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🪻┆Esto no se ha acabado

Luego de haber pensado una y mil veces sobre los motivos que llevaron a Jimin a que esto ocurriera. Tomé las llaves de mi auto.

Ya es inútil negar lo que entre sueños le hago y siento. Muero y anhelo hacer mío a ese joven que es mi esposo.

¡Maldita sea! He caído en mis propias palabras. Solo un beso, una caricia o un abrazo… Esto que creí que no sentiría con otro hombre más que con Jihoon, es incluso más fuerte cuando estoy con Jimin.

Dos hombres tan distintos, uno que me despertó muchas emociones en el pasado, y que esperó por mí durante seis largos malditos años para casarnos. Y por el otro lado Jimin, un hombre que había florecido con determinación y orgullo, el que ahora provocaba una excitación dentro de mis pantalones, aquel que me volvía loco con tan solo tocar sus labios.

— Jimin… —dije su nombre en mi cabeza— ¿Qué estás haciendo con mi cabeza?

Me encontraba manejando a dicho encuentro. Tendría a Jimin por esta vez, por fin calmaría este calor que me inquietaba, pero… ¿Por qué me siento tan culpable? Es como una presión que encierra a mi corazón. Se supone que esto sería beneficioso para los dos, pero no puedo evitar sentir que estoy haciendo mal.

Ensimismado en mis pensamientos, suspiré largamente, me había retrasado en llegar, solo esperaba que no tomara esto como un rechazo.

— ¿Pero por qué? —dije en voz alta— ¿Qué te lleva a esto Jimin? ¿Por qué aceptaste tener un hijo conmigo? Cuando juraste que nunca harías tal cosa. Ojalá pudiera entenderte.

Pero mi cabeza tendría que dejar esos pensamientos, pues ante mí, encontré al hombre que estaba metido en mi cabeza. Tuve que frenar tan rápido como pude, y simplemente guiado por mis piernas, salí a ver si no lo había lastimado.

—¡DIOS, esta bien! —dije en mi cabeza, pero sin lograr controlar mi explosivo carácter, la sacudí de los hombros.

Terminamos teniendo una discusión en medio de la calle. Jimin, nunca estaba callado, siempre tenía algo que decir, pero esta vez era más hablador de lo normal, lo cual sólo indicaba una cosa. Estaba ebrio.

No podia dejarlo en ese estado, así que, hice lo único que pasó por mi cabeza en ese momento. Sin importarme sus protestas, lo llevé al hotel donde había hecho la reservación. No haríamos nada, en este momento todo deseo había pasado a segundo plano,y lo único que me interezaba ahora, era que el regresara a su sentidos.

Fuimos al hotel donde hice la reservación. Ahí quise obligarlo a tomar una ducha, pero nunca creí que un simple forcejeo despertara todo lo que creí ser capaz de controlar.

Entre besos y lentas caricias lo llevé a la cama. Su deliciosa piel y gemidos levantaban mi hombría, la desesperación por sentirme dentro de el hervía como lava en mi sangre.

Bien, es mi esposo, y no voy a desaprovechar otra oportunidad. El motivo inicial de esta cita era eso. Procrear un hijo, y para eso estábamos aquí, solo sería una noche, suficiente para apagar este fuego. Una vez lo hiciera mío, tal vez dejaría de actuar como animal. Sí, eso era, porque otro sentimiento estaba prohibido.

Pero… Nunca, por ningún maldito segundo estuve preparado para descubrir aquello que invadió mi alma.

Definitivamente esto estaba mal ¿Había estado casado? ¿Cómo diablos es posible esto? ¿Acaso Jimin es… Virgen?

Lo obligué a sentarse y que mirara mis ojos ¡Mierda! Esto no podía ser real, no puede ser que el…

— Jimin ¿Eres virgen? —hice la pregunta que estaba atorada en mi garganta, mas su silencio solo aumentó mi rabia, pero no por el. Era una ira por mi, por lo que esto significaba— ¡Responde! —exclamé.

— ¿Y-y eso realmente importa? —respondió reteniendo su mirada en la mía—. Tan valiosa es la virginidad de un hombre para ti ¿Es acaso que un hombre solo vale por su pureza?

— Jimin…por favor responde —se lo pedí suavizando mi voz.

