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Capítulo Único





↬↬↬↬↬PROFESOR PARK↫↫↫↫↫




Dicen, que las gemelas son contrarias las una de la otra.

Así lo confirmé con mi hermana.

Ella era la chica popular de la clase, la que los chicos perseguían por una cita, las que las chicas buscaban por amistad y consejo, la que era envidia por su belleza y figura, la que sacan provecho de todo ello.

Yo, solo soy la simple chica estudiosa, aburrida, que pasa desapercibida de todo, y a pesar de que somos iguales, a mí los chicos no me buscaban por mi belleza, ni las chicas por amistad.

Para más remate, nos gustaba el mismo chico, aquel de con solo una sonrisa sacaba los suspiros de todas, el atlético y de cuerpo maravilloso, de gestos enamórales, de esfuerzos hacia sus notas, el inalcanzable para mí, accesible para ella.

Hana, se le confesó en el último año, y vi como comenzaban a salir en mis propias narices, provocándome un dolor profuso en mi pecho cada que los veía juntos. De seguro el jamás noto mi presencia.

Mi único consuelo es que yo, entraría a la universidad y no los vería más, pues usaría mi tiempo completo en ello y no es esos seres que se decían ser familia.

O eso creí.





Marzo 2018.




Mis padres me llevaron a la universidad de Seúl, a la que entre para estudiar con becas debido a mis notas, Hana no pudo entrar a ninguna, como dije, somos contrarias y mientras ella era popular no se preocupó jamás de sus calificaciones, yo era la nerd que no salía de entre los libros.

Camine nerviosa por el atuendo que mamá me hizo utilizar, dijo que debía verme un poco menos estudiosa que en la escuela, que solo así disfrutaría de esta etapa que cambiaría mi vida.

Caminaba con la cabeza gacha y mis libros en el brazo, cuando un tipejo paso corriendo por mi lado y lanzó todo al piso, escuché él lo siento proveniente de él y siguió su camino, lo siguiente, un adorable Hank que me ayudaba a recoger todo.

— ¿Estás bien, Nara? —alce mis ojos, perdiéndome en su sonrisa, sentí como mis mejillas tomaban color y calor, él se me quedó viendo con ternura, con más rapidez tome todo y me levanté.

— Sí, yo, yo estoy bien —me levanté esquivando su mirada.

— Hana, me comentó que estudiarías aquí, ¿Que coincidencia, no? —evite verlo.

— que, coincidencia —musite, creí que si no lo vería más, este sentimiento se apartará de mi ser, pero, para mi mala suerte, aquí está.

— ¡Oppa! — escuché la voz de mi hermana y me sentí una traicionera, ella llegó a su lado y beso su mejilla— Nara, debes decirme si este hombre coquetea con alguien más —advirtió—

— debo ir a reconocer mi salón — di un paso al costado

— Vayan, yo debo ir a trabajar, lo mantienes vigilado en la sala ¿Eh? — me detuve ante sus palabras— adiós Hank, cuida de mi hermana — volví a verla sorprendida, él, me miraba sonriente.

— ¿Sala? — pregunté cuando ella ya se alejaba — ¿Sa... la?

— Te dije que era una coincidencia — dio un paso a mí— yo no pienso en coincidencias —quite mi vista de la suya— Vamos, llegue temprano para que no estuviéramos perdidos.

Él dio pasos delante de mí, al notar que mi cuerpo no se movía, volvió y tomo de mi espalda haciéndome caminar, apenas pude controlar mi cuerpo, me aparte de él, aunque, una parte de mí pedía a gritos que me ajustará más a él.

Llegamos a un salón en donde había varios de nuestra edad, les pase un vistazo a lo rápido en sus rostros mientras Hank me llevaba donde unas sillas al frente, se sentó junto a mí y se volvió a verme sonriente.

— Nunca habíamos tenido la oportunidad de estar tan cerca — miré de reojo y luego a mi bolsa sacando un cuaderno.

— Nunca pensé que notarás mi existencia —rio ante mi comentario.

— Te noté antes que a tu hermana —murmuro, pues el profesor ya entraba por el salón, luego de unos minutos y que mi cerebro procesará sus palabras, caí de cuenta en lo que dijo.

— ¿Eh? … —exclame casi en un grito, llamando la atención de todos.

Hank sonrió, quizás suponiendo que recién entendí lo que dijo y siguió escribiendo en su cuaderno.

— ¿Señorita …? —miro el libro sobre su mesa y luego a mí.

— Nara, Cho Nara — reverencié con la cabeza.

— ¿Quiere ilustrarnos? —estiro el bolígrafo de pizarra para que terminara el extenso ejercicio anotado ahí.

Con lentitud me levanté pidiendo el permiso a mis compañeros sentados, hasta llegar al frente del maestro, me quedé viendo la pizarra, los números y signos anotados, volví a verlo y apunte el borrador.

— ¿Puedo? —abrió una mano mostrando, quite, las últimas tres filas escritas en la blanca pizarra, y comencé a descifrar el jeroglífico matemático hasta dejarlo concluido.

— Vaya, en todos mis años jamás nadie pudo encontrar la falla en ese ejercicio, hasta que lo buscaban por internet —planto su vista en mí.

— Juro que no lo busque en internet —el río.

