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Capítulo 5: ֍‡ ¿Qué piensas, papá?‡֍




«Esto es...bastante aburrido».


Sus párpados se sentían pesados, amenazando con cerrarse en cualquier momento; Akini se mantenía en una lucha constante de no caer dormido. Una de sus manos usada como poste para no caerse de cara contra la mesa; trataba de escuchar lo que sea que él profesor estuviera explicando, pero le era imposible; la voz grave y carente de emoción hacía de un somnífero ideal para la clase. Ni hablemos de lo entrecortado y lento de su narración.

—Y así...es como nos da...este...número —escribió el número cien en la pizarra. Incluso el sonido que hacía con la tiza al chocar contra la pizarra era bastante relajante, haciendo que la tarea de Shiwara de no dormirse, sea más difícil. —entonces...con esto...viene esto...el número...ciento...y uno.

«¡¡Aaaaaaahhhhhhhhh!!», el aburrimiento y desesperación de irse era abrumador. Gritando por sus adentros sin poder contener tal atroz castigo.


¡TRRIIIIN~!


« ¡Hah!», escuchar el sonido del timbre marcando ya la hora de salida, no fue más que el sentimiento de haber podido sorber el dulce sabor de las gotas de rocío acumuladas en la rosa más bella. Pensamiento compartido por varios de sus compañeros de clase.

—Oh...parece...que se acabó nuestro tiempo. Muy bien...anoten esto.

«¡¡Noooo!!», para mala suerte de ellos, todavía debían de quedarse unos minutos más en el salón, aguantando al monótono e insufrible de su profesor caracol. Parecía que su apariencia no era lo único que gritaba "lento".


→/-/


Los días en la escuela primaria no son algo que le provoque alguna clase de molestia; bien es cierto que ya vio varios de los temas que imparten y se le hacía aburrido volver a verlos; aunque había unas cosas interesantes que se diferenciaban y no recordaba, cosas distintas a las que aprendió. El sistema educativo era distinto al que vivió en su tiempo, tal vez se deba a que es otro país...o también que se deba a causa de la aparición de los quirks. Nunca se puede estar seguro.

« ¿Cuatro años y medio?», si es que recordaba bien, ese sería el tiempo que pasó desde que entro a esta primaria; ya estaba a punto de salir de lo que sería el cuarto año, aunque en realidad faltaban como seis, siete meses.

Manteniendo aquella extraña afición de reflexionar cada vez que comenzaba a caminar, se preguntó varias cosas; cuestiones tan recurrentes que se volvían el tema del día a resolver. Pero que siempre las resolvía con una respuesta vaga y poco segura.

« ¿Ser un héroe?», tal interrogante ya le era cansada de hacer pero...tenía que hacerla, se sentía de alguna manera...en deuda. Y de igual manera, no puede ignorar todo lo que ocurrirá en el futuro; sí...siempre tuvo en mente la latente guerra que ocurrirá en el futuro desde que averiguó en qué mundo estaba. Ahora...no sabía ni siquiera por dónde empezar; siendo lo peor de todo que se seguía debatiendo sobre ir a la U.A.

« ¿Debe de hacerlo?», la respuesta si bien puede ser respondida con una sola afirmación, eso no evitaría que posibles eventos se vean cambiados a causa de su intervención. Aunque...

« ¡Hah! ¡Mierda!», una expresión de sorpresa y cierto temor apareció en sus ojos, abriéndolos completamente al recordar aquel evento con el héroe y su hermano. « ¿Eso...eso afectará en algo?», un sudor frío se resbala sobre su frente hasta llegar a su cuello, sintiendo aquellas gotas como sofocantes al tacto.

>«No podía ser así, solo interaccione con ellos como por media hora», apresurando su paso en un intento de perder aquellas dudas de su mente, pasando entre varios grupos de niños que simplemente al verlo se apartaban rápidamente de su camino. «Pero algo como eso... ¿De verdad haría algo? ¡¿De verdad cambiaría tanto el futuro?! No...que tal si... ya cambió».

Sacudió su cabeza con fuerza, reacio a tener que creer tal cosa. ¿Cómo algo tan insignificante como eso podría provocar un resultado tan diferente? No, no quería ni pensarlo, solo de hacerlo sabría que tendría una jaqueca de aquí hasta la próxima semana.

Masajeando su entrecejo para aliviar la tensión, inmediatamente pensó: «Si hubiese sido Izuku, creo que las cosas serían peores», y con eso, otra idea cruzó por su mente.

«Es verdad, después de todo, él es el protagonista de la historia», calmando un poco su agitación de antes, continuó. «Si Deku todavía existe...no habría nada por lo que temer, no habría nada por lo que preocuparse, todo puede avanzar, como originalmente...debe ser».

