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Capítulo 2: ֍‡ ¿Una nueva familia? ‡֍



«Tanto tiempo...y esto me sigue pareciendo una puta broma», la tristeza cubría al completo sus ojos secos; casi sin vida como los del páramo gris en el que estuvo parado una vez. «¿Por qué?... ¡Ghk! ¡¿Por qué?! ¡¡Maldita sea!! ¡¡¿Por qué?!!», las distinguidas lágrimas volvían a brotar de sus ojos ya rojos, humedeciendo nuevamente el camino ya seco de sus anteriores penas.

Una figura pequeña se refugiaba en un cuarto aislado de luz, con las cortinas opacando la luz penetrante de las ventanas; él simplemente se encontraba acostado en posición fetal en la cabecera de su cama, llorando silenciosamente en su habitación mientras pasaban por su mente todas esas memorias que paso junto a su ya inexistente familia. Palabra que hizo que el hundimiento en su estómago creciera.

«Tal vez...tal vez debería olvidarlos, quizás...sea la mejor opción», su mirada y pensamiento eran distantes, una idea que le apareció de manera inconsciente en su mente; pero tan rápido como lo analizo, no hizo callar su descontento. — ¡Tonterias! ¡Son tonterías! ¡Es una estupidez! ¡Maldita sea! ¡Son tonterías, tonterías!!! ¿¡Cómo! ...cómo pude siquiera formular esa idea? ... Ahhg...pero... « tal vez, probablemente sea lo mejor para mí; para mi salud mental-yo... ¡Agh! ¡Mierda! ¡Yo no quiero olvidar, yo! ...Siento que si olvidara todo, abandonaría toda mi anterior vida, dejaría de ser quien soy, simplemente...moriría. », un sonido estático retumbó en su mente. «Aunque eso ya no es una opción... ¿Qué debo hacer?».

Su arrebato anterior hizo que unas pisadas se escucharan por fuera de la habitación; parecían subir rápidamente por las escaleras, con los pasos creciendo en volumen cuanto más se acercaba a la habitación de Akini. Y con un sonoro empujón de la puerta, la figura de su..."madre" se mostró ante él.

— ¡Aki-kun! ¡¿Estás bien?! ¡¿Te sucedió algo? E-escuche desde abajo que habías gritado —cuestiono a su hijo preocupada, pero bajando su exasperación al ver como su hijo "estaba como si nada".

—...Etoy bien —si bien su voz sonó como la de todo un infante, sus expresiones faciales dictaban total indiferencia y cierto grado de incomodidad; todo dirigido específicamente a su nueva progenitora.

Habían pasado ya cuatro años en este mundo desde que Akini había nacido y, él no hizo más que lamentarse. Todos los días de su vida hasta ahora fueron desear que esto solo se tratase de un sueño; un sueño pronto acabaría; pero muy poco sabía él que pensar eso solo lo hacía más miserable. Desde que era un recién nacido, el sentido de seguir viviendo no existía más en él, cosas como lo serían comer le resultaron irrelevantes; ya no le importaba más, solo quería morir.

Pese a que no le interesaba comer, no impedía que sintiera como su estómago se estaba devorando a sí mismo. Recordaba como lo habían llevado a un centro de emergencias por haberse desmayado por inanición, eso solo teniendo nueve meses; no mentiría, estaba sorprendido de seguir vivo pese a que en aquel entonces seguía siendo un bebe. Tal vez haya tenido que ver su nueva apariencia, sí...su nuevo yo.

No le gustaba nada de esto, le parecía ridículo, « ¿Por qué tenía que jugar al bebe ahora? ¡¿Por qué ahora tenía que vivir una vida que nunca pido?! ¡¡¿Por qué tenía que vivir con gente desconocida diciendo ser su familia?!! ¡No lo son! ¡Ellos no lo son! ¡¡No podía verlos de esa forma!! ¡¡No a su "madre!! ¡¡No a su "padre"!!...¡¡Son solo desconocidos!! ¡¡No son su familia!! ¡¡No son nada!!», todos estos pensamientos fueron lo primero que se le vino a la mente al escuchar en ese tiempo como ambos adultos le hablaban a su niño en brazos, de cómo ellos son su "mamá y papá"; él...él solo quería desaparecer.

—Oh...e-está bien, si necesitas algo...estaré abajo ¿Si cariño? —Ima le entregó una sonrisa dulce a su pequeño hijo, pero él simplemente no dijo nada, ni siquiera la estaba viendo. —U-um...okey...nos vemos —cerrando la puerta de la habitación, la mujer se retiró hasta el primer piso, con consternación y tristeza en su rostro.