— lo sé, no te vi tomar un teléfono en este momento —sonreí y bajé mi vista — a su asiento Señorita Cho —estiro su mano y entregué el lápiz, espero a que tomara mi lugar para dar las siguientes indicaciones — bien, como la Señorita estropeo mi tarea —levante mi vista y sonreímos— deberán buscar quién creo este problema y quién lo resolvió, debe ser individual y nada de copiar y pegar de internet, deben escribir un extenso texto mínimo de 5 hojas sobre esto —golpeo la pizarra con el lápiz.

Luego de eso, todos comenzaron a guardar sus cosas y uno a uno dejó la sala, Hank también caminó, pero se detuvo cuando el profesor dijo mi nombre.

— espero que su trabajo sea tan magnífico como ud.

— Lo será, relataré con mis propias palabras lo que sé dé Pitágoras y sus problemas con adición de Pi —él sonrió asombrado.

— ¿Qué edad tiene la dama?

— Yo… ¿Podría contestarle después de clase? ¿Quizás en un café? — mierda, ¿qué estoy haciendo?, Esta no soy yo.

— Eso me encantaría, pero, no podemos salir con estudiantes.

— Oh!… Tiene razón, me sobrepasé —él sonrió y mordió su labio.

— Entonces, a las 6 —volví a verlo y asentí lento— en la entrada del campus.

— Ahí estaré —sonreí, estoy coqueteando con mi profesor que por lo demás es muy apuesto— es muy lindo —dije orgullosa y él sonrió escondiendo sus bellos ojos entre sus párpados, lentamente quite la silueta de mi boca, había pensado en voz alta y me avergonzaba lo que él pensará de mí, dejó caer su trasero en la orilla de la mesa y sostuvo sus manos a esa altura, aquel sex apiel me hizo mojar mis bragas, algo que jamás me había sucedido. — Lamento, eso, yo, es primera vez que me sucede.

Él relamió sus labios y arrastro sus dientes en el inferior, podría jurar que tuve un orgasmo, si tan solo supiera lo que es un orgasmo.

— Creo que debería irse, o no alcanzará a almorzar.

— En ese caso podría invitarme también a comer —

Cállate Nara, controla tus palabras, tú no eres así, supondrá que eres una golfa.

— mejor me voy —di pasos a la puerta, podía sentir su mirada sobre mí, a una corta distancia di trotes para hacer más rápida mi salida y al fin respirar profundo.

Pero mi cuerpo no reaccionaba a mí, mis ganas de volver a verlo fueron más grandes y cuando me gire sus ojos seguían en mí, la yo muy estúpida seguí con mi camino y choque con la mampara de la puerta, él se sobresaltó, iba a acercarse.

— estoy bien, … Yo, estoy bien —reverencie y salí al fin, me apoye en el muro, lamentando mi existencia, había quedado en ridículo y era la primera vez que coqueteaba, con un profesor por lo demás.

— ¿En serio saldrás con él?

— Ay!… Mierda, Hank, me asustaste —lo miré molesta.

— Responde… ¿Saldrás con ese tipo?

— eso no te importa, tú no eres nadie para decirme con quién salir o no.

— ¡Él es tú..! Profesor —bajo la voz en lo último — debe ser mucho mayor que tú, debe tener mucha más experiencia, incluso podría decir que solo te busca para tenerte en su cama.

— Pues, no es algo que me importe, algún día debo perder la virginidad —Hank abrió sus ojos— y para serte sincera, prefiero hacerlo con alguien con experiencia y que me dé un buen momento a que alguien que no sepa qué hacer y arrepentirme por el resto de mi vida.

— No… Eso sí que no… Debes hacerlo con alguien que te guste, alguien por quien tengas sentimientos, alguien que …

— Alguien qué?… — mire expectante.

— Alguien que te ofrezca más… Alguien como, yo —bajo su tono al último.

— No seas ridículo, Hank, primero que todo, tú eres el novio de mi hermana, segundo, alguien como tú, jamás me vería en serio, solo soy la chica que le puede ayudar en sus tareas, y tercero… No he dicho que el profesor no me guste. —camine decidida, dejándolo quieto con mis últimas palabras.

Horas más tarde, estaba en la entrada del campus, esperaba a su llegada, eran las 6:45, y ya estaba oscuro, si un suspiro y comencé a caminar derrotada por la acera, primera vez que me había lanzado al coqueteo y primera vez que me plantaban en una cita. Llegue a la parada de buses y en pocos minutos paso el que llevaba a mi casa, tome sin ganas, pensé que definitivamente había cometido un error, respire profundo y no me deje morir por eso…


(...)




Había pasado una semana de ver al profesor, pensándolo bien, ni siquiera sabía su nombre, lo que me hacía verme ridícula.

Corte todo lazo con Hank, cada que se sentaba junto a mí, cambiaba de lugar para mantenerlo lejos, se ha vuelto muy posesivo, el otro día, un chico se me acerco a preguntar sobre una tarea, y él se metió entre nosotros, me sentí tan incómoda, solo es el novio de mi hermana, no tiene ningún derecho a entrometerse en mi vida.

Anoche hablé con Hana, le dije inocentemente lo que sucedía, Hank ya no me interesaba, y se lo deje muy en claro, pero ella se molestó conmigo por qué dijo que intentaba quitárselo.

