ℂ𝔸ℙÍ𝕋𝕌𝕃𝕆 𝟙𝟚.
Jisoo se encontraba en su cama, acostada boca arriba con un cigarrillo en sus labios, mirando el techo, ignorando lo que sea que le estuviera diciendo la chica que se estaba vistiendo en ese momento. Su cuerpo estaba cubierto por las sábanas, a excepción de sus piernas y de sus pechos hacia arriba.
—El dinero. – escuchó. Bajó la mirada hasta dar con la pelinegra en su habitación, ya completamente vestida. La chica le tendía la mano con la palma abierta. Jisoo soltó un suspiro, sentándose en la cama y estirarse hasta tomar su billetera en la mesita de noche. Le dio un par de billetes de 100, ignorando lo sorprendida que lucía la chica. — Son 115.
—Quédate con el resto. – murmuró, volviendo a acostarse y llevarse el cigarrillo a la boca, dando una profunda calada. — Cierra la puerta cuando salgas. – dejó salir el humo, cerrando los ojos por algunos segundos.
El lugar quedó en completo silencio en cuando la chica se fue, dejándola a ella completamente sola. No tenía ni las más mínimas intenciones de levantarse de allí, y si pudiera, preferiría quedarse allí hasta que Dios (si es que existía uno), se apiadara de ella y se la llevara.
Se preguntó como es que había llegado a ese punto. Y a su mente llegó la imagen de Chaeyoung.
Realmente no lo entendía, le había dado todo lo que tenía y la mejor parte de sí misma. La había amado con locura, y ella simplemente se había ido con su mejor amiga, quién apenas conocía desde hace un par de meses.
Había estado totalmente dispuesta a darle el mundo si se lo pedía. Si Chaeyoung quería una estrella, ella haría todo lo posible para darle la más bonita. Dios, ella realmente estaba dispuesta a darle todo lo que quisiera.
Entendía porque le dolía tanto. Ella no mentía cuando decía que realmente estaba enamorada de Chaeyoung y que su vida giraba entorno a la de la rubia. Pero, de nuevo, Chaeyoung la había dejado para estar con Jennie.
Sabía que se había comportado como una total imbécil durante las dos últimas semanas de su matrimonio, pero joder, nadie podía culparla. Vivía a diario con el miedo de que Chaeyoung la dejara, por eso se había comportado de aquella manera. Las inseguridades de no ser suficiente le habían jugado totalmente sucio, llevándola a hacer y decir cosas que verdaderamente no quería.
Realmente se sentía como una niña pequeña que había sido olvidada en medio de un bosque por sus padres.
En cuanto el cigarrillo llegó a su fin, colocó la colilla en el cenicero, llevándose el brazo izquierdo por sobre los ojos en cuanto sintió que sus ojos se llenarán de lágrimas.
Odiaba todo. Se odiaba a ella y odiaba el hecho de que había caído tan bajo. Odiaba a Chaeyoung por haberla dejado aún cuando prometió y juró ante un sacerdote jamás hacerlo. Y sobretodo, odio a Jennie por haberla traicionado de aquella manera.
¿Había sido tan mala amiga? No que ella recordará. Recordaba como le había brindado todo a su apoyo a Jennie cuando la menor vivía aún con sus padres, quienes la hacían vivir un verdadero infierno solo por su gusto hacia las chicas.
FLASHBACK
Jisoo miró a Irene, ambas sentadas a cada lado de Jennie, quién lloraba desconsoladamente mientras les contaba lo que había sucedido aquel fin de semana con su familia.
Aquel trío estaban en el tejado de la escuela, sentadas en el borde. Habían descubierto que aquel lugar era realmente tranquilo y que nadie subía allí a menos que fuera realmente necesario. Era el lugar perfecto para hablar tranquilamente sin la preocupación de que alguien escuchara algo que no debía.
La sangre de las dos mayores hervía, como si en lugar de aquel líquido rojo y espeso, fuera lava. Jisoo nunca había odiado tanto a alguien hasta que conoció a los padres de Jennie.
Lo malo era que realmente no podían hacer mucho para ayudarla. ¿Qué demonios podían hacer un par de adolescentes de 16 años para ayudar a su mejor amiga de 15?
