𝚞𝚗𝚘
Era un viernes caluroso a principios de agosto. El año escolar había finalizado la semana anterior por lo que toda la calle estaba llena de personas, desde niños que se la pasaban corriendo de un lado a otro hasta adultos que se sentaban a hablar con sus vecinos en las puertas de sus casas. Eran las cinco de la tarde, por lo que el sol ya estaba ocultándose para dar paso a una de las noches más calurosas del año.
Cuando Jennie salió de su casa en compañía de Lisa, se dió cuenta de que sus amigas ya estaban esperándolas para ir a juntas a la cancha del Galeron, dónde jugarían un partido de fútbol para olvidar el estrés acumulado de la semana.
Entre risas y cuentos, las seis llegaron a la cancha y comenzaron a prepararse, notando que también ya había llegado el otro grupo de chicas con el que solían jugar. Jennie las conocía, era con quiénes acostumbraba a amanecer tomando Callejonero desde que cada una de sus amigas había conseguido novia. Se acercó a la mayor del otro grupo, dándole una palmada en la espalda a forma de saludo.
—Epa, Yeye, ¿todo fino? – saludó a la chica mayor del otro grupo.
—Que lo qué, menor. – respondió Yeji, sonriendo. — Bien, bien, todo fino, aunque por ahí me llegó un cuento tuyo todo raro.
—Uy, habla bien, ¿que fue?
—Andan diciendo que te vacilaste a la hija de la señora Yoona y que su hermano no te quiere ver ni en pintura porque te va es a joder. – contó Yeji, alejándose de su propio grupo para hablar más en privado con la mayoe. — Yo no sé que fue lo que tú le hiciste a esa pelaita, Jennie, pero dónde te vean mal parada te van es a caer a coñazo limpio.
Jennie frunció el ceño por algunos segundos, recordando como hace unos dos meses atrás había comenzado a salir con Chaewon y tan solo hace una semana había terminado con ella, y tampoco es como que hubiera sido tan mala con ella, ¿entonces por qué el hermano le quería pegar?
—Yo a esa carajita no le hice nada que ella no quisiera. – fue lo único que dijo Jennie, encogiéndose de hombros de forma despreocupada. — De todas maneras, gracias Yeye por decirme, voy a estar más pendiente.
—No, vieja, normal. – Yeji le dió una palmada en el hombro antes de regresar a su grupo.
Jennie se encogió de hombros de nuevo y se acercó hasta su mejor amiga, contándole lo que Yeji le había dicho. Lisa la miró seriamente durante unos segundos hasta que soltó un suspiro y negó con la cabeza. Jennie frunció el ceño.
—Es que tú también, Jen. – fue lo único que dijo Lisa que bastó para llamar la atención de todo el grupo.
—¿Qué hice?
—¿Cómo te vas a poner a calentarle la oreja a Chaewon nada más pa vacilarte un ratico y después botarla? No jodas. – Jennie frunció el ceño y se sentó en la banca, colocándose los zapatos viejos con los que solía jugar fútbol.
—¿A quién? – preguntó Seulgi, atenta a la conversación de las otras dos.
—A Chaewon, la hermana de Félix. – dijo Lisa, mirando a Jennie. — De todas las carajitas que hay en El Chama vienes tú a meterte precisamente con esa.
—Ok, mira, yo en ningún momento le dije a Chaewon que se pusiera a estarme parando bolas. – fue el argumento que uso para defenderse. — Ella tan toche también, sabiendo como soy y todo lo que le han dicho y se pone a hacerme caso.
—Pero es que a ver. – dijo Mina está vez. — A comparación tuya, Chaewon todavía es una niña.
Está vez Jennie se quedó en silencio, recordando la vez que la carajita le había caído de sorpresa a su casa, vestida con el uniforme.
FLASHBACK
—¿No se supone que tú tienes que estar en clase? – fue lo único que preguntó Jennie después de jalar a Chaewon hacia el interior de su casa antes de que algún vecino la viera. La chica de cabello corto hizo un pequeño puchero y se dedicó a mirar a la mayor con timidez.
—Pensé que te gustaría verme...
Jennie suspiró, cerrando los ojos por algunos segundos para tratar de reunir paciencia para no decir nada que pudiera arruinarle los avances que ya había conseguido con esa chica. Se acercó a la menor y la tomó por la cintura, atrayendola hacia sí en un abrazo.
—No digo que no me gusta verte, pero es que tú vienes así con el uniforme a esta hora cuando se supone que deberías estar en clase. – le dió un pequeño beso. — ¿Y si alguien te vio y le dice a tu mamá? Tú sabes que esto es un nido de sapos y brujas. – dijo, refiriéndose a la comunidad donde vivían.
—No, me aseguré de que nadie me viera. – le respondió Chaewon, apegándose más al cuerpo de la mayor. — Quería estar contigo.