Todo el día he estado perdida, no he podido concentrarme por varias razones, una, la discusión con mi gemela, dos, no he podido librarme de este idiota que se cree no sé que de mí, y tres, hoy tengo clases de matemáticas con el guapo profesor, y el hecho de que me haya dejado plantada, me hace no querer estar en este salón.

Estaba pendiente de mi cuaderno cuando escuché el “buenas tardes”, solo moví mis ojos en aquella dirección, él dejó sus cosas en el escritorio y fijo sus ojos en mí, quite mi mirada de inmediato y seguí escribiendo lo que fuera.

La clase transcurrió normal, ponía atención y cuando él veía en mi dirección yo miraba mi cuaderno.

— Bien, necesito que me entreguen sus tareas, vayan dejándolas sobre el escritorio. —todos comenzaron a salir, me levanté con mis cosas y deje mi trabajo sobre los demás — Señorita Cho —me detuve— borre el pizarrón, por favor.

Me devolví y tomé el borrador eliminado todo rastro de tinta.

— Te debo una explicación —dijo bajo, ya no había nadie en el salón — Y es que… Escuché tu conversación con aquel chico —me detuve— No soy de esos profesores que salen con sus alumnas, jamás lo había hecho, tampoco de las que se acuesta con ellas por subir una calificación —deje el borrador en la orilla de la pizarra—

— eso es todo? —dije sin siquiera verle— está bien profesor, quien querría salir con una alumna que no sabe siquiera coquetear, y que cuando lo hace comete estupideces como chocar con la puerta, No es tan importante.

— El hecho es … Que yo si quiero salir contigo, tu forma de coquetear fue la más hermosa que jamás he visto, y desde ese día no he dejado de pensar en ti —volví a verlo asombrada, él, tenía fija la vista en sus manos jugando con el bolígrafo, semisentado en la orilla del mesón— incluso te seguí aquel día por qué ya era tarde y no quería que te pasará nada. —respiro profundo.

— Me siguió? —él asintió sin verme aún.

— es, muy pronto para decir que me gustas? —mi corazón enloqueció — digo, cuando viniste en febrero a confirmar tu matrícula, algo que pudiste hacer por internet, y en serio lo agradecí, ese día, fue el mejor para mí y el peor a la vez.

— Profesor…

— Jimin… —alzo la vista— Si me dices profesor una vez más juro que enloqueceré — asentí, camine a él y me pose a su lado.

— Durante mi tiempo en la escuela, viví enamorada de un chico, era el único que llamaba mi atención, desde 4.º grado —sonreímos— creí que jamás podría dejar de verlo con fuegos artificiales a su al rededor —él asintió — pero, apareció alguien que, me hizo ver más que fuegos artificiales a su al rededor, fue el primero en romper mi corazón, y el primero en hacer olvidar a ese chico inmaduro, el primero con el que coqueteo y el primero con quién definitivamente tendría un amorío.

— ese chico tiene suerte.

— ¿La tienes? — sonreí.

— La tengo… ¿La tengo? —levanto su vista a mi sorprendido, eche una risa nerviosa ante mi confesión— ¿En serio yo? —se levantó de su lugar y llevo sus manos a su cabeza—

— ¿Por qué es tan difícil de pensar?

— Pues, no lo sé, solo… —llevo su mano a su boca y movió su cabeza sin poder creer— Creo que no lo entendí… ¿Puedes repetirlo? — carcajeé, él puso su oído cerca de mí.

— Me gustas, Jimin — murmuré, él llevo su mano a su pecho y sobo.

— Tú también me gustas, princesa, en serio cuando te vi la primera vez, rogué para que no fueras mi alumna y abordarte, pero al notar tus clases, al verte en primera fila, no podía ni siquiera concentrarme en mis palabras.

— Entonces —me levanté de un impulso— aún sigue en pie lo de nuestra cita? —tomo aire llenando sus pulmones.

— Nara, ¿saldrías conmigo? —sonreí, asentí y confirmé

— Si quiero —él soltó el aire, es tan hermoso como tierno.

— Juro que te respetaré, pero, te besaría en este momento.

Nuestras manos se rozaron, simplemente, y con eso nos bastó.

Salimos juntos de la sala, de camino fuera del edificio, él fue en una dirección y yo en otra, pero con la promesa de juntarnos en la entrada.

Ahí estaba yo, esperándolo una vez más, caminaba de aquí para allá jugando con mis pies, hasta que una motocicleta deportiva color negra se estaciona frente a mí, él levantó la protección de acrílico y me dejó ver su rostro, tomo el casco en su frente y lo acomodo en mi cabeza, ajustando debajo de mi mentón, la sutileza era lo suyo.

Una vez lista, me enseñó a subir y sin miedo a nada lo envolví desde su cintura con mis brazos, acercándome tanto a él que mi cuerpo sentía su calor.

Tomo velocidad entre las calles y para mí fue la mejor adrenalina que había sentido jamás, abrí mis palmas en su pecho y pude sentir sus perfectos pectorales fortificados, volví a empuñar avergonzada y no las moví de ese lugar ni un centímetro, una vez más, sentía mi ropa interior húmeda sin siquiera el hacer un mayor esfuerzo.

