ℂ𝔸ℙÍ𝕋𝕌𝕃𝕆 𝟘𝟟.
La brisa fresca de aquella soleada mañana les golpeaba el rostro y les acariciaba suavemente cada de hebra del cabello a ambas. Desde hace bastante rato habían salido de la ciudad y aunque aún lograban ver una que otra casa, lo demás en su mayoría era rural.
Lisa tenía las gafas puestas mientras que su cabeza estaba contra el asiento, estaba disfrutando todo aquello y solo podía agradecer a la terquedad de Jisoo por haber insistido tanto en hacer aquello.
Jisoo volteó la cabeza un poco, mirando a Lisa por algunos segundos antes de volver a mirar al camino y luego a Lisa por algunos segundos más antes de sonreír.
—¿Qué? – preguntó Lisa, notando que Jisoo seguía mirándola de vez en cuando. La mayor dio una sonrisa ladina antes de volver a mirar a la carretera.
—Nada. – respondió, encogiéndose de hombros. — Solo que no recordaba lo linda que eres.
Y Lisa se volvió un desastre sonrojado. A pesar de las gafas sobre sus ojos, Jisoo pudo notarlo y una gran sensación de felicidad la invadió a la vez que un agradable calor cubría su pecho.
—Cállate. – dijo Lisa con un tono más serio del que quería.
Sin embargo, nadie podía culparla. Jisoo eran realmente tan impredecible y Lisa estaba comenzando a cansarse de ir y venir con ella. Había momentos en los que era la misma Jisoo de la que se había enamorado una vez, tratándola tan bien y recordando porque se había enamorado de ella desde un principio y el por qué seguía enamorada de ella a esas alturas de su vida.
Pero también estaba aquella parte de Jisoo que la hacía sentir tan pequeña e insegura de sí misma que no podía evitar detectarla, aunque sea un poquito. Y aquello era lo que más seguido sucedía, así que nadie podía culparla de ilusionarse estúpidamente cuando Jisoo la trataba de aquella manera coqueta y cariñosa.
—¿A dónde quieres ir? – preguntó Jisoo, rompiendo el silencio. Lisa la miró mientras se colocaba las gafas en la cabeza.
—Pensé que tú sabías a dónde llevarme. –se burló Lisa, subiendo una ceja.
—Tengo un par de ideas en mente. – ladeó la cabeza. — Pero realmente quiero saber si tú quieres ir a algún lugar en especial, tal vez a donde no hayas ido antes.
—Llévame a donde quieras, Chu. – concedió Lisa, volviendo a colocar las gafas sobre sus ojos.
Jisoo asintió lentamente al mismo tiempo en que una sonrisa pícara aparecía en su rostro. Volvió a mirar a Lisa, bajando la velocidad de auto considerablemente y quitarse las gafas.
—¿Qué? – preguntó Lisa, confundida.
—Dijiste que podía llevarte a donde quiera. – Jisoo ladeó la cabeza, evitando reír a carcajadas.
Lisa asintió, aún más confundida. — Eso dije, ¿por qué?
—Tal vez pueda llevarte a ver estrellas. – sugirió, enarcando una ceja.
La tailandesa frunció el ceño levemente, realmente confundida. Jisoo soltó una risita, volviendo a conducir a la misma velocidad que llevaba antes.
—Pero si aún es de día. – dijo Lisa, más para ella misma que para Jisoo.
La mayor logró escucharla por lo que comenzó a reírse a carcajadas con burla. Lisa abrió la boca sorprendida en cuanto adivinó el doble sentido en las palabras de Jisoo, no tardó mucho en golpearle el brazo derecho.
—¡Kim Jisoo! – exclamó.
Jisoo siguió riéndose a carcajadas.
La Villa Bukchon Hanok siempre había sido uno de los lugares preferidos de Jisoo en todo Seúl, debido a lo tranquilo que parecía el lugar a pesar de todos los turistas que lo visitaban. Y Dios, la buena comida y la increíble vista sin duda le daba un plus a todo.
Habían decidido dar un paseo por la villa, yendo de arriba y abajo, paseando entre los callejones y hablando sobre lo bonitas que eran las casas allí. También Jisoo se había encargado de hacer que Lisa comiera de todo y se divirtiera lo suficiente para hacer ese día, de alguna manera, memorable.
A eso del mediodía, ambas habían entrado a un restaurante que les habían recomendado. El lugar era agradable y, a pesar de estar realmente lleno, tranquilo.
—¿Cumplí tus expectativas? – preguntó Jisoo, echando la silla hacia atrás para que Lisa se sentara.
—Sin duda. – respondió la tailandesa, sonriendo risueña. — Había olvidado lo que era pasar un buen momento contigo fuera de una cama. – murmuró esto último de una manera casi imperceptible, sin embargo, Jisoo logró escucharla.
El ambiente entre ellas se volvió tenso y Lisa sin duda se arrepintió de haber dicho aquello. Ninguna de las dos dijo nada, tampoco se miraban a los ojos por más de tres segundos.
Realmente no supieron cuanto tiempo pasó, solo que el camarero llegó a su mesa para atenderlas. Sin embargo, Jisoo se dio cuenta del coqueteo del chico hacia Lisa.
—¿Deseas algo? – le preguntó el camarero a Lisa, dando una sonrisa ladina.
Jisoo frunció el ceño al ver a Lisa corresponder su sonrisa, tal vez solo por amabilidad y no por responder el coqueteo del chico.
—Me gustaría un vaso con agua, por favor. – dijo Jisoo, atrayendo la atención del camarero, quién la miró con fastidio.
—De acuerdo. – volvió a mirar a Lisa. — ¿Tú deseas algo?
—¿Tú crees que si ella quisiera algo ya no lo hubiera pedido? – gruñó Jisoo. Lisa la miró sorprendida, luego al chico y de nuevo a Jisoo, dándose cuenta de la tensión entre ellos.
—Solo estoy cumpliendo con mi trabajo. – respondió él.
—No, no lo haces, estás jodida-
—Chu. – la cortó Lisa, negando con la cabeza lentamente antes de mirar al chico. — No quiero nada, gracias.
Jisoo no perdió la oportunidad para mirar al chico con suficiencia y sintió una tremenda satisfacción en cuanto él se fue de allí con el rostro rojo debido a la vergüenza. Sin embargo, su sonrisa se borró en cuanto volteó a mirar a Lisa.
—¿Qué? – preguntó a la defensiva.
—¿Qué fue eso? – la tailandesa frunció el ceño, cruzándose de brazos. Jisoo también frunció el ceño.
—¿Qué cosa? – decidió hacerse la idiota, era más fácil.
—¡Eso! – exclamó la menor. — Él solo estaba siendo amable.
—Eso no es ser amable, te estaba jodidamente coqueteando. – gruñó, haciendo un pequeño puchero.
—¿Y qué si lo estaba haciendo? Era a mí no a ti.
Jisoo abrió la boca, sorprendida por el argumento de Lisa y por como le había hablado. Un malestar se instaló en su pecho y en la boca del estómago, además de que el enojo estaba comenzando a aparecer en ella. Apretó sus manos en puños hasta que estos se volvieron blancos.
—Vete a la mierda.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro