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🪻┆Lárgate

Ante el silencio de Jennie, el ambiente se tornó tenso. Yo estaba por interceder, y pedirle a Jungkook que mejor esperemos a que ella sea dada de alta, para preguntarle con más calma, pero fue en ese momento que la hermana de mi esposo levantó la mirada, observándome primero, como si dudara en decir el nombre del causante de su malestar delante de mí.

— Imagino que no estarás tranquilo hasta saberlo. Hubiera preferido que Jimin no esté presente, pues creo que oír el nombre no le agradará.

— No importa quien sea, dímelo Jennie —insistió Jungkook.

Ella suspiró largo, pronunciando ese nombre indeseable.

— Fue Jihoon.

— ¿C-cómo? —dijo Jungkook perplejo.

— Ocurrió cuando yo estaba presente, señor Jungkook —agregó Bamban—. Y perdonando mis palabras, pero ese hombre no tiene nada de respeto. Habló muchas cosas que por respeto a la señora Jennie no puedo repetir, entre ellas insultandola por el problema en sus piernas.

— Esa mujer provocó que la señora estuviera mal, fueron gritos muy fuertes señor Jungkook. Incluso los demás empleados en casa lo oímos.

— ¿Y por qué no intervinieron? —dije fastidiado. Una cosa era que ese mujerzuelo se metiera conmigo, sus insultos y más cosas no me afectaban, pero para Jennie que es una persona de puro amor y sensibilidad, debió ser traumatizante.

— Nosotros…

De pronto, tanto el doctor como la enfermera entraron con la noticia de que Jennie podía irse a casa. No había motivos para que ella se quedara un solo día.

— Agradecemos el cuidado a mi hermana, doctor.

— Solo es cuestión de ir a hacer el pago correspondiente y la señora podrá irse.

— Por eso no se preocupe, yo iré a hacer el pago —afirmó Jungkook manteniendo un rostro serio.

— Yo ayudaré a la señora —se ofreció Hyejin.

Entonces, sabiendo que Jennie estaba en buenas manos, seguí a Jungkook hasta alcanzarlo en la caja.

— Jimin, ahora no —dijo antes de que pudiera decir una sola palabra.

— Pero…

— Por favor, no quiero ser grosero contigo, después de lo amable que has sido, quiero evitar desquitarme con quien no tiene la culpa.

— No lo entiendo ¿Acaso no dirás nada más? ¡Tú hermana en ese estado es muy frágil! ¡Pudo haber sido peor! —tenía que decircelo, me sentía muy indignado con su actitud silenciosa.

— ¡VETE! —se giró a darme la cara con unos ojos fríos y crueles.

Todos las personas que se encontraban trabajando así como pacientes, escucharon el gran grito que dio Jungkook. Yo no iba a quedarme en silencio. Él estaba muy equivocado si creía que esto lo dejaría pasar.

— Solo espero que no estés tomando el camino equivocado, pero si lo haces. En fin es tu vida, pero tenlo claro. Jennie es muy importante para mí, y si tu no haces nada, yo no voy a quedarme de brazos cruzados.

— No te metas —me advirtió.

— Por supuesto que lo haré, se metió con mi familia.

-Jennie no es tu familia, nadie en esa casa es tu familia. Entiéndelo ¡No eres un Jeon! —él fue bastante claro, suficiente como para darme a entender lo que había elegido, y lo que para él era prioridad.

— ¿Sabes? Casi, casi me compadezco de ti, pero no. Me compadezco de mí, por haber creído en un estúpido infeliz —dándome vuelta, salí del hospital con paso seguro y sin mirar una sola vez atrás.

Por mi que se fuera al diablo, él y su estúpido zorra podían hacer agujero en la tierra y quemarse en el infierno por toda la eternidad.

— Idiota —murmuré apretando mis dientes, mientras paraba a un taxi.

— ¿A dónde vamos, señor?

Le di la dirección del lugar donde sabía que lo encontraría. Necesitaba hablar con él, sus consejos y preparados, eran necesarios para mí en este momento. Se qué es muy temprano, pero al demonio, es mi vida.

— ¿Jimin? Querido ya te imaginaba bailando flamenco, pero… Por tu carita creo que no salió nada bien lo de la táctica de seducción.

— ¿No hay nadie? —pregunté, ignorando su comentario anterior.

— No muñeco, son las siete de la mañana. Nadie bebe a esta hora. Solo estoy haciendo la limpieza.