Fuimos a un café un tanto lejos de la universidad, no queríamos que nadie nos viera, al bajar sentí mis piernas temblar, era como si volará, y no sabía si era producto de la adrenalina o de haber tocado por encima de la tela un maravilloso y épico cuerpo de ensueño.

— ¿Estás bien? —dijo quitándose el casco.

— Claro, ¿Por qué no lo estaría? —intentaba sacar el seguro de mi cuello y se me hacía imposible, él sonrió nervioso y se acercó, tomo con cuidado, relamió sus labios y trago.

— Podría adivinar que té emocionante un poco —mire a sus ojos, él miro a los míos, el seguro hizo clic y con sumo cuidado quitó el casco de mi cabeza— ¿Recuerdas que dije que te respetaría?

— Quiero que lo hagas —bajo su vista a mis labios, él, no solo me hizo coquetear por primera vez, sino también me había hecho olvidar al chico del que estuve enamorada por muchos años, y ahora también me daba valentía, tome de su camisa, y lo acerque a mí, juntando nuestros labios, solté en un perfecto sonido y lleve mi mano a mi boca— Perdón —dije aún cubriéndola— Juro no sé qué me pasa, es solo que…

Llevo sus manos a mi cuello y deslizó con delicadeza, se acercó lentamente, sus labios aprisionados a los míos, su lengua me acariciaba con delicadeza, mis labios comenzaron abrirse para recibirlo y apenas lo hice apego su cuerpo con el mío.

Mis manos subieron por el contorno de su cintura, hasta llegar a su cuello, en donde abrace aun besándolo con paciencia, él se apartó de mis labios, soltando el aire contenido y juntando nuestras frentes.

— Dios, —murmuro sobre mí —como se supone que sobreviva a ti desde ahora— subió su boca besando mi frente— eres la droga perfecta.

— Jimin —hizo sonidos con su garganta— debes cumplir con el récord —volvió a mirarme—

— ¿Qué récord?

— debes mantener el lugar número uno —frunció su ceño sin comprender—

¿— De qué hablas, preciosa?

— Tarea para la casa —subí mis hombros y caminé dentro de la cafetería, podía escuchar su risa, e imaginar su bello rostro iluminado, fue lo que más me gustó de él.

Luego de una cita, con pasteles y café, me llevo hasta la puerta de mi casa, el bajo conmigo, y me abrazo tiernamente, fue mi oportunidad para pegar mi rostro en su pecho y aspirar su aroma, fui muy notoria, lo sé, por qué el río nervioso ante lo que yo hacía, arreglo mi cabello y miro mis ojos.

— ¿Me dirás tú edad?

— ¿Cuál es la tuya?

— 28 —sonrió

— 19 — bajé mi mirada— aún soy menor.

— Mm!… Podría tener problemas legales. —Asentí— a no ser que hagamos las cosas bien.

— ¿Cómo?

— pues, si en unos días, seguimos emocionados como ahora, podríamos hacer una cita con tus padres. —lo vi con detención—
¿Me dejas?

— ¿Quieres entrar ahora? —apunte la puerta y él carcajeo escondiendo sus ojos, deslizó mi cabello calmando su risa—

— me gustas, princesa, mucho.

— Y tú a mí, mucho, mucho, mucho, mucho —rio divertido.

— ¿Tanto?

— Si no quieres, busco a alguien más —me jalo a él.

— No, quiero ser yo, y solo yo. —di un impulso y besé sus labios.

—debo entrar, ya es tarde.

— Ve — me soltó, hice un puchero, será que me estoy aferrando muy pronto a él?…

— no me pedirás ni mi número? — rezongué.

— Ya lo tengo, sé todo de ti, fecha de nacimiento, horóscopo, número y tu dirección, ya la sabía.

— y si lo sabías por qué preguntaste mi edad?

— quería saber si estabas dispuesta a que hablara con tus padres, por qué pretendo hacerlo.

—Jimin —nos enfocamos en nuestras miradas— es normal que mi corazón lata fuerte cuando te veo?, Cuando te pienso? O incluso en estos momentos que anhelo que ya estrés y hables con ellos para tener la libertad de verte? — volvió a reír nervioso,

— Calma, princesa —arreglo mi chaqueta y la cerro— Prometo que lo haré, pero primero debo arreglar un asunto.

— Bien, de todas maneras es muy pronto, no sabemos si seguiría así en un par de semanas.

— Espero que sí, en serio, espero que sigamos así, y aún más jodidamente enamorados —mi corazón se sobresaltó, este hombre ya comenzaba a provocar cosas más profundas en mi ser— ahora ve, no quiero que tengas problemas con tus padres.

Nos dimos un último beso, el último abrazo y sin nada de ánimos entre a casa, apenas lo hice, sentí el rugir de su moto, fue cuando la pena cayó como balde de agua fría sobre mi persona.


(...)


A la mañana siguiente yo misma me notaba extraña, no dejaba de pensar en aquel chico que me hacía sentir diferente, hasta el momento el primero en todo, de solo recordar su sonrisa encantadora, mi felicidad aparecía, y no me daba cuenta de cuando mis padres o Hana, me hablaban.

— Creo que sale con alguien.

— Ya era hora, solo espero que sea un buen chico.

