𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈𝐈
𝟖. 𝐋𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞 𝐜𝐚𝐫𝐦𝐞𝐬í.
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Su cuerpo temblaba, el olor a humo y a cemento se filtraba por su nariz haciendo que sus pulmones dolieran, el recuerdo de hace años lo golpeó con fuerza cuando aún era un niño: tonto y sin control. Escuchó la voz de Ara en sus oídos como un susurro doloroso, un nuevo estallido se escuchó, su mente regresó al presente.
El edificio donde estaban casi se caía, además se escuchaba afuera una guerra, seguramente la milicia de este lugar ya estaba peleando con los del Ryodan. Lo cual era horrible, había mucha gente inocente aquí, los gritos fuertes y el sonido de los disparos empezaron a llegar como si su cabeza dejara de estar sumergida en agua.
Zushi estaba agarrando su estómago donde una mancha oscura y carmín crecía; Kurapika estaba a su lado sosteniendo un trapo que se pintó de color rojo. Cuando el sonido llegó, todo lo demás lo hizo, Killua caminaba de un lugar a otro con una pequeña radio.
—Mierda— la aventó al suelo frustrado—. No hay señal.
Canary tenía los ojos inyectados de furia, dejo lo que estaba haciendo y se levantó para dirigirse a él y con ambas manos lo empujó hacia atrás con fuerza:—¿¡Qué mierda fue lo que hiciste!?— le gritó, se quedó pasmado porque las cosas no debieron salir así, dejó que la chica diera otro golpe porque esto era su culpa, sin embargo su cuerpo aún estaba en modo supervivencia por lo que al siguiente empujón violento y al alzar sus manos por instinto para protegerse de estas salió poca pero agresiva energía dorada.
La carga fue lo suficientemente dolorosa para hacer a Canary caer, Killua y Kurapika corrieron para ayudarla.
—Oh, lo siento... — se inclinó para ayudarla pero al ver la mirada de Killua paró en seco.
—¿Qué eres?— y el miedo, la desconfianza en los ojos azules le dolió '¿qué eres?' por su cabeza llegaron recuerdos de sus maestros. Mismos que le dijeron que las personas normales jamás los entenderían, que les tendrían miedo y cuando algo no se conoce lo ocultan o lo cazan.
Kurapika llevaba una mirada más curiosa que asustada, todo ello oculto tras el velo de la desconfianza.
—Yo...— se sentía pequeño.
—Un monstruo— dijo Canary levantándose, tal vez lo era, por su culpa miles debieron morir cuando dejó caer esos edificios—. Uno que nos traicionó, ¡te lo dije Killua!— la alfa miró al albino—. ¡Ahora todo se fue a la mierda y fue por su puta culpa!
—Ni siquiera sabemos que hizo Canary— Zushi dijo con voz temblorosa, mientras intentaba levantarse.
—¿Lo defiendes?— Canary lo miro como si no pudiera creerlo—. Después de lo que te hizo.
—No fue él— Zushi sentenció haciendo que la morena se callara.
Antes de que pudiera agradecerle, Killua dio un paso vacilante hacia él me tiene miedo pensó. Y no sabía que le dolía más, si el miedo o la desconfianza.
—Habla— su voz sonó seca y fría, una sensación horrible surco su piel, Killua jamás le había hablado bajo ese tono voz—. No más mentiras.
—¿Lo vas a escuchar?— Canary preguntó sorprendida y molesta en partes iguales—. Killua él no es de fiar. Te esta manipulando.
Le quiso gritar, mintió pero jamás intento manipular a nadie.
—Tal vez— Kurapika se movió haciendo que el sentimiento de perdida se hiciera aun más grande—. Pero también no podemos confiar en todo lo que diga Hisoka.
Canary negó con la cabeza varias veces:—Jamás lo creí de ti Kurapika.
Y el rubio hizo una mueca incómoda qué después se volvió en una expresión dura, lo miró y sintió que el mundo se le iba de las manos.
—¿Qué eres?, ¿qué hiciste?— Kurapika preguntó sin acercarse.
—Una vez le dije a Killua que todo esto lo hacía por Ori— la sala se quedó en silencio, incluso Canary parecía estupefacta por el nombramiento del niño—. Ori esta muriendo— y la afirmación de ello dolió más que las miradas aterradas y llenas de desconfianza, dolió porque a pesar de que su niño estaba bastante bien ahora, todo eso podía cambiar en un segundo.
—¿Muriendo?— la voz de Killua fue temblorosa al preguntar con un ceño fruncido comenzando a formarse.
Jamás había llorado en público por ello, incluso en la soledad de su habitación jamás pudo hacerlo. Pensaba que si lloraba, todo lo demás comenzaría a caer, pero ahora con esa afirmación dicha en voz alta lágrimas amargas comenzaron a salir de sus ojos.
No era un llanto fuerte, solo eran lágrimas. Como si siempre hubieran estado ahí, esperando el momento perfecto para salir.
