Jungkook se retiró los pantalones junto con sus boxers y se colocó el condón. Puedo decir que jamás en mi vida ví semejante miembro, por un instante sentí miedo al solo pensar cómo ese tamaño entraría dentro mío.

Se acercó a mis labios, me besó con suavidad y dulzura demostrándome que me quería para algo más que solo "placer". Mis manos paseaban por su espalda, era un deleite tocar aquella piel tan suave, tan sedosa.

Mi respiración se fue acelerando al sentir como lentamente su miembro se iba enfundando dentro mío, era una sensación muchísimo mejor que la de tener sus dedos en mi interior. Lo hacía tan lento, con mucho cuidado, que parecía tener miedo tal vez a lastimarme y lo he notado desde que empezamos con esto. No me molesta para nada, más bien se me hace muy tierno el hecho de que me cuide tanto.

Una ves que estuvo completamente dentro, se quedó quieto, sin hacer nada, tomé sus mejillas y le sonreí dandole un pequeño beso, para hacerle saber que estaba lista, que podía empezar cuando quisiera.

Comenzó con movimientos lentos, pero muy placenteros. Rodeé con mis piernas su cintura y clavé mis uñas en su espalda. Él gruñía y balbuceaba en mi cuello, cosa que no podía oír con claridad porque estaba totalmente cegada por sus movimientos.

— Jungkook, hazlo más rápido —le supliqué bajando mis manos a sus caderas para ayudarlo a moverse con más velocidad.

— No quiero hacerte daño —juntó nuestras frentes, en sus ojos podía notar la duda.

— Yo confío en ti, sé que no vas a lastimarme.

— Bien, pero si voy muy rápido y te duele, me lo dices —asentí con una sonrisa.

Incrementó la velocidad de sus embestidas, ahora no solo iba más rápido, sino que también más profundo. Mordí su hombro y marqué su espalda con mis uñas.

— ¡Dios, sí, sí!

Mis pechos rebotaban al compás de sus estocadas, nuestros cuerpos se sentía como si estuvieran prendidos fuego y la habitación era como el mismísimo infierno quemándose. La cama rechinaba cada vez más fuerte, nuestros gemidos, al igual que nuestras respiraciones eran un desastre. Se sentía como un viaje sin retorno al cielo.

Percibí un cosquilleo en la punta de los dedos de mis pies, el cual fue subiendo por mis piernas, hasta mi intimidad, mis piernas comenzaron a temblar. Solté mis últimos gemidos y llegué a mi glorioso orgasmo diciendo su nombre. Él siguió moviéndose hasta encontrar su punto y llenó por completo el condón, se quedó encima mío por unos minutos para poder recuperarse.

— Joder, eso fue lo mejor —manifestó agitado. Salió de mí y se quitó el condón tirándolo en un bote de basura que estaba al lado de mi cama.— Me encantas de una forma inexplicable, eres un jodida diosa, TN —expresó besando mis labios y provocando un sonido húmedo al final.

— Y tú me encantas a mí —sonreí acariciando su cabello sudado, el cual lo hacía ver jodidamente excitante, al igual que su cuerpo completamente sudado.

— ¿Cómo fue tu primera vez? —preguntó de la nada.

— ¿Por qué quieres saberlo?

— Curiosidad.

— Fue con mi primer y único novio. Estuvo....pasable —contesté haciendo una mueca de desagrado, con eso ya le decía todo.

— ¿No la tenía grande? —bromeó y negué riendo.

— No, nada de eso. Aunque, recordando la de él y comparándola  con la tuya, déjame decirte que la suya te tendría miedo —él comenzó a reír de forma muy escandalosa.— Pero no me refiero al tamaño ni nada de eso, sino que no fue para nada cuidadoso. De hecho recuerdo que me presionaba demasiado con nuestra primera vez, me prometió cuidarme, pero hizo todo lo contrario.

— Idiota —escupió con asco.— ¿No habían opciones mejores?

— Jungkook, tenía dieciséis años, era una adolescente tonta.

— ¿Y por qué terminaron?

— Pues la verdad no terminamos, más bien nunca dimos por finalizada la relación. Él se fue a otro país debido al trabajo de su padre, me prometió volver, pero nunca lo hizo —me encogí de hombros.

— ¿Lo amabas? —indagó curioso.

