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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈

𝟕. 𝐋𝐚 𝐜𝐚𝐥𝐦𝐚 𝐲 𝐬𝐮 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚.

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Canary jamás había esperado reciprocidad, tal vez en sus fantasías más infantiles esperaba que Killua se diera la vuelta y la viera a ella. Sin embargo, cada vez que veía al alfa con otro omega su corazón e ilusiones caían decepcionadas, nunca le guardo rencor a Killua por ello, pero, ahora era todo tan diferente.

Se había hecho a la idea de que Killua jamás sería suyo, en realidad penso qué no sería de nadie. Un hombre roto como él, jamás busco la felicidad, la tranquilidad de una vida normal porque en palabras del mismo alfa "él no lo merece" intento por años mostrarle otro camino, otra perspectiva pero Killua solo le daba las gracias y seguía en esa depresión en la que ha estado sumergido durante años.

Imagino que si ella no pudo darle esa vida, nadie más podría.

Que equivocada estaba. Killua estaba ahora mismo cepillando a un nuevo caballo que había adquirido esa misma mañana, Ori lo ayudaba subido a un banco con los ojos brillosos al ver al hermoso corcel. Siguiendo con su trabajo con la madera que estaba tallando miro a la ventana que daba a la cocina, Gon estaba ahí parado lavando los trastes mientras que Kurapika platicaba algo con él.

Todos estaban en una fantasía ahora, en una monotonía qué jamás habían tenido. Y aunque quería entrar con ellos a ese nuevo estilo de vida, había algo que la molestaba, algo que rodeaba a Gon y a Ori de una forma que le hacía no bajar la guardia. Tal vez podían ser los celos que sentía por Gon, por el hecho de que el omega le estaba entregando la vida que ella siempre quiso darle a Killua y el idiota ni siquiera lo sabía.

No sabía si era así de idiota o realmente era un ser tan malvado para jugar con la debilidad emocional de Killua y aunque le caía realmente mal, creía que era la primera opción. Gon era demasiado ajeno a sus sentimientos y a los de Killua.

Estas semanas, esos tres se veían como una familia feliz, Gon había adquirido un puesto que jamás imagino que la manada tendría.

Cuando Killua la invitó a su pequeña manada le dijo que todos tenían un puesto importante, que eran compañeros y debían protegerse los unos a los otros, le dijo que los omegas eran igual de importantes que los alfas, cuando la confianza creció, él la llamaba su mano izquierda mientras que a Kurapika su mano derecha.

Pero esto era solo con las misiones, en la vida normal todo era un desastre en la casa, con el tiempo cada uno aprendió su puesto dentro de las granjas, pero, era Killua quien ordenaba como hacer las cosas nunca se le cuestionaron porque el alfa siempre lo había hecho con responsabilidad y velando por todos. Era un buen alfa cuidando de su manada, pero, que no tenía un omega.

Si estaba Kurapika, pero él era una voz de la razón para las misiones, misterioso y nada cariñoso, le gustaba sus momentos a solas y aunque si se preocupaba por el hogar en el que vivían era más que nada para que no le explotaran el lugar en el que dormía.

Liderar un hogar era incluso más difícil de lo que pensó, y Killua lo hacía genial, se sentía segura con cada una de las decisiones que tomaba el alfa. Sin embargo, ahora con Gon...

Las cosas eran muy diferentes.

La granga tenía una casa grande de dos pisos y un ático, en el primer piso estaba la sala, cocina y comedor. En el segundo piso el baño y cuatro habitaciones.

Había otra casa más pequeña donde habían otras cuatro habitaciones, más aparte los establos, el granero y una tierra grande para plantar. Era un hogar muy grande, uno que no habían tenido tan bien ordenado desde la llegada de Gon.

El tipo sabía administrar bastante bien el dinero, de alguna forma le comenzaron a llegar a él las cuentas y algunas solicitudes de empleo que empezó a ordenar, de repente Leorio había ido a la clínica cercana por falta de médicos o a las casonas ricas para atender a algún arístocrata, Kurapika comenzó a hacer mandados y ayudar en una biblioteca en la ciudad, Bisky ayudaba con su fuerza bruta y era simplemente sorprendente como Gon había llevado la casa bastante bien.

Killua no preguntaba, no exigía explicaciones, se limitaba a asentir y a aceptar lo que Gon decía.

