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09


Miraba con concentración la pantalla del teléfono ignorando su alrededor.

Jugaba aquel juego de cubos el cual lo estresaba rápido, pues siempre terminaba muerto por alguna criatura verde que explotaba o muriendo de hambre.

Pero tenía que entretenerse un rato mientras esperaba a su novio. Hace media hora que el pelinegro había entrado a su casa y no había salido para nada.

De igual manera no estaba tan solo, porque la joven de frenillos se encontraba en la parte de atrás del auto.

— ¿Crees que estén peleando? — preguntaba la joven mientras se acercaba hacia el asiento del menor.

— Mas seguro — respondió dejando de lado el teléfono, dirigiendo su vista al hogar de los Membrana.

— Seguramente es por lo de la escuela. — de igual forma miro hacia aquella casa enorme — se que el señor Membrana es muy duro, pero creo que su padre tiene razón.

— ¿Razón? — la miro con el seño fruncido.

¿Dejar de lado tus sueños era lo mejor?

— ¡Si, esa escuela es la mejor! Podrá superarse y será igual o mejor que su padre

— Pero Dib no quiere eso.

— Lo se, lo sé, pero piensa de forma inteligente Zim, con el trabajo de científico tendrá un buen puesto, no muchos trabajos son bien pagados y este es el mejor.

Miró nuevamente el hogar que era el de su pareja, ¿Será que era cierto eso?

Quería que Dib tuviera un buen futuro y que este fuera feliz.

Pero como alguien a quien le aplastaron las ilusiones, sabía muy bien lo que era soltar un sueño y lo doloroso que era.

— Huy no, se ve molesto. — dijo la joven mientras veía al pelinegro salir enojado.

— ¿Estas bien? — pregunto temeroso a la reacción que tendría, pues su mirada se veía obscurecida y había azotado la puerta con fuerza.

—¿Donde veremos a Keef? — había ignorado completamente al menor.

— No vendrá, tiene un asunto con su familia — se acomodó nuevamente en su asiento.

— Bien.

Durante el camino no hubo mucha interacción entre ellos.

No quería discutir enfrente de su amiga sobre lo grosero que estaba siendo con el, así que lo dejo pasar.

— Llegamos

La primera en salir del auto fue la joven, quien saludo a unos compañeros que casualmente estaban en la fiesta.

El irken quiso salir del auto también, pero fue detenido por el mayor, quien tomo su mano.

— Perdón, no quise ser grosero.

— Te perdono pero si me dices que paso. — cruzó sus brazos esperando por la respuesta.

— Ya sabes, mi papá con la misma mierda. — se recargo en el respaldo del asiento, su cabeza dolía — parece que no importa lo mucho que yo me esfuerce, no es suficiente para el y siempre tiene algo que cuestionarme, cualquier mínimo error que yo cometa, no importa que sea pequeño el siempre me lo recalca, de igual forma lo siento si fui grosero.

Iba decir algo, pero la pelimorada de frenillos salió de la nada, recargándose en la ventana del auto.

— ¿Van a venir o que? — sonrió a la ves que abría la puerta del piloto. — tengo unos amigos que presentarles, son muy buenos.

Jalo al mayor.

Zim salió igual y caminó hacia ellos, le incomodaba tener que aguantar a más personas.

No entendía porque había accedido a salir en primer lugar.

— Miren, ellos son Marcos y Richard — señalo a ambos jóvenes quienes saludaron. — y ellos son amigos míos de la escuela, Dib y Zim

Se limitó a saludar, no le gustaba aquellos dos sujetos, se veían extraños.

Uno de ellos tenia entre sus dedos un cigarrillo que olía bastante extraño, lo hacía sentir asqueado.

El otro se acercó más al menor para saludarlo, pero la cercanía hizo que se alejara de golpe, pues de igual forma, olía horrible.

Por suerte Dib lo tomo con uno de sus brazos y lo atrajo hacia el haciendo que se sintiera más seguro.

Era más un abrazo de amigos, pues su mano la mantenía en su hombro.

— Que bueno que llegan en este momento, están dando unas bebidas muy buenas, deberían probarlas. — dijo uno de los jóvenes mientras señalaba la barra llena de alcohol barato

— Si, gracias — sonrió el pelinegro — ¿Vienes Gretchen?

— Me quedaré un rato aquí, no sé preocupen — acomodo la bolsa violeta que llevaba — luego los sigo.

Ambos se alejaron de ahí deshaciendo el contacto físico.

— Parecen drogadictos — soltó sin más el menor, sabía bien el término, pues una ves se encontraron uno en la calle y salieron casi huyendo de ahí.

— Creí que era el único — una carcajada escandalosa salió de su boca, la música estaba a todo volumen, así que nadie lo había escuchado más que el irken.

— ¿Ya no estás molesto?

— Un poco, pero en rato se me pasa — tomo un baso lleno de un líquido azul

— No, recuerda que vas a manejar de regreso — le arrebato el baso

— No tomaré tanto

— Eso dijiste en la fiesta de la escuela y te desquitaste con Keef

Aun recordaba eso, estaba muy apenado con el pelirrojo por haber pagado por los platos rotos.

— Ya me disculpé.

— Aja — coloco nuevamente el baso en la barra

— Mira, es temprano todavía, cuando nos regresemos se nos abra bajado.

— Ah no, yo no tomaré eso, se ve mortal — hizo una mueca de asco.

No quería terminar como la última vez.

— Es eso o no quieres terminar besándome enfrente de todos. — una sonrisa pícara se dibujaba en su rostro, le gustaba molestarlo.

— ¿Me estás retando?

