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𝟐𝟐. 𝐁𝐨𝐮𝐧𝐝

El amanecer comienza a teñir el horizonte mientras Sunghoon y Jake cabalgan a través del bosque denso que rodea la ciudad.

El silencio entre ellos es pesado, cargado de preguntas sin responder y emociones que ambos intentan procesar. La daga de Haldir, envuelta en un trozo de tela, descansa en las alforjas de Sunghoon, pero su peso parece mucho mayor de lo que realmente es.

—¿Dónde vamos exactamente? —Pregunta Jake, rompiendo finalmente el silencio, su mirada fija en el camino por delante.

—A un lugar seguro. —Responde Sunghoon sin dudar—. Hay alguien que puede ayudarnos, alguien que sabe más sobre tu linaje y lo que significa. Pero no será fácil llegar hasta él.

Jake frunce el ceño, su mente aún intentando asimilar lo que había aprendido. —¿Por qué no me contaron todo esto antes? ¿Por qué la Orden me mantuvo en la oscuridad?

Sunghoon dirige una breve mirada hacia Jake, notando el conflicto en su rostro. —Porque sabían que el conocimiento de tu linaje te pondría en peligro. Cualquiera que se enterara de quién eres te convertiría en un objetivo. No era para castigarte, Jake. Era para protegerte.

Jake suspira, apretando las riendas de su caballo. —Quizás, pero ahora que lo sé, no puedo simplemente quedarme al margen. Si lo que dices es cierto, tengo que enfrentar esto, no esconderme.

—Lo harás —Responde Sunghoon con una suavidad inusual—. Pero no estarás solo. Y no tomarás esta carga hasta que estés listo.

Mientras avanzan, el paisaje cambia, los árboles se vuelven más altos y las sombras más profundas. Sunghoon mantiene los sentidos alerta, sabiendo que Elias podría haber enviado a sus híbridos tras ellos.

Finalmente, llegan a una pequeña cabaña escondida entre los árboles. La estructura, aunque vieja, parece robusta, con paredes de madera reforzada y runas talladas en el marco de la puerta. Sunghoon desmonta primero, ayudando a Jake a bajar.

—¿Aquí vive esa persona que mencionaste? —Pregunta Jake, examinando el lugar con curiosidad.

—Sí. Su nombre es Seungmin. Fue parte de una Orden de Cazadores hace años, antes de que se retirara. Ahora vive aquí, estudiando las antiguas profecías y protegiendo secretos que la Orden no se atreve a tocar.

Jake asiente lentamente, sus nervios comenzando a aumentar. Antes de que puedan tocar la puerta, esta se abre, revelando a un hombre joven, de cabello castaño claro y ojos astutos, que los observa con una mezcla de sorpresa y desconfianza.

—¿Sunghoon? —Pregunta Seungmin, cruzándose de brazos—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Necesitamos tu ayuda, Seungmin. Es sobre Jake... y su linaje.

Seungmin entrecierra los ojos, evaluando a Jake de pies a cabeza. Finalmente, da un paso atrás y abre la puerta de par en par.

—Será mejor que entren. Esto suena importante.

Jake cruza el umbral, sintiendo un escalofrío al pasar bajo las runas que decoran la entrada. Mientras lo hace, no puede evitar preguntarse si este lugar será un refugio... o el comienzo de algo aún más oscuro.

El interior de la cabaña es pequeño pero acogedor, iluminado por velas y decorado con mapas antiguos, libros de tapa gruesa y frascos llenos de ingredientes misteriosos. Seungmin los guía hacia una mesa redonda en el centro de la habitación, apartando varios pergaminos para hacer espacio.

—Siéntense. —Ordena mientras toma asiento frente a ellos—. Necesito saber todo lo que ha pasado y, sobre todo, por qué mencionas "su linaje", Sunghoon.

Sunghoon asiente y, con paciencia, explica lo sucedido: Elias, la Daga de Haldir, la verdad sobre Jake y el peligro que se siente caer sobre ellos. Jake permanece en silencio, observando a Seungmin estudiar cada palabra con atención.

Cuando Sunghoon termina, Seungmin suelta un suspiro y entrelaza las manos frente a él.

—Así que, después de todo este tiempo, el Heredero de Haldir no solo existe, sino que está aquí, sentado en mi mesa. —Seungmin clava la mirada en Jake, como si intentara descifrarlo—. Pero hay algo que no encaja.

—¿Qué quieres decir? —Pregunta Jake, confundido.

