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Segunda Perspectiva

—Yoon ¿estás escuchándome?

La fastidiosa voz de Irene zumbaron en mis tímpanos haciendo que le prestará atención.

La verdad es que ella tenía rato hablando de vaya a saber que mierda, tal vez vestidos y zapatos, no me importaba, yo solo estaba al pendiente de lo que hacía mi pequeño hombrecito a lo lejos. Había notado que no podía apartar su mirada de mí, así como yo de él.

—Te decía que si prefieres rosas blancas o calas para la recepción de la boda, cariño.—Odiaba que me dijera así, solo una persona podía llamarme de esa forma y que yo no me molestara.

—Hola ¿Cómo está? —Saludé a uno de los socios de mi papá y este se fue, yo volví a prestar atención a la mujer a mi lado—. Te he dicho que no me llames cariño, ni por ningún apodo, esto que hay entre tú y yo no es más que una puta farsa —espete.

Mis palabras salieron rudas y sabía que le podían afectar, era de imaginarse, siendo que llevaba casi más de seis años enamorada de mí, nuestros padres eran buenos amigos, y nosotros también, hasta que ella le dijo a sus padres acerca de su enamoramiento y ellos junto a los míos, nos comprometieron, sin consultarme, ni preguntarme qué era lo que yo quería.

—Eres muy frío, mi vida, pero ya te acostumbraras —dijo acomodando mi corbata. Al parecer no le importaba nada, ni que la tratara como la peor mierda con tal de que yo fuera su esposo. Un grupo de socios de mi padre nos interceptaron felicitándonos y hablando de negocios. Agradecí que nos interrumpieron pero a la vez maldije el hecho de tener que hablar con estás personas cuando podría estar felizmente encerrado en cuatro paredes con la persona que realmente quería.

No dure mucho tiempo con aquellos viejos, me disculpé y me safe de la tonta de Irene para irme a un lugar más privado.No quería casarme, eso estaba más que claro, solo quería complacer a mis padres, pero ¿A qué costo? ¿Vivir infeliz el resto de mi vida sería suficiente para mis padres? No lo creo.

—Sabes que ella no te luce —Sentí una respiración caliente en mi oído y una voz en susurró que era tan conocida para mí, sonreí en lo que volteaba a mirar, antes de responderle lo analice, se veía hermoso, con su traje ceñido al cuerpo, sus hebras color grisáceas estaban más lisas y brillosas que nunca, sus preciosos ojos que me incitaban a pecar, y aquellos labios rosáceos que se veían más apetitosos que cualquier comida que tuviera al frente.

—¿Ah no? —él negó—. ¿Entonces quién?—pregunté queriendo provocarlo, pero parece ser que el provocador sería otro, ya que se acercó a mí, casi al punto de rozar nuestros pechos. No pude evitar caer ante la tentación ni mucho menos que mis manos se colaran por su espalda baja.

—Tú lo sabes bien —Yo reí travieso introduje las manos dentro de su ropa y jugué con los pequeños agujeritos que se marcaban en el coxis.

—Umh —Fingí pensar—. Tal vez necesite que me lo recuerdes —dije. Él era rudo y no era para menos que en cuanto terminara de decir aquellas palabras él se lanzará a mí para comerme la boca.

Su boca era mi sabor favorito, y su cuerpo mi perdición. Adoraba la manera en la que encajaban sus nalgas en las palmas de mis manos y como se amoldaba a ellas cuando las apretaba. El roce de nuestros cuerpos es exquisito y sería mi pasatiempo preferido para toda la vida.

Tuve que retomar la consciencia y detenernos en ese instante antes de que perdiera la paciencia y lo follara contra el pilar en el que estábamos. Su cara mostró confusión e intentó acercarse a mí de nuevo, me alejé y el preguntó—: Yoongi ¿Qué pasa, cielo?

No me mires así por favor, harás que tire todo por la borda.

—No puedo seguir con esto, Jimin, voy a casarme —Le recordé como si no fuera suficiente todos los anuncios que hay en las calles.

—Con alguien que no quieres —es cierto, pero soy tan cobarde que simplemente no puedo luchar por el que realmente quiero —Yoongi anoche no parabas de pedirme ronda tras ronda diciéndome que ella no te causaba lo que yo, que era yo lo que querías, no a ella —Por supuesto que lo hice y no es mentira. Él de nuevo se acercó a mí, no hice nada por alejarlo—. Te ves cansado, debe ser agotador tener que fingir que la amas— ¡Por Dios! Lo era era agotador tener que fingir algo que no eres, quise llorar acurrucado en sus brazos y buscar más de aquellas caricias que estaba dejando en mi rostro.

