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07


Hoy irían a una pista de hielo.

Nunca había ido a una, así que lo emocionaba bastante, pues según Gretchen, era divertido.

De hecho fue idea de la joven ir al lugar después de saber que el irken y el de gafas nunca habían ido.

“Deben estar bromeando, ¿Enserio nunca han ido a patinar sobre hielo?”

 

Lo única que lo desmotivaba era que ahí hacía mucho frío.

“!Deberíamos ir todos juntos! Sería genial”

“Gretchen tiene razón, hay que ir un día de estos ya que tenemos tiempo.”

 

Se acomodó su bufanda antes de entrar a aquel lugar.

— Es enorme — miró el lugar, se le hacía bonito — Debemos entrar o. . .

— Dijeron que nos iban a esperar afuera, pero no los veo.

Busco entre la multitud alguna señal de que aquellos jóvenes estuvieran ahí, pero no, al parecer ellos no habían llegado.

— ¿Llegamos temprano?

— No, estoy seguro que-

— ¡Ahí están!

La voz de la joven de frenillos se escuchó detrás de ambos.

— Los estábamos buscando. — abrazó al mayor con fuerza.

Zim iba a decir algo pero al igual que Dib, fue estrujado por esta misma.

— Los extrañé mucho. — habló como si fuera a llorar en cualquier momento.

— Solo fueron 3 días. — dijo incómodo.

Aun no se acostumbraba al contacto físico.

Y aquella chica era muy melosa.

— Ya ves que es una exagerada. — el pelirrojo habló detrás de la chica quien no soltaba al de piel verde. — Ya déjalo Gretchen, lo vas ahogar.

— Es que es muy pequeño.

Le parecía tierno la estatura del irken.

Era el más pequeño del grupo.

— Bien, ¿Entonces vamos a meternos o no?

— Ah, cierto, vengan — se enderezó y tomó del brazo a Zim y Dib — este lugar les encantará.

Como lo imaginaba.

Estaba frío.

Muy frío.

— Aquí veníamos Keef y yo después de clases — explico emocionada — de hecho, aquí nos conocimos ¿Te acuerdas?

El pelirrojo asintió con una pequeña sonrisa en el rostro.

No tenía mucho que lo habían remodelado y se veía estupendo, más amplio.

Justo como aquel día.

— Ummh. . . ¿Cómo se pone esto? — los cordones se habían enredado.

— Deja te ayudo — habló el azabache guiñándole un ojo, se arrodilló delante del menor y comenzó a atar los cordones. — listo.

Quiso levantarse de su lugar, pero era torpe con aquellas cosas puestas.

Pues a la hora de dar un paso se balanceo tanto que iba caer, pero fue detenido por su pareja quien le dio su brazo para que esté se apoyará en el.

— Yo tampoco soy bueno en esto, así que no te sorprendas si nos caemos.

Ambos rieron.

Agradecía que por la hora no hubiera tantas personas ahí.

Sería muy vergonzoso caer delante de los demás.

— Nop — paro a ambos chicos. — cómo son nuevos les enseñaremos nosotros a patinar, así que tú vendrás conmigo y Zim con Keef.

— No creo que-

— Cuando aprendan a estar de pie patinaremos todos juntos, de mientras, Zim vendrá con Keef.

La joven los separó tomando del brazo al menor, llevándolo hasta donde estaba el de ojos verdes.

— Keef es muy bueno patinando, te enseñará cosas básicas ¿Ok? — dijo de forma dulce.

— Yo quería patinar con Dib. — habló bajito mientras miraba hacia donde estaba el mencionado.

— Solo serán 10 minutos, si los dejamos solos se van a caer.

Igual no importaba mucho lo que dijera, la chica era muy necia como para hacerla cambiar de opinión.

[. . .]

— Me tiras y te mato — amenazó al mayor quien lo tomaba de una mano para que no se resbalara.

Le frustraba no poder mantenerse de pie, se sentía estúpido.

— Ugh, sabes que, no puedo. — se soltó del agarre y trato de caminar hacia la salida.

— Claro que puedes, solo ponte derecho y mantén el equilibrio.

— Ya te dije que no puedo, me voy a caer.

— Ven.

Lo tomo de la cintura con delicadeza y lo atrajo hacia el apoyando su brazo en el hombro del menor para que esté no cayera.

Zim iba a golpearlo.

¿Cómo se atrevía a tocarlo?

El de cabellos anaranjados soltó una carcajada, la cara del menor no tenía precio, Zim ni siquiera se tomó la molestia de fingir, su rostro se veía molesto por el tipo de contacto.

— No voy hacerte nada, mira, mueve tus piernas así.

Empezó a avanzar junto con el menor, este solo trataba de seguirle el paso, Keef era muy rápido.

O el era muy pequeño?

Aún así el mayor le seguía explicando con paciencia como moverse sobre el hielo.

— Hey, lo estás asiendo bien.

Lo soltó con suavidad, Zim supo que tenía que hacerlo solo, así que deslizó sus pies sobre la pista, aún que sus piernas temblaban.

Se sentía inseguro, pero ese sentimiento se esfumó a la hora de ver a Keef a un lado de el.

Lo estaba cuidando.

— ¡Eso Zim, lo haces increíble! — grito la joven del otro lado de la pista.