— Escucha Jungkook —el se acomodó para levantarse de la cama, por un momento creí que se iría, pero lo que hizo me dejó aún más desconcertado que el pensamiento que había tenido todo este tiempo sobre el —. Tuve mis dudas sobre si esto era correcto, pero nunca miro atrás, y si mi virginidad te importa, entonces puedes irte, porque para mí todo sigue igual.

— Jimin, tú no entiendes.

— Terminemos a lo que venimos.

De pronto, el se llevó las manos a su camiseta, dejando solo un segundo después caer su ropa, para quedar completamente desnudo.

— Si estás listo para continuar, ya sabes lo que debes hacer, pero si vas a seguir con tus estúpidas preguntas, puedes irte por esa puerta —señaló la salida ocultando su rostro bajo mechones que cubrieron sus ojos.

— Jimin…—susurré, levantándome para acomodar uno de esos mechones tras su oreja— ¿Estás seguro que quieres esto? Puedo lastimarte.

Sin embargo, el permaneció con esa expresión dura.

— Estaré perfectamente bien ¿O es que deseas que otro hombre compruebe tus dudas? ¿Necesitas ver cómo lo hago con otro frente a ti?

— Tú no sería capaz de eso.

— Soy capaz de muchas cosas, Jeon Jungkook.

No sé qué ocurrió, pero al imaginarlo dejándose tocar por otro, despertó en mí ese lado posesivo y dominante de querer ser solo yo quien hubiera pasado sus manos por esas sensuales curvas.

Dejándome llevar por la sensación de querer romper lo que estaba a mi alrededor, volví a tomar su boca. El provocaba mi violencia, pero tan pronto como tocaba su piel, el deseo retornaba.

Esta vez no hubo interrupción, besé su cuello y seguí desde su clavícula hasta sus botones rosaditos.

— Ah… —gimió encerrando sus brazos sobre mi cabeza—. No hagas tantos juegos —susurró—. Yo se que así no se concibe a un bebé.

— El sexo puede ser más placentero de lo crees, Jimin, y yo puedo demostrártelo.

No obtuve su respuesta, pero su largo gemido fue la respuesta que necesitaba.

— ¿Placer? En realidad… ¡Ah! —soltó—. Crees que eso me interesa.

— ¿Por qué eres tan necio? Mírame —levanté su barbilla para que me viera a los ojos— ¿Crees que esto es fácil para mí?

— ¿Qué?

— Llevas clavado en mi cabeza como una astilla que no deja de meterse más y más. Y ahora que te tengo entre mis brazos ¿Crees que no me produces el más mínimo deseo? ¡Jimin, soy un hombre!

*Flashback*

— ¡Nunca tendrás un lugar en mi cama!

Fue esa mi respuesta ante su confesión. Odiaba a ese hombre, el hecho de que se había metido en mi vida, arruinando lo que quería construir con el único hombre que amo, por lo tanto ese juramento estaría siempre presente en mi día a día.

*Fin Flashback*

Ese recuerdo hoy pesa tanto y aquel hombre que rechacé, hoy está a punto de convertirse completamente mío.

— Jimin, déjame complacerte… —finalicé mis palabras para recostarlo.

Separé sus piernas, apartando esa prenda que ahora me parecía un estorbo. Su hombría me esperaba con anhelo de sentir mi lengua probar su sabor.

— ¡Mmm! —gimió cerrando los ojos.

En la humedad de su hombría, seguí con mi lengua jugueteando, y mi hombría no era ajeno a la respuesta de sus gemidos. Seguí con ese movimiento, incrementando la velocidad al aumento de su voz sollozar.

— ¡Ah! ¡Para! —gritó, pero ya era tarde. Recibí su agradable respuesta entre mis labios, saboreando la esencia que de su lugar más sensible liberaba. Jimin acababa de tener un orgasmo, estaba suficientemente húmedo como para recibirme.

Sofocado por el calor de mi propio cuerpo, tiré el saco al suelo, seguido de mi camisa y pantalones, hasta quedar completamente desnudo.

Miré su rostro perlado de sudor, y a su garganta con un nudo que bajó lentamente al ver mi virilidad erguirse.

Inconscientemente, sonreí.

— No te preocupes, que todo esto caberá perfectamente en ti.

Me acomodé sobre el, acariciando lentamente sus muslos y vientre. Ese lugar que pronto cedería a mi invasión. Continúe rozando su cuerpo con mis manos y no me resistí a tocar esos suaves botones que fueron como el fruto prohibido del Edén.