Los nervios de su cuerpo habían desaparecido, el sudor se había detenido, junto con su palpitar volviendo a la normalidad. Sí, es verdad, Izuku está aquí para mantener ese equilibrio; él procurará que nada se salga de control.... sí, sí, ¡sí así es!

«Sí...» Ahhh~ —un largo respiro de satisfacción salió felizmente de su pulmones, agradecidos de liberar aquella tensión de antes.

Una pequeña sonrisa surco sobre sus labios, sintiéndose bastante tranquilo y feliz. Le gustaba esa sensación, hacía que todo se viese más...fácil.

«Espero y no se convierta en villano», tal pensamiento lo llevó a pararse en seco. Haciendo eco de aquella idea que parecía infructuosa para él como también para el mundo. Tal cosa no era posible... ¿o sí?

Segundos pasaron, sintiendo nuevamente el frío de su sudor arrastrándose sobre su piel. Medito, parpadeo, y encontró su respuesta.

« ¡Y una mierda!», feliz con su respuesta, salió recto hasta la salida próxima a él, ya cansado por sus propias cavilaciones y añorando ahora mismo descansar en su cama; deseoso de ocultar su rostro en el lado frío de su almohada y sentir su frescura.

Varios de los niños que lo veían pasar, expresaban miradas de incomodidad, miedo, y uno que otro de enojo. No por nada en particular, solo lo observaban de ese modo por su particular apariencia. Su cola anteriormente chillante en rojo, ahora presentaba un tinte más oscuro de lo que fue hace 5 años; un degradado de bermellón más intenso. Sus ojos rasgados ahora más afilados, cosa que no podía faltar; su estatura, midiendo casi igual a uno de sexto año, aproximadamente 1.36 mts.

—Y ahí va... ¡Jum! Ese desgraciado sigue dando la misma sensación de incomodidad cada vez que lo veo. —comentó un chico cruzado de brazos mientras veía a lo lejos a Akini.

—Oye, tampoco tienes que ser tan grosero ¿Sabes? —reprendiéndolo un niño de su misma edad, pero una cabeza menos de estatura que él. —aunque...no niego que siga dando esa sensación ¡Uish! —se sacudió por un escalofrío que se generó en su espalda.

—Sí... ¿Tú qué opinas? —miro a un lado suyo, específicamente a una niña de una cabeza de estatura menor que él.

— ¿Eh, yo? Uhh...no sé—respondió tímidamente por no saber qué decir.

— ¿Eh, no sabes? ¿No eras su amiga en el preescolar? —un poco sorprendido por el desconocimiento de la niña.

—Ehm, no...no realmente —murmuró mientras movía sus ojos hacia otro lugar, un poco avergonzada.

— ¿En serio? ¡Pero si siempre te hemos visto cómo te sentabas justo a un lado de él en casi todas las clases! —el otro chico comentó exageradamente exaltado. —Si no eran amigos, ¿por qué siempre andabas detrás de él?

—E-es que~...—con un manojo de nervios y un pequeño rubor en su cara, ambos niños se aproximaron para poder escuchar lo que sea que fuese a decir. —es que~...

Con sus ojos y oídos totalmente concentrados en ella, pacientes y curiosos de oír su excusa, y tal vez, dependiendo de la respuesta, puedan hacer algo con ello. Unas sonrisas socarronas no pudieron evitar formarse en sus caras, preparándose para escuchar lo que sería la "confesión" de su amiga.

— ¡Solo quería acariciar su cola! —exclamó sintiéndose totalmente avergonzada por aquel capricho del pasado, agitando sus brazos por los nervios y la frustración que sentía al recordar cómo no había podido lograr su cometido.

—... ¿Eh?—exhalaron en decepción; nunca esperaron que aquella fuese la razón por la que ella se sentaba a un lado del chico lagarto por todo el ciclo que convivieron. Un actuar que fácilmente puede ser catalogado por ellos de una persona enamorada, pero que resultando ser en la acción de alguien que solo quería tocar un par de escamas duras, rasposas y para nada suaves al tacto. Vaya raro.

—...Ehm... ¿No van a decir nada? —subió su mirada hacia los dos niños, quienes solo mostraban un rostro de decepción. — ¡¿Eh?! Eh-po-po-po ¡Por qué ponen esa cara uahh~!~no pudo evitar soltar en llanto al ver las crueles miradas de ambos chicos. — ¡Uaahh~ son muy malos, los odio!

Con sus pequeñas manos comenzó a golpear el pecho de ambos niños, quienes simplemente se quedaban con la misma pose y expresión. Ignoraban también las miradas que les daban los otros que pasaban por el pasillo; unos de burla, otros de molestia, mientras que otros simplemente los ignoraban. Sí, aquel trío era bien conocido en la primaria, de la misma forma que lo sería el chico Shiwara.