— No digan tonteras, ella no sale con nadie, es mi princesa.

— Oppa… Sabes si se está viendo con alguien de la universidad?.

Fue cuando sentí un codazo entre mis costillas y me hizo despertar de la hipnosis que Jimin provocaba en mí, mire a mi lado, Hank me veía molesto y mi familia expectante.

— ¿Qué?

— Ellos quieren saber si sales con alguien de la universidad. —mire a quienes llevan mi sangre, trague pesado y en mi mano vibro mi teléfono, mire a la pantalla, un número desconocido me decía que esperaría por mí a la vuelta de mi casa, escuché un rugir fuera en la calle y a la emoción floreció en mi ser.

— Sí, estoy conociendo alguien, y si esto sigue se los presentaré — me levanté de la silla y tome mi bolsa.

— Vámonos juntos —dijo Hank y yo ya salía corriendo por la puerta— Nara!! —grito y yo ya estaba acomodando mi casco y subiendo con rapidez detrás de mi chico.

Apenas lo abrace él acelero debido a mi indicación, en un semáforo en rojo, el giro como pudo y abrochó el seguro de mi cuello con cuidado, me encanta que cuide de mi seguridad, miro mis piernas y cabeceo de costado, sonreí detrás de la protección de acrílico y tomo posición de nuevo para conducir.

Tomo otro camino, no íbamos a la universidad, no quise preguntar nada, sentía que él podía disponer de mi tiempo cuanto quisiera, y por primera vez, no me importaba perder una o dos clases.

Se detuvo fuera de una enorme casa, una elegante, moderna, llena de vidrios, tipos espejos que no dejaban ver su interior, baje y mire el sector, se notaba que las personas que vivían ahí, eran de buen capital monetario.

Una de las puertas comenzó a elevarse, dejando ver dos autos de año, estacionados, él quitó mi casco y entro la motocicleta.

— ¿Vives aquí?

— Sí, es mi casa. —lo seguí hasta dentro— cambiaremos de transporte.

— Me gusta la moto.

— Me lo imaginé, pero —se acercó a mí— no dejaría que nadie vea de más —se acercó más— Yo aún no lo hago —trague pesado, creo que debería comenzar a traer ropa interior para cambiarme de vez en cuando.

— No es algo que te niegue —lleve mi mano a mis labios, una vez más mis pensamientos salieron sin previo aviso por mi boca, sentía mis mejillas arder por como él me miró.

Quitó mi mano con lentitud, la oscuridad se hacía presente producto del cierre de la enorme puerta del estacionamiento, sus labios aprisionaron a los míos, deje caer mi bolsa con lentitud y lleve mis manos a su pecho, con mis ojos cerrados podía imaginar su perfecto cuerpo que tocaba, él dio un par de pasos hacía, supongo uno de los autos en donde me acorralo, mi pierna automáticamente subió a su cadera y el tomo de mi rodilla.

Su mano se deslizaba por mi muslo con delicadeza, me dejé caer al capo y él me siguió, pujo solo un poco y sentí la dureza de su entrepierna. Gemí soltando sus labios, mis ojos se abrieron, notando su sensualidad, apoyado con un brazo, sus dedos acariciaron mi intimidad gentilmente sobre la tela de mi ropa interior, lo que en serio me hizo temblar.

— ¿Quieres esto? —asentí lento— También yo —acaricio con su nariz la mía — Quiero llevar el récord —sonreí— Comienzo a quererte, Princesa, jure que te respetaría, me lo dejas difícil.

— quiero que me faltes el respeto —miro mis ojos, sentí como se tensaba, apretó de mi piel debajo de mi muslo— Comienzo a quererte, Jimin. — se lanzó a mi boca de nuevo, desesperado.

Su brazo viajó a mi cintura, la que apretó a él, y de un impulso tomo mi cuerpo, camino no sé por donde, yo solo disfrutaba de esas sensaciones que mi cuerpo liberaba, de lo exquisito que me estaba haciendo sentir, de la atención que me daba en ese momento.

Sentí en mi espalda algo cómodo, imaginé una cama y confirmé cuando se apartó de mí y levantó su cuerpo desabrochando su camisa.

Respire profundo, mis piernas temblaron al verlo semidesnudo, mis nervios se apoderaban de mí, pero en ningún momento pensé en huir, quería estar ahí, quería sentirlo, quería que me hiciera mujer, pero me aterraba estropear el momento con mi inexperiencia.

Se dejó caer una vez más, sosteniendo su cuerpo sobre su brazo, los que se apretaron y formaron sus músculos, su otra mano volvió a tomar el camino anteriormente de mi muslo, me deje querer, no me movía.

— ¿Quieres que me detenga?

— Quiero que sigas, es solo que... No sé cómo actuar. —Sonrió tiernamente.

— No hagas nada, yo me encargo —me beso delicadamente mientras desabrochaba mi blusa, botón por botón, luego siguió con el cierre de mi falta, lo deslizó tan lento que sentía que moría, podía escuchar el sonido de los dientes plásticos separarse uno por uno, algo realmente tortuoso.

Volvió a levantar su cuerpo y quitó mi ropa, de la cintura para abajo, beso mi abdomen, y subió lentamente hasta mi boca, donde beso corto y casto.