— No — dio un trago grande a la bebida — pero no me molestaría

El menor soltó una pequeña risita y siguió con aquel juego, claro, sin dejar de escuchar a su pareja quien había comenzado a hablar sobre misterios misteriosos y porque era la mejor serie del mundo.

[. . .]

— ¿Cómo seguimos? — habló desde atrás de los jóvenes, recargándose en el brazo del mayor.

— Creíamos que ya te habías ido ¿Dónde estabas? — el pelinegro se movió hacia un lado permitiéndole a la joven estar más a la vista del menor, quien seguía con el teléfono.

— Por ahí, pero me aburrí, así que vine a verlos — recibió el baso que el joven de lentes le estaba ofreciendo. — ¿Están buenas?

Acerco a su rostro a la bebida de tonos rosados, olía exquisito, la combinación de moras era perfecta, bebió un pequeño trago degustando de esta.

— Tu no has tomado nada — miro al menor quien tenía la mitad del vaso aún.

— Si, pero esto sabe feo.

— Prueba este, sabe delicioso, no se siente nada. — cambio de baso con el irken esperando que este le diera un trago.

Sin embargo solo recibió una mueca.

— El no toma — habló Dib, quien ya arrastraba las palabras y se tambaleaba, pero no sé veía mucho pues se había recargado en el muro.

— Te van a regañar o que, solo será un poco, tampoco creo que te pongas tan mal — siguió insistiendo — vamos

— Déjalo Gretchen, no quiere.

— Vamos a cuidarlo si se pone mal, por eso estamos aquí ambos. — tomo el brazo del joven y lo movió de un lado a otro.

— No — negó

Pero su rostro mostraba una sonrisa boba, creo que era por el alcohol en su sistema porque le daba risa cualquier cosa en ese momento.

— Como molestan ambos — bebió de un jalón el vaso entre sus manos esperando ser quemado por este.

Pero al contrario, este no sabía tan asqueroso que las otras bebidas que había tomado en el pasado.

El sabor era bueno, aún que se sentía la presencia del amargo alcohol, no lo había quemado.

— Uh, no sabe tan mal

— ¡Ves! Te dije, está rico — sirvió más.

Al parecer estar bajo los efectos del alcohol lo hacía más sociable, pues durante el transcurso de la noche había empezado a hablar más con la joven de frenillos.

El grupo de tres amigos reían de forma escandalosa mientras sacaban momentos incómodos de ellos, sin duda la vida humana era tan desastrosa.

Pues la joven había contado la vez que se había emborrachado tanto que había vomitado por toda una calle entera.

— Fue la primera vez que probé alcohol, pero ya tengo más control sobre ello — soltó una carcajada.

— Pues cuidado, no vayas a vomitar cuando nos regresamos JAJA

El menor miro como el par de jóvenes que les habían presentado hace rato se acercaban a ellos.

Lo incomodaba cómo el más grande de ellos lo miraba.

— Gretchen, ¿No íbamos a salir para el teatro? — abrazó a la joven a la vez que se colocaba el cigarrillo en los labios exhalando el humo de este.

— Se me había olvidado, lo siento — sonrió apenada. — chicos tengo que irme

— ¿Te llevamos? — el de anteojos dejo su bebida en la barra

— No, no, me iré con Marcos y Richard, no sé preocupen.

— ¿Estás segura? — está vez el menor hablo.

No sé le hacía muy peligroso ir con aquel hombre, no le daba buena espina.

Al final no importaba mucho lo que le dijeran, ella se iba ir con el chico, además, Keef estaría ahí, así que cualquier cosa estarían mensajeándose.

— ¿Nno crees que, que ya es momento de irnos?

Ya iban a dar las 2 am y se empezaba a sentir raro.

— Esta bien, igual el lugar se está quedando vacío.

 Ayudo al más bajo a levantarse pues parecía que en cualquier momento caería al suelo, el aún podía caminar aún que la cabeza le daba vueltas.

Zim tropezó con sus pies, el alcohol estaba haciendo efecto, el piso se le estaba moviendo y su vista estaba nublado completamente.

— Que mierda me dio Gretchen — habló enojado, estaba siendo levantado por su novio quien lo ayudo a meterse en los asientos de atrás.

— Solo te dio dos vasos, no es para tanto.

Acomodo al menor para que estuviera cómodo. No pretendía irse así de tomado, esperaría en la parte de adelante hasta sentirse mejor.

Pero Zim se lo impidió.

— Nno, no, quédate connmigo — abrazo por el cuello al mayor y lo atrajo más hacia el. — bésame, bésame aquí. . .

El pelinegro rio bajito, le daba ternura como actuaba.

— ¿Quieres que te bese? — aún seguía encima del menor.

— Ssiii, bésame — se removió entre sus brazos, no sabía porque pero necesitaba los labios de su novio sobre los suyos desesperadamente.

El mayor cerro la puerta del carro y se acomodó mejor sobre su acompañante, quien tenía los ojos cerrados.

Besó al menor con delicadeza, sus bocas se movían en sintonía haciendo el beso mucho más suave y a la ves profundo, la lengua escurridiza del irken se coló en la del mayor.

No sabía muy bien lo que hacía, pues era la primera vez que lo besaba de esa forma, Dib lo había aceptado, sus lenguas se acariciaban de forma lenta, mientras sus cuerpos se movían suavemente.

Las manos del mayor viajaron por debajo de su playera acariciando el pecho del menor, su piel era cálida y suave.

— Uh. . . — soltaba pequeños ruidos entre los besos, su piel ardía, se sentía tan bien que lo asustaba.

Lo asustaba lo confundido y vulnerable que se sentía en ese momento.

Parecía que todo pasaba en cámara lenta, pues de vez en cuando habría sus ojos y la escena cambiaba a una nueva.

No se sentía como si en verdad estuviera ahí, era extraño.

 

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