—En Slunce nos hacemos llamar solis— comenzó con la voz temblorosa—. El día del eclipse, Bisky, Alluka y tu Killua lo vieron— el albino parecía contemplar sus palabras—. Nosotros tenemos energía, podemos hacer muchas cosas, pero solo aquellos que nacen como omegas la contiene. Solo nosotros podemos resistirla— con cuidado bajo su playera dejando ver su hombro con la marca del sol—. Esta prohibido que un solis y un alfa normal tengan hijos porque... Nacen niños como Ori— se abrazo a si mismo apartando la mirada—. Ori es un alfa con esta energía... Estos niños nunca sobreviven.
—¿Le vas a creer esta mierda?— Canary vio a Killua y luego a Kurapika exigiendo una respuesta—. Porque si es tu forma de salvarte entonces inventa algo más creíble.
—Jamás inventaría algo a nombre de Ori— le dijo con los dientes apretados—. Mucho menos algo tan grave.
—Esa noche si vimos algo— susurró Killua sin mirar a Gon considerando todo lo que estaba pasando—. Acordamos no hablar de ello.
—Ustedes lo vieron allá afuera— dijo dirigiéndose a ellos con una más voz suave, limpiándose las mejillas mojadas—. Puedo... Enseñarles.
—No te acerques— Canary le ladró—. Ni siquiera sabemos si es seguro.
Quiso gritarle, pelear con ella y por fin sacar todas esas emociones negativas que tenía en contra de ella y que con el tiempo solo habían crecido. Sin embargo, se quedó así, en silencio. Una pelea solo empeorara las cosas.
—Yo quiero ver— Zushi se sentó mejor en la pared, sosteniendo la herida con una mueca de dolor.
Kurapika tenía una mirada contrariada, estaba seguro que tenía curiosidad. Killua por su parte solo veía en silencio con una excelente cara de póker. Se acercó al moreno una vez que vio que nadie se lanzaría contra él.
Se arrodilló frente a Zushi y tocó la herida, nunca fue sanador, su entrenamiento se basó más en la batalla, sabía las cosas básicas para curarse pero nunca le puso mucha atención a lo demás. Juntó sus manos y la luz dorada salió de las palmas misma qué se adentró a la herida, Zushi estaba reteniendo la respiración. Después de unos segundos subio la camisa, la herida comenzaba a cerrarse.
—Yo... No puedo curar del todo las heridas— susurro—. Pero debe ser suficiente hasta ver a Leorio.
Canary resoplo, las intenciones de la mujer eran hablar, pero Killua la paró con una mano:—Tenemos que llegar allá, si ahora tienen a Dante no nos queda mucho tiempo.
—No lo atraparon, se fue por otro callejón— Zushi dijo levantándose tocando la parte afectada con genuina sorpresa. El moreno se levantó con cuidado, Kurapika se acercó para observar la herida también.
—Tenemos que salir de aquí— Killua sacudió el polvo de su ropa—. Llegar con ellos antes de que los encuentren.
—¿Y Gon?— Canary lo miro mal—. ¿Qué vamos a hacer con él?
—Va a venir con nosotros— Killua le dio una mirada rápida—. Aún tiene mucho que decirnos.
—No jodas Killua...
Pero antes de que siguiera la interrumpió:—No te preocupes Canary, después de esto no volverás a verme.
Esto hizo que tanto Kurapika como Killua lo vieran. Una mirada más afectada qué la otra, pero se mantuvo firme ante su decisión apresurada pero necesaria.
—No volverán a vernos— sentenció acercándose a un armario y sacando un abrigo negro—. Lideren el camino.
Como pudieron salieron de las ruinas de los edificios, afuera seguía el enfrentamiento; se escuchaban sirenas, alarmas y disparos al rededor. Los cinco avanzaron con cuidado hasta llegar a un estacionamiento subterráneo, Killua entró a uno de los coches y mientras lo encendían Zushi se acercó a él con cuidado.
—No te voy a hacer nada— dijo esperando que sonara como una broma, estaba seguro que no fue así.
—Lo sé— le dio una sonrisa, qué funcionó como un bálsamo temporal para su ansiedad.
—¿Cómo te sientes?— lo miró de soslayo.
—Increíble, es decir, no siento nada— su voz estaba llena de emoción—. Me alegra saber que si existen.
—¿Existimos?— le alzó una ceja.
—Conocí a Killua cuando me metí a un museo para robar unos documentos, esa misma noche Killua y Canary asaltaron el lugar de forma más violenta— comenzó contando con nostalgia y un toque de diversión—. Después de eso el gobierno comenzó a buscarme, todo por intentar conseguir información de ustedes— resopló divertido—. Así que me uní a ellos.
—¿Encontraste la información que buscabas?
—No— negó—. Mi profesor murió por intentar buscar información de ustedes, era periodista— hubo un silencio cargado por la tristeza—. Bisky y él eran muy buenos amigos, cuando todo sucedió me jure a mi mismo seguir con su investigación.
—Lo lamento mucho.