→/-/


Con los rayos del sol golpeando salvajemente sus retinas, tuvo el impulso de cubrir ambos ojos con su brazo, no queriendo quedarse ciego con la luz del día; aunque...no sintió aquella punzada de dolor que sentía uno cada vez que veía a la estrella directamente. Pero tan rápido como pensó en eso, alguien gritó su nombre a unos metros de él. Olvidando completamente su extrañeza de tal pequeño suceso, giró su cabeza hacia un lado y observó como era Héctor quien lo nombró, acercándose a pasos agigantados hasta su posición.

— ¿Papá? —preguntó entre sorprendido y extrañado de verlo ahí. — ¿Qué estás haciendo aquí? Es más ¿Cómo es que estás aquí?, ¿no es demasiado temprano para tu salida del trabajo? —cuestionando a su padre de la razón de su presencia frente a él.

—Jeje~, tú madre está un poco ocupada con el trabajo, así que ella me pidió que viniera a recogerte —rasco el inicio de su ceja mientras le daba al chico reptil una sonrisa audaz. — ¿Qué te parece?

—Pero, ¿qué pasó con tu trabajo, acaso pediste permiso? —pregunto entre confundido y preocupado por su padre. Esperaba que esto no sea una falta o algo que lo pueda perjudicar en su trabajo.

—Oh no, pedí permiso para este día —aquella respuesta hizo abrir medianamente los ojos de Akini. —Tuve que ir un poco más temprano para poder adelantar un poco de trabajo, ¡pero no te preocupes! Tengo una buena relación con el jefe. —sonrió y le dio a su hijo un guiño de seguridad.

—Ahm, pero ¿Por qué? — ¿Pedir permiso para este día solo para venir a recogerlo? Para él tal cosa no tenía mucho sentido, bien pudo irse a su casa por sí mismo.

Héctor solo se río antes esto; sin darle la oportunidad a Akini para replicar, lo levantó sin avisar del suelo, llevándolo hasta sus hombros para luego sentarlo en un lugar mucho más alto. Al darse cuenta de esto, miro sobre sí mismo y observo como estaba por encima de los hombros de su padre, quien solo comenzó a caminar sin darle importancia lo mucho que su hijo le avergonzaba su gesto de padre bonachón.

—...siento que no pasó mucho tiempo contigo, Aki-kun —su mirada solo estaba enfocada en el camino frente suyo. —Así que decidí arreglar eso, al menos por este día Jeje~ ¡Uay!! —un coletazo por parte de su hijo fue dado en su espalda, logrando encorvarlo por la fuerza del ataque inesperado. —Ay, ay, ay~ no... ¡No te bajaré! ¡No hasta que vea que mides lo suficiente como para poder alcanzarme! Así que- ¡Uah!

Otro golpe de cola fue abatida contra su espalda, a pesar de que esta fue más suave que la anterior, la dureza de las escamas se valían por sí solas para hacer daño extra, ocasionando quemazones rojos por debajo de la ropa de Héctor.

Aahh... ¡Ghk!... ¡Ehem! ...¿Quieres ir al parque? —pregunto una vez que pudo recuperarse del ataque anterior.

—...Mhrf —dando una respuesta posiblemente afirmativa por parte del avergonzado kobold, Héctor partió con una sonrisa hasta el lugar favorito de todos.

Recorriendo apaciblemente las calles, ambos, padre e hijo, extenuaban un aire de tranquilidad. Aun cunado al joven Shiwara le incomodara estar sobre los hombros de su padre, no podía evitar sentirse tranquilo; sentir el aire fresco golpeando su rostro, como también descansar sin tener que mover un solo músculo; sí...no estaba nada mal.

—Akini-kun —el llamado de su padre lo despertó de su tranquilo sueño vivido. Con un ligero movimiento brusco de su cabeza, posó sus ojos en la mirada de su padre. — ¿Alguna vez...te he dicho sobre cómo descubrí mi quirk?

« ¿Quirk? ¿Tiene quirk?», tal cosa realmente lo había tomado con la guardia baja. Juraba que él no tenía ninguno, se veía bastante normal para él. Después del tiempo que estuvo a su lado, él nunca; si es que recordaba bien, nunca había hablado sobre eso; algo que lo extraño demasiado. —No sabía que tenías quirk —confesó con cierto tono de sorpresa saliendo de él.

—Jeje, lo sé, es por eso que te lo pregunto —riendo un poco de ello, pero rápidamente lo sofoco. Volteo su mirada al frente, manteniendo ambos ojos fijos en el camino; concentrados en aquel horizonte inexistente, tanto, que no se había dado cuenta que ya habían llegado a su destino.