Y eso la ponía nerviosa, Gon ya tenía demasiado poder dentro de la manada y nadie se daba cuenta, además, sentía que esa confianza era demasiado rápida. Claro habían pasado ya algunos meses con Gon y su grupo pero...

Dejo la figurita de madera, frustrada. O solo estaba teniendo un ataque de celos y todas sus sospechas son basadas en eso. Miro a Gon en el umbral de la puerta gritándole a Ori, Killua removió los cabellos chocolate del niño que corrió hacia el omega.

Su pecho se apretó ante la imagen demasiado hogareña, esta vida era la que ni siquiera en sus sueños pudo darle a Killua y ahora que alguien podía era egoísta y cruel. Necesitaba un trago o algo que hacer porque la agonía de su corazón en vez de disminuir solo aumentaba con cada día. Suspiro caminando a la casa después de que Killua le gritara que el almuerzo estaba hecho.

La idea de alejarse de la manada cada vez se asentaba en el frente de su mente, como una posibilidad certera.

—Creo que el peor castigo que pudiste haberme dado fue esto— el omega se recostó sin cuidado en la silla soltando el lápiz y viendo con agonía las hojas sobre la mesa—. En serio, ¿cuál era la necesidad?

—Era eso o esto Gon— Kurapika se burlo tejiendo las telas con una maestría sorprendente—. Además Killua estuvo de acuerdo.

—Bueno, te concedo que es más entretenido quemarme la cabeza con los números que con eso— señaló al trabajo de Kurapika con recelo—. Siempre lo odie.

Kurapika dio una risa:—En la iglesia donde vivía, las monjas nos daban esta clase para hacerles ropas a los niños de las casas hogares— Gon vio como Kurapika sonreía con ternura—. Me gustaba ayudarlos así que no era difícil.

—Tu causa era noble— le sonrió—. La mía... No tanto, era básicamente para los trajes en festivales y jamás pude hacer diseños tan hermosos— con la mirada señalo el traje—. En serio tienes talento.

—Gracias Gon— le sonrió burlon para luego continuar—. Y tú con los números, guau, jamás creí que serías alguien de sumas y restas.

Una goma fue lanzada a Kurapika qué dio una risa más fuerte:—No lo soy— se sentó con los brazos cruzados—. Las odio, pero, fue... Muy grato descubrir que una vez que les entendí fui un as— le guiño el ojo—. Aún así no me gustan.

—Bueno— Kurapika dejo la tela y alzó una hoja con varios apuntes—. Según tus maravillosas operaciones la granja va muy bien, sin pérdidas y aumentando poco a poco— le dio una sonrisa de lado—. Además tu administración ayudo mucho.

—Tampoco es que sea algo difícil de hacer— se alzó de hombros—. Killua también toma las últimas decisiones, yo solo entrego y listo.

—Creeme que las decisiones las tomas tú— le sonrió con picardía—. Killua no te negaría nada.

—Claro que si— rodó los ojos—. No me deja salir.

—Te esta cuidando— defendio el omega con diversión.

—No necesito tantos cuidados.

—Gon, dejarte cuidar un poco más, no es malo— el omega rubio lo vio con una sonrisa nostálgica—. Creo que es lindo que Killua se preocupe así por ti.

Los nervios le golpearon el cuerpo, si le gustaba que lo hiciera pero... Siempre fue un omega muy individual, sus dolores y problemas siempre los resolvió solo, tener a alguien que se molestaba si no comía bien o no reposaba lo debido era extraño.

—Lo es— susurró avergonzado, Kurapika le dio otra sonrisa, una astuta—. Pero ya me aburrí, quiero ver la ciudad, creo que le tengo un poco de envidia a Ori.

—Pronto tendrás tu ansiada libertad— le sonrió divertido—. Ahora, levántate.

—Sin comentar la forma en que te aprovechas de mi— dijo rodando los ojos pero levantándose y subiendo al banco, Kurapika le dio un golpe amistoso en el hombro.

—No es mi culpa que tengas un cuerpo bastante increíble— le puso el saco poniendo algunos alfileres—. Podrías ser un modelo.

—Mi mayor sueño— rodo los ojos, fingiendo desinteres y no incomodidad con su cuerpo.

—Bueno, este traje esta terminado— le sonrio a Gon—. Hice el tuyo y el de Killua a juego.

—¿Por qué?— le alzó una ceja.