Ella amaba a su hijo, de verdad que lo amaba, no podía pensar en una vida en la que él no estuviera a su lado. Todavía recuerda la terrible desesperación que sintió cuando vio a su pequeño casi morir por su descuidada alimentación, algo que la enfureció bastante, no por su hijo, sino por ella. Que haya sido culpa suya que su hijo casi muere en ese quirófano; lo iba a perder. Por ella...por ser tan descuidada, por ser tan torpe; por ser...tan inútil.


¡SHRUINK! / ¡CRACK!


En su cólera difusa, ella había partido con su cuchillo a la mitad las verduras que ella ahora mismo cortaba, llevándose de entre medio la tabla de acero con el que se apoyaba para cortar los vegetales. Mirando su mano sosteniendo el cuchillo, observó como este estaba fragmentado en el filo, evidenciando que se había roto al chocar contra la placa metálica acerada.

...Huff «allá va otro», suspiro, para después tirar los fragmentos a la papelera de al lado, mostrando como dentro tenía otros electrodomésticos de igual forma destrozados.

Una vez que fueron tirados, se apoyó sobre la barra del mueble y comenzó a reflexionar. No entendía, no comprendía el motivo por el cual él era tan...gris; no sonreía, no hablaba, ni siquiera los miraba; solo era él y su soledad. « ¿Acaso son los efectos adversos de su anterior estado de salud?», no...sabía que no era así, solo, solo...no lo sabía.

La melancolía y la pesadez volvían de forma carroñera a su corazón; sentimientos que volvían cada vez que pensaba en esos sucesos. Pero no era así, ella no era tan débil; ya no quería serlo. Hurgando entre sus recuerdos, esperanzada de encontrar un momento en el que su hijo pudo divertirse, uno en el que pudo ver su mirada brillar y su tierna sonrisa florecer.

Apretó fuertemente sus ojos, esforzándose por encontrar al menos un momento, uno en el que siquiera lo haya hecho por unos segundos. Concentrándose en un fragmento del pasado y...la golpeó. Rápidamente yendo por su bolso y alistándose para salir, se dirigió rápidamente a la habitación de su hijo con una meta clara.


Toc Toc~


La puerta fue golpeada suavemente dos veces, pero antes de que el interino pudiera contestar, la puerta fue abierta y la cabeza de su madre se asomó con una boba sonrisa.

— ¿Qué tal si vamos al parque Aki-kun?~



→/-/


El sol de la tarde estaba en su apogeo junto al cielo azul despejado, indicios concretos de que era un día perfecto para salir; los niños reían, las aves cantaban, y los frescos roces del viento relajaban los músculos de las personas reunidas en este lugar. Un parque que era concurrido por estos lares de Hosu, por el simple hecho de que en la zona estuvieran varios canales con peces nadando en ellos; nada más y nada menos que peces Koi, como también alguno que otro de distinto tipo.

—Ahh~ tal vez debí haberme traído un sombrero para cubrirme de este sol, ¿no lo crees Aki-kun? —en un tono jovial por ver la tranquilidad y alegría que compartían las personas en el lugar, Ima observó a su hijo con esperanza de que este se estuviera divirtiendo.

—...Hmp —un pequeño gruñido salió de la garganta de Akini, ni siquiera molestándose de ver a la mujer que estaba a su lado.

Eje~ eh-ahm... ¿Quieres un helado? —un poco nerviosa de ver la reacción del niño, le propuso la idea de buscar un helado en el puesto que estaba a unos metros de ellos.

—...Mmh —de alguna manera pareció considerarlo.

—Jeje~ ¡Vamos! —Solo esa reacción bastó para que lo arrastrara hasta el puesto de helados. El chico no pudo oponerse por más que quisiera.

Apareciendo ante el encargado del mostrador, Ima pidió un helado de vainilla con chispas y jarabe de chocolate, mientras que Akini vagamente observaba la vitrina con los sabores exhibidos. Llamándole la atención uno, apuntó con su pequeña garra al bote de helado que queria su cono.

—Oh ¿Acaso quieres el sabor de dulce de leche pequeño? —preguntó el heladero mirando por donde apuntaba para saber su elección. Akini simplemente asintió suavemente.

—Ufufu~ él es un poco tímido, no acostumbra hablar mucho —se disculpó con el hombre por la falta de habla de su hijo.

—No se preocupe señorita, nada que un helado no puede hacer para mejorar el ánimo de uno ¿No? —sonrió el hombre mientras preparaba ambos helados y los entregaba a la madre.

—Sí, gracias —entregando el dinero para pagar, dio media vuelta y se retiró del pequeño puesto para buscar un lugar donde puedan sentarse. «Solo espero y sea verdad», pensó distraídamente Ima a la vez que le daba una probada a su golosina.

Se detuvo en un instante al notar como su niño no estaba a su lado, giró su mirada por todo el lugar con un sentimiento de desconcierto y creciente preocupación evocando dentro de ella.