— Ya vengo, solo será un minuto —asentí, se levantó, y camino a un cuarto, al encender la luz pude notar que era el baño, me quite la ropa que me quedaba y abrí la cama metiéndome bajo las cobijas.

Cuando él volvía yo solo asomaba mis ojos, él sonrió con ternura ante mi acto infantil, pude ver con claridad su pantalón abierto y de su bóxer se asomaba un glande brilloso y rojizo, se me hizo agua la boca.

Término de desnudarse, mi vista no se apartaba de su enorme y jugoso miembro que rebotaba con cada movimiento, en sus manos un envase de condón color negro, el que abrió y deslizó perfectamente, abrió la cama y se recostó junto a mí.

— No me molestará perder un condón, Princesa, te lo vuelvo a preguntar…

— Si quiero, por favor —miro con detención mis ojos, esta vez, lo bese yo.

Mis manos recorrieron todo su frente y simplemente me dejé llevar, mis uñas se enterraron ligeramente en su abdomen, mi pierna volvió a subir a su cadera, la que él tomó con más firmeza, un simple movimiento y ya estaba acomodado en mi entrada, apegue su frente con la mía, asentí lento e hizo lo suyo.

Con el cuidado más único que jamás había recibido hacia mi persona, entro con total lentitud, tanto así, que en ningún momento sentí molestia, ardor o dolor, todo lo contrario, había un calor en mi interior que me llenaba y ayudaba a querer más. Sonreí al saber y decidir que quería pasar el resto de mi vida con ese chico, es el primero en todo, y quería que fuera el último.

Un impulso que no controle me hizo subir a él, senté sobre su cadera haciendo que entrar completamente en mí, Jimin se sentó en la cama, tomando mis caderas, me ayudo con el movimiento lento, era tan placentero que desesperaba, me volvía adicta y de a poco apresure la fricción.

— Princesa, lento, quiero que sea perfecto.

— Ya es perfecto —moví duro y él gimió desesperado, querías más de esos sonidos y seguí con el ritmo.

— Nara, por dios… —tomo mis caderas e hizo caer a la cama, su respiración estaba agitada, miraba cada detalle de mi rostro, relamió sus labios y pujo fuerte en mí, dejándome sin aliento y una sensación de querer más, saco lento y volvió a entrar con fuerza y brutalidad.

— Así —rogué.

— ¿Así? —pujo restregando dentro de mí, mi gemido producto de la sensación, le dio el aviso que estaba en el mejor punto de mi cuerpo, y así siguió hasta cumplir su cometido.

Mis piernas apretaron su cintura, mi cuerpo se tensaba, mis gemidos incontrolables y una corriente que recorría cada parte de mi cuerpo me dejaba la mejor sensación de satisfacción, esto, esto sí era un orgasmo. No tenía con que compararlo, pero, dios, si me dejó en estas circunstancias, sin poder moverme siquiera y con mi respiración entre cortada, para mí, era el mejor orgasmo.

Jimin salió con lentitud de mi interior, podría jurar que mientras él salía mi vagina seguía vibrando a su movimiento y por ende, los sonidos no los pude callar.

Fue hasta el baño, por el rabillo noté como quitó el condón lleno de su líquido y uno que otro rastro de sangre. Fue ahí cuando note que pude haber manchado las sábanas blancas en las que estábamos, me llene de vergüenza. Él volvía a mí y le di la espalda.

— Debemos ir a la universidad.

— Sí, ... Que tal si… Te duchas mientras yo… —me apretó a él—

— Vamos juntos —beso mi mejilla— si te preocupa la ropa de cama, puedo cambiarla luego.

— Lo siento.

— ¿Por qué? — dijo sonriente— es un hermoso recuerdo, te hice mía, tengo el récord completo… Y quiero mantenerlo siempre… Ahora vamos a la ducha señorita — me levanto como princesa y llevo a la ducha, donde con mucho cuidado, limpio mi cuerpo y luego el suyo.





(...)







Llevamos cerca de dos meses saliendo, cada mañana me va a buscar a casa, en auto o moto, y luego por las tardes, luego de tener bellas citas o una tarde llena de sexo, me va a dejar a casa.

Hace unos días, en una de las despedidas en la puerta de mi casa, dijo “Te quiero” lo que hizo explotar mi corazón, me sentí completa, mi felicidad rebalsaba de mí, podría jurar no que no había persona más suertuda en este mundo.

Hoy, en este momento, estamos en su auto, él acaba de estacionar, tomo mi mano y la llevo a su boca, besando con delicadeza.

— El sábado, hazle una invitación a tus padres —sonrió viéndome— llévalos al restaurante de hoy… Hablaré con ellos —sonreí feliz— Ya no soporto verte a escondidas.

— Lo haré… ¿A qué hora? —se apoyó en el respaldo, antes de que me dijera la hora tocaron su ventana, ambos miramos, el bajo el vidrio y Papá se asomó mirando nuestras manos.

—Entren —volvió a levantarse y entro a casa.

— O podríamos hacerlo hoy —abrió la puerta y bajo decidido

— Jimin… No! —lo detuve en la entrada— ¿Y si no están de acuerdo? ¿Y si te alejan de mí?