—Ehm... ¿Papá?, ya llegamos —lo llamó con un ceño fruncido, intrigado y un poco preocupado por la actitud que ahora mismo estaba teniendo su padre.

—... —parando en seco, dirigió su mirada por encima de su cabeza. —Jaja~ es verdad, no me había dado cuenta, lo siento —se disculpó Héctor con una carcajada nerviosa.

Subiendo ambas manos con la intención de agarrar a su hijo; él solo se echó sobre su espalda, dando un giro de 180° y cayendo sobre sus pies con un ligero temblor. Su cola, como también genética reptílica, le permitían ser alguien bastante ágil. Y eso que no entrena mucho.

—Wow, sí que eres ágil, deberías entrenar más con tu mamá ¿No crees? —incito a su hijo a entrenar más al ver su despliegue de habilidad una vez que pudo recuperarse de su sorpresa inicial.

—Ehm...no sé —una pequeña gota de sudor se deslizó por toda su frente, recordando las pocas veces que ella lo llevaba a su dojo para poder practicar y...fortalecerse. — me da algo de miedo —dijo sin pensarlo.

—Jejeje sí, a mí también.

Con un ambiente más relajado, ambos hombres fueron a la sucursal de helados más cerca de ellos, cada quien pidiendo lo suyo. Héctor pidió de frambuesa, mientras que para Akini solo fue una paleta; tenía unas extrañas ganas de morder algo. El par fue a sentarse a un banco cercano, distrayéndose con el sabor de su helado y de la vista de los peces a su alrededor.


¡Crunch!~


— ¿Huh? —el audible sonido de algo quebrándose atrajo la atención de Héctor. Buscando el origen, se topó el cómo su hijo mordía gustosamente la paleta de hielo, no pareciendo nada dolido por ello.

— ¡Ou! Oye —Akini giró su cabeza hacia él, con su boca todavía haciendo sonidos crocantes en consecuencia de estar mordiendo el hielo. — ¿No te duele comerlo de esa forma?

— ¿Mhm? —confundido, miró a su paleta congelada por unos segundos; para después darle otro mordisco y comenzar a triturar el hielo en su boca; finalmente tragándoselo. —No —respondió normal, como si no hubiese consumido toda la paleta junto con el pedazo de madera que lo sostenía.

«E-¿Eso es normal? Rayos, debería de ir y preguntarle a Ima sobre esto, ¿será acaso que ella también lo hacía?», se cuestionó seriamente de la voracidad que posiblemente Akini estaba comenzando a desarrollar. Ahora que lo recordaba...estaba comiendo bastante hielo últimamente. Con eso en mente, lo grabó en su cabeza para poder preguntarle más tarde a su esposa de esto. —Oh...bien.

Se quedaron en silencio por unos cuantos segundos, pero la curiosidad que Akini sentía en ese momento no era posible de retener.

— ¿Papá? —el mencionado posó su atención en él. — ¿Cuál es tu quirk?

—... Jum, ¿curioso, no es así? —sonrió Héctor afablemente.

—Mhn sí, algo así —irguió su mirada al cielo, tratando de hacer que su curiosidad no fuese tan evidente. Pero el movimiento de su cola y piernas lo delataba.

Jejeje, bien —se acomodó en su asiento y comenzó a explicar su peculiaridad. —se llama "Upgrade" —una sonrisa presumida apareció en la cara de Héctor a la vez que pronunciaba el nombre de su poder.

« ¿Upgrade?» ¿Mejorar en inglés? —preguntó Akini curioso.

— ¿Eh, sabes inglés? —se sorprendió de que su hijo supiera de un idioma que creía que no le enseñaban todavía en la escuela. —eh bueno, sí, es mejorar en inglés —confirmó Héctor un poco más apagado, sintiéndose así al ver que no pudo impresionar a su hijo con lo que parecía ser un nombre genial.

— ¿Y eso qué significa? —la necesidad de saber más no hacía más que hacer brillar los ojos rasgados de este.

—Jum~, que me permite mejorar las cosas —cerró uno de sus ojos y se limpió un poco por debajo de la nariz, pensando en lo alucinante que debe estar su hijo por tal habilidad.

—Uh...ya veo.

Todo contrario a lo que esperaba, su primogénito no hacía más que tener una expresión de obviedad y cierto grado de decepción. Ante esto, su padre no pudo evitar agarrarse el pecho con dolor, como si una bala imaginaria golpeara profundamente su ego.

—Vaya, no me lo esperaba~ —una sonrisa boba junto con la subida de ambos brazos en una expresión satírica de haber escuchado la obviedad en las palabras de su padre; acción que no hizo más que profundizar la herida del ego ya muerto de Héctor.

