en verdad no pretendo devolverle su pistola, él hace el esfuerzo para caminar y acercarse a mí. El corazón se me acelera al verlo hacer eso, pero logro reaccionar a tiempo y le doy otro disparo en su pierna sana.
Aquello lo hace caer al suelo y retorcerse del dolor, solo que es tan orgulloso que intenta no mostrarlo tanto.
Aún así, está bastante distraído y yo aprovecho para acercarme a él y arrancarle el radio de su camisa, antes de que se le ocurra pedir refuerzos o algo por el estilo.
—¿Creíste que nunca me daría cuenta de la mierda de persona que eres?— le pregunto mientras lanzo su radio lo más lejos que puedo.
—No sé de qué hablas.
Este hombre es el colmo. No puedo creer que todavía tenga el cinismo de aparentar no saber nada.
—Hablo de tu estúpido pacto con satanás ¿acaso eso no te suena familiar?.
Nick se arrastra un poco hasta poder recargarse contra la pared y luego me mira por unos cuantos segundos. Incluso me parece ver que está a punto de llorar, pero ninguna lágrima brota de sus ojos.
—No tuve otra opción— dice al fin. —Yo no quería hacerlo, pero al final mi familia me presionó tanto que terminé accediendo. De alguna manera tenía que seguir con el maldito legado, y no sabes cuánto me arrepiento...
—No te hagas a la víctima. Eso no me causa ni una sola pizca de lástima. Tú bien sabías lo que hacías, Nick, nadie te obligó a ello... tú solo accediste a continuar con las porquerías de tu familia.
—Tú no lo entiendes— dice, soltando un gruñido de dolor al moverse un poco. —Tenía que hacerlo.
—¿Y para qué? ¿Para tener una bonita casa en SunnyVale repleta de carneros disecados? ¿Para ser un policía con sueldo mediocre? Pues vaya que desperdiciaste tu pacto ¿no lo crees?.
Nick no dice nada por que lo he golpeado donde más le duele. Sabe que tengo razón. No ha valido la pena sacrificar su alma y la de los demás solo para ser un un policía de cuarta.
Bajo él se ha formado un pequeño charco de sangre, producto de ambas heridas en sus piernas, y cuando se digna a mirarme de nuevo puedo ver unas gotas de sudor bajar por su rostro, lo que indica que ha comenzado a descompensarse.
—Vamos, Zella, deja de portarte como una niña— habla, intentando sonar calmado. —No te conviene matarme. No escuches a tus amigos. Tú y yo podemos beneficiarnos el uno al otro y convertirnos en las personas más poderosas de todo SunnyVale.
Al oírlo decir todo eso no puedo evitar soltar una carcajada. Es increíble que esté intentando chantajearme para dejarlo vivo.
—Eso no me impresiona, Nick. Yo puedo lograrlo sola, sin tener que recurrir a las mismas porquerías que tú.
Él vuelve a quedarse callado, mirándome de mala manera. Y yo tengo tanta rabia que pienso en matarlo en este instante, pero me contengo solo por que tengo una última duda por resolver.
—¿En verdad me amas?— le pregunto, sintiendo una lágrima resbalar por mi mejilla. —¿O en realidad todo este tiempo jugaste conmigo?.
Sé que él no es capaz de amar a nadie, pero quiero escuchar su mentira piadosa una última vez.
—Claro que te amo— responde. —Y planeaba formar una familia contigo.
—Una familia...— repito irónicamente. —Eso es lo único que siempre te ha importado ¿no? Continuar con tu estúpido legado.
—No, eso no es verdad.
—¿Así como tampoco es verdad que diste el nombre de Tommy Slater? O ¿el de Ryan Torres?— lo cuestiono. —Ya lo sé todo, Nick. Incluso sé que la muerte de mi padre fue tu culpa, como parte de tu plan macabro para dejarme vulnerable y tu merced.
—Yo... en verdad lo siento. No pretendía herirte, es solo que no encontraba otra manera de acercarte a mí.
Vaya cinismo. Escucharlo hablar tan a la ligera de ese tema me hace sentir la sangre hirviendo en mis venas.
Me pregunto qué hubiera sido capaz de hacer si en realidad hubiera querido lastimarme.
—Pues qué buena manera de hacerlo ¿no?— digo sarcástica. —Primero secuestras a mi caballo y luego asesinas a mi padre. Eres un gran hijo de perra.
—Perdóname— dice agonizante, recargando su cabeza en la pared y haciendo una mueca de dolor.
Por supuesto que no lo perdono. No creo poder hacerlo jamás.
Estoy muy molesta con él, claro, pero creo que ya lo he hecho sufrir suficiente. Además, mientras más rápido termine con él, mejor.
Me quito el anillo que me regaló por mi cumpleaños, me pongo en cuclillas a su lado y lo meto en el bolsillo de su camisa, pues no me interesa quedarme con el.
Nick ni siquiera tiene la fuerza para detenerme. Toda su pérdida de sangre lo ha dejado bastante debilitado.
Finalmente, me pongo de pie frente a él y le apunto con la pistola directo a la cabeza.
—No lo hagas— me suplica, dedicándome una mirada de corderito a medio morir con sus enormes ojos verdes.
Esos malditos ojos verdes.
Como flashback, todo lo que hemos vivido juntos aparece en mi mente, atormentándome con los bonitos recuerdos. Y eso me hace considerar la opción de dejarlo vivo, de perdonarle todo. Pero no puedo hacerlo.
Deena confío en mí. Y tengo que acabar con esto, por Sam, por mi padre, por Ryan, por todos...
—Te amo, Nick. Pero no voy a permitir que tu legado continúe.
Sin esperar un segundo más, jalo el gatillo, disparándole justo en la frente.
Su sangre tibia me salpica en el rostro y toda mi ropa. Lo acabo de matar yo sola. No puedo creerlo.
El lindo rostro de Nick ha quedado destrozado, pero no quiero mirarlo demasiado para evitar torturarme. Después de todo, no me gusta mucho el hecho de pensar en que maté al amor de mi vida.
Tiro su pistola al suelo y luego rompo en llanto, sintiéndome como una tonta por todavía tener sentimientos hacia a una persona tan mala como él.
Necesito ser fuerte una vez más.
Me limpio las lágrimas con el dorso de mi mano, cosa que no sirve mucho pues se han mezclado con la sangre, y entonces me dirijo hacia la puerta para decirle a los hermanos que ya todo está hecho, pero me detengo a la mitad del camino.
Deena mencionó algo sobre un libro muy antiguo que contiene toda la información necesaria para llevar a cabo el pacto con satanás. Y por ende, es la posesión más preciada de la familia.
Debo de encontrarlo y deshacerme de él antes de que a algún otro Goode se le ocurra buscarlo.
———————
Omg, hemos llegado al final de esta historia.
No sé si les haya gustado el final. Probablemente también quieran matarme por haber matado a Nick, pero la verdad es que yo quería un final distinto al típico "rompió su pacto y cambió solo por mí", por que siendo honestas, Nick no haría eso jsjsj.
En fin... espero que hayan disfrutado mucho esta historia (:
Si gustan, pueden seguirme en mi instagram de escritora @marianavonbronx De vez en cuando subo cosas relacionadas a mis trabajos literarios, así que tal vez les interese.
También pronto estaré publicando otro fic corto con papi Nick, so... stay tuned.
Muchas gracias por todo, las tqm <3
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