—Lo extraño, pero, siempre está ahí. En los libros— sonrió con cariño—. Aunque jamás imagine encontrar un hijo de Dios como popularmente les llaman.
—Aquí— le sonrió—. En Slunce somos hijos del Sol.
—Hijos del sol— susurró para si mismo encantado—. Supongo que Retz estaba al tanto de todo ¿cierto?
—Lo estaba— confirmó con un movimiento de cabeza—. No de todo, claro. Pero lo estaba.
Zushi miro hacia atrás, estaban algo alejados de Killua y Canary:—¿De qué hablaba Hisoka?— susurró, lo miró analizando al beta. El hombre siempre parecía a un solo golpe de una crisis nerviosa, ahora estaba relajado, sus manos no temblaban y su mirada no bajaba.
—Las cosas que ustedes robaron de Slunce tenían un secreto guardado— los ojos de Zushi no se abrieron en sorpresa si no con comprensión como si esperaba eso—. Según las leyendas de mi reino es un lugar secreto, un pasaje entre la divinidad y nuestro plano terrenal— repitió todo ello como un mantra—. Es sagrado, y nadie puede encontrarlo.
—¿Lo alteraste?— le alzó una ceja.
—Tengo el mapa guardado— miro hacia enfrente—. Supongo que fue así como se dieron cuenta.
—No tengo ni idea de porque el Ryodan buscaría ese lugar— colocó una mano en su mentón con expresión pensativa—. Pero hiciste bien, si la gente supiera que existen personas como tú, habría una guerra.
—Por eso Slunce esta apartado— suspiro—. Pero si no salía de ese lugar, Ori...
Sintió la mano reconfortante del beta en su hombro, los betas aunque no tenían olor propio si que tenían uno que ayudaba con las emociones fuertes de los alfas y omegas. Los betas eran equilibrio en la sociedad, ayudaban con ese ligero aroma que no se podía nombrar pero que estaba ahí, reconfortante y empático.
Le sonrió pasando saliva, con el nudo en la garganta. El motor del auto hizo que ambos giraran, Killua les indicó que se acercaran.
Dio un suspiró y caminó a los asientos de atrás de la camioneta entre más alejado de ellos mejor. Para su sopresa Zushi estuvo cerca de él, cuidando cada movimiento de los tres. Era gracioso, el beta era alguien que vivía con miedo, no cobarde pero si asustadizo, uno que buscaría primero utilizar el diálogo que los golpes pero ahora parecía tan a la defensiva, que si hubieran golpes en su contra él sería el primero en lanzarse.
Y lógicamente, podría con los tres. No necesitaba del cuidado de Zushi, pero jamás en su vida alguien lo protegió. Basilius y Luck lo hacían claro, pero incluso ellos al saber lo poderoso que podía llegar a ser y cuando lo llegó a demostrar nunca sintieron la necesidad de protegerlo.
Le agradeció mentalmente a Zushi por hacerlo sentir así.
Granja Zoldyck.
Varias horas antes.
Las gotas golpeaban las ventanas, el sonido de la madera quemándose acompañaba la habitación junto al sonido del los crayones sobre la hoja de papel.
Alluka estaba recostada en un sillón con una manta, un té entre sus manos y la mirada perdida en el reloj que estaba arriba de la chimenea. Suspiró, pasando el crayón verde con más fuerza.
Los pasos de Basilius también se escucharon en la parte de arriba, y en la cocina Jingū se preparaba ¿café? Gon le dijo que sus sentidos aumentarían, podía observar que era cierto. Los aromas eran más claros y los sonidos más fuertes. E incluso podía sentir quienes estaban a su alrededor sin siquiera verlos.
Era divertido intentar adivinar quien estaba en la habitación con los ojos cerrados, reirse por haber ganado y recibir sonrisas de los demás sin que ellos supieran de esto.
A veces había caído en el error de ir e intentar decirle a Killua, pero luego se quedaba callado sin que las palabras pudieran salir de su boca. Tomó otro color y siguió con su dibujo, miró también el reloj encima de él. Esta sensación ya conocida era como la que sentía cuando vivía con su abuela y esperaban la visita de Gon o de su padre.
Miró su dibujo, a Gon le gustara mucho.
Sonrió para si mismo pero cuando iba a girarse para mostrárselo a Alluka, escuchó pasos afuera de la casa, se levantó bajo la atenta mirada de la pelinegra y se quedó parado en el pasillo frente a la puerta que fue tocada con varios golpes repetitivos.
Alluka se levantó con la manta sobre sus hombros, abrió confundida. A la casa Retz entró con un aroma agrio y agitando las manos:—Retz, ¿qué pasa?
—Ellos— habló la rubia agitada.
—¿Ellos?— Alluka la tomó de los hombros haciendo que la mujer la mirara, su rostro llevaba al miedo escrito en el. Al pasillo llegaron Basilius y Jingū, la mujer puso su mano en sus cabellos con cariño dándole una sonrisa qué esperaba tranquilizarlo.