—No tienes por qué ser tan sarcástico —entristeció Héctor al ver que fue objeto de burla por su propio hijo. Debía de decir algo antes de que las cosas empeoren. —¡Ehem!...Si bien es cierto que el concepto suene evidente, la práctica lo vuelve algo sumamente complicado.

— ¿Huh? —al ver la cara de duda del pequeño lagarto, no pudo evitar soltar una risita agraciada sobre sí.

—Veras, mi peculiaridad me permite mejorar los componentes primarios y secundarios del objeto al que estoy tocando con los dedos de mi mano. Lo puedo hacer con múltiples de ellos, pero el procedimiento sería más complicado y tardado. —paró un segundo para observar si Akini se había perdido en alguna parte, su hijo solo hizo un sonido de comprender lo que estaba diciendo, cosa que lo sorprendió y lo enorgulleció. — ¡Jajaja, bien! Me alegra ver que puedes mantener el ritmo —el kobold solo se quedó con una mirada en blanco.

>—Ohm bueno... ¡Oh! Puedo mejorar componentes electrónicos y llevarlos a un punto en el que puedes considerarlo futurista —una expresión de confusión paso por la cara de Akini. Héctor al ver esto no dudo en explicarlo mejor. —Una batería por ejemplo, da igual cual sea, puedo hacer que perdure por varios días, semanas e incluso años; aunque eso sería algo bastante cansador Jeje~ —un tono nervioso y una sensación de agotamiento lo atravesó al recordar lo que tuvo que pasar para saber qué podía hacer tal cosa. Claro, eso y otras cosas más.

— ¿Qué tan cansador es hacer eso? —preguntando con la misma curiosidad con la que haría cualquier niño.

—Umm...bueno, depende de la cosa qué esté mejorando; si se trata de una sola barra de metal ya oxidada, me tomaría sólo un segundo poder volverla a como antes. Pero...puedo llevarlo más allá~ —una sonrisa presuntuosa apareció en su distinguida cara. —Si me esfuerzo un poco más, podría convertir aquel triste metal oxidado en un reluciente e imponente trozo de titanio —los ojos de pequeño Shiwara no pudieron evitar abrirse, « ¿su poder era capaz de cambiar incluso la morfología de un metal totalmente deteriorado?». —Pero eso sí, me tomaría un poco más de tiempo, algo así como un minuto o menos, depende de qué tan bien esté desayunado ese día.

— ¿En serio? —preguntó interesado.

—Claro que sí, además, eso no sería lo más laborioso y tardado que hice —la misma sonrisa socarrona no se hizo esperar.

—Y ¿Qué sería eso? —Si de por sí convertir una barra de óxido a una de titanio ya era algo por lo que emocionarse un poco, ¿qué sería tal cosa que a su padre le costó bastante poder mejorar?

—Un motor de avión —las cejas de Akini se fruncieron sin entender muy bien qué onda con eso. —En mis investigaciones me pidieron realizar unos experimentos con uso de mi quirk; una de esas pruebas fue mejorar lo máximo que podía un motor de avión y pues...Jeje~, casi muero —se rasco un poco la mejilla tras recordar aquel suceso que casi acababa con su vida.

¿¡Qué!? « ¿En serio fue tan desgastante?», pensar que tal cosa casi provocaba el fallecimiento de su padre. ¿Qué tan lejos estaban llegando los científicos para poder observar los límites del poder de Héctor? Acaso...¿valía el peligro al que se sometía?

—Al final tuvimos que resguardarlo en una de nuestras bóvedas al no encontrarle un uso adecuado, era demasiado potente como para usarlo en un avión comercial, demasiado grande como para instalarlo en un jet, y demasiado costoso como para poder comenzar un nuevo proyecto alrededor de aquel motor. No es que no pudieran costearlo, sino que había trabajo atrasado y próximo a venir; no había prioridad para enfocarnos exclusivamente en él —explicó su padre el destino de aquel motor extra mejorado; dejado en una bóveda solo para acumular polvo, antes de que alguien pudiera tener la oportunidad de idear algo con él.

— ¿Crees poder haber hecho algo con él? —preguntó curioso, esperando escuchar la opinión de su padre acerca de tal artilugio. Ahora mismo pensaba que igual y se pudo haber utilizado como un motor de nave espacial, quien sabe, algo por el estilo.

—No lo creo.

— ¿Eh? —exclamó confundido el lagarto al escuchar tal respuesta. —pero... ¿No lo creaste tú? Deberías ser capaz de saber cómo funciona ¿No? —desconcertado de ver como Héctor de verdad parecía convencido de que él no hubiera podido haber hecho nada con esa cosa.