Maldiciendo en voz baja, solo me quedó tomar un lugar en uno de los tantos asientos vacíos.

— ¿Me dejarías quedarme aquí? —le pregunté.

— Bueno, siempre estoy solo. Tener compañía en el trabajo no está nada mal.

— Gracias, tu si eres un buen tipo, no como el imbécil de… ¡Ah! —gruñí—. Ya ni. caso tiene decir su nombre.

— Uy ¿Problemas en el paraíso?

— ¿Paraíso? Infierno dirás —contesté lanzando un golpe con mi mano a la mesa.

— ¿Entonces no funcionó el viaje?

— Durante el viaje todo estuvo bien, de hecho, fue mejor que nunca —dije con cierta tristeza de que aquello tan hermoso, solo hubiera sido breve.

Hoseok dejó la escoba a un lado, acercándose a tomar asiento frente a mí.

— Mi muñeco de porcelana ¿Qué fue exactamente lo que pasó?

— Jungkook es un imbécil —afirmé apretando las manos contra la mesa—. Él la eligió, eligió a esa zorra.

— ¿Cómo? No puedes estar hablando en serio.

— Por supuesto que lo hago. Ese tonto, dictador, egoísta, estúpido…

— Despacio querido, no hiperventiles. Cuéntame a detalle qué fue lo que sucedió, así podré entender mejor.

— Bien, te lo diré.

Suspiré profundamente, empezando a relatar lo maravilloso que fue el viaje a Madrid y de lo mágico que fue esa aventura, y como el momento llevó a que una simple seducción, terminara en una noche de pasión desbordante. Así hasta que llegó el momento de volver y estar en el ahora.

— ¿Ahora lo entiendes? A pesar de lo que pasó con Jennie, él sigue embobado con ese arpía. Nada cambiará su actitud de idiota.

— Ay muñeco —cubrió mis manos con las suyas— ¿Por qué se harán la vida tan complicada ustedes?

Confundido, me quedé con una expresión de interrogante en mi ojos.

— ¿Por qué dices eso?

— Querido muñeco, eres muy inteligente en los negocios y divinamente hermoso, pero te falta mucho por aprender en cosas del amor.

— ¿Amor?

— Shhh —me cayó levantando un dedo—. Deja que hable el maestro y escucha—. En el mundo de los romances y parejas siempre ha existido esa idea de que despues del primer beso o luego del sexo, viene la boda, hijos y el famoso "felices para siempre" Pero en la gran mayoría eso no sucede, y aplaudo al que lo logró. Pero muñeco, olvidas que en los cuentos de hadas también están esas brujas. Sí, esa brujas que dan manzanas envenenadas a su víctima de noble corazón. Aunque el bruja aquí es una gran perra, y la víctima se defiende a cachetadas.

Entendiendo a lo que se refería, bajé la. mirada para ocultar mi rostro de la risa que estaba cerca de soltar.

— El punto es que ¡No te dejes hombre! —me sacudió los hombros con un gran grito—. No esperes a que el príncipe venga a rescatarte o en tu caso esperar a que él venga a tus brazos. Toma al toro por las astas como lo hiciste con tu madre. Además, que él haya respondido de esa manera no significa que haya elegido a esa zorra del melodrama. Ya lo tienes en la palma de tu mano. Ya le diste otra probada de esa carne de lujo, ahora es momento de que lo hagas adicto.

— ¿Sabes? Tienes razón.

— Ese es mi chico —levantó la mano esperando chocar palmas.

En ese instante, recibí una llamada. Se trataba de Taehyung.

— Parece que ya me estás olvidando —comentó.

— ¿De qué hablas? Si tu eres de mis hombres favoritos —bromeé.

— ¿Uno de tus hombres favoritos? —lo escuché a punto de reír— ¿Y quién es el primero?

— Mi padre, por supuesto —respondí.

— Creo que mejor no pregunto qué puesto ocupa yo.

— Ja, ja, ja Te extrañaba, no sabes las ansias que tengo de verte.

— Justo por eso te llamaba ¿Ya estás aquí?

— Regresé esta mañana, ahora estoy con un amigo.

— ¿Un amigo? ¿No irás a cambiarme, verdad?

— Nunca haría eso, en mi corazón hay suficiente amor para ambos.

Hoseok que estaba cerca, se cubría los labios riendo en voz baja.