—Ellos están por llegar— dijo por fin.
Un miedo incontrolable surco su cuerpo, la idea de que alguien malo este por llegar lo hizo temblar y acercarse a su abuelo que lo cargo.
—¿Quiénes?— habló su abuelo.
—No sé quienes son— la rubia negó aún aturdida—. Solo sé que están por llegar, te-tenemos— lo señaló haciendo que el temor lo golpeara por todas partes—. Que sacarlo de aquí.
Su abuelo sin chistar lo bajo y se arrodilló para verlo, dio un suspiro acariciando sus cabellos:—Escucha, quiero que tú y Alluka se vayan al cuarto de Gon y se queden ahí hasta que yo y Jingū volvamos— asintió levemente con las manos temblorosas—. Empaca cosas tuyas y de Gon, yo subiré en un momento.
—Tengo un carro escondido a un par de granjas— dijo Retz con la voz temblorosa.
—Bien— le asintió a la mujer y luego paso su mirada a él—. Sé valiente y si algo pasa, no uses tu poder.
Se levantó y con varias miradas a los demás comenzaron a apurarse. Tal y como se lo ordenaron subió las escaleras y guardó las cosas importante de Gon y él, Alluka hizo lo mismo con los demás, poco después las maletas ya estaban abajo. Basilius llevaba un carreta alado de Jingū y la rubia que llevaba su capa ocultando su rostro.
Una vez que los vieron irse, Alluka tomó su mano y lo llevó al cuarto de Gon. Los dos se veían nerviosos, suponía que debía ser de las primeras veces de la pelinegra, él por su parte siempre se tuvo que esconder. Cada vez que habían soldados del palacio su abuela lo escondía en la despensa hasta que se iban, su padre también lo mantenía oculto en su habitación e incluso Gon le pedía que jamás saliera de la casa de la abuela sin ella.
Nunca le explicaban porque tenía que hacerlo, pero el miedo jamás lo hizo desobedecer. Ahora no era muy diferente de aquellas veces.
—¿Estas nervioso?— preguntó Alluka.
—Nop— negó con la cabeza—. Bueno si tengo miedo, pero, no es algo que no haya hecho antes— le sonrió—. Es como jugar a las escondidas.
Alluka hizo una mueca, ¿dijo algo mal?:—Tienes razón, es como jugar a las escondidas.
El reloj en forma de elefante qué tenía la habitación comenzó a andar, hasta que dio las doce de la noche. Alluka estaba acostada leyendo, miraba constantemente el reloj aunque luego intentaba hacerle la platica.
Sinceramente ahora no tenía ganas de hablar, tenía miedo y si alguien los escuchaba... Negó con la cabeza eso no pasaría.
Cuando el reloj marcó las 12:35, Alluka y él jugaban a echar varios papelitos a la canasta de la basura, reían en voz baja aunque la sensación de pesadez no se iba.
—¿Crees que Gon y Killua estén bien?— le alzó una ceja esperando una respuesta—. ¿Y todos los demás?
—Todos ellos estarán bien— le sonrió acariciando sus cabellos—. Todos estaremos bien.
Con una sonrisa cariñosa y con su corazón más tranquilo siguieron jugando, hasta que los cabellos detrás de su nuca se erizaron y un escalofrío recorrió todo su cuerpo, habían personas afuera, cerró los ojos, la lluvia no dejaba escuchar del todo bien pero sabía que afuera habían personas que no eran su abuelo y tía.
—Alluka— susurró apagando de inmediato la vela, la chica lo miró aterrorizada—. Están aquí, ellos están aquí.
La puerta de abajo, la que está en la cocina, se escuchó haciendo ese ruido agudo que siempre hace. Alluka respiró fuertemente, la chica se asomó por la ventana y su tez pálida se volvió aún más pálida. Con cuidado, la chica fue a su baúl y sacó un suéter. Se lo colocó con rapidez y luego tomó uno de Gon.
—No podemos salir por aquí— las escaleras crujieron, estaban subiendo—. Saldremos por la ventana, ¿okey?— asintió asustado al escuchar los pasos acercándose—. Iremos al balcón de mi cuarto.
Abrió la ventana, lo que permitió que la lluvia entrara a la habitación. Alluka lo cargó y lo ayudó a salir con las manos temblorosas, agarrándose con fuerza de la madera mojada y resbaladiza. Se puso de pie sin mirar hacia abajo, sintiendo cómo la lluvia empapaba rápidamente su ropa. Caminó un poco para dejarle espacio a Alluka; su corazón golpeaba tan fuerte en su pecho que le dolía. Pocos segundos después, la chica ya estaba afuera intentando cerrar la ventana.
El rostro de Alluka cambio a uno asustado alejándose de inmediato de la ventana, con un gesto rápido se llevó su dedo índice a los labios indicando silencio.