—Akini, ¿Akini dónde estás? ¡Akini! ¡¿Akini dónde-uh?! —detuvo sus llamados una vez que observo al pequeño lagarto sentado cerca de uno de los tantos estanques del parque.

Acercándose en un paso intermedio, observó desde la distancia como su hijo mantenía total atención hacia los peces que nadaban por el agua cristalina. Y por unos momentos pudo observar como destellos parecían salir de sus ojos; como los de un niño maravillado por las ocurrencias que hacían sus mascotas. Verlo de esta manera tan soñadora, no le prohibió dibujar de sus labios una sonrisa tan conmovida.

— ¡Aki-kun! —llamó en tono de reproche al mencionado, pero fallando en el proceso por su felicidad recién generada. —No deberías de escabullirte de esa manera —sentándose a un lado al tiempo que dejaba sus cosas. — ¿Cómo crees que me pondría si te pasara algo? «De nuevo», regaño Ima, pero con un pensamiento final que la dejó con un amargo sabor de boca.

El chico solo la miró de lado; por unos segundos, pareció mostrar una mirada de culpa, sólo para rápidamente desaparecer y volver su atención hacia los peces del estanque.

Akini no lo admitiría en voz alta, pero, le gustaba este lugar; de alguna forma...le recuerda a su hogar. La brisa del viento, el movimiento de las hojas al chocar unas con otras, el cantar de las aves y la luz cálida del sol. Aun así, son cosas bastante comunes como para llamarlo hogar, él ciertamente lo sabía; es solo que...quería algo normal, algo por lo que sentirse cómodo.

Tener todas estas nuevas cosas en su cuerpo de alguna manera u otra lo descolocan de sí mismo. Hubo un momento en el que ni siquiera pudo controlar su cola, ocasionando que se golpeara a él mismo con ella. Eso pasó cuando volvía a aprender a caminar, en la sala junto a la mujer que lo acompañaba; ella saltó de su asiento y a una velocidad que casi podía jurar que había aparecido de la nada, lo levantó del suelo y lo llevó cargando en sus brazos hasta el sofá para revisar si estaba bien.

Bien podía notar la angustia y preocupación en sus ojos, evidentemente preocupada por él. No le dio importancia; más bien, él no le dio importancia en ese tiempo. En su etapa de niño de dos años, él seguía atormentando por su situación, no escuchaba nada, no entendía nada, como bien había pensado varias veces...solo quería desaparecer.

Pero ahora; cuatro años, cuatro años de estar en este mundo extraño, en el que existen gente con deformidades peculiares o eso creía él, después de todo, solo la mujer de su lado es la única que vio con esas características, mientras que las demás parecían normales a su lado. Aunque bueno, tampoco prestaba atención a las demás personas a su alrededor, no le importaba, simplemente no tenía sentido; mejor dicho, no encontraba sentido el tratar de conocer personas si estas alguna vez bien podrían desaparecer, como lo fue con su familia.

Sintiendo el cosquilleo de las lágrimas por debajo de sus ojos, limpio sus ojos con rapidez en caso de que la mujer a su lado lo notase. Ladeando su cara de reojo por su espalda, observó que ella estaba distraída comiendo su helado.

Hmf...—exhalo un silencioso suspiro y regreso a su mente. «A pesar de todos los intentos de evitarla y hablarle, ella aun parece preocuparse por mí... ¿Por qué?», se cuestionó el tímido kobold una vez más. «Sé que lo hace por qué asegura ser mi madre, pero...sí, es mi...madre, solo que-ahh...solo; ella no es mi madre, solo es...una ilusión», aun tratando de comer su helado, le pareció que el sabor se agrio un poco más y, con ello, su apetito se había ido.

Tratando de despejar su mente, giro de nueva cuenta hacia los peces tan pintorescos, tan vivos, nadando sin preocupación alguna en el pequeño estanque decorado por las pequeñas plantas a sus costados. Respiro profundo...y exhaló; las relajantes ondas del agua parecían haber calmado su mente, junto a los peces todavía jóvenes y mansos aglomerados frente suyo.

— ¿Te gustan los peces Aki-kun? —la voz repentina le sacó un pequeño susto, evidenciándose por el pequeño salto que dio por el inesperado entrometimiento de su madre. — ¿Son bellos no es así?

Trato de ignorarla la primera vez, pero, escuchando el escuchar aquel tono cálido y acogedor saliendo de ella, no le pudo evitar responder.

Si...me gushtan —no entendía el por qué respondió tan sereno, normalmente no lo hacía; solo respondía con frases cortas y concisas. Pero ahora que tenía la mente un poco más clara, ese tono de voz le recordaba a alguien; a alguien bastante especial para él. «Mamá».