—JongIn se ha inventado que me ha visto besar a una chica fuera de la casa. – comenzó Jennie, sorbiendose la nariz y tomando el pañuelo que Irene le ofrecía. — Mamá me encerró en el cobertizo y me ha dejado sin comer.
Bueno, Jisoo también odiaba al hermano de su mejor amiga. Mejor dicho, a toda su jodida familia.
La castaña soltó un pesado suspiro, colocando su meno derecha sobre la espalda de Jennie para comenzar a repartir caricias por este, de arriba a abajo, tratando de calmar a la menor. Levantó la cabeza, mirando a Irene a los ojos, sabiendo de inmediato que la mayor sentía lo mismo.
Una gran cantidad de odio y de impotencia que sobrepasaban lo normal.
—Encontraremos una manera de ayudarte, Jennie. – dijo Irene, dejando que la menor de las tres apoyara su cabeza en su hombro. — No hay nada mal contigo, todo está mal con ellos.
Jisoo asintió, estando de acuerdo.
—Encontraremos una manera de sacarte de ese infierno, Jen, no dejaré que mi hermanita sufra por culpa de personas que no tiene ni la más mínima idea de lo que es el amor.
Sonrió con amargura, recordando que tan solo una semana después, el mismo día en el que Jennie cumplía sus 16 años, ella e Irene habían cumplido su promesa de sacarla de aquel infierno.
Pero... ¿cómo Jennie había podido meterse con su esposa a pesar de lo que Jisoo había hecho por ella en la adolescencia?
De todas las mujeres que habían en el mundo, de todas las que tenía para escoger, ¿por qué precisamente con Chaeyoung?
Se quitó el brazo de los ojos en cuanto escuchó que la puerta de su habitación se abría. Hizo un puchero en cuanto notó a Irene allí, mirándola con el rostro totalmente serio.
—¿Qué haces aquí? – preguntó, limpiándose las lágrimas que habían salido sin su permiso. Irene suspiro.
—Quería verte. – fue lo único que respondió la mayor, entrando en la habitación y agachándose para tomar una camiseta del suelo antes de sentarse al lado del cuerpo de Jisoo. — Toma.
La menor hizo un pequeño asentimiento, sentándose también y colocándose la camiseta.
—Ya me viste, estoy bien, puedes irte. – fue lo único que dijo Jisoo, evitando hacer contacto visual con la mayor. Irene soltó un suspiro.
—No conmigo, Chu. – susurró Irene, ladeando la cabeza y sintiendo tristeza al ver a su mejor amiga de aquella manera. — Puedes actuar de la forma que quieras frente a Lisa, insultar a Chaeyoung todo lo que creas necesario y, aunque no estoy de acuerdo, seguir golpeando a Jennie hasta que le descuadres la mandíbula; pero las dos sabemos que eso es solo para no dejar que se den cuenta de que todo lo que hicieron te dolió.
—Lisa lo sabía y no me lo dijo. – soltó Jisoo, su tono de voz cargado de dolor y rencor. Irene la miró sorprendida.
—¿Cómo lo sabes?
—Es la mejor amiga de Chaeyoung, era obvio que lo sabía. – su voz comenzó a temblar, indicando que estaba a punto de llorar. — Lo supo por casi tres meses y no me lo dijo en ningún momento.
Y luego, Jisoo se echó a llorar como una niña pequeña. Había sido totalmente inevitable, y cuando el pensamiento de que estaba siendo una total ridícula llegó a su mente, quiso dejar de hacerlo, sin embargo, Irene negó, abranzo a Jisoo contra su cuerpo y acostándose en la cama, dejando a la menor sobre su cuerpo mientras le acariciaba la espalda y con la otra mano jugaba con los mechones de cabello castaño.
—Dejalo salir, Chu. – susurró, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas al ver los descontrolados espasmos del cuerpo de su mejor amiga. — Estoy segura de que dejara de doler en algún momento, solo tienes que llorar y dejarlo salir.
—¿Cómo pudo hacerme esto? – preguntó la menor. — ¿Cómo pudieron hacerme esto?
Irene suspiro, dejando salir una lagrima.
—No lo sé. – respondió. — Lo único que sé es no puedes seguir así, Chu, no puedes dejar que esto te consuma por completo.
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