Se escucharon voces graves pero gracias a la lluvia no logró escuchar mucho más que 'deben estar aquí', 'niño' y 'hermana'. Con un movimiento de cabeza Alluka le indicó caminar, con el miedo en su garganta y el sonido de su propio corazón en sus oídos empezó a caminar, pasitos pequeños sin despegar sus manos de la madera. Cuando llegaron a la esquina, paso un pie con mucho cuidado pero el otro se resbaló.
Dio un grito ahogado, se aferró a la madera qué lastimó sus dedos con las astillas sueltas, su brazo también le dolió al sentir lo mucho que Alluka lo apretaba sosteniéndolo. Pasando saliva volvió a caminar, la lluvia tapaba sus ojos haciéndolo parpadear varias veces para quitar las gotas.
Miró a Alluka qué le sonrió con nerviosismo, ambos suspiraron cuando vieron por fin el balcón de un color blanco sucio. Con ayuda de la chica pasó al balcón soltando el aire que no sabía que tenía atrapado.
—Tenemos que bajar y llegar al granero— susurró, abriendo con mucho cuidado la puerta del ventanal—. Lo más fácil es por aquí que por la casa.
Usando las sábanas de su cama, hizo una soga lo bastante larga para lanzará por el balcón:—Voy primero yo— Alluka paso sus pies, con las manos temblorosas y con los ojos rojos. La lluvia era bastante fuerte, la ropa estaba por completo mojada se sentía incluso pesada. Poco a poco Alluka bajó. Aunque la casa era solo de dos pisos era bastante grande por lo que una caída resultaría en algo rotó.
Pasos comenzaron a escucharse cerca de la puerta:—¡Alluka!— intentó gritar—. Van a entrar al cuarto— la chica lo miró desde abajo con el terror en su pálido rostro, corrió a la habitación y al ver unas tijeras las tomó; comenzó a cortar la sabana haciendo que Alluka le moviera la cabeza:—Estaré bien— le dijo, viéndola caer. Con rapidez se metió al closet de la chica colocando sus manos en su boca para que no se escuchara ningún sonido. Sus palpitaciones sonaban tan fuerte en sus oídos que tenían que ellos también las escucharán.
La puerta de abrió, contuvo la respiración:—Negativo señor, no hay nadie en la casa— se escucho al hombre hablar, hubo un silencio, la madera crujió y luego se escuchó el ventanal abierto:—Tenemos algo, le llamo después— cerro las puertas y otro hombre entró en la habitación—. ¡Están aquí! ¡Busquen bien!
Cerro los ojos y se concentró para sentirlos, habían dos en la habitación y afuera en el pasillo uno más. Cuando las pisadas se alejaron el salió y se asomó por la puerta, el pasillo tenía una ventana por la que la leve luz natural de la noche entraba. Ambos hombres estaban de espaldas, hablando.
Corrió a las escaleras; las bajo con lentitud. Para su sorpresa no había nadie dentro, vio a un hombre parado en la puerta principal y otra más en la de la cocina. Agachado e intentando hacer el menor ruido posible, entró al despacho de Killua qué daba al patio.
Al salir por la ventana, el frío lo golpeó junto a la intensa lluvia de nuevo. Caminó rodeando la casa, gracias a la lluvia tampoco se podía ver micho. Una mano de pronto lo tocó, se volteo listo para patear y hacer todo lo posible por zafarse cuando vio el rostro preocupado de Alluka.
—No vuelvas a hacer eso jamás— lo abrazo con fuerza, su pequeño cuerpo se debilitó hace un momento se sentía tan despierto ahora en los brazos cálidos de Alluka tods esa fuerza se... Esfumo.
Tomados de la mano corrieron al granero, una ligera sonrisa apareció en su rostro creyendo que por fin acabaría esta pesadilla, cuando un hombre grito:—¡Están aquí!— su corazón se hundió, Alluka grito algo y lo jalo para que ambos corrieran.
Al voltear miró las linternas acercándose cada vez más rápido, juntos a los gritos qué le hicieron doler la cabeza. Estaban a nada de llegar a las milpas de la granja vecina, cuando un un estruendo se escuchó y Alluka cayó, con un grito que le hizo temblar y querer taparse los oídos. No solo eso pues a lo lejos vio la casa prendida en fuego.
—All... — intentó levantarla, pero la chica negaba con la cabeza.
—¡Te quieren a ti!— le dijo agarrando su estómago donde poco a poco la tela blanca del vestido se ponía roja, el olor de la sangre inundó sus fosas nasales—. ¡Corre, Ori, te quieren a ti!— su mente no podía pensar en nada más que en ayudarla, alzó la mirada y los escuchó, una sensación horrible por completo desconocida surco su pecho.
Ellos la lastimaron. Ellos lastimaron a una grandiosa mujer, ¿por qué? Recordó que su abuela le dijo que para la gente mala nadie era importante y si ellos querían conseguir cualquier cosa lo harían aunque tendrían que pisarlos en su lugar. Alluka seguía gritando, intentando levantarse, los hombres llegaban y por primera vez en mucho tiempo no sentía miedo.
Era enojo, porque ellos habían lastimado así a Alluka.
La bendición se sentía ahora más viva que nunca en sus dedos, y cuando esos hombres llegaron apuntando con esas armas grandes, el enojo solo aumento. Como el fuego, qué se expande a gran velocidad. No escuchaba nada, no podía hacerlo. Uno de los hombres intentó acercarse para tomarlo pero paró cuando la tierra debajo de ellos comenzó a temblar y de ella salieron filosas lanzas blancas envueltas en tierra mismas que salieron disparadas a cada hombre.
La sangre corrió igual que los gritos adoloridos.
—¡Ori!— cuando el sonido regreso a sus oídos, vio a Alluka con los ojos abiertos asustada.
Quiso decir que no le haría nada a ella, que lo hizo porque la habían lastimado pero un dolor en su brazo derecho lo hizo tambalearse cayendo.
—¡Ori!— fue lo último que escuchó cuando todo se volvió por completo negro.
El equipo estaba en un silencio incómodo. Habían llegado hace unas horas al lugar donde se suponía Leorio y Bisky tenían a la hermana de Dante.
La ciudad como lo mencionó Zushi estaba desierta. No había nada más que edificios a medio caer.
—Hace varios años fue una fuerte ciudad— habló Zushi a su lado—. Perdió la guerra y se convirtió en esto— con su mano abarcó gran terreno—. Una ciudad maravillosa se convirtió solo en un basurero.
—Es... Raro— le dijo, aún se podían ver pancartas pegadas en las paredes—. Parece que amaban las peleas— señaló una hoja ya amarilla por el tiempo donde el dibujo de dos hombres luchando en lo que parecía un gran coliseo.
—De esta ciudad salieron grandes luchadores— señaló a un lugar incierto—. Por allá estaba, con el bombardeo se destruyó, aunque aún se puede ver otro que era subterráneo— le dio una sonrisa.
Killua paró y los llamó con una mirada seria:—No puedo hablar con Leorio o Bisky— dijo—. Deben tenerlos.
La culpa lo golpeó con fuerza:—¿También hiciste ésto?— Canary le hablo con una ceja alzada dándole un golpe en el pecho empujandolo.
—Jodete quieres— le quito el brazo con u movimiento rápido, había dejado que esta mujer se desquitara todo el camino, la entendía, por su culpa ellos estaban aquí pero también era super raro. Algo no concordaba, ¿dónde estaba Dante? Había algo muy raro—. Deje que me dijeras tanta mierda como quisieras, pero no vuelvas a tocarme.
—¿Ah si?— le sonrió con altanería—. ¿Qué harás si sigo?
Y entonces dejo salir una carcajada, los tres que solo veían lo miraron como si un tornillo faltara en su cabeza:—. No tientes tu suerte Canary, puedo hacer más que curar.
—Tus verdaderos colores están saliendo, perra— el insulto hirvió cada parte de su cuerpo pero antes de que contestara Killua lo interrumpió.
—Canary— Killua la regañó con voz dura.
—No, déjala— y después de que ambos no habían si quiera tenido una mirada fortuita ahora si que se veían—. De todas formas no la volvere a ver el resto de mi vida. Que saque todo el veneno que lleva adentro.
Una mueca apareció en el rostro de Killua, que cambió cuando el rastreador qué todos tenían comenzó a sonar.
Era el de Dante.
—¿Dante?— Kurapika preguntó mirando el rastreador—. ¿Cómo llego aquí?
—¿Lo habrán atrapado?— Zushi preguntó.
—Esto no me huele bien, Killua— el rubio miró al alfa—. Sé que quieres confiar en él, pero... Hay algo que no me cuadra.
—Dilo— hablo Killua un poco desesperado.
—Sé que Gon no nos ha contado cosas, pero jamás lo vimos salir de la granja sin ser acompañado— Canary frunció el ceño—. Ellos sabían donde nos ocultabamos, ellos sabían que estaríamos aquí y por casualidad la hermana de Dante apareció aquí— Kurapika explico cada punto—. Dante tiene algo que ver en esto.
—Pero...
—Pero nada, piénsalo. Él bien pudo entrar al hotel y no lo hizo— frunció el ceño—. ¿Por qué no lo hizo?
—Bien— suspiró—. Sepárense, y busquemos a Dante no tiene que estar muy lejos— se paso una mano por sus cabellos blancos—. Canary con Zushi, Gon con Kurapika.
—¿Y tú?— Canary lo miró preocupado.
—Estaré bien solo— le dio una rápida mirada, comenzando a alejarse.
Kurapika y él empezaron a caminar, con sus propios rastreadores en un silencio que esperaba seguir al menos hasta encontrar algo.
—¿Por qué nunca nos dijiste lo de Ori?— y esa era una pregunta que no se esperaba—. Hubieramos entendido.
—No fue por falta de confianza— comenzó queriendo ser lo más sincero posible, tal vez esta era la última vez que se verían—. Jamás he sido bueno pidiendo ayuda, creí que solo Retz y yo podíamos...
—¿Retz lo sabía?— le frunció el ceño.
—Ella siempre lo supo— se alzó de hombros—. Aún sigo sin entender como funciona su condición, pero, ella ya sabía que yo llegaría para pedirle ayuda.
—De una otra forma iba a suceder entonces— suspiró Kurapika.
—Se supone.
—¿Naciste así?— señaló su hombro.
—No, la marca aparece cuando la bendición nace.
—¿Tienes más?— preguntó bastante curioso.
—Una en el brazo, que me señala como omega.
—Por eso ocultas tus brazos siempre— Kurapika se veía pensativo.
—Si— diviso varias luces que prendían y apagaban—. Mira— lo señaló, ambos se acercaron con cuidado. Al llegar encontraron dos cuerpos de soldados, la sangre manchaba el suelo.
—¿Cómo supieron que estarían aquí?— dijo el rubio frustrado.
—Creo que fue Dante— dijo sin más—. Sé que ahora tu confianza en mi esta muy por abajo— dio un suspiró cansado—. Pero en serio creo que fue él, nosotros no supimos de esto hasta que Leorio y Bisky nos avisaron.
—Lo sé— apretó los puños—. Fue él, lo vi hablando con alguien ayer— explicó—. Pero me confíe.
—Será mejor separarnos— dijo mirando los rastreadores—. Están jugando con nosotros— ambos aparatos daban coordenadas diferentes—. Si encuentro algo enviaré una señal.
—Cuídate— dijo Kurapika asintiendo—. En serio cuídate, hay mucho que quiero saber.
Le dio una sonrisa incómoda, comenzó a caminar con los pensamientos más dolorosos comenzando a salir. Si podía ser que Dante estaba detrás de esto, pero también era su culpa. Tal vez debió confiar más, su parte racional le decía que había hecho bien. No podía ir contando estas cosas a las primeras personas que conocía ¿pero después? Claro que podía y su parte emocional lo jodía.
Caminó por las ruinas de la ciudad, con dolor en su cabeza, con los últimos sucesos en su mente. El dolor fresco, dio un suspiro largo esperando que el dolor que tenía cada que respiraba se esfumara. Comenzaron a formarse lágrimas, ¿qué iba a hacer? No podía estar con ellos, seguramente Killua había perdido cualquier tipo de confianza en él... No quería dañarlos, debía irse.
No había otra opción.
El sonido de pisadas lo alertó, se movió con rapidez solo para ver a Killua con una expresión rara, no esperaba verlo.
—¿También te marca aquí?— preguntó después de unos segundos de silencio.
—Estas cosas están rotas— contestó golpeando el rastreador.
—O alguien las controla— se alzó de hombros—. Iré por allá— señaló un callejón, aunque su mente le decía que esto era lo mejor su estúpido corazón rogaba porque el alfa lo detuviera, que le dijera cualquier cosa.
—¿Por qué jamás dijiste nada sobre Ori?— había duda en su tono, pero también un poco de reproche.
—Lo intente— dijo con sinceridad, mirándolo—. Supongo que tenía miedo.
—¿De qué?— apretó sus manos en puños, parecía que quería decir algo más pero o no quiso o no tuvo el valor para hablarlo.
—No lo sé— y fue totalmente real, no entendía sus propios sentimientos por lo tanto no sabía cómo hablarlos.
—¿Él...?— y la pregunta permaneció en la boca de Killua.
—Tiene que vivir— dijo como una sentencia, un recordatorio—. Encontraré la forma.
—¿Tú? ¿Solo?— le alzó una ceja.
—¿Crees que no puedo?— cruzó sus brazos esperando una respuesta.
—Creo que eres muy capaz de hacerlo— Killua se acercó y por instinto retrocedió un paso—. Pero un poco de ayuda no te vendría mal.
—No lo sé— Killua se plantó en la tierra analizando cada uno de sus movimientos con esos estúpidos ojos azules—. Creo que lo mejor es que tomemos caminos separados.
—¿Después de todo lo que vivimos?— y su rostro se transformo en mueca enojada, su nariz se dilato y hubo un ligero tic en su mano derecha.
—¿Y qué quieres que te diga? Estamos aquí por mi culpa Killua— con un ademán señaló los alrededores—. Les mentí, te engañe. ¿Y aun así quieres..?
—Eso no me importa— dijo dando un paso hacia él—. Dejaste una marca en todos nosotros, si tenemos que hablar de que fue lo que hiciste pero... No puedes alejar a Ori de nosotros.
—Es mío— gruño a la defensiva, su lobo interno se sintió amenazado y por consiguiente mostró los dientes.
—No dije que no lo fuera— el alfa alzó sus manos en señal de rendición—. Solo digo que todos podemos ayudarte, Ori y... Tú son importantes.
Hubo un silencio y su boca estúpida hablo:—Altere la mercancía que el Ryodan quería de Slunce— dijo sin poder retenerlo por mucho más tiempo—. Lo hice por un sentido de moralidad, supongo— metió sus manos en la gabardina qué llevaba—. De lealtad a Slunce, incluso— dio una exhalación frustrada—. No importa porque razones lo hice— se señaló a si mismo—. Te engañe Killua y sinceramente no pensaba en confesarte nada... No merezco seguir con ustedes. Lo mejor es que cada uno de nosotros se aleje...
Killua negó con la cabeza:—Deja de hacer eso...
—¿Hacer qué?
—Huír— acusó serio—. De nosotros, de la manada que te acogió.
—No pedí estar dentro.
Hubo un silencio, mentiras y mentiras salían de su boca. Ambas miradas chocaron con fuego en ellas.
—Deja de mentir— un nuevo paso, Killua estaba tan cerca que casi podía tocarlo—. Dame un razón, una congruente.
—No quiero ponerlos en riesgo— confesó—. No solo del Ryodan, si no del propio Slunce.
—Eso no lo decides tú— dijo firme—. Hay mucho que hablar pero créeme cuando te digo que no quiero que salgas de mi... Nuestra vida— se corrigió con un tartamudo—. No en estas condiciones.
Sus emociones se podían filtrar si Killua seguía hablando:—¿Me tienes miedo?— pero su boca no dejaba de hablar, no dejaba de indagar de buscar respuestas a estas emociones tan intensas.
—¿Qué? ¡No!— negó con firmeza—. Por supuesto que no Gon.
Y un alivio enorme de asentó en su desestabilizado corazón:—Dejemos esto para después— movió el rastradeador—. Piensa las cosas bien...
—Piensalas tú.
Asintió un poco dudativo empezando a alejarse, un nudo se formó en garganta, ¿qué estaba haciendo Killua con él? Jamás creyó que el ¿amor? le llegaría, creció con la idea de convertirse en alguien por completo autónomo sin dependencias emocionales como el cariño.
Ha vivido con un solo propósito: salvar a Ori. Y dentro de esto veía innecesario cosas como el romance, de alguna forma creyó que lo volvería débil; como ahora sin saber que rayos hacer. Sin tener una idea de si esto que siente en verdad es...
—Agh— pateó las piedras con fuerza—. Vamos Gon, concéntrate.
Intentó dejar de pensar, concentrándose puso su atención en el aparato. Pasó varios minutos caminando alejándose de las ruinas de la ciudad. Llegó al coliseo qué Zushi le había dicho, el rastreador no cambió por el contrario parpadeo con más rapidez.
Prendió el audífono y esperando a que alguien lo escuchara habló:—Encontré algo, entraré.
—¿Gon?— era la voz de Zushi—. Deberías esperar a que alguien llegue contigo.
—No hay tiempo que perder— contestó—. Revisen las zonas al rededor del coliseo.
Con eso dicho, entro a las ruinas del teatro, no había nada raro en su entrada con el techo a medio caer; no había nada extraño de no ser por las marcas blancas qué guiaban a una puerta con una enorme marca roja nada sutiles. Su instinto lo golpeó de repente, ¿por qué no había nadie aquí? Ni la mercancía, ni los soldados, ni la gente del Ryodan. Parecía que se habían esfumado cuando en la ciudad habían claros vestigios de que personas vivían aquí.
Habían muchos puestos de vigilancia y campamentos qué no creía que se habían levantado en estos días. Llevaban mucho más tiempo aquí. Habían cables por todos lados también.
Miro las puertas de madera que mostraban unas escaleras hacia abajo. Dudó, pero si lo hacía por más tiempo había una enorme posibilidad de encontrar a Leorio y a Bisky muertos, se miró las manos. No quería más sangre en ellas, sobre todo de sus amigos.
Con eso en mente comenzó a bajar las escaleras, miró el rastreador qué seguía parpadeando sin cambiar.
Tragó saliva, un escalofrío lo recorrió. Todo esto era muy extraño. Dio varias respiraciones intentando tranquilizar su corazón, debía hacerlo. Solo miraría y buscaría a sus amigos sin meterse en peleas.
Era todo. Al menos hasta que Killua y los demás llegaran.
Holiii.
Oh Dios mio, el siguiente cap se viene potente AAAAAAH.
Demasiado diría yo ajsjajsjs. Espero poder sacarlo la siguiente semana.
Estos últimos días yo he estado bastante ocupada, ahora con trabajo 😭 dos de hecho Ajajajjaj uno real y el otro como cuidadora de mi hermano pequeño que las 25/7
Aún así este cap de transición me gustó mucho. Gon tiene mucho que pensar y Killua... Es un pobre diablo que esta más perdido que nada por su omeguita.
Para él si Gon mató a alguien es porque ese alguien debió hacer algo JAJAJAJA.
No tengo mucho que decir más que este cap me fascinó y porque ya viene el siguiente que de hecho partes de ese ya están escritas desde abril; solo falta unirlas todas.
Sin más que comentar espero que se encuentren bien, tengas un lindo fin de semana.
Nos leemos la siguiente actualización. Bye bye. ❤️
-Annie ☾-
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