𝟏𝟗. 𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐮𝐫𝐝𝐞𝐧 𝐨𝐟 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐲
El interior del santuario está envuelto en penumbra, con un silencio tan profundo que parece absorber incluso el sonido de sus pasos.
Sunghoon avanza con cautela, cada fibra de su ser alerta al peligro que podría estar acechando. Las antorchas en las paredes cobran vida a medida que se adentra, como si lo reconocieran, iluminando el camino hacia un altar central cubierto de símbolos ancestrales.
Sobre el altar hay un artefacto, una daga tallada en cristal, con una empuñadura que parece brillar con un fulgor dorado.
Sunghoon sabe exactamente lo que es.
La Daga de Haldir, una reliquia que, según las leyendas, solo puede ser empuñada por aquellos con sangre real de Bree. Es la clave que Elias busca, la herramienta para activar la magia del santuario y amplificar su control sobre los híbridos.
Pero antes de que pueda acercarse más, una figura emerge de las sombras.
Es Elias, su presencia tan intensa que parece oscurecer incluso la luz de las antorchas. Sus ojos dorados brillan con malicia mientras observa a Sunghoon con una sonrisa satisfecha.
—Sabía que vendrías, Sunghoon. Siempre tan predecible —Dice Elias con un tono que gotea burla—. ¿Pensabas que podrías detenerme solo?
—No estoy solo —Responde Sunghoon con firmeza, levantando su espada. Aunque sus palabras son ciertas en esencia, también siente la soledad de enfrentar a un enemigo que parece estar siempre un paso adelante.
Elias da un paso adelante, alzando una mano cubierta de runas oscuras que se iluminan con un destello carmesí. —La sangre de Jake. Es todo lo que necesito para que esto funcione. Y cuando lo haga, su linaje no será más que un recuerdo.
La ira de Sunghoon se intensifica al escuchar el nombre de Jake salir de los labios del traidor. Sin pensarlo dos veces, carga hacia Elias, su espada brillando con la luz plateada de la luna que se filtra a través de las grietas en el techo.
El choque entre ellos es feroz, una lucha entre la magia oscura de Elias y la fuerza y habilidad de Sunghoon.
Cada golpe, cada movimiento, es una danza letal que llena el santuario con ecos de metal y energía. Pero Sunghoon no lucha solo por sí mismo; lucha por Jake, por su promesa de protegerlo, y por un futuro donde ambos puedan vivir en paz.
En un movimiento calculado, logra desarmar a Elias momentáneamente, enviando su bastón oscuro al suelo. Pero el traidor es rápido, usando un hechizo para crear un muro de sombras que los separa.
—Esto no ha terminado —Gruñe Elias mientras retrocede hacia la oscuridad—. Jake no podrá escapar de su destino. Y tú, Sunghoon, tampoco.
Antes de que pueda alcanzarlo, Elias desaparece una vez más, dejando atrás solo el eco de su risa y el aire cargado de tensión.
Sunghoon respira con dificultad, su cuerpo y mente agotados. Sus ojos se fijan en la daga sobre el altar, la reliquia que ahora sabe que debe proteger a toda costa.
Mientras la envuelve cuidadosamente en un trozo de tela y la guarda, un pensamiento lo invade Elias no descansará hasta obtener lo que busca, y Jake no estará seguro mientras el traidor siga vivo.
Con la daga asegurada, Sunghoon abandona el santuario, montando su caballo para regresar a la ciudad. No hay tiempo que perder.
Jake necesita saber la verdad sobre su linaje y lo que representa. Pero más que eso, necesita estar junto a él, no solo para protegerlo, sino para recordarse a sí mismo por qué vale la pena luchar.
Y mientras el viento helado lo golpea, una certeza lo llena pase lo que pase, enfrentará cualquier oscuridad que amenace con separarlos.
Porque, más allá de sus destinos, Jake es su hogar.
El viaje de regreso está lleno de incertidumbre, pero no por las decisiones de Sunghoon, sino por los secretos que Jake desconoce debido a las estrictas reglas de la Orden de Cazadores de Vampiros.
Aquellos segundos hijos incluso los que llevan sangre real son entrenados desde la infancia para cumplir su propósito, pero nunca se les permite conocer la verdad sobre su linaje, bajo el pretexto de protegerlos del peligro que su herencia conlleva.
Sunghoon siente el peso de esa injusticia en cada paso que da hacia la ciudad.
Jake merece saber quién es, pero también comprende que revelar esa verdad podría cambiarlo todo.
Mientras la primera luz del alba comienza a iluminar el horizonte, Sunghoon jura proteger a Jake no solo de Elias, sino también de las cadenas de un sistema que ha ocultado su legado.
Ambos deben decidir juntos cómo enfrentar un futuro lleno de desafíos, porque en Jake reside no solo su esperanza, sino también la de un mundo entero.
Finalmente, cuando Sunghoon llega a la ciudad, su corazón late con fuerza al ver a Jake a lo lejos, de pie frente a la entrada de su Orden. Su presencia, tan tranquila y decidida, llena el aire de una energía que hace que todo lo demás desaparezca.
Jake lo mira, y aunque su rostro refleja la confusión y la preocupación, hay algo en su mirada que también transmite confianza, como si de alguna manera supiera que Sunghoon ha estado luchando por él todo este tiempo.
Sunghoon se aproxima, cada paso hacia él siendo una promesa silenciosa de protección y de verdades que, finalmente, deben ser reveladas.
Cuando sus miradas se encuentran, Sunghoon siente la urgencia de contarle todo, pero también la necesidad de asegurarse de que está listo para escuchar la verdad sobre su sangre, su destino, y el peligro que se cierne sobre ellos.
Un beso intenso marca su encuentro, es momento de que Jake sepa toda la verdad...
𝐌𝐚𝐝𝐧𝐞𝐬𝐬
𝟏𝟗. 𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐮𝐫𝐝𝐞𝐧 𝐨𝐟 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐲
𝟏𝟒/𝟏𝟐/𝟐𝟎𝟐𝟒
Gracias por leer la historia ❤️
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