¡Hah! ¡Eh-em sí! ¡E-eso es genial! Ufufu~ —La emoción de escuchar como su hijo le había respondido fue tanta que apenas pudo contener una risilla con su mano. —Eh-em sabes, bien podríamos comprar un pececito para ti~ y...

Nio-no es necesario. —Interrumpió Akini a su energética madre. — Siempre qui quiera ver a los peces puedo venir aquí...contigo « ¡¡¿Qué?!!», la última palabra que había salido de su boca no era algo que él esperaba, fue de manera totalmente inconsciente. Con los recuerdos todavía frescos de su madre, junto con el sentimiento de nostalgia impregnado en su corazón, no pudo evitar recordar a su madre y que este imaginara que estaba hablando con ella.

Todavía sorprendido, se volteó a mirar a la mujer detrás suyo, solo para quedarse observando cómo ella se tapaba la boca en un atisbo de incredulidad. Notó como sus ojos comenzaban a cristalizarse y una sonrisa se dibujaba entre sus labios.

En serio... ¿Lo dices en serio? —olfateo la mucosa que salía de su nariz y se tallo delicadamente sus ojos, solo quedando un rostro brillante como el sol. —C-c ¡Claro que sí! ¡Vendremos cada que quieras Aki-kun! Jajaja~ —estaba tan feliz que se abalanzó hacia su hijo para darle un abrazo.

Akini se sorprendió ante el acto, esquivándolo por un lado y dejando que la mujer reptil se estrellara contra su lugar antes ocupado. Ima sorprendida por esto, se volvió hacia su hijo quien también tenía su vista en ella, solo para decir cortantemente una palabra.

—Vámonos —conciso, sin ánimos de iniciar una discusión, Akini salió del lugar y se encaminó hacia la salida del parque totalmente cansado. Cansado mentalmente de ver como esta mujer trataba de reemplazar a su madre; ella no lo haría, ella ¡Jamás! Lo sería; no lo aceptaría, no lo aceptaba, tal vez pudo abrirse por unos segundos con ella ¡Pero eso solo fue por un momento de debilidad! ¡No caería ante esto! ¡Esto solo era un engaño! ¡¡Esto es solo un engaño de esa maldita cosa!!!

—... ¿Qué? —Un poco aturdida por la acción de su pequeño reptil, vio como él acelera su paso hacia la salida del parque, pasando entre las piernas de la turba de gente que salía y entraba al parque; notando de lejos como nadie parecía prestar atención al niño que se escurría debajo de ellos y de cómo este se dirigía a la calle transitada. —Akini... ¡Akini!

Saliendo como un torpedo de su lugar de reposo, corrió por todo el camino de piedra hasta la entrada del parque; pero siendo ralentizada por la marea de personas en el lugar. Observó a lo lejos como su hijo estaba a solo un metro del camino peatonal, preocupada de que no supiera cómo cruzar la calle y que pase justo cuando la luz estaba en verde.

Pero este no era el caso del niño, a pesar de estar aún perdido en sus pensamientos, noto de reojo como la luz estaba en rojo, pasando sin preocupaciones por el camino peatonal sin conciencia de su alrededor. Pero eso fue un error...

—¡¡¡Akini!!!

— ¿Uh?

El tiempo pareció paralizarse entre la visión de Ima y Akini, cada uno experimentando distintas cosas. Ima lo veía alejada; viendo como ese carro a máxima velocidad chocaría con el pequeño cuerpo de su hijo. Se imaginó el desagradable sonido de sus huesos crujir; como su sangre salpicaría en la acera y la vida en sus ojos se...apagaba lentamente. Gritó lo más fuerte que pudo, como si eso fuera a evitar el desastre que ocurriría delante de sus ojos. Tropezando por una grieta en el camino, se topó con la imagen de su hijo a solo unos centímetros de ser chocado por el automóvil; quería apartar la mirada, quería hacerlo, pero no podía. Solo podía observar diligentemente con lágrimas surcando en sus ojos, como ella tendría el espectáculo a primera fila para el asesinato de su hijo.

Mientras tanto Akini, él simplemente era lo opuesto a pensamiento en contraste con su madre. Apenas viendo el carro dirigiéndose a él se congeló, quedando como una estatua ante el camino de su ejecutor. No sabía qué hacer, ¿qué diablos iba a hacer? ¿Acaso debería hacer algo? No lo sabía...no sabía nada, cosa que siempre le molesto desde su llegada aquí; no sabía realmente nada; no entendía nada de este mundo, el porqué de este juego, no lo entendía; no entendía el porqué de su propósito en este lugar. Él solo...solo quería desaparecer.

