CAPÍTULO 19
—¿Qué haces aquí? – preguntó Lisa en cuanto se giró y notó la presencia de Jisoo.
La mayor estaba ahí de pie, vestida con una simple chaqueta de cuero, jeans y camiseta, en su mano derecha llevaba un juego de llaves mientras que en la otra llevaba un cigarrillo que botó al suelo y pisó al darse cuenta de la forma en que Lisa lo veía.
—Define "Limpia".
Jisoo sonrió y se encogió de hombros, tratando de aguantar las ganas que tenía de rascarse la nariz para aliviar el ardor que sentía.
—Te estuve escribiendo y llamando, no contestabas por lo que decidí asegurarme de que la tierra no te había tragado. – la coreana miró a Minnie con indiferencia. — ¿Qué tal, Micha?
—Nicha. – corrigió de inmediato, parándose a un lado de Lisa.
—Como sea. – volvió a ver a Lisa, quien parecía estarla estudiando; fijándose hasta en los más pequeños detalles que pudieran haber en su rostro que delataran lo que claramente había hecho antes de ir a buscarla. — ¿Todo bien?
—¿Qué haces aquí? – volvió a preguntar Lisa en medio de un suspiro.
—Bueno, estaba caminando por aquí y decidí venir a ver en qué estado se encontraba la mejor amiga de mi ex-esposa, ya sabes. – se encogió de hombros con una sonrisa burlona. — Quería asegurarme que seguías respi-
—Jisoo...
—Si ya sabes a qué vine, ¿para que preguntas? – gruñó, rodando los ojos con fastidio. — ¿Quieres o no?
—Ya quedé en ir a cenar con Minnie.
Jisoo frunció el ceño, mirando entre Lisa y la tal Micha durante un par de segundos. Tal vez era el efecto de la droga que había inhalado un par de horas atrás, o quizás no lo estaba imaginando del todo, pero estaba segura de que aquella chica de cabello castaño y flequillo, le sonría con burla y estaba luchando para no burlarse de ella. Tensó la mandíbula y metió las manos en los bolsillos de la chaqueta para evitar que Lisa viera la forma en la que las empuñaba con fuerza, enterrandose las uñas en las palmas de la mano.
—Ah... Bueno. – fue lo único que pudo decir en un intento de ignorar la punzada de rabia y celos que sintió. — Disfruta tu cena con Bicha.
La pequeña sonrisa que adornaba el rostro de la castaña desapareció en cuanto Jisoo se refirió a ella.
—Es Nicha.
—Me importa una mierda.
—¡Jisoo! – regañó Lisa, llevándose las manos al rostro para evitar gritar de frustración.
—Lo siento, no lo siento.
Lisa cerró los ojos durante unos segundos en cuanto vio como la coreana comenzaba a marcharse, escuchó un suspiro a su lado y se giró, encontrándose con la cara roja de Minnie. Estaba furiosa.
—Ella está pasando por un mal momento, Min, no... – trato de excusar a la coreana, sin embargo, sabía que su comportamiento no tenía excusa; bueno, desde hace mucho tiempo había dejado de tener excusa.
—Hay muchas personas pasando por un mal momento y eso no quiere decir que tengan que actuar como una mierda con los demás. – Lisa frunció los labios ante lo dicho por su amiga, asintiendo levemente y reconociendo que ella tenía razón. Demasiada. — Tal vez... nada es como mi consejo ¿de acuerdo? Si realmente quieres arrancartela del corazón, deberías eliminarla por completo de tu vida.
—Lo estoy haciendo...
—No, no lo haces. – Minnie suspiró. — Si lo hicieras, ella no hubiera venido para invitarte a cenar.
—Tal vez quiere charlar con alguien.
—¿De cuando acá has visto que los doctores deciden charlar con un tumor antes de sacarlo del cuerpo de su paciente?
—Jisoo no es un tumor, Min. – comenzó a caminar, haciendo que Minnie la siguiera.
—Lo es. – la castaña tomó a Lisa del brazo, haciendo que se girará a mirarla. — Claro que lo es, solo que tú aún no sabes si es benigno o maligno, de igual manera te está enfermando.
Apenas llegó a su departamento tomó una lata de cerveza (la única que quedaba) y se la tomó en un par de tragos, sintiendo el ardiente líquido recorreré la garganta.
—"Define limpia."
Recordó que le había preguntado Lisa en cuanto le vio el cigarrillo en la mano. No pudo evitar agradecer a Dios por qué se había concentrado en el cigarro y no en el ardor y enrojecimiento que tenía en la nariz.
Estaba un poco decepcionada de si misma, había estado un par de días limpia, sin haberse metido esa porquería por la nariz por más de 72 horas, lástima que había bastado ver a su ex-esposa esa mañana para arruinarlo.
—Meh, puedo dejarlo cuando quiera. – dijo en un susurro, tratando de convencerse a sí misma de que lo que decía era cierto.
Ella podía dejar aquello cuando quisiera.
Se sentó en el sofá y encendió la televisión, comenzando a cambiar de canal en busca de algo que ver que la entretuviera lo suficiente como para no mandarle un mensaje a Lisa.
Las palmas de la mano le picaban y sentía una molestia en el pecho, una sensación que al parecer se estaba volviendo muy repetitiva en su vida.
Celos.
Estaba celosa.
No le gustaba como la tal Nicha miraba a Lisa. No le gustaba como la tocaba. No le gustaba nada que ella pudiera hacer para con Lisa.
Estaba siendo una imbécil, demasiado, pero ya para este punto no podía evitarlo y bueno, Lisa la había conocido siendo una imbécil, le había gustado siendo una imbécil y la amaba siendo una imbécil. No iba a cambiar de la noche a la mañana.
Se levantó y caminó a la cocina, se preparó algo rápido para comer mientras revisaba el catálogo de Netflix en busca de algo que le llamara la atención.
Se sobresaltó en su lugar al escuchar como tocaban la puerta abruptamente. Frunció el ceño y tomó un paño para secarse las manos.
—¡Sé que estás ahí y sé que estás despierta! – reconoció la voz de Lisa, lo que le provocó una sonrisa. — ¡Abre la maldita puerta, Kim Jisoo!
La coreana corrió hasta la puerta a la vez que trataba de ocultar la sonrisa que había en su rostro, se miró en el espejo que allí había y se arregló el cabello a la vez que se quitaba la camiseta y la lanzaba hacia la sala, quedándose solo en top deportivo.
—¿Contraseña?
—¡Vete a la mierda! – gritó la tailandesa, golpeando la puerta. — ¡Abre la maldita puerta!
—Lo haré si me lo pides con cariño. – bromeó, desabotonandose el pantalón que llevaba, dejando ver el elástico de las bragas.
—Vete al infierno. – espetó Lisa, dando un paso atrás para comenzar a alejarse de allí.
La coreana abrió la puerta y le tomó el brazo haciéndola girar para que la mirara.
—Hola, Lisa.
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