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ℂ𝔸ℙÍ𝕋𝕌𝕃𝕆 𝟘𝟠.

Su comida se había llevado en un total e incómodo silencio para ellas, solo se escuchaba el sonido de los cubiertos chocar con los platos de vez en cuando y las voces de las demás personas que se encontraban en el restaurante.

Ninguna de las dos se atrevía a mirarse al rostro. Jisoo sabía que lo había arruinado, pero no estaba dispuesta a disculparse y seguía enojada por el estúpido camarero coqueto y su estúpido intento de coqueteo hacia Lisa. ¿Quién se creía que era para ir coqueteandole a las mujeres así cómo así? Y sobre todo, ¿quién demonios se creía que era para coquetearle a Lisa de aquella forma? Como si ella no estuviera ahí.

Frunció el ceño, insultandose a sí misma por sus pensamientos incoherentes, porque sí, eran incoherentes. Ella no tenía ningún derecho a enojarse por sí alguien le coqueteaba a Lisa o no, pero... ¿entonces por qué si lo había hecho?

En cambio, Lisa estuvo a punto de romper el silencio y decir algo que no tuviera nada que ver con lo anterior, sin embargo, prefirió callar y evitar que Jisoo dijera algo que la hiriera.

Pero fuera de eso, un agradable calor había cubierto su pecho y corazón al ver a la mayor enojada por el coqueteo del camarero. ¿Estaba mal en decir que se había sentido agradable? Bueno, no le importaba demasiado.

A pesar de la renuencia de Lisa, fue Jisoo quién pagó la cuenta de lo que habían consumido. También se negó a dejarle propina al camarero y se quejó con el gerente del restaurante. Lisa solo suspiró, pobre chico.

—Tendrá problemas, incluso pueden despedirlo. – regañó Lisa, cruzándose de brazos frente a Jisoo en cuanto salieron del restaurante. La mayor se encogió de hombros, totalmente desinteresada. — ¿Y si necesita el trabajo y el dinero?

—Entonces que se dedique a trabajar y no andar coqueteando con cualquiera que se le cruce en frente. – gruñó Jisoo, comenzando a caminar calle arriba y alejándose de Lisa.

La tailandesa frunció el ceño y abrió levemente la boca. Se quedó allí un par de segundos, viendo a Jisoo sacar su teléfono y caminar un poco más lejos de ella. Se encogió se hombros, comenzando a maldecir en voz baja y dar media vuelta, dispuesta a buscar una estación de taxis que la llevara de vuelta a casa.

Jisoo colgó la llamada en la que estaba y dio media vuelta sin levantar la vista de la pantalla del aparato.

—¿Qué te gusta...? – se detuvo al no ver a Lisa en donde se supone que estaría. Frunció el ceño, mirando a su alrededor en busca de la tailandesa, no tardó mucho hasta que dio con ella caminando calle abajo. — ¡Yah, Lisa-yah!

La tailandesa no se giró,  en cambio, solo levantó su mano izquierda y sacó el dedo medio, sorprendiendo a Jisoo. La mayor agachó la cabeza y negó por un segundo antes de echar a correr detrás de la menor. En cuanto llegó a ella, la tomó del brazo suavemente e hizo que se girara.

—¿Qué...? ¿Por qué...? – preguntó, inhalando y exhalando suavemente para recuperar la estabilidad de su respiración. — Caminas rápido, joder. – se quejó, dando un par de pasos atrás y apoyar su manos en sus rodillas. — ¿A dónde ibas?

—A casa. – dijo. Jisoo se incorporó y ladeo la cabeza, confundida.

—¿Por qué?

—Me dejaste atrás.

—Pensé que me seguirías.

—No siempre voy a estar detrás de ti, Jisoo.

Y aunque para la mayor aquella última frase podría parecer inofensiva, para Lisa no. De alguna manera, ella le rezó a todos los Santos para que Jisoo lo entendiera, sin embargo, Lisa se dio de cuenta que no fue así al ver la sonrisa burlona en el rostro de la mayor.

—Yah, mi error, lo siento. – dijo, dando una sonrisa ladina. — Te iba a preguntar que quieres hacer ahora. – contó, entrelazando su mano izquierda con la derecha de Lisa y comenzando a caminar calle arriba. — Podemos hacer cualquier cosa, pero en cuanto empiece a caer el sol me gustaría ir al mirador, me han dicho que si de día todo es hermoso, de noche más.

—Quiero ver las galerías de arte. – dijo Lisa, decidiendo a olvidarse de lo anterior. Jisoo asintió y dio una pequeña sonrisa, comenzando a caminar sin tener las más mínimas intenciones de soltar la mano de la tailandesa.

Al igual que el resto del día, a pesar del mal rato en el restaurante, Jisoo y Lisa pasaron una gran tarde, paseando por las galerías de arte, tiendas y tomando té en diferentes lugares por los que pasaron. En ese momento, ya estaban caminando hasta el punto más alto de la villa, en donde podrían obtener la vista nocturna de la que Jisoo había estado hablando.

Lisa se sentía como una adolescente al lado de su primer amor, algo que no era muy lejano de la realidad, después de todo, Jisoo era su primer amor. En fin, volviendo a lo otro, así se sentía, ¿la razón? Jisoo no había soltado su mano en ningún momento, solo cuando era realmente necesario que lo hiciera y solo por algunos segundos en los que ella misma se encargaba de volver a unir sus manos.

En cuanto ambas llegaron a su destino, una jadeo de sorpresa salió de los labios de la menor al ver lo hermoso que se veía aquel lugar de noche. Las calles y casas estaban iluminadas, podía ver a personas ir de un lado a otro y a niños jugando entre los callejones, incluso, si agudizaba su audición, podía escuchar los gritos y risas de los niños. A lo lejos, podía ver los edificios de la ciudad y a las farolas de los autos.

—Tenías razón. – concedió Lisa, sin tomarse la molestia de mirar a Jisoo. — Esto es hermoso.

Y Jisoo, bueno, ella estaba embobada con otra vista que consideraba realmente hermosa.

El rostro de la tailandesa se veía levemente iluminado por las luces del lugar y de la luna en el punto más alto en el cielo. Sus ojos brillaban y le daban aquel toque aniñado que Jisoo tanto le gustaba ver en la tailandesa. Podía ver como el cabello negro de la menor se movía levemente gracias a la fresca brisa de la noche, a excepción de su flequillo que seguía en el mismo lugar.

Los ojos de la mayor recorrieron el perfil izquierdo del rostro de la menor con gusto y gana, perdiéndose por completo en sus facciones y amando los segundos en los que la sonrisa de Lisa comenzó a crecer, dejando ver su perfecta dentadura blanca.

—Sí, tienes razón. – dijo, ladeando la cabeza y dejando caer su cabello hacia un lado. — Realmente hermosa.

Lisa frunció el ceño, volteando su rostro para mirar a la mayor. Tuvo dificultades para que el oxígeno llegara debidamente a sus pulmones en cuanto notó la intensa mirada de Jisoo sobre ella. Aquella misma mirada que la hacía sentirse tan pequeña e indefensa pero que a la vez le decía que todo estaría bien.

—Eres jodidamente hermosa, Lisa-yah. – soltó la mayor.

Lisa abrió la boca, dejando salir un pequeño jadeo y la volvió a cerrar en cuanto notó que nada más saldría de su boca. Su corazón latió tan rápido y fuerte que tuvo miedo que se saliera de su pecho, su mente comenzó a gritarle que no se hiciera falsas ilusiones, pero vamos, el que Jisoo la estuviera mirando de aquella forma tan intensa y con aquel hermoso brillo en los ojos no le hacia las cosas fáciles.

Y sin poder evitarlo, Lisa comenzó a caer más de lo que ya lo había hecho por Jisoo.

—Entonces... – comenzó Jisoo, metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta y estirarla hacia abajo, comenzando a tambalearse de un lado a otro de forma intencional y ladeando su cabeza, dejando que su cabello cayera. — Hasta aquí llega nuestro día.

Lisa soltó una risita, asintiendo a la vez que buscaba sus llaves en el pequeño bolso que llevaba.

—Así es. – dijo, abriendo la puesta de su apartamento un poco antes de girarse a ver a Jisoo. — Fue lindo.

La mayor asintió, colocándose derecha antes de agachar la cabeza por algunos segundos antes de mirar a Lisa con arrepentimiento.

—Yo... – comenzó, llevándose la mano izquierda a la nuca y sonriendo apenada. — Siento haber sido una idiota en el almuerzo y el desayuno... y todos estos días. – la sinceridad era palpable en su voz, por lo que sorprendió a Lisa. — Tú no tienes la culpa de nada de lo que me sucede y no debería pagar mis frustraciones contigo, de verdad lo siento.

Lisa asintió, sonriendo levemente antes de subir una de sus manos y colocarla en una de las mejillas de Jisoo, comenzando a acariciar el pómulo de la mayor con el pulgar.

—Todo bien, Chu.

Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Jisoo, quién de manera inconsciente apoyó su rostro aún más en la mano de Lisa, cerrando los ojos por algunos segundos y disfrutando de aquellas caricias.

Un silencio cómodo se instaló entre ellas, siguieron mirándose la una a la otra. Lisa tratando de calmar los alocados latidos de su corazón. Y Jisoo sintiendo que en su pecho comenzaba a crecer un sentimiento que ya creía que había muerto demasiado tiempo atrás.

—Creo que debo irme. – murmuró Jisoo, levantando su rostro y sonriendo levemente.

—¿Quieres... – comenzó la tailandesa, ignorando los reclamos de su mente en ese momento. — ¿Quieres entrar?





¿Les está gustando?

Me gustaría saber lo que piensan:(

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