—Me pareció divertido— se alzó de hombros—. Además, el alcalde de la ciudad le pidió que fuera juez del concurso de disfraces, ha estado ayudando bastante con el festival así que...

—Espera, ¿Killua es amigo del alcalde?— le miro sorprendido.

—¿Por qué crees que hemos estado aquí viviendo tranquilamente?— le dijo obvio—. Antes de nuestro viaje a Slunce, fuimos fugitivos de varios lugares, ayudamos a esta ciudad muchas veces por lo que el alcalde no tuvo de otra que ayudarnos.

—A veces se me olvida que fueron ladrones de tal calibre— dijo mirándose en el espejo.

—¿Nos juzgas?— preguntó Kurapika con curiosidad.

—En realidad no— lo miro por el espejo—. Tal vez soy hipócrita, pero tu pasado no me importa, tu presente es el que lo hace— ambos se miraron.

—Tal vez lo sea, un poco— lo ayudo a bajar quitando la prenda con cuidado—. Pero esta bien para ambas partes.

Ambos se miraron, a veces creía que Kurapika podía entenderlo de una forma que lograba sacar sus lados más genuinos. Aún había mucho de que hablar, muchos secretos que se escondían y aún así el rubio podía entender sus sentimientos sin juzgarlo. Había un entendimiento en ambos.

A la habitación entro Alluka sonriendo con emoción al verlo:—¡Gon, te ves fascinante!— la chica corrió a su lado—. Creeme que todos te voltearan a ver.

Su mente imagino a Killua, sintiéndose avergonzado por el pensamiento solo le  sonrió a la chica:—Gracias.

—Killua me había dicho que eras talentoso con la ropa— dijo mirando al rubio que lo ayudaba a desvestirse con cuidado—. Pero no así de bueno— el omega negó con la cabeza comenzando a guardar los alfileres y lazos que estaban esparcidos por la pequeña mesa en la sala.

Ya eran pasadas de las seis de la tarde, el cielo comenzaba a oscurecerse y la brisa de tornaba fría. La casa estaba parcialmente sola, Basilius y Killua habían decidido ir al pueblo para ayudar con cosas de "alfas" se llevaron a Ori con ellos, Zushi y Bisky habían salido de la granja desde hace dos días y Jingū estaba seguramente durmiendo.

Eran los únicos dentro de la casa, le parecía hasta cierto punto gracioso darse cuenta que estos días, estas semanas en este lugar eran... Tan monótonas, cada día era una rutina a la que se empezaba a acostumbrar y esta nueva rutina le gustaba.

Era una tan desconocida, tal vez la que se acercaba más era aquella que tenía junto a su tía y padre. Después de los doce, su rutina fue: entrenamientos, tareas, lecciones, soledad en una habitación de cuatro paredes. Era una rutina que solo lo tenía sobreviviendo.

No vivía. Y los unicos momentos que tenía donde sentía que vivía se los arrebataban.

Ahora, esta monotonía enredada con esa calma que parecía tan irreal, le daba miedo. Porque se estaba acostumbrando a tener una vida, jamás creyó qué una vida cotidiana le terminara gustando. Pero aquí, en el fuego cálido del compañerismo se sentía vivo.

En un hogar. No quería pensar en cosas malas, su mente le regañaba tan siquiera por pensar un poco en esas posibilidades, pero, su mente como siempre una desgraciada le entregaba la pregunta: ¿cuánto tiempo?

¿Cuánto tiempo duraría esta felicidad?

Y la respuesta lo aterraba tanto.

Durante unos quince minutos había estado enseñándole matemáticas a Ori, el niño estaba sentado en el suelo con el ceño fruncido viendo las operaciones en las hojas. Gon estaba divertido con la imagen, había cierto deja vú al observar al niño quejándose.

Ori era de letras no de números.

El niño amaba las historias, le gustaba más escucharlas qué leerlas pero, en temas algo menos fantasiosos amaba leer.

Por su parte nunca le interesó leer, lo hizo por necesidad no por gusto, era más de acciones. Killua había salido a una granja cercana para ayudar con algunas ovejas sueltas, miro el reloj en la pared casi las nueve. Kurapika estaba en el sillón lateral cosiendo las mangas de un abrigo, suspiro enterrando la vista en su café.

Killua ya se había tardado. Suspiro, ¿por qué se preocupaba? Killua era totalmente capaz para cuidarse solo, era un alfa uno dominante... Uno muy poderoso, su rostro ardió en vergüenza últimamente sentía cosas difíciles de procesar.

