Han sido días muy difíciles. No he podido tan siquiera llorar en paz, pues mi agenda ha estado repleta de cosas por hacer.

Los abogados van y vienen, arreglando todo el asunto de mi herencia y sucesión al mando de GoldsBank. He tenido que firmar infinidad de documentos, reunirme con todos nuestros socios y conocer a mi asesor, quien será el encargado de enseñarme todo lo necesario sobre este negocio.

Es como si el peso del mundo acabara de caer sobre mis hombros.

Me revuelvo en la cama, dándole mil vueltas al asunto, pensando una y otra vez en cosas negativas.

¿Podré hacerme cargo yo sola de este pequeño imperio? ¿Qué sucederá si no soy suficiente? ¿Que tal si es demasiado para mi? ¿Y si no soporto la presión de dirigir todo esto? Son demasiadas preguntas sin respuesta.

También me siento demasiado sola. Esta enorme casa se siente vacía sin papá, y aunque tengo a Diara, mi ama de llaves, y a Nick que viene a visitarme de vez en cuando, no puedo evitar sentir un enorme vacío.

Llevo un par de noches si poder dormir, y al parecer hoy también tendré la misma suerte, así que me levanto, me pongo mis pantuflas y salgo de mi habitación.

Bajo las escaleras y voy a la cocina, tomando un jugo de la nevera y bebiéndolo directo del envase.

Es entonces cuando siento una nueva ola de tristeza y las lágrimas vuelven a fluir con facilidad, rodando por mis mejillas una tras otra.

Me recargo sobre la encimera, hundiendo mi rostro entre mis manos hasta que recuerdo las palabras de Nick. Hace unos días me dijo que si lo necesitaba, podría buscarlo a la hora que fuese, pues siempre estaría disponible para mí.

Y a pesar de que no quiero molestarlo a esta hora de la madrugada, realmente me hace falta. Necesito resguardarme entre sus brazos.

Sin pensarlo más, salgo de casa y camino entre la fría y oscura noche hacia el hogar de Nick.

Al llegar, subo los escalones que llevan a su puerta y toco el timbre, esperando que me escuche y que no tarde mucho en atender.

Espero un poco, pero al ver que no obtengo respuesta, toco una vez más.

Pienso que tal vez solo está en un sueño muy profundo como para escucharme, y ya me estoy resignando a volver a casa cuando de pronto la puerta se abre de golpe y tras ella aparece Nick con rostro de molestia por haber sido despertado, pero en cuanto se percata de que soy yo, suaviza su gesto.

—Zella— dice en voz baja. —¿Qué sucede?.

Yo no respondo nada, simplemente me lanzo a él, envolviéndonos en un abrazo mientras lloro en su pecho por tercera ocasión.

Al cabo de un rato, cuando ya lo he sacado todo y parece que ya no tengo más lágrimas, me separo de él para mirarlo a los ojos. Los cuales por supuesto me miran con preocupación.

—¿Puedo pasar la noche contigo?— le pregunto.

—Claro, sabes que ni siquiera tienes que preguntarme— responde, acomodando mi cabello detrás de mis orejas. —Vamos.

Me toma de la mano y ambos subimos al segundo piso, yendo directo a su habitación.

Nos acostamos sobre la cama, cubriéndonos con el grueso edredón blanco y acurrucándonos el uno con el otro en una posición cómoda.

Estar así con él, entre sus brazos que me sujetan con firmeza, me hace sentir segura... y también me hace sentir aún más enamorada.

De eso ya estoy segura, ya no tengo dudas, estoy enamorada de él.

—Te amo, Nick— susurro, creyendo que él no me escuchará.

Pero sí lo hace.

—También te amo— responde con la voz adormilada.

Sonrío para mis adentros, sintiéndome feliz por tenerlo conmigo, y entonces finalmente cierro los ojos, esperando poder dormir aunque sea un poco.

" —¡Papá!— grito mientras me arrodillo a su lado e intento detener la sangre que fluye de la herida en su pecho.

Pero no logro nada. La sangre continúa fluyendo a pesar de que presiono mis manos contra su herida lo mejor que puedo.

Y antes de que me de cuenta, ya se ha formado un enorme charco de sangre bajo ambos de nosotros.

Al bajar la mirada, veo mi reflejo, percatándome que detrás de mí está el chico con máscara de calavera y disfraz de esqueleto. "

—¡Zella! ¡Despierta!— oigo a Nick llamándome, justo cuando abro los ojos de golpe.

Mi respiración está agitada, mi corazón late a mil por hora y mi frente está cubierta con una ligera capa de sudor.

Desde que murió papá, esta es la cuarta noche en la que tengo pesadillas, y todas ellas son versiones distorsionadas de lo que ocurrió aquella noche.

Odio que mi mente me traicione de esta manera. Es como si tuviera que vivir la tragedia una y otra vez, así que no lo resisto y rompo en llanto nuevamente.

Nick no tarda en envolverme entre sus brazos, consolándome mientras me repite:

—Tranquila, solo son pesadillas, estás segura conmigo.

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Ok, un capítulo algo corto y aburrido, pero ya casi se viene lo bueno 👀