— Esperemos que eso no pase… Pero debo hablar con ellos, deben saber las intenciones formales que quiero con su hija. —Asentí lento, tome con fuerza su mano y respire profundo.

Apenas entramos mis padres estaban sentados en el sofá, mi hermana y Hank, apenas ellos se vieron sentí las chispas de sus miradas.










Flashback

Salía del salón cuando una mano me tomo con fuerza del hombro haciéndome girar, era Hank, podía notar en sus ojos molestia.

— ¿Sales con él?

— eso no te importa.

— Claro que me importa… Como no entiendes que eres tú la que me gusta y no tu hermana!!…

— Eres un idiota, ella te ama, y yo no siento nada por ti —tomo mi rostro obligando a besarlo, mis libros cayeron de mis brazos intentando separarme de su asquiento sabor, creí que lo había conseguido, pero en realidad fue Jimin, quien lo apartó de mí.

Hank le propinó un golpe en su rostro, y gritó a los cuatro vientos que nosotros teníamos un amorío, los profesores presentes se quedaron viendo, asombrados, juzgándonos.

Él se agachó a recoger mis cosas, me miró tiernamente y susurro.

— Tranquila, de todas maneras ya presente mi renuncia —sonrió

— ¿Por qué?

— Porque más va a ser, Princesa… Me enamoré de ti y quiero estar libre y sin culpa — guiño su ojo y me tomo de la mano, juntos salimos de ahí.

Fin flashback










—Siéntense —dijo con voz ronca mi padre—

— Papá… — Jimin apretó mi mano y volví a verlo.

— Mi nombre es Park Jimin, tengo 28 años, buena economía, excelente de hecho, mi padre me enseñó a ser trabajador y ahorrar y mi madre a respetar a las mujeres y jamás faltarles el respeto —miro a Hank.

— ¿Cómo se conocieron? —pregunto mamá con una voz dulce.

— ella era mi alumna, hasta hace unas semanas.

— ¿Era?

— Sí, yo… Renuncie hace un tiempo, quería salir con libertad junto a su hija.

— Le arruinaste la vida!! —grito papá molesto— Dime niño, te harás cargo de ello?

— ¿De qué hablan? —pregunte nerviosa.

— Encontré esto —mamá deslizo por la mesita pequeña frente a nosotros un test de embarazo, mire inmediatamente a Jimin— en el baño que comparten con Hana.

— Mamá… — Jimin volvió a presionar mi mano.

— Lo haré, me haré cargo de ella y del bebé.

— No!… —exclame— eso no es mío, yo no me he hecho ningún test —las miradas se fueron a mi hermana.

— A mí no me vean, tampoco es mío.

— ¿Entonces de quién? — papá ya perdía el control—

— Señor —dijo Jimin por toda tranquilidad— tenga por seguro, que si Nara está embarazada, cuidaré de ella, de nuestro hijo, como le dije, mi economía es excelente, nada les faltará a ninguno.

— y que pasará con sus estudios? —Park trago pesado.

— ella puede seguir estudiando, cuando el bebé llegue la ayudaré con ello, ¿Quieren que viva conmigo?, Mi casa está disponible, ¿Que nos casemos?, Lo haremos… Amo a su hija con todo mi corazón y soy capaz de cuidar de ella, y defenderla de quien sea.

— Bien… Háganlo, porque yo no la mantendré, no cuidaré de ella más

— Papá?!…

— Ve por tus cosas, Nara… Ya no vives en esta casa —mire a mamá, ella simplemente bajo su vista, mire a Hana, ella quitó su vista de mí— Creí que eras mejor —prosiguió papá— siempre creí que Hana sería la que me daría problemas y no tú — mis ojos se nublaron de lágrimas— eras mi orgullo, eras mi niña ¡Por dios! Y me pagas de esta forma! — me levanté molesta del sofá, fui directo a mi cuarto y tomé mis libros, lágrimas salían de mis ojos de rabia.

Jimin llegó luego de unos minutos, él tomó mi rostro y me hizo verlo, sonrió tan tierno que me dio la paz que necesitaba.

— Buscaré un trabajo, Jiminssi, te ayudaré con los gastos.  —rio despreocupado.

— Vamos, luego pensamos en eso —beso mi frente y abrazo— por lo menos ya no debemos ocultarnos, no nos separaron, amor… Nos juntaron aún más.

— Pero, yo no estoy embarazada.

— Lo sé, bebé, nos hemos cuidado, pero ellos no nos creen, y es mejor sacarte de este lugar a que sigan insultándote, eso jamás lo permitiré, por muy padres tuyos que sean — asentí, limpio mi rostro, es tan comprensible que a veces siento que no lo merezco.

Él tomó mi maleta, yo mi bolso y algunos libros, y fuimos directo a la entrada, Jimin reverencio ante ellos que aún estaban en la misma posición, les di el último vistazo a mis padres, la relación con mi hermana ya estaba rota desde hace un tiempo, pero mis padres, eso me dolía, respire profundo y con la frente en alto salí de la que fue mi casa.

Esa noche lloré, dormí en los brazos de Park y así dormí, él me consoló en todo momento, tenía su apoyo y era lo único que me comenzó a importar desde ese momento.





(...)





—Buenos días, Princesa, —sonreí— anoche, dijiste que querías trabajar —abrí mis ojos viéndolo— Trabaja para mí —reí.