Dib solo aplaudía orgulloso a un lado de la chica.

Se sentía el rey en ese momento.

— Ves, ahora no tienes porque matarme

— Cállate, mi amenaza aún sigue en pie — fingió una mala cara que deshizo después de unos segundos, soltando una pequeña risita.

— ¿Puedes dar un giro?

— Apenas y puedo estar de pie.

El mayo sonrió a la vez que daba una pequeña vuelta.

— Que presumido — se cruzó de brazos.

— Nha, es más fácil de lo que crees

— Bien

Zim imitó al más alto, aún que no pudo completar el giro, había tropezado con sus pies, cayendo sobre su espalda.

— Maldición. — se quejó.

Si que se había golpeado duro.

— Eso ya no fue mi culpa. — se acerco al menor para levantarlo del suelo.

— ¡Claro que lo fue!

Golpeó el brazo del mayor, aún que fue un golpe leve, tampoco lo quería lastimar.

[. . .]

La noche había caído, el cielo se había iluminado por la luz de la luna y aquellos establecimientos que rodeaban el lugar estaban iluminados por las lucecitas.

Hace rato que esperaban el regreso de sus amigos y solo ellos dos esperaban a las afueras en una de las bancas.

— ¿Te divertiste?

— Si, aun que me duele el trasero de tantas caídas. — río al recordar las veces que también había tumbado al pelirrojo solo con la intención de molestarlo — sabes, ya se hacer giros.

— Pfft yo solo se mantenerme en un solo lugar.

— Puedo enseñarte si quieres. — se recargo en el hombro del más alto.

— Yo encantado.

Ya empezaba a ser más frío.

Sus manos empezaron a temblar, había olvidado su sudadera en casa por salir a las prisas, no pensaba que fuera tan necesario, pero ahora enserio se estaba muriendo de frío.

— ¡Volvimos! — salto desde atrás de la banca sorprendiendo a ambos jóvenes.

— Por Saturno, que susto.

Si que lo había asustado.

— Yo ya te había visto. — el irken río victorioso, pues conocía a la joven, sabía que siempre intentaría sacarle un susto.

Asta ahora no había podido.

— Para la próxima me esconderé bien. — se sentó al lado de ellos, mientras que el de cabellos anaranjados se recargaba en un poste cercano.

— ¿Quieren ir a tomar algo? Hay puestos donde venden bebidas dulces.

— Si es algo caliente y dulce entonces si. — metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón.

— Para mi está bien. — acomodo sus lentes y se paró de dónde estaba sentado.

— A ti te toca ir conmigo.

Jalo al mayor hacía donde vendían aquellas bebidas calientes.

El lugar estaba lleno de personas que esperaban en una fila por ser atendidos. Era obvio que tardarían en llegar.

El ambiente se volvió más tranquilo.

— Oye. — el de ojos verdes se acercó más al menor, claro que no tanto.

Desde hace un rato se veía distante con el y Zim ya se había dado cuenta de eso, pero no le tomó importancia.

Supuso que era porque estaba distraído con el teléfono o cosas de humanos.

Lo normal.

— Quería, quería disculparme por lo de hace rato.

— ¿Ah? — miro al mayor con confusión

— Yo no quería incomodarte, si lo hice, entonces perdón, nunca fue mi intención jaja — rasco su nuca nervioso, se sentía tonto.

— ¿Lo dices por lo de hace rato? — asintió — está bien, pero para la próxima avísame, no todos son dignos de tocar al gran Zim.

— Hay, y dices que yo soy el presumido.

— Yo no sé hacer piruetas sobre el aire — le saco la lengua.

Aún le dolía la espalda de tanto caer sobre ella.

— Ya te dije que es cuestión de práctica.

— Pfft, igual no me gusta patinar.

Escondió su rostro en aquella bufanda.

— ¿Entonces, que te gusta?

¿Qué le gustaba?

Nunca se lo había preguntado.

Si se lo hubieran dicho hace un par de años diría que la idea de dominar el mundo y esclavizar humanos.

Pero ahora era distinto, ahora le gustaba pasar tiempo con Dib.

Le gustaba dormir con el y ver misterios misteriosos por la noche.

Comer juntos.

Besarse.

— No sé. — desvió la mirada hacia otro lado.

— Como que no sabes jaja — soltó una risa burlona. — pues algún pasatiempo debes de tener, ¿No?

— Pues no.

— ¿Qué haces en tus tiempos libres?

— Dormir, supongo.

— ¿Nada más?

— Si

— ¿No te aburres?

— No y deja de hacer tantas preguntas, me estás mareando.

— Bien, bien, ya te dejo en paz. — sonrió de forma cálida, recargando su cuerpo en el respaldo de la banca. — mira, ya vienen de regreso.

La joven traía en ambas manos bebidas diferentes al igual que el azabache.

Por fin habían salido del puesto.

— Mucha gente — dijo el mayor a la vez que extendía el vaso hacia Zim.

— Mira, tiene un gatito. — le señalo.

Era cierto, su bebida al igual que la de la joven tenían bombones y pequeños gatitos decorando la espuma.

Sopló un poco antes de probarlo y si, era lo suficientemente dulce y delicioso como para tomarlo.

Extrañamente se sentía en paz.

__🌻__

Feliz año nuevo.

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