—Es verdad que yo lo hice; necesito conocer cada componente fusionado a él, cada elemento de la tabla periódica; cada parte de su estructura, función y morfología, sí...todo eso debo de saberlo ¿No es así? —Héctor comenzó a hablar a quien parecía ser el viento; mirando nuevamente ese invisible horizonte. —Aun cuando lo hago, cuando los he mejorado a su máxima capacidad....yo no soy completamente consciente de los varios cambios que sufren; tan así, que pueden formar componentes extras, funciones totalmente nuevas, cosas...que ni yo mismo soy capaz de entender —la mirada seria y concentrada que tenía fue reemplazada por unos ojos llenos de brillo y burla. Tapando con una de sus manos su boca, ocultando la mueca de sonrisa que le dio su inesperada reflexión. —Je~ ¿Qué locura, no?

Sudor frío surco por su frente, incrédulo de escuchar lo que su padre le estaba explicando, de cómo él ni siquiera era capaz de comprender o entender los limitantes de su poder, creando cosas que incluso podría decir que estaban fuera de su misma comprensión. No podía evitar sentirse impresionado y algo emocionado por la increíble habilidad que su padre tenía.

« ¿Su singularidad era capaz de llegar a tal nivel?», consternado y sintiéndose ansioso de tan solo pensar en las múltiples utilidades que su padre le podría dar a su quirk, a lo que una última pregunta azotó por los alrededores de su mente, dándose cuenta que era algo importante. Decidido, expresó su incógnita al hombre frente a él. —Papá... ¿Por qué fuiste despedido?

Tras pedir aquella explicación, juro notar como todo el cuerpo de su padre se había tensado. Sus manos se arquearon a su palma. quedándose estáticas; sus ojos abiertos y fijos en un punto blanco; como también, la nula respiración que tuvo justo en ese momento. Pero tan rápido cómo llegó, rápido se fue.

Giró su cuerpo en dirección a su hijo y lo miró, acercándose hasta estar cara a cara con él; miró por ambos lados; percatándose de que no había nadie cerca de ellos, subió una de sus manos hasta la mejilla y comenzó a susurrar.

Te lo diré, pero...prométeme que no se lo dirás a tu mamá, ¿entendido? —aquella petición tan extraña, pero bastante seria no hizo más que enviarle un escalofrío.

Alzando su rostro, vio como su padre se le quedaba mirando fríamente; cosa que no hacía más que elevar su preocupación y extrañeza.

Y-yo... —no le gusta esto. Tener que ocultarle algo que parecía bastante peligroso a su ahora madre. ¿Debería detenerlo? No lo sabía, pero lo que sí sabía, es que a pesar del hundimiento que ahora mismo estaba sintiendo, su curiosidad...lo hizo ceder. —...Está bien.

—Je...bien —con una risilla escapando de su boca, reveló el secreto tan temido por él. —Verás, fue...por un error —el sudor salió por los poros de Akini, no creyendo que esto de verdad lo estaba poniendo bastante tenso. — un error de cálculo... —...mierda. — y es que...llegué extremadamente tarde con uno de nuestros ejecutivos más importantes de ese momento. — ¿Qué?

Su expresión arrugada a causa del suspenso, fue totalmente reemplazada por una de incredulidad. ¿En serio esa fue la razón de su despido?

— ¿De verdad? —pregunto aun sin poder creérselo.

—E-emm...sí —nervioso por revelar tal verdad vergonzosa y humillante para él, hizo que comenzara a rascarse la mejilla en un intento de desviar su atención de aquel recuerdo. —Pe-pero por favor. Por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor...por favor, por favor, no se lo cuentes a tu madre ¿De-de acuerdo...Aki-kun? —imploro de rodillas, con los temblores recorriendo cada músculo de su cuerpo, temiendo por su seguridad, vida y muchas otras cosas más al pensar que algo como esto se le sea revelado a su esposa.

—Sí...claro —una cara de póker era todo lo que quedaba en el rostro del Shiwara menor, haciéndose una nota mental de no tomar tan en serio a su padre cuando se trate de cosas como estas. —no te preocupes.

Ahhh~...gracias, no sabes cómo te quiero —lo atrajo en un abrazo aplastante, pero no tan aplastantes como los de Ima, cosa que sin quererlo lo ayudó a desarrollar unas escamas más fuertes.

«Hahh...al menos me alegro de que no haya sido algo tan horrible», resoplando en su cabeza, pero sintiéndose tranquilo del todo, agradeciendo internamente que solo haya sido un susto. «Aunque sigue siendo algo bastante malo...para él».

Con el tema zanjado y con el sol a su punto máximo, ambos se levantaron de su lugar. Estirándose un poco al sentirse un poco duros de las extremidades, Héctor estiró su espalda y Akini tocó el suelo varias veces con su manos; terminado con eso, fue de nueva cuenta sorprendido. Su padre lo había agarrado y elevado nuevamente hasta sus hombros, para la inconformidad del kobold.