—Te mentí, Jimin— lo estoy haciendo en este momento—. Creo que realmente la amo...

Debía hacerlo, debía romperle el corazón y alejarlo de mí, no podía seguir lastimando no cuando no estaba dispuesto a luchar y dejar todo por él.

—No mientas, se que no la amas —Su voz, su preciosa voz se había entrecortado. Lo había lastimado, pero aún así quiso mostrarse fuerte, quería abrazarlo y decirle que era una vil mentira pero no lo hice, solo me quedé inmóvil como el puto títere que soy, sin que nadie me manipule no tengo vida propia. Quise golpearme como a un saco de boxeo.

—¿Y por qué crees entonces que voy a casarme con ella y no contigo?—Su cuerpo se tensó por completo al momento que culmine de decir aquello.

—Solo quieres complacer a tus padres, no la amas, me amas a mí—Sus ojos destellan y no de buena manera, sus lágrimas estaban por salir y yo era el culpable.

—¿Y por qué jamás te lo dije? —Quise consolarlo e ir tras él cuando lo vi irse con lágrimas corriendo por sus bonitas mejillas, pero me acobarde, como lo he hecho desde el día en que pise está tierra, solo pude quedarme allí como un idiota viendo como el amor de mi vida se iba de ella.

Hice puño mis manos y apreté mis ojos tratando de retener mis propias lágrimas y el impulso de ir tras él, casi podía escuchar el sonido de mi corazón desgarrándose como un pedazo de tela, era algo que no podría perdonarme a mí mismo, nunca.

—Hijo, ven quiero presentarte a unos socios —Mi padre  me empujó por la espalda para llevarme a aquel grupo de hombres luego de aparecer en aquel salón de nuevo. Solo pude sonreír como solía hacer, tan falso y estrechar mi mano con ellos, no sabía de qué hablaban mi mente solo estaba en un lugar, con una persona en específico.

No supe por cuánto tiempo estuve así, a la deriva, mi cabeza daba vueltas, hasta que un bullicio me sacó de mi cavilación, había gente aglomerada en uno de los baños del lugar, vacile un poco antes de acercarme con pasos lentos y monótonos.

—Y no solo eso, sino que también ha estado cogiendo con el gay más polémico de la industria del modelaje.— Fue lo que pude escuchar mientras me hacía paso entre el gentío.

Llegué delante de todos y pude ver lo que pasaba, estaba allí Jimin, mi pequeño con una furiosa Irene lla cuál gritó desesperadamente y se acercó a él para luego clavar un pedazo de vidrio en su yugular.

Todo fue en cámara lenta, el vidrio incrustándose en su piel, nuestros ojos conectados y yo yendo hacia él antes de que cayera al piso, mi vista comenzó a nublarse debido a las lágrimas que estaba reteniendo.

—No, no, no, por favor, no me dejes, te lo pido.— no podía sentir casi mi voz —Jimin, mi amor, no, por favor —Él es todo en mi vida— LLAMEN UNA PUTA AMBULANCIA—grité hacia las personas inútiles que solo veían — Te amo Jimin, no me abandones por favor. Te amo ¿me escuchaste? te amo.

Sujeté su cabeza apretándolo contra mi pecho, traté de detener el sangrado, pero era imposible, salía a montones, volví a mirarlo pero él tenía sus ojos cerrados.

—No, por favor. Te amo —bese sus labios sin importarme que me estuvieran observando, por una vez en mi vida no me importo lo que diría el resto, solo quería de regreso al chico que en algún momento me proporcionó felicidad—. Jimin, perdóname, te amo.

Mis lágrimas cayeron sobre su rostro y yo traté de quitarlas pero fue peor, lo llené de sangre y me sentí tan miserable, su rostro comenzó a perder color, y yo sentía mi alma abandonar mi cuerpo.

Unos hombres llegaron y me quitaron a Jimin de mis brazos, con todo el dolor del mundo lo dejé ir y me sentí vacío y frío, comprendí lo que él sentía cuando me iba y lo dejaba al día siguiente solo en nuestra habitación.

Los hombres dijeron que no había signos de vida y mi mundo se vino abajo.

—MALDITA PERRA —Se escuchó un grito desgarrador y yo aparte mi mirada del cuerpo inerte, que estaba siendo colocado en una camilla, para ver cómo Joy, la amiga de Jimin, se acercaba a Irene para tomarla de los cabellos y golpearla sin piedad alguna. Yo no hice nada, mi cuerpo estaba inmóvil, y de igual manera si pudiera, no haría nada, definitivamente Irene era una perra, se lo merecía ahora más que nunca.