Pensaba que tal vez morir era bueno para él, tal vez...de esta manera finalmente podría ver nuevamente a su familia, tal vez...solo tal vez. Aceptando su próxima muerte, relajo todos los músculos de su cuerpo, rindiéndose y entregándose totalmente a su cruel destino. La gente de alrededor solo podía ver en shock, todos los transeúntes se quedaron estáticos para observar el accidente, dejando salir el lado más morboso del ser humano. Mientras otros apartaban la mirada para la posible horrible escena que verían y otro ampliándolo, esperaron el resultado final...pero claro, evidentemente eso no sería hoy.


¡CREEEEAK!


El sonido chillante de las llantas derrapando por el resto de la avenida fue el desencadenante para que todos alzaran la mirada. Un estruendo fue lo que prosiguió después de que el auto se estrellase contra un edificio cercano, la cara de varios estaban impregnados por la sorpresa y la emoción, solo que no era a causa de ver que el niño estaba bien...bueno, más o menos; lo que de verdad estaban viendo fascinados era a la persona quien lo había salvado.

Un caballero de armadura plateada con humo saliendo de sus brazos, cargando a un niño de características reptil. Apenas reaccionando al sentir como sus pies estaban fuera del suelo, guió su mirada por el resto del lugar confuso por lo que había pasado. « ¿Qué acaso no un carro a máxima velocidad casi lo mataba?», con eso en mente, subió su vista a la persona responsable de su salvación.

—Oye niño, ¿estás bien? —una voz varonil y con tono gentil salió del hombre de armadura brillante; viéndolo con esos extraños ojos blancos, pero que denotaban preocupación, solo que eso no le importaba.

—...I... ¿Iida? —fue lo primero que pensó, lo primero que analizó tras ver ese reconocible casco; no sabía cómo, pero... ¿Qué es esto?

La sorprendida e impactada mirada de Akini decía bastante, no creía lo que veía. Era Iida ¿No? Estaba seguro que era él, pero, eso no es posible ¿Cómo?... ¿Cómo es posible que-...?

Y después, la realización le llegó. Fue enviado a otro mundo, nacido de una madre con características anormales para los estándares de su mundo antiguo; algo prácticamente imposible, algo nunca antes visto. Pero, ahora que era consciente...habían varias personas con rasgos bastantes distintivos alrededor de toda la calle.

Eso...no puede ser—musitó en shock ahora que lo sabía, ahora que sabía en qué mundo estaba. —...Boku no hero.

—Am... ¿Cómo dices? —Respondió el hombre plateado confundido por escuchar murmurar al niño, incluso pudo jurar escuchar el nombre de su hermano pequeño. —Eh ¿Seguro que estás bien, no te golpeaste en algún lugar?

Comenzó a revisar la cara y los brazos del pequeño en caso de ver algún tipo de rasguño, el reptil iba a decir algo, pero un grito a su costado hizo que ambos jóvenes voltearan su mirada al origen de dicho ruido; solo para observar como la madre del niño se acercaba rápidamente hasta ellos dos.

— ¡Akini! —antes de que pudieran reaccionar, la mujer tomó a Akini de sus brazos y lo llevó hasta su pecho con un profundo abrazo; lágrimas todavía salían de sus ojos, como también pequeños llantos eran emitidos de su boca. —A-Akini... ¡Akini! ¡HaH! Oh Dios estás...estás bien~ —palpando las mejillas de su hijo para verificar que de verdad era él y no su imaginación. —Ohh de verdad estas bien ¡Hah! Uff estás...estás aquí.

Ambos estaban en el piso, Ima abrazando con todo lo que podía a su hijo. No quería dejarlo ir, no podía; no quería hacerlo, pensaba que si lo hacía tal vez nunca más volvería a ver a su niño. No se apartaría de su lado, no ahora que estuvo tan cerca de perderlo...otra vez. Sin que ella pudiera haber hecho algo al respecto. Si no hubiera sido salvado, tal vez...la historia hubiera terminado de distinta manera.

¡Huh! —Dándose cuenta de quien fue la persona que había salvado a su hijo, ella rápidamente se dirigió hacia él, viéndolo completamente de pies a cabeza. — ¡Ingenium!

El mencionado quien siempre se mantuvo al margen de lo que sucedía frente a él, al ser llamado, se encaminó directo al par y se agacho en un gesto apacible.

—Veo que usted es la madre del niño, tal vez no-¡Ugh!—pero antes que terminara, un fuerte abrazo lo tomó de los hombros que le hizo crujir incluso la espalda.

¡Hah! ¡Gracias!...Gracias, ¡hah! gracias...yo...no sé qué haría si le hubiese pasado algo. Gracias, Ingenium —unas cuantas gotas de agua mancharon el hombro del héroe enmascarado. Atrapado en una cárcel de gratitud, este pudo solamente sonreír y dejarse abrazar, intentando darle también una mano consoladora sobre su amistosa aplasta espaldas.