— ¿Por qué no vamos a dar una vuelta? —ínsito su padre juguetonamente a su primogénito reptil.

¡Murf-ushuksh! —él solo farfulló molesto, aunque no resistiendose a ser llevado por lo hombros del hombre de alta estatura; no lo admitira nunca, pero le era un "poco" divertido ser llevado de esta forma.

— ¡Jajaja! Ya deja de llorar, cuando llegues a medir mi altura me avisas ¿De acuerdo? Jajaja.

« ¡Tch! Qué molesto», a pesar de estar enfadado, no pudo evitar soltar una sonrisa ante esta extraña situación, o mejor dicho, una situación normal para un padre e hijo. «Sí...supongo que sí» Jeje.

Con Héctor llevando en sus hombros al pequeño lagarto, fue caminando animadamente por los caminos hechos de losas de piedra, disfrutando del tranquilo y agradable atmósfera que le daba este lugar. El olor de las flores, como también el de las sales de los estanques, no hacía más que hacer que su mente se sienta obligada a relajarse.

Tan en paz...que podía sentir como si se durmiera, viendo a sus ojos los días en los que era un niño feliz de la vida, desconocedor de las atrocidades que pasaban en el mundo exterior. Por mucho que haya crecido en un pueblo aislado de las ciudades; eso no pareció ser suficiente para parar la calamidad por venir.




~Hace 150 años...


La epidemia quirk llegó a su apogeo, tras medio siglo desde que los poderes hicieran su aparición en el mundo, este año fue el desencadenante de que las cosas...se salieran de control.

Por mucho que varios de los gobiernos más importantes del mundo hayan intentado ocultar de la sociedad a los nacidos con peculiaridad, quienes en ese momento solo los trataban de mero mito o superstición, no creyendo tales cosas, viéndolos nada más como otra conspiración hecha por parte de las comunidades de internet. Ahora, después de veinticinco años de secretismo, ese día...la epidemia comenzó.

La natalidad de "mutantes" fue creciendo como si un nido de ratas se tratase, apareciendo en cada hospital, casa, recintos resguardados, en pueblos e incluso en las tribus desconocidas por el hombre. Todo el mundo lo sabía ahora, no había rincón en la tierra en el que un niño con superpoderes no haya nacido; el impacto fue tal que se tuvo que hacer un toque de queda mundial.

Ningún país tenía permitido interactuar con sus vecinos territoriales, eso incluía viajes, comercio, telecomunicaciones, noticias, o siquiera mención de estos. Solo los más altos del senado de cada país tenían permitido interactuar, cada uno temerosos y renuentes ante estos cambios impactantes en la historia de la humanidad.

La razón del por qué ningún país no podía abrir su fronteras o interactuar, fue para mantener a los "peculiares" dentro de su jurisdicción. Los poderes tan diversos y desconocidos que tenían eran un peligro latente que podía perjudicar a un par o en casos muy extremos, a todo un estado.



∞{-֍-}-ᴥ=—ᴥ֍ᴥ—=ᴥ-{-֍-}∞


Díez años habían pasado, cada país hizo lo mejor que podía para mantener en control a la forma evolutiva de la humanidad. Las superpotencias no tuvieron muchos problemas para poder controlarlos, después de todo, ellos ya lo estaban haciendo desde antes.

Las potencias de Europa y Asia tampoco tuvieron problemas, desenvolviéndose hábilmente ante esta nueva etapa. Parecía que todo se estaba resolviendo fácilmente, y como no, si lo hicieron en los primeros dos años, solo...que había algo malo, algo que estaba creciendo de poco en poco. La falta de comunicación, la desconfianza, el trabajo de estar 24/7 sentado y viendo los planes a hacer para esta nueva generación venidera. No se dieron cuenta de que las cepas de hierbas invasoras comenzaron a florecer.

Los países de bajo mundo no pudieron hacer frente a esta oleada de "mutantes"; a pesar de que muchos de estos mandatarios imploraron a que les dejaran comerciar con otro país, o que los ayudaran para poder controlar a los nuevos humanos; ninguno hizo caso a sus peticiones, dejándolos solos con el elefante en la habitación.

El índice per cápita fue reducido en un 200% en algunos territorios donde la pobreza no era algo nuevo. Esto solo era el inicio del decaimiento de los países, siendo más difícil conseguir un hogar en el que vivir, servicios básicos, medicamentos, higiene, vestimenta, hasta llegar a la escasez de comida y agua. El descontento de la gente era palpable, nublados por la furia, hartos de seguir aguantando este tipo de vida tan deplorable, se levantaron en armas y fueron a por el primer diputado que veían, traje negro que se topaban, cabeza que era cortada.