— ¡Ah!—gritó cuando tomé con mis manos sus hermosos botones rosados.

Mi boca salivaba de hambre, esta era mi oportunidad. Mi boca lamió su pezón, pero no me detuve ahí, succioné y mordí,teniendo las manos de Jimin apretando mis hombros.

— ¿Entonces tus pechos son tu mayor sensibilidad, eh? —aproveché este descubrimiento para hacer más con esos dos perfectos botones. Mis palmas los cubrían masajeandolos, esta suavidad es incomparable.

Y entonces, el momento había llegado. Con todo esto Jimin estaba sumamente mojado, listo para recibirme sin problemas.

— Voy a entrar ¿Estás listo? —le pregunté ronco de deseo al oído, mientras colocaba mi hombría en su estrecha entrada.

— Haz lo que tengas que hacer —gimió con la voz temblorosa.

Tomé las caderas de Jimin, empujando suavemente entre sus paredes.

— ¡Ay! —se quejó, procediendo a cubrir sus labios con su mano—. No te detengas.

Volví a empujar, entrando solo a la mitad, fue ahí que me topé con la barrera que me dio la respuesta que Jimin no quiso darme.

— Eres virgen —afirmé con asombro. Ahora si no tenía la menor duda, no hacía falta que el intentará negarlo o desviar mi pregunta. Jimin jamás había sido tocado por otro. El… aceptaba que yo fuera su primer hombre ¡Maldita sea! Todo este tiempo he cometido un grave error con el.

— Nunca me tocó —respondió—. Pero eso ya no tiene importancia, para ti siempre he sido un falso.

— Jimin…

— No necesito tu compasión ¡Ya hazlo! —me gritó golpeando mi pecho, dejando que unas lágrimas bajaran por sus mejillas.

Me sentí como un completo idiota ¿Este hombre delicado y frágil de ojos brillantes, era la que odié por tanto tiempo?

— No llores, precioso —limpié sus lágrimas con compasión, procediendo a besar sus labios.

No podía evitarle el dolor, pero al menos quería que supiera que atesoraría para siempre este momento.

Sin soltar sus labios, empujé hasta lograr entrar por completo. Mi virilidad fue envuelto por una gran calidez, obligándome a quedarme quieto, hasta que el se adaptara a mi tamaño.

Las lágrimas de sus mejillas cayeron una tras otra; el sabor salado de ellos en mis labios al besarle las mejillas me hacía sentir tan culpable por causarle este dolor.

— ¿Estás bien? ¿Quieres que continue? —le pregunté controlando mi propio impulso.

Jimin asintió sin decir una sola palabra.

— Si no puedes más, dímelo.

Comencé con un lento vaivén, moviendo mis caderas adelante y atrás.

— ¡Mierda! Esto se sentía tan bien —dije en mi cabeza.

— Ah… Ah… —con sus piernas alrededor de mis caderas, Jimin se aferraba a mí, soltando sollozos lastimeros.

— Estas tan estrecho… ¡Ah! —dije hundiéndome una y otra vez.

Nuestra voces se iban mezclando, notando cada vez como los sollozos de dolor de Jimin, se convertían a unos de placer.

— ¡Oh! ¡Jungkook!

¡Maldita sea! Escuchar mi nombre de sus labios fue como darme un rayo que hizo que mis caderas fueran más fuertes en cada embestida.

— Ah… Ah… ¡Jungkook! Ah…

— Jimin… —gruñí apretando su cadera para profundizar mis embestidas.

Su interior me recibía deliciosamente. Esto era el paraíso. El Edén estaba entre las nalgas de Jimin, y si tuviera que elegir un lugar donde morir, podría hacerlo aquí y ahora.

Seguimos en este movimiento hasta que su interior me apretó. El estaba cerca y yo estaba listo para dárselo.

— ¡Aquí viene, precioso! ¿Estás listo? —dije entre jadeos.

Sus caderas se elevaron y su espalda se arqueó, momento en el que me abracé a su cuerpo, liberando toda mi simiente en su interior.

Cuando me retiré, observé el líquido pegajoso con algunas manchas de sangre que caían fuera de su cavidad.

— Oh Dios… —dijo agotado, llevándose una mano a la frente—.No puedo creer que… ¡Woah!

— ¿Pensabas que esto se ha acabado?

— ¿Qué? —preguntó montado sobre mis caderas.

— Precioso, eres mi esposo y reservé esta habitación para toda la noche.
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