Cosas tan mínimas y que podía afirmar eran distintivas en alfas lo ponían... Nervioso.

Nunca pensó que tuviera estos gustos por cosas tan de alfas y estaba seguro que eran porque Killua las hacía, si fuera Bisky seguramente ya habrían sucedido muchas riñas ni siquiera con Jingū hubiera florecido algún tipo de atracción.

Y esa revelación no sabía como digerirla.

¿Un posible romance no sería peligroso en esta situación?

—¡Termine!— gritó Ori aliviado, se levantó con rapidez dándole la hoja.

—Mmm— reviso las operaciones—. Guau— le apretó la nariz con dulzura—. Eres muy inteligente, todas están bien.

La mirada del niño se iluminó:—Cuando llegue mi abuelo y Killua se los mostraré— sonrió orgulloso de sí mismo, el niño corrió hacia afuera de la sala pero luego paro en seco volteando a verlo—¿Esto me hace un buen alfa?

Se atraganto con el sorbo de café que daba, mirando de soslayo a Kurapika qué alzó la mirada curioso:—¿Alfa?

—Hoy en la tarde, en el ayuntamiento unos niños dijeron que sus mamás les habían felicitado por la escuela— el niño camino con la mirada pensativa—. Y que eso era de buenos alfas.

—Pero aún no sabe si serás un alfa— dijo Kurapika con un tono de voz cariñoso y divertido.

—Si lo sé— Ori miro de forma inocente a Kurapika, por su parte casi corria para taparle la boca al niño, entendía qué no era su culpa ya había sido demasiado sorprendente que antes no se le escapara alguno de sus secretos pero jamás creyó que fuera de esta forma—. Es un sentimiento— puso ambos brazos en sus caderas—. Soy muy alfa.

Kurapika simplemente sonrió:—Pues si llegas a ser un alfa esperemos que no se te peguen las mañas de Killua— el niño frunció el entrecejo sin entender.

Dando un suspiro aliviado por la respuesta decidio integrarse a la platica:—Aunque creo que Killua es un buen alfa— comento viendo que Ori de inmediato asentía—. No le veo lo malo.

Kurapika sonrió de una forma casi aterradora y lo miro como si hubiera dicho algo imperdonable, Ori ageno a todo sonrio y salio de la sala escaleras arriba. Ambos omegas se miraron, sus manos sudaron un poco, repaso las palabras que dijo buscando lo que dijo mal.

—¿Así que Killua es un buen alfa?— el rubio regreso a la tela, sin mirarlo pero con un tono de voz sumamente sugestivo.

—¿Supongo?— bebio otro sorbo del café ya frío—. ¿No piensas así?

—No mucho— alzó los hombros, atravesando la aguja—. Es raro un alfa como él claro— con sus dientes rompió el hilo, alzando la cabeza para verlo—. Pero convivo con alfas decentes todo el tiempo, ya no me sorprende— asintio antes sus palabras—. Me imagino que tú convivías con muchos alfas así, ¿no?

—Si— se acomodo en el sillón subiendo las piernas y apoyando la taza en sus rodillas—. Esos alfas eran más que nada profesionales.

—¿Entonces Killua es como ellos?— le alzó una ceja—. Ya sabes, profesional.

No sabía que responder ante el interrogatorio extraño que le estaba haciendo, de alguna forma sentía que le estaba preguntando algo sin forma:—Es decente.

Kurapika entre cerro los ojos:—¿Decente?— puso una nueva mueca pensativa y luego le sonrio—. Ya veo.

Hubo otro silencio, su pecho se sacudió y su mente procesaba cada palabra antes dicha a una velocidad sorprendente. Ambos siguieron con las actividades que estaban haciendo, al menos Kurapika se veía alegre como si se hubiera enterado de la receta mágica de algún remedio poderoso mientras que él sentía que había dicho de más, que había dicho cosas que ni siquiera comprendía.

Pocos minutos después la puerta fue tocada, queriendo salir de ese sofocante ambiente se levantó del sillón:—Yo abriré.

—Por supuesto.

Camino descalzo hacia el pasillo de la entrada al abrir la puerta esperaba encontrarse con Killua o Basilius no con un cartero, el hombre tenía un sobre en su mano y una hoja impresa.

—¿Señor...— bajo la mirada al papel—. ¿Zoldyck?