— ¿Acaso esto es un interrogatorio?  —fruncí el ceño con una sonrisa.

— Ya te dije que es todo por curiosidad.

— La curiosidad mató al gato —toqué la punta de su nariz con mi dedo índice. Me levanté de la cama y me coloqué mi ropa interior junto a su camiseta.

— ¿Qué haces?

— Dejarte con la duda. —le guiñé.

Bajé las escaleras y fui a la cocina. Tenía mucha, pero mucha hambre, sin exagerar. Busqué qué me podía hacer, no tenía muchas ganas de cocinar, así que saqué la lasaña que quedó de anoche y la metí al microondas para recalentarla. Tomé un vaso y lo llené de agua, sentía la garganta muy seca, todo por culpa de Jungkook, que hablando del rey de Roma, se posicionó detrás mío abrazando mi cintura y escondiendo su cara en mi cuello.

— Me encanta verte con mi ropa —me di la vuelta y rodeé su cuello con mis brazos.— Pero me debes una respuesta.

— ¿Por qué te interesa saber si lo amé?

— Ya te dije que es solo por curiosidad.

— ¿Es eso o tienes celos? —sonreí dándole un beso de esquimal.

— ¿Celos? —arqueó una ceja.— ¿De que?

— De que lo haya amado...o... —lo dejé en suspenso.

— ¿O? ¿O que?

— O que todavía lo siga queriendo.

Para nada amo todavía a mi ex, pero solo quería ver su reacción.

— ¿Cómo que lo amas todavía? —quitó mis brazos de su cuello e hizo chocar la lengua contra su mejilla. Eso significaba que sí estaba celoso.— Te hice una pregunta.

— Eres tan lindo cuando te pones celoso —pellizqué sus mejillas. Solo que a él no le gustó para nada, lo único que conseguí fue que sus ojos se oscurecieran más.— Jungkook, no, no lo amo, solo te estaba jugando una broma.

— Pues no me gustan ese tipo de bromitas estupidas —reprochó con molestia.— No quiero que vuelvas a hablar de tu ex nunca más.

¿Me acaba de dar una orden? Vaya dualidad la de este chico, pasó de ser el más tierno de este mundo al más odioso.

— Pero si tú fuiste el que empezó con las preguntas respecto a él —reclamé cruzada de brazos.— En serio que no te entiendo, Jeon.

El timbre del microondas sonó, agarré una manopla para sacar la lasaña y no quemarme. Ignoré a Jungkook por completo y solo me servi una porción para mí. Tomé mi plato y fui a sentarme, no tenía para nada ganas de soportar su bipolaridad.

— Amor —murmuró detrás mío.

¿¡Amor!?

¡Te llamo amor!

¿¡Cómo se respira!?

— ¿Q-Qué quieres?—pregunté nerviosa y al mismo tiempo sorprendida.

— Perdóname, soy un maldito celoso y todo fue mi culpa —volteé para verlo, se veía como un cachorrito triste.

— Está bien, pero no vuelvas a comportarte de esa forma.

Como si fuese un niño alegre se acercó a mí y me llenó de besos. Ven a lo que me refiero con que tiene una dualidad muy difícil, no solo de tratar sino que también de comprender.

— ¿Por qué me llamaste amor?

— Porque eso eres —sonrió arrugando su nariz.— Bueno, aunque todavía no aceptaste ser mi novia.

— Tal vez porque no he oído que me lo pidieras.

— Pues... —dejó un pequeño beso en mis labios y se arrodilló. ¿Me va a pedir que sea su novia o matrimonio?

No importa, tú solo di que SÍ a todo.

— Shin TN, ¿quieres ser mi novia? —sacó un anillo del bolsillo de su pantalón, era un anillo suyo, negro, que siempre llevaba puesto y que tenía "JK" grabado arriba.

— ¡Claro que quiero! ¡Sí, sí sí y mil veces sí! —exclamé eufórica.

Él me colocó el anillo y se reincorporó del suelo, tomó mis piernas y me hizo enredarlas alrededor de su cintura. Besé repetidas veces sus labios sin parar de sonreír, este día no podía ser mejor.

Por fin estoy con el chico que quiero, con uno que me valora por lo que soy y no me pide cambiar. Jungkook era eso que tanto buscaba y que nunca pude lograr encontrar, hasta el día de hoy.

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—Eternitely