Seungmin se levanta, caminando hacia una estantería repleta de libros y pergaminos. Saca uno en particular y lo abre, sus dedos recorriendo líneas de texto escrito en una lengua antigua.

—El linaje de Haldir no solo hereda la capacidad de equilibrar Humanos y Vampiros. Según esta profecía, su sangre está destinada a unirse con algo más, algo que amplifica ese poder. —Seungmin levanta la vista, dirigiéndose a Sunghoon—. Alguien más.

Sunghoon frunce el ceño. —¿Qué estás insinuando?

Seungmin deja el libro sobre la mesa y lo gira para que ambos pudieran verlo. En las páginas se ve un dibujo de dos figuras: una con una luz brillante que emana de su corazón y otra rodeada de sombras, ambas unidas por un hilo de energía, un hilo rojo carmesí.

—Esta profecía habla de un vínculo más allá de lo físico. Una conexión predestinada entre el Heredero de Haldir y un protector nacido de las sombras. Un equilibrio entre luz y oscuridad, necesario para detener el caos.

Jake mira a Sunghoon, sintiendo cómo su corazón comienza a acelerarse. —¿Estás diciendo que Sunghoon y yo...?

—Exacto. —Seungmin lo interrumpe, su tono cargado de certeza—. Ustedes dos no solo están unidos por el destino de salvar este mundo. Su conexión es más profunda. Sus almas están entrelazadas.

Sunghoon lo mira fijamente, un torbellino de emociones en su pecho. Sabía la verdad desde el principio, desde el mismo momento en que Jake nació.

No había sido una casualidad. La conexión que sentía por Jake, su destinado, esa fuerza inexplicable que los unía, siempre había estado allí. Pero ahora, escuchar esas palabras de Seungmin lo hace sentir como si algo de él mismo se hubiera confirmado, como si todo estuviera finalmente alineado.

—Lo sabía desde que naciste, Jake. —Sunghoon habla con una calma serena, pero sus ojos reflejan la profundidad de la verdad—. No necesitaba la profecía para saberlo. El momento en que llegaste a este mundo mortal, sentí tu llamado. Tu alma y la mía siempre han estado entrelazadas. Lo sentí en el momento en que te vi por primera vez.

Jake se queda sin palabras, pero en su pecho, algo despierta, algo que ya había estado allí, siempre presente, pero ahora mucho más claro. La sensación de estar en casa, de estar donde pertenecía. Mira a Sunghoon, sus ojos ahora llenos de comprensión.

—¿Eso significa que... siempre estuvo destinado a ser así? —Pregunta Jake, aunque no lo dice con miedo, sino con una calma renovada.

Sunghoon asiente lentamente, sin apartar la mirada de Jake. —Sí. Cada momento, cada paso nos ha llevado a este punto. No es solo un destino, Jake. Es una verdad profunda que ni el tiempo ni las circunstancias podrán cambiar.

Seungmin observa la escena con una ligera sonrisa, comprendiendo que su papel en todo esto no es el de revelar algo nuevo, sino confirmar lo que ambos ya sentían.

El vínculo entre Sunghoon y Jake no es algo que pudieran ignorar o evitar. Es la fuerza que los impulsa, la razón por la que sus caminos se habían cruzado y por la que, ahora, sus destinos se unen de manera irrevocable.

—Entonces, está claro que ustedes son más que compañeros de lucha. —Dice Seungmin, como si ya no tuviera ninguna duda—. Pero deben tener cuidado. Elias no solo buscará destruir a Jake, también buscará destruir lo que los une.

Sunghoon aprieta la mano de Jake, con una fuerza silenciosa, casi como un juramento. —Lo que venga, lo enfrentaremos juntos. Eso es lo único que importa.

Jake mira a Sunghoon, sintiendo que el peso de todo lo que se avecinaba no lo podía detener. Con una sonrisa, asiente, reconociendo que no está solo y que nunca lo estuvo.

—Si estamos destinados, entonces no hay nada que nos detenga.

Y con esas palabras, el aire en la cabaña se vuelve más ligero, como si, al fin, se hubieran liberado de las dudas y el miedo que los acechaban. Lo que está por venir, lo enfrentarían juntos, como siempre debió ser.

𝐌𝐚𝐝𝐧𝐞𝐬𝐬
𝟐𝟐. 𝐁𝐨𝐮𝐧𝐝
𝟏𝟒/𝟎𝟏/𝟐𝟎𝟐𝟓



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