La multitud vitoreó, Ingenium era bien conocido dentro del distrito Hosu como unos de los héroes más populares y queridos, no solo por provenir dentro de un prestigioso legado de héroes en su familia; sino también por él mismo. Su sentido del deber cómo lo también podría ser su amabilidad con los demás, nace un amor ante este honorable héroe. Y aquí no era la excepción.

— ¡Si Ingenium! / ¿Viste lo rápido que alcanzó al chico?/ no por nada es el héroe turbo —varios aplaudieron su acción, mientras algunos vitoreaban y otros idolatraban su velocidad.

Con una pequeña risa saliendo a través de su casco, el héroe apartó suavemente a la mujer que lo seguía abrazando. Ella se apartó con un asentimiento de cabeza, algo avergonzada por su reacción; dejando al caballero plateado ponerse de pie. Volviéndose hacia Akini, le dio un pulgar en alto y le dio un consejo de mirar a ambos lados de la calle antes de cruzarla. Con dicho gesto y consejo, el joven héroe disparó humo de sus tubos de escape y salió volando por arriba de los edificios, saltando de tejado en tejado mientras su figura se volvía más pequeña hasta finalmente desaparecer por los techos cercanos.

Akini solo se quedaba viendo expectante el lugar donde se fue Ingenium, aun sin creer lo que había descubierto; toda su cabeza ahora mismo era un caos, no podía siquiera pensar algo en concreto sin que mil ideas más aparezcan en su mente y con ello; nuevas preocupaciones latentes se abrían paso. Con el ceño comenzando a fruncirse, una mano captó su visión; siguiéndola con la mirada, vio cómo la mujer que decía ser su madre lo veía con cierta tristeza.

Debes estar cansado, ¿no es así? —igual que con su mirada, las palabras que salían de sus labios eran a la de alguien que se sentía totalmente culpable.

El niño la vio por unos pocos segundos antes de tomarla. Sí, lo estaba. Así, con los dos reunidos, ambos se fueron caminando entre la gente agarrados de la mano, como si nada de lo anterior hubiera pasado. Todos ignoraban que dentro de aquel par, varias cosas estaban sucediendo.



→/-/


El sonido lento de la puerta siendo abierta, trajo consigo a ambas figuras de madre e hijo entrando a su casa; ambos callados, con expresiones distantes, embarcados en su propio mundo y preocupaciones. Tal vez uno más que el otro, más ahora después de todo lo vivido hace media hora atrás.

Con un click suave de la puerta siendo cerrada, Ima pasó caminando por el corredor; sentándose cansada en una de las sillas del comedor y dando para sí un largo suspiro. Cerró sus ojos por unos momentos, para al segundo abrilos; busco con la mirada a alguien y lo encontró, permitiendo dar una vista al lugar donde estaba su pequeño. Ambos se vieron por unos segundos, Ima con sus ojos visiblemente cansados, y Akini con la misma mirada indescifrable. Dio una pequeña sonrisa y abrió la boca para comenzar a hablar.

Pero antes de que lo hiciera, Akini se había dado vuelta y comenzó a caminar en dirección a su habitación. Con un brazo levantado en un intento algo inútil de detenerlo; lo vio fugarse de lo que posiblemente pudo ser uno de los únicos momentos en los que ella podría haber hablado sinceramente con su hijo.

Sola en el comedor y con una mano medianamente levantada; bajo su cabeza con vista a la mesa, guió su palma a su pecho y lo cerró con algo de fuerza. Podía sentir como el agudo dolor volvía a aparecer, de cómo simplemente no podía conectar con su hijo; de cómo simplemente no pudo haberlo salvado, de cómo...no pudo hacer nada nuevamente.

Mi-mierda...Sniff~ ¡Maldición! ¡Hagh! ¡¡Maldita sea!! —golpeó la mesa con sus dos puños con total furia reprimida. Furiosa consigo misma, apretó más sus colmillos, moliendolos entre sí fuertemente; lágrimas que parecían hervir revoloteaban de sus ojos. —¡Kgh~!...Maldita sea~ ¡Hah! Mierda~... ¡Hah-ah! ¡Maldición! ¡Guh!...Mi-mier-guh~

Trataba de enojarse para no caer en un sentimiento frío, en uno en el que muy posiblemente no evitaría que se derrumbase. Pero por mucho que intente pensar en algo que la haga enojar, en su mente siempre venían visiones imaginarias de su hijo siendo atropellado; de su hijo muriendo en esa camilla, mientras ella se quedaba quieta sin hacer nada. Todo eso pasó en su mente como imágenes rápidas. No soportándolo más, dejó salir un tembloroso llanto; intentaba que más lágrimas no salieran de sus ojos, cubriendo con ambas manos su cara, no queria verse tan pesima, sentirse tan fatal. Al menos; tal vez así, con sus manos encubriendo su estado deplorable; harían que su hijo no sea conocedor de su terrible aspecto.