—Él no se encuentra— respondió esperando ver a Kurapika en la entrada del pasillo para que lo ayudará.

—Pero...— lo miro de pies a cabeza—. Imagino que es pariente del señor, ¿sería tan amable de firmar esto?

Gon tomo la hoja y puso una firma falsa desde aquella vez que los siguieron tenía un poco de paranoia. No solo por su hermanos de Slunce si no también por la familia. El sobre fue entregado, tenía varias estampillas que no reconocía y el remitente escrito en una de las caras del sobre.

El hombre se despidió alejándose, Kurapila se asomo al pasillo con curiosidad:—Le llego una carta a Killua.

El rubio frunció el ceño extendiendo la mano:—Déjame ver— se la entrego sin preguntar, estudiando la expresión del omega, que entrecerro de inmediato los ojos y básicamente su rostro mostraba rechazo absoluto.

—¿Quién es?— preguntó curioso. Tenía un extraño presentimiento.

—Un fantasma— sonrió incómodo—. Nadie importante. Iré a dormir, ¿esperaras a los chicos?

—No— de pronto se sintió sin ganas—. Voy a descansar.

Kurapika le sonrió yendo a la sala para guardar las cosas que estaba ocupando, mientras tanto el subió a la habitación UE compartía con Ori, el niño estaba dibujando en la cama con la pijama puerta y con la lámpara encendida.

Leorio le había dado una qué proyectaba estrellas en el techo, el niño la prendía cada noche hasta quedar dormido.

Cerró la puerta y se sentó en el suelo, Ori lo miro curioso.

—Ven— le sonrió, el niño se levanto y camino hacia él, se sentó frente a él.

—¿Otra vez?— el niño lo miro con emoción en sus ojos.

—Si, pero ya sabes concentrate solo en tu núcleo— sus manos fueron a su propio vientre—. Cuando te canses paramos, no quiero que intentes soportar de más.

Ori asintio varias veces:—¿Listo?

Con un suspiro largo, asintió. Sintió la energía fluir en sus dedos, su vientre comenzó a picar tocó el vientre del niño y empujó levemente poco a poco la luz amarilla se enredaba en sus dedos como si fuera una planta, Ori mostró sus ojos brillosos muy rápido, las venas se le marcaron tanto en brazos como rostro.

Pronto sintió mucho calor en su pecho y vientre, sudor comenzó a salir de su cien abrió los ojos viendo al niño con el ceño fruncido y comenzando a respirar pesadamente.

La sesión no duró más de quince minutos cuando decidió ya quitar la mano con cuidado. Ori alzó la cabeza sus ojos poco a poco dejaron de brillar y sus venas se hacían de un color oscuro.

Compartir energía era uno de las primeras lecciones. Él comenzó con Ume, según sus profesores compartir la energía con alguien compatible ayudaba a conocer tu propia energía, la bendición se controlaba. Al tener una persona mayor compartiendo su bendición más trabajada generaba comprensión y cierta ayuda a tu núcleo.

Era como si se compartieran conocimientos.

En casos más extremos, hay niños que nacen con tanta energía que lo mejor es drenarla no compartirla. El niño da mucha energía mientras que su compañero la recibe e intenta proteger ese núcleo inmaduro.

En un inicio creyeron que al hacer esto con Ori funcionaria. Pero, lo único que hacían era debilitarlo, la bendición para Ori es como el oxígeno si no la ocupa por mucho tiempo igual enfermara y si la ocupa de más puede llegar a una muerte prematura.

Con Retz concordaron que lo mejor era que el niño compartiera su energía qué se sentía completamente diferente a la de los omegas. Y luego él protegería ese núcleo intentando madurarlo.

Vieron una mejora, Ori no caía enfermo como las otras veces y simplemente había algo en esta nueva hipótesis que ayudaba.

Ori sonrió cansado acurrucandose en su pecho, lo levanto y se acostaron en su cama. Cuando hacían esto odiaba no tenerlo cerca, quería tenerlo ahí, así sí algo malo ocurría podía actuar con rapidez.

—¿Te dolió?— susurro el niño mirando las estrellas en el techo.

—No— mintio, porque él también estaba bastante jodido, cuidar de un núcleo que no era suyo era doloroso aún peor cuando el suyo estaba bastante lastimado.

—Bien— el niño cerro los ojos intentando dormir.

Igual que Ori intento lo mismo, miro al niño a su lado y sonrió sintiéndose esperanzado. Poco a poco, tenía miedo de que si Ori ocupará la bendición cayera al intentante enfermo pero llevan haciendo esto por semanas y todo parece funcionar.

Le dio un beso en su frente y cerró los ojos.

Killua se estaba arreglando para salir en la puerta, se coloco un chaleco café y llevaba un gorra del mismo color. Lo miraba desde la mesa sin evitarlo más se acercó.

—Quiero acompañarte— dijo con seguridad.

—Bueno— se quedo con sus argumentos en la boca cuando comprendió la palabra del alfa, sin esperar más tomo un suéter que estaba colgado en el perchero y se lo puso caminando detrás de Killua.

—¿A dónde iremos?— preguntó curioso y emocionado por salir de la granja.

—Al centro— Killua le abrió la cerca para que pasara primero—. Debo entregar algunas cartas y comprar una lista de Kurapika.

—¿Es una ciudad grande?— puso sus brazos detrás de su espalda.

—No mucho— Killua le sonrió—. ¿Cómo te sientes?

—Bastante bien de que me dejes salir— le sonrió.

—Hablas como si te tuviera secuestrado— resoplo, rodando los ojos.

—Así se siente— bromeo, caminando hombro a hombro. Ahora más que nada era consciente de la diferencia de tamaños, las manos de Killua sacaron una tela con varios binios, sus dedos eran sumamente largos y un tanto gruesos se veían ciertas grietas en ellas por el trabajo pesado, se miro las suyas  no eran las manos convencionales de un omega.

Eran pequeñas y delgadas pero se podían ver las grietas y las cicatrices del trabajo.

Las metió en sus bolsillos sintiéndose de repente incómodo con ellas, cuando regresó al ahora vio que llegaron a una parada de caballos mecanizados. Un hombre estaba sentado en el que parecía un establo, vio a Killua y se levantó de repente feliz.

—Killua— el hombre cojeaba de su pierna izquierda—. ¿Trabajando otra vez? ¿No descansas muchacho?

—No puedo— el alfa le sonrió con amabilidad—. Tengo familia.

El hombro miro sobre el hombre del alfa analizándolo con la mirada, no era una mirada cargada de deseo como había visto antes si no una curiosa aún así fue raro por lo que se acercó a Killua por instinto suponía.

Con esa reacción el hombre sonrió enormemente y le dio un golpe amistoso a la espalda de Killua quien se veía sorprendido por el repentino golpe.

—¡Killua! ¡Muchacho, felicidades!— Killua lo miro desconcertado—. Un gusto... — se acercó a él extendiendo su mano.

—Gon— dijo tomando la mano recibiendo un apretón amable.

—Un nombre extranjero— asintió varias veces soltandolo—. Deberías salir más, la ciudad es preciosa— le dio un nuevo golpe a Killua casi paternal—. No deberías dejarlo solo en casa Killua, los omegas se aburren.

Ambos se miraron sin entender pero Killua le asintió:—Necesito una carreta, para toda la tarde.

—Por supuesto— el hombre bajo las escaleras arrastrando su pierna  para comenzar a echar carbón a uno de los caballos blancos—. ¿Te estas acoplando a la vida en la granja, Gon?

—Es curiosa— respondió sintiendo la mirada de Killua en él—. Bastante divertida.

—Aún así deberías salir de ese lugar— se levantó recargandose en una madera, su barba tapaba bastante parte de su rostro—. Abrieron un nuevo cine en la capital— la idea fue más para Killua que para él, el caballo relincho y otros dos hombres colocaron la carreta—. Ya esta, y Gon tómate la libertad de pedir tantos viajes como quieras, el omega de Killua será bien atendido.

—¿Él que?— uno de los hombre que ayudaron salieron de la parte trasera, Gon lo vio más como un adolescente, su rostro estaba lleno de carbón.

—El niño bonito se consiguio por fin un omega— grito el hombre, ambos se tensaron de inmediato.

—Sr Corbel, él no... — pero el muchacho ya había corrido para saludarlo con emoción.

—Sr Zoldyck cualquier mandado estamos para servirle— Killua se sonrojo al escuchar al muchacho nombrarlo así, fue tierno hasta cierto punto. Un alfa qué se sonroja, qué escándalo debería ser en una sociedad como esta—. Killua seguramente tiene el número guardado, pero no lo olvidé estaremos agradecidos con ayudar.