Jennie asintió, quitándole la mochila del liceo y colocándola en el mueble. Le tomó la mano y la guío con ella a su habitación, haciéndola sentarse en la cama para luego ella ir hasta la cocina y rellenarle un pan para que comiera.
Ella no era tonta, ella sabía porqué Chaewon estaba allí. La noche anterior habían tenido una conversación subida de tono y sabía que aunque Chaewon era menor que ella, había quedado con ganas de más y pues bueno, quién era ella para negarse.
—¿Quieres que veamos una peli? – dijo después de que su novia se hubiera terminado de comer el pan. La niña asintió y se quitó los zapatos para acostarse en la cama. Jennie sonrió y le dió un pequeño beso antes de acostarse en la cama y tomar el control remoto de la televisión. — ¿Disney?
—Sí, amor.
Jennie quiso reírse al escuchar el apodo pero se mordió la lengua con dureza para evitar hacerlo. Chaewon se acostó con ella a su lado y colocó la película que quería ver.
El tiempo comenzó a pasar y Jennie estaba a nada de quedarse dormida, pensando que tal vez se había equivocado. La Princesa y El Sapo (la película que Chaewon había escogido) estaba a punto de terminar y no habían pasado más que unos besos que eran cortados por la menor antes de subir de tono. Jennie estaba comenzando a frustrarse.
—¿Jen? – la menor susurró, evitando una vez más que Jennie se durmiera. La mayor carraspeó y bajó la mirada, notando que Chaewon ya la estaba mirando.
—¿Qué fue?
—¿Me amas? – ella quisiera decir que la pregunta la tomó por sorpresa, pero no, definitivamente no, así que mintió de la forma más descarada posible.
—Demasiado. – dijo, tomando el impulso necesario para que su cuerpo quedara sobre el de Chaewon. Empezó a repartirle pequeños besos por el rostro y cuello, aprovechando para hacerle cosquillas. — ¿Tú me amas?
—Muchísimo. – Jennie sonrió victoriosa.
FIN FLASHBACK
—Bueno, pero yo no la obligue a hacer nada que no quería, además de que fui su evento católico.
—Canonico. – corrigió Momo.
—Bueno eso. – se volvió a encoger de hombros. Miró a su mejor amiga, quien había comenzado a buscar quien sabe que cosa alrededor de la banca donde estaban sentadas. — ¿Y tú qué? Pareces perro con gusano.
—Mamate un webo. – le sacó el dedo medio. — Se me olvidó traer los zapatos.
Las otras cinco chicas se dieron una palmada en el rostro.
—Es que tú le metes al bruto pero de frente, pana. – dijo Seulgi, levantándose para estirar. — Juega con esos que tienes puestos pe.
—Si, pajua, cómo tú me vas a dar los cincuenta dólares pa comprarme otros. – contestó, sacando su teléfono del bolsillo de su pantalón. — Voy a escribirle a mi hermana, esperen.
—No quiere la carajita el coño está. – dijo, mirando a su mejor amiga. Jennie frunció el ceño.
Lisa y Rosé eran el tipo de hermanas que se amaban y se cuidaban entre ellas, bueno, más que todo Lisa cuidaba de ChaeYoung. Si necesitaban de la otra, ahí estarían, pero eran incapaces de hacerle un favor a la otra.
—Dile que le compraré un helado. – Jennie se encogió de hombros, haciéndole una seña a Yeji para que esperara un poco más.
—Te quiero lejos de mi hermana, Kim. – advirtió Lisa.
Jennie rió y le dió una palmada a Lisa en el hombro.
—Dile que se ponga pilas entonces.
El lepe que Lisa le metió en la cabeza no lo vio venir, lo que provocó la risa del grupo.
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𝙲𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚢𝚘 𝚍𝚒𝚓𝚎 𝚚𝚞𝚎 𝙹𝚎𝚗𝚗𝚒𝚎 𝚎𝚛𝚊 𝚕𝚊 𝚙𝚛𝚘𝚙𝚒𝚊 𝚙𝚕𝚊𝚜𝚝𝚊 𝚗𝚘 𝚖𝚎𝚗𝚝𝚒́𝚊. 𝚁𝚎𝚌𝚞𝚎𝚛𝚍𝚎𝚗 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚘𝚍𝚘 𝚎𝚜 𝚏𝚒𝚌𝚌𝚒𝚘𝚗 𝚢 𝚚𝚞𝚎 𝚜𝚒 𝚗𝚘 𝚕𝚎𝚜 𝚐𝚞𝚜𝚝𝚊 𝚙𝚞𝚎𝚍𝚎𝚗 𝚍𝚎𝚓𝚊𝚛 𝚍𝚎 𝚕𝚎𝚎𝚛 𝚎𝚗 𝚌𝚞𝚊𝚕𝚚𝚞𝚒𝚎𝚛 𝚖𝚘𝚖𝚎𝚗𝚝𝚘.
𝙱𝚊𝚒𝚜.
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