Las cosas pudieron haberse calmado rápidamente, sino fuera por la nueva generación de superhumanos, que con su ayuda, el paso para llegar al centro del país estaba cada vez más cerca; ansiosos de masacrar aquel que se hacía llamar "líder de su nación". Dejando a su paso un gran camino rojo, manchado de la sangre de criminales, soldados, campesinos, mujeres...y niños. Lo único que parecía verdad en ese momento para todas esas personas envueltas en el hambre y la miseria, fue que morir, parecía mejor que vivir...en este infierno.



∞{-֍-}-ᴥ=—ᴥ֍ᴥ—=ᴥ-{-֍-}∞


Treinta años tuvieron que pasar para que la estabilidad volviera en el mundo, el acuerdo de interactuar con los países vecinos fue roto cuando los mandatarios notaron como varios grupos de "mutantes" traspasaron las fronteras protegidas por sus soldados. Todos compartían la característica de venir de países poco desarrollados.

No hubo muchos problemas para mantenerlos a raya, con ahora la nueva política y sistema educativo implementado para los jóvenes peculiares, el programa "Héroe" resultó ser bastante beneficio para las potencias mundiales. Mandando varios de estos a los países necesitados como un símbolo de "caridad", como también una clara demostración de su poder.

No todos los gobiernos quisieron la entrada de "Héroes" en sus tierras, tanto fue su descontento que se resistieron antes ellos y osaron a enfrentarlos. Al no haber existido comunicación con los territorios exteriores, gobiernos sudamericanos aprovecharon aquella restricción y cambiaron su política de una democrática, a una totalitarista.

Rompiendo aquel tratado y aliándose con otros gobiernos de su misma ideología, unificándose y volviéndose en una potencia militar, reclutando a todos los "mutantes" que podían y convirtiéndolos en soldados devotos a su patria. La experimentación fue una parte crucial para poder formar un ejército tan abominable. Tiempo después en registros, se conoció que fue todo gracias a un científico bastante competente, uno, que sabía muy bien la tarea de implementar quirks.

La guerra estalló; Estados Unidos, la Unión Europea y el gobierno de Japón, tres de los más grandes en lo que respecta el programa "Héroe" en el mundo, fueron quienes no dudaron en mandar a sus mejores hombres ante el continente sudamericano; una lucha la cual duró casi seis años. Nombrada por la historia como "La encrucijada de los tres porvenires", había acabado en un tratado, que dictaba que el 75% del territorio sudamericano sea repartido entre las tres potencias.

Sin poder tener una oportunidad de siquiera reclamar, accedieron a su "petición". Cerrando finalmente las puertas de aquel conflicto masivo, trasladaron nuevos habitantes a los países del sur, trayendo consigo nuevas tecnologías y leyes para los pobladores originarios del continente. Veinticuatro años tuvieron que pasar para que las cosas se calmaran siquiera por un tiempo; refiriéndonos sólo a conflictos de escala mundial dentro de aquellos años.

Por qué el crimen había subido a niveles nunca antes vistos. Poniendo a prueba las capacidades de la nueva generación de la humanidad, el regalo que el mundo les dio al nacer, ejerciendo aquel trabajo que antes solo se podría considerar un sueño. La época de los héroes profesionales...había llegado.


~.



— ¿Qué tanto piensas papá? —la interrupción de Akini de su largo letargo, lo envió de vuelta a la realidad. —te veías bastante raro —miró a su padre, inclinándose un poco para adelante para ver bien su rostro,

—Jeje~ no es nada, solo recuerdo cosas de la historia —dijo tranquilamente, sonriendo un poco y volviendo su mirada al camino frente suyo.

—Oh... ¿Está bien? —le era un poco raro que su padre piense sobre cosas de la historia en estos momentos, pero decidió dejarlo de lado; tal vez a su padre le gustaba mucho sobre la historia y los sucesos ocurridos en el mundo. «Meh, supongo que es normal».

—Sí... —un ligero movimiento de su cabeza lo hizo volver a concentrarse en el paisaje inexistente, apareciendo otra vez ante sus ojos aquellas imágenes de ese día en su infancia. Sii pudiera describirlas en una sola palabra, sería. «...Masacre».

El mundo estaba lleno de héroes listos para protegerlos, felices de apoyar a quienes más lo necesitaban. Irian salvar a la gente, a todos...entonces, si eras así.

« ¿Por qué ninguno pudo llegar a tiempo?»

¿Por qué ninguno vino en ese momento? Cuando se supone que la tierra está poblado de todos ellos; ni uno solo, ni uno solo llegó en ese día; ninguno...que pudiera llegar a tiempo. 





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