Pero desafortunadamente para ella, eso no era así, Akini podía escuchar el llanto de su madre desde donde estaba. Quieto en la mitad de las escaleras, el ruido lo había dejado congelado; no entienda porque...o eso es lo que quería decirse a sí mismo. Lo escuchaba tan claramente, no pasaba un día sin que lo escuchara en su cabeza; su rostro amargo, sus ojos rojos sin vida y las manchas secas de sus lágrimas; sí...todo eso lo recordaba a ella. El llanto de esa mujer sonaba igual a los lamentos de su madre.

« ¡No! ¡Eso es mentira! ¡¡Es mentira!! ¡No son los de ella! ¡No es ella! ¡Eso...es esa cosa...es esa cosa!! ¡Solo, solo está jugando conmigo! Eso, eso...no es así», no quería escuchar, no quería hacerlo, estaba seguro que esto muy posiblemente sea una farsa ¡Una mentira! ¡Una mentira que se desvelaría una vez que fuera a ver a esa mujer!

No podía evitar sentir miedo, no podía evitarlo; sabía que esto muy posiblemente no era real, tal vez él, tal vez...

Y-yo...no lo sé...«Yo no lo sé», no sabía qué hacer, ¿debía ir con la mujer que aseguraba ser su madre? «Aunque técnicamente...sí lo es», se sentó en un escalón con la espalda contra la pared, pensando, como siempre ha estado haciendo.

No sabía qué hacer, no había nadie más que le aconseje que hacer; estaba solo, se sentía...completamente solo. A pesar de que estuvo casi cuatro años con esas dos personas, no sentía que fueran sus padres; sentía que solamente querían reemplazarlos, tratar de llenar un espacio que simplemente ya estaba roto. « ¿Cómo podían ellos? ¿Cómo es posible que traten de hacer que olvidara a sus padres? ¡¡¿Qué mierda era lo que trataban de hacer?!! ¡¡No son reales!! ¡¡Son una mierda, una completa y reverenda mierda!!!», eso era lo que pasaba por su mente cada vez que los veía, sólo eran espejos ¡Sombras!...No eran reales, este mundo no era real. Lo sabía, sabía que ese ser solamente hizo este mundo solo para verlo sufrir más, riéndose de él todos los malditos días de su vida. «Estas dos personas que creo, solamente son marionetas, no eran personas reales».

Siempre mantuvo esa red de pensamiento, cada vez que sentía algo por ellos, se gritaba mentalmente que solo era un juego, que nada más a la mínima oportunidad acabarían con él de la peor forma posible; torturándolo por la eternidad. La paranoia era tanta que su cuerpo no lo aguantaba; casi siempre se mantenía en cama, viendo todos los días como aquellas dos personas que decían ser sus padres venían siempre a su cuarto; dándole sopa caliente, arropándolo; el hombre a veces le leía cuentos, mientras que la mujer simplemente lo acariciaba el cabello hasta que el cansancio lo obligaba a cerrar los ojos...

— ¡Tch! ... ¡Ghk! ¡Rargh! ¡¡Maldición!! —Mascullo con enojo. No podía hacerlo ¡No podía encariñarse! ¡No podía sentir algo por ellos! ¡Él! ¡Él! Él...

No quería sentir apego por ellos. Tal vez tiene razón y esto simplemente sea una broma cruel; que de verdad...esto no es real.

«No debe serlo... ¿Por qué debería serlo?», gotas de agua golpean el suelo a sus pies. « ¿Qué es lo que...qué es lo que debo hacer?»

Se sentía como si estuviera nuevamente en aquel vacío; solo, con la fría y vasta oscuridad recorriendo cada parte de su ser. Tan frío. Tan seco y solitario. Pero todo eso fue apartado con ese abrazo, en ese momento que juró sentir todos sus huesos crujir, solo que esta vez, en vez de gritar de dolor y pedir que pare, este se sintió cálido. Pudo sentir como el calor y el confort desprendía de sus brazos; era cómodo, era...como si se sintiera en casa.

Las lágrimas no tardaron en aparecer, paseando libremente entre sus mejillas; no podía evitarlo, siempre fue un llorón, siempre fue así de sentimental. Trató lo mejor que pudo para limpiar los restos de agua de sus ojos. Se irguió y se encaminó en dirección del lamento ahora silencioso, pero tan claro para él. No podía evitar sentir como cada paso que daba era un peso más en su estómago. De alguna manera, todo esto le recordaba a esa vez que supo de su muerte, algo que simplemente recordarlo le hacía revolver su estómago.