— Pero en tu cama solo hay espacio para uno —bromeó Hoseok, provocando qué me avergonzara.

— ¿Perdón? —preguntó Taehyung desde el celular.

— Ah… nada, creo que la señal se está cruzando, pero dime ¿Qué es eso que querías decirme?

— Bueno, dijiste que al volver iríamos a donde quisiera, y sólo quería avisarte que ya tengo el lugar.

— ¡Oh! es verdad ¿Y dónde será?

— Bueno, tengo unas entradas a uno de los lugares más sofisticados y divertidos de la ciudad. Donde podremos bailar y beber un poco, pero sólo un poco, que ya me enteré de lo que hiciste en tu viajecito.

— Ay… —apreté los labios— ¿Vas a regañarme?

— No lo creo necesario, ya suficiente has de haber tenido con ese sujeto como esposo, en fin ¿que dices?

— ¿Decir? Eh…

— Di que aceptas — me susurró Hoseok.

— Está bien, voy.

— También dile a tu amigo que venga, las entradas bastarán para los tres.

— ¡Wuuu! Gracias amigo —dijo Hoseok acercando su boca al celular.

— Se ve muy animado. Entonces nos vemos el fin de semana, pasaré a recogerte a las 8:00 pm ¿Está bien?

— Por mi excelente —afirmé —. me dará tiempo a solucionar algunas cosas con el abogado y lo que dejé pendiente en la oficina.

— Perfecto, entonces te dejo, ya debo entrar al trabajo.

— De acuerdo, nos vemos —corté la llamada.

De ese modo, quedamos en salir los tres el fin de semana. Aún faltaban cinco días, pero el tiempo como amargura se pasó rápido, hasta que llegado el día, exactamente siendo las 10: 00 am. Llegó una visita indeseable.

— Hyejin, disculpa que te moleste, pero has visto la correa de Bam, quiero salir a dar una vuelta y…

Teniendo una mirada asesina con los labios semi sonrientes, acercó su mandíbula a mi altura.

— ¿Qué hace este hombre en mi casa? —dije con voz seria.

— ¿Tú casa? —se burló, caminando por la sala creyéndose dueño del lugar—. Te recuerdo que eres un recogido del difunto señor Jeon.

— Lárgate Jihoon —le señalé la salida.

— ¡A mi nadie me va a dar órdenes y menos una ramera como tú!

*Plaf* Resonando su mejilla contra mi mano, le volteé la cara de una fuerte bofetada.

— ¡ESTA ES MI CASA! ¡Y ME VAS A HABLAR CON RESPETO! Aquí tu no eres nada, ni siquiera mi sombra.

Sosteniendo su mejilla enrojecida, me miró con aún más rabia que antes.

— ¿Dónde está Jungkook? —preguntó a Hyejin.

— No le digas dónde está mi marido a esta tipa, Hyejin. Mejor enseñale la salida, que parece no conocerla.

— ¡¿Y tú quién te crees para hablar por él?! —nunca había visto a Jihoon en ese estado, sabía que era un dramático, pero no a esos extremos.

— Muy sencillo querido, soy su esposo —le respondí.

— ¿Qué es todo esto? Tanto Jungkook como Jennie, aparecieron por las escaleras.

— ¡Mi amor! —Jihoon intentó subir corriendo, pero con la mirada ordené a uno de los empleados que no se lo permitiera.

— ¿Jihoon qué haces aquí? —quiso saber Jungkook, mientras ayudaba a Jennie a bajar los escalones.

— Cariño, vine porque tenemos una conversación pendiente, las cosas no pueden quedar así.

— ¡Fui claro contigo! —exclamó dejando a todos en silencio—. Pude haber aguantado muchas cosas, incluso tus niñerias y berrinches, pero no que te metieras con mi hermana. Eso no se lo perdono a nadie ¿Me oíste?

— Pero Jungkook…

— Vete de aquí Jihoon —le dijo en la cara.

— Mi amor…

— Largo —él le señaló la puerta.

— ¡Qué no lo entiendes! ¡Te quiero fuera de mi casa! ¡De mi familia! ¡Lárgate! —gritó con tanta rabia que hasta casi sentí lástima por el, pero no.

Jihoon se dio la vuelta en dirección a la salida, pero antes de marcharse, sus ojos se posaron en mí y en los de Jennie. No necesitó palabras, porque con su mirada lo decía todo.
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