— ¿Cómo?

— Te mostraré, pero primero, el desayuno está listo, a lavarse flojita, te espero en la mesa —dio un impulso y camino a la puerta, aún no asimilaba lo de la noche anterior, fui al baño y pronto a la mesa con Jimin.

Comimos a gusto, él me distrajo, el tema de mis padres no fue tocado, luego fuimos por una ducha y nos vestimos.

Hoy es sábado, por lo que no hay clases. Estamos en el carro, con un destino desconocido para mí, Jimin sonríe cada tanto al mirarme nerviosa.

— ¿Conoces el café Magnate?

— Claro que lo conozco, sus temáticas son las mejores, hacen concursos cada fin de mes, jamás he ganado, son muchos los que participan.

— Tenemos sucursales en diferentes puntos de país.

— ¿Tenemos? —lo vi sorprendida— ¿Encontraste trabajo en la empresa? —carcajeo

— Algo así —estaciono en un edificio en remodelación — este es nuestra próxima sucursal, y quiero que te hagas cargo de ella.

— Espera… ¿Qué? …

— eres buena con las matemáticas, estudias administración por algo, te va bien el orden, y buscaba quién se hiciera cargo de este, pero no sabía quién.

— Jimin…

— Soy el dueño de Magnate —volví a verlo sorprendida— mis padres tenían uno, y cuando comencé a trabajar junte dinero y les ofrecí las sucursales —me abrazo de la espalda— te dije que tenía buena economía. —beso, mi mejilla— Vamos, nos están esperando. —tomo de mi mano y jalo a dentro.

Los trabajadores reverenciaban a él, él, les correspondía con cordialidad y una sonrisa maravillosa, no solo me enamoré de un hombre sexy y apuesto, sino también amable y excelente persona.

Sus padres estaban ahí, me recibieron perfectamente, Jimin dijo que era su novia, y ellos felicitaron aún más. Me sentí muy a gusto ahí entre ellos. Tanto, que olvidé lo de mis padres, fue como si ellos llegaban a suplantarlos, cambiaron mi pena en felicidad y me hicieron sentir mucho, mucho mejor.


Por las mañanas iba a la universidad, estudiaba arduamente, sacaba mis mejores calificaciones, me esforcé mucho, y por las tardes iba al café Magnate a trabajar a la par de Jimin, los dos nos hacíamos cargo de ese, pasábamos de reuniones a ventas, promociones, todo, lo hacíamos juntos.

Como prometió, y apenas cumplí mis 21, hablamos de matrimonio, me emocionaba de pensar en un futuro con él.

Corte todo lazo con mi familia, resultó que, Hank había dejado el test de embarazo en el baño, esperando que mis padres me prohibiera ver a Jimin.

Mamá llegó un día luego de clases y me explico todo, dijo que una tarde llegaron y escucharon a Hank decirle todo a mi hermana, que jamás estuvo enamorado de ella y si de mí, me pidió perdón, y lo hice, la perdone, pero, preferí cortar relaciones, porque no confiaron en mí cuando se los explique.

Y bueno, luego de que Hana termino con ese imbécil, resultó que ella sí estaba embarazada y le tocó a papá cuidar de ella y su hijo.

A Jimin le llegó una citación al servicio militar, debía cumplirlo en ese momento, nos destruyó los ánimos, pero, yo lo esperaría, y cuando volviera cumpliríamos nuestro compromiso de matrimonio.










(...)








Esta es mi última prueba para recibir el dichoso título universitario, termine hace un momento de contestar todo, pero reviso cada respuesta para estar 100% segura de todo, cansada y estresada, troné mi cuello y levante mi vista a la ventana.

Debajo de un árbol había un chico que sonreía apenas cruce miradas con él, no le tome en cuenta, y baje mi vista a la hoja, mi mente proceso su vestuario, volví a alzar mi vista, pestañee unas cuantas veces, dio pasos al edificio y gracias al sol pude notar su hermoso y perfecto rostro, tome la hoja y mi bolsa, tan rápido que ni yo me reconocía, deje la hoja en el escritorio y corrí por los pasillos, apenas salí él me esperaba con los brazos abiertos, salte a su cuerpo y enrede mis piernas en su cintura, el giro unas cuantas veces y besé su rostro en diferentes partes.

— ¿Estás feliz de verme? — lloré.

— Te extrañe —pegue nuestros labios.

— No más que yo a ti. — baje de su cuerpo, dio unos pasos atrás— tengo algo para ti — se apoyó en una de sus rodillas y abrió una cajita— Cásate…

— Sí!! —exclame emocionada— Si quiero —estire mi mano y puso el anillo en mi dedo, se acercó a mí y como la primera vez que me besó, repitió ahora.

Llevo ambas manos a mi cuello y acercó lento, sus labios aprisionaron los míos y con su lengua acarició delicadamente, mis manos fueron a su cuello, abrazo de mi espalda baja y tomo en sus brazos dando un último giró en su eje, apenas toque tierra soltó el beso con el aire contenido, pegó nuestras frentes y suspiro.

—Me hacía falta mi droga.

— aún tienes el récord —sonreímos y a la vista de todos salimos de ese lugar.
















༻ʄıŋ༺

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