—Lo tomaré en cuenta— dijo sonriendo con amabilidad, estos hombres se miraban decentes—. Gracias.

El ahora señor Corbel se apresuró a darle golpes en la cabeza del muchacho que se alejo quejándose pero con esa sonrisa aún presente en sus labios.

—Ya, ya, dejalos ir— les sonrió de nuevo—. Que se diviertan.

Killua dijo algunas palabras más, lo ayudo a subir al carruaje y el caballo comenzó a caminar, el alfa estaba callado eso lo divirtió mucho. Sin embargo, ahora que analizaba la situación, ¿cómo deberían verse para que todos pensaran qué son pareja?

—Lo siento por eso— dijo Killua de repente sin mirarlo.

—No importa— un nuevo silencio—. Son amables.

—Lo son— Killua le dio una pequeña sonrisa—. Hace un tiempo secuestraron a la hija del señor Corbel— retuvo la respiración—. La justicia aquí es pésima, a menos que tengas cierto estatus las investigaciones por secuestro quedan en nada.

—¿Los ayudaste?— pregunto curioso.

—Kurapika y yo— confirmo—. Desde ese entonces, el hombre intenta siempre ayudarnos han pasado años y él sigue aferrado a pagar una deuda que jamás tuvo.

—Eres sorprendente— dijo con sinceridad.

—Fue Kurapika— lo miro, sus ojos azules se tornaron oscuros por un momento—. Dale el crédito a él.

—Sabes que no sigo ordenes— Killua lo miro curioso—. Si te quiero dar crédito a ti, lo haré.

Una leve sonrisa enmarco el atractivo rostro de Killua:—Hay un mirador hermoso en la capital— dijo cambiando el tema—. Podemos pasar luego de terminar con los mandados.

—Por supuesto— miro los alrededores, habían muchas parcelas llenas de maíz y a lo lejos se podían ver las grandes casonas—. ¿Por qué creyeron que éramos pareja? Si ellos conocían a Kurapika desde hace tiempo, ¿lo lógico no sería pensar en él?

Killua nuevamente se sonrojo y miro hacia enfrente después de unos segundos respondió:—Hueles a mi— fue su turno para sorprenderse oliendose a sí mismo—. Él suéter que llevas es mío.

—Oh

Oh

Gon analizó el hecho de que ya estaba bastante acostumbrado al aroma de Killua como para ponerse un suéter suyo sin tanto problema. Su parte racional le hizo querer quitarse el suéter y la otra, la que más comenzaba a odiar gritaba qué no lo hiciera. Killua no se veía enojado por ello.

Además ciertamente hacía frío, el cielo estaba nublado. Lo hacía por eso. Fueron pocos minutos cuando el caballo paro en otro establo, había mucha gente bajando de los mismos caballos, una mujer de cabellos rubios se acerco a Killua de inmediato para tomar la ficha del robot y poderlo preparar para su regreso.

La que suponía era una omega lo vio por unos segundos antes de que sus mejillas se sonrojaran, no debía tener más de dieciséis años, la muchacha salió corriendo con sus manos llenas de carbón para hablar con otras jóvenes que ahora lo miraban entre sonrisas.

Perfecto. ¿Tan conocido era Killua aquí?

—Killua— el alfa lo ayudo a bajar de la carreta y le dio una mirada que le decía que lo estaba escuchando—. ¿Cuánto tiempo tienes viviendo aquí?

—Unos... Cuatro años, casi cinco— Gon asintió, si era bastante tiempo—. ¿Por qué?

—Curiosidad. ¿Las cartas para quién son?— nuevamente coloco sus manos detrás de su espalda caminando hombro con hombro admirando la que parecía la entrada a la capital. Ori le había estado diciendo que las calles estaban adornadas de muchos colores.

—Un conocido— suspiro—. Nadie importante.

A los pocos segundos llegaron a la estafeta, Killua estaba llenando algunos papeles mientras el miraba carteles llenos de propaganda política y varios carteles históricos. Al lugar entró un omega, pequeño, rubio y vestido con corset.

La moda era tan diferente a Slunce, aquí querían verse pequeños, dulces suponía para atraer a alfas. Killua seguía hablando con el beta del otro lado de escritorio, ¿qué tipo de persona le gustara a Killua? Estaba el idiota que lo quiso humillar pero si eran de ese tipo entonces...

Que mal gusto tenía Killua.

Quiso pegarse en la cabeza al caer en cuenta que nuevamente pensaba