—(...)Uhu ¡Hah-ah! Kuhuhu~...—La mujer lloraba en sus manos, con la cara tapada en un intento de refugiarse en su dolor. —Uhu~...ghk ¡Hah! A-¡Akini! —logró verlo gracias a una pequeña abertura de entre sus dedos. Rápidamente secándose los rastros de lágrimas y haciendo aparecer en su rostro una sonrisa nerviosa. — ¿Ne-necesitas algo cariño? Yo...Ejeje solo me entro una basura en el ojo.

Al ver como su hijo la seguía mirando, le aseguro que solo le entro algo en el ojo; intentando reconfortarlo con una suave sonrisa. Pero su ceño fruncido solo hacía ver sus verdaderos sentimientos. Akini solo veía esto con inquietud, se cuestionaba si esto era una buena idea, si esto podía al menos calmar su mente; sus manos temblaban ante la expectativa de estar caminando hacia una trampa. Y con decisión, dio pasos pequeños, como tambaleantes, hacia la dirección donde la mujer estaba sentada.

— ¿Uh? A-Akini ¿Sucede algo? —comentó preocupada al observar cómo su hijo caminaba silencioso y con la mirada oscurecida hacia ella. —Akini...yo...yo~ —su voz comenzó a temblar. —...desearía ser una mejor madre para ti~.

Esas últimas palabras provocaron que se detuviera abruptamente; algo entre ellas hizo que comenzara a temblar, que sus manos se conviertan en puños y que un quejido provenga de su boca. Ima vio todo esto, observando como el pequeño reptil temblaba de la rabia, listo para decirle lo mucho que la odiaba; cosa que ella estaba bastante segura que diría, que a pesar de no escucharlo nunca por su parte, sabía que lo diría. Eso solo hacía que su corazón comenzará a caerse en pedazos.

«Tiene sentido...tiene todo el derecho de decirlo, después de todo, no soy una buena madre~», gesticulo con total remordimiento, cerrando fuertemente los ojos para ya no tirar más lamentos. Pero era bastante difícil. —Akini...yo ¡¿Huh?! —Un peso extra se había añadido en su abdomen. Con una expresión sorprendida, miró hacia abajo con incredulidad; viendo ella como la figura reptílica de su hijo estaba ahí con sus pequeños brazos rodeándola.

«Por favor~...po-por favor~, haz que esto no haya sido una mala decisión», sus brazos se apretaron más fuertemente alrededor de su cintura. «Por favor~...por favor~», lagunas no paraban de salir de los ojos de Akini; esperaba, él de verdad esperaba que esto no fuera una trampa, que esto no fuera un sucio juego de aquella creatura, que esto solo sea...un abrazo entre una madre y su hijo.

Pasaron unos silenciosos segundos en los que no había pasado nada, con un Akini comenzando con su paranoia y listo para arrepentirse, pero antes de que pudiera hacer algo; una mano gentilmente tocó la coronilla de su cabeza, acariciándola tan suavemente, que el solo tacto de su mano; hizo que todas sus preocupaciones, se desvanecieran en el aire. Mirando hacia arriba, observo la radiante mirada que le daba la mujer, con una pequeña y brillante sonrisa que transmitía todo el amor que podría ofrecer una madre a su hijo.

Esa mirada...esa sonrisa, la calidez que sentía cuando miraba sus ojos. Aquellas veces que podía abrazarla cada vez que la veía; su sonrisa en las mañanas frías, el sonido melódico de su voz, la compañía tan acogedora que transmite, todo; todo era igual...igual como su madre. Siempre los veía así a todos, a su padre, a sus hermanos, a él...algo que siempre quiso recuperar en su estadía en ese mundo vacío, algo que anhelaba con todo su ser. Quería verlos nuevamente, quería tenerlos a su lado, de verdad...de verdad que los quería; en serio los extrañaba.

Y la última barrera impuesta por él finalmente había sido derribada, con un estridente llanto que provino de su garganta, dañándose por su casi nulo uso de ella; todo lo que se guardaba lo había desechado en ese fuerte abrazo con esa mujer; no, mejor dicho...su nueva madre. Tal vez era demasiado pronto para considerarla de esa manera tan naturalmente, pero solo necesita tiempo; mucho tiempo, donde tal vez, pueda considerarlos a ellos...como una familia.

—Está bien...Aki-kun, estoy aquí, siempre estaré aquí...para ti.

Los llantos del niño se podían escuchar por toda la casa; ira, enojo, tristeza, melancolía y nostalgia, todas esas emociones combinadas salían en forma de lágrimas que manchaba la ropa de su nueva progenitora, algo que a ella poco le importo; ahora mismo solo se preocupaba en abrazar a su hijo. Sintiendo su corazón finalmente tranquilo después de todos estos años de estrés, todas esas preocupaciones que alguna vez existieron, ya no le importan más; esos oscuros pensamientos se desvanecieron a lo más profundo de su mente. Lo podía ver, finalmente podía ver cómo ellos...



...podrían finalmente estar en paz.     

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