Yo también quise descargar toda mi ira contra ella, pero no lo hice, me abrí paso en medio de la multitud y sentí unos brazos a mi alrededor, era mi madre, quien también lloraba tratando de consolarme, pero yo era un cuerpo sin alma, no pude devolverle el abrazo, tampoco podía hablar y ni siquiera llorar.

Cuando pude liberarme de su abrazo, me detuve en una de las mesas y tome una botella de licor completa y cogí rumbo a dónde mis pies me llevaran y sabían a dónde tenían que ir. Camine y camine, no sé por cuánto tiempo, hasta que llegué aquellos viejos departamentos, los cuales fueron mi lugar seguro en su momento. La botella que había llevado conmigo ya iba por la mitad y mi vista la sentía cada vez más nublada.

Subí las escaleras igual de monótono cómo llegué al edificio, cuando estuve en el tercer piso, me quedé mirando la puerta, con la ilusión de que un hombrecito emocionado me abriera y saltara encima de mí.

Tome la llave que sabía que estaría bajo unas plantas, tome valor antes de abrir la puerta y entrar. Todo el lugar olía a él.

Pase por el corto pasillo hasta quedar en medio de dos puertas, a mi derecha estaba la cocina, y mire a dos hombres jugueteando en ella mientras cocinaban, el hombre más pequeño le hizo una broma al otro y este comenzó a corretearlo, pasaron frente a mí, hasta la otra puerta la cuál daba a la sala, el más alto lo tomó y lanzó al sillón al otro para hacerle cosquillas. Éramos nosotros, sonreí con melancolía pero dolió, como una patada en el estómago, seguí hasta las escaleras que daban a los cuartos, entre y un montón de recuerdos me golpearon como una estampida.

Pase por él baño y ahí en la pequeña tina nos encontrábamos de nuevo los dos, riendo y disfrutando del escaso espacio que teníamos para movernos, enjabonandonos luego de hacer el amor. Desvíe mi mirada al perchero y tome una toalla, aquella que le pertenecía a él. Sumergí mi rostro e inhale profundo, llenando mis pulmones de aquel exquisito aroma que reconocería a kilómetros.

Tome el último sorbo de aquella botella y me arme de valor para girar el pomo de la siguiente puerta. Lo primero que ví al entrar fue aquel ramo de flores que le había dejado por la mañana, junto a las golosinas que más le gustaban, entre otros detalles... todo por su cumpleaños, ni siquiera tuvo tiempo de verlos.

La botella rodó por la habitación cuando la dejé caer. Ahí en la cama estaba él, enredado entre las sábanas con sus cabellos despeinados, siendo bendecido por los rayos del sol, aparecí yo tras de él, despertandolo lleno de besos que harían que terminemos haciendo el amor por la mañana para siguiente a ello llegar tarde a nuestros trabajos...

Fue allí cuando me permití llorar, echándome en el piso mientras apretaba aquel trozo de tela contra mi pecho, mientras por mi cabeza solo pasaban miles de recuerdos que jamás iba a volver a repetir. Lloré, lloré como nunca antes lo había hecho, haciéndome bolita como un niño pequeño que no les encontraba sentido a la vida ahora.

Me levanté luego de un rato y salí de aquel lugar ignorando las risas de felicidad que aparecían en mi mente al pasar por cada una de las habitaciones del lugar.

Subí las escaleras hasta llegar a la azotea y otro recuerdo había ahí, dos hombres, abrazándose, mientras pasaban navidad juntos, observando los fuegos artificiales.

—Feliz año nuevo, cariño —Fue nuestro primer diciembre en aquel apartamento que habíamos comprado para ocultarnos de los medios.

—Feliz año nuevo, precioso —eso fue lo que había respondido antes de besar sus labios.

Aquel recuerdo como apareció, se desvaneció junto a la brisa de aquella fría noche.

Me acerque justo a donde había estado el recuerdo, casi a la orilla de la azotea, mire a la luna, y recordé a Jimin de nuevo, era tan plateada, cómo lo era su cabello.

Miré hacia abajo y ahí se encontraba el parque pero no solo eso, también estaba él, sentado en uno de los columpios.

Grité su nombre como loco pero todo fue en vano, él no volteó a verme, pero sabía que me esperaba. Así que no lo dude, subí a la orilla de la azotea y adelante mi pie, cómo si este fuera a tocar el piso al caminar, pero no fue así.

Mi piel sintió escalofríos y cerré mis ojos mientras sentía el frío viento en mi cara y por un momento me sentí feliz, sonreí, porque sabía que abajo me estaba esperando el amor de mi vida, todo eso fue antes de sentir un fuerte golpe en todo mi ser y luego... No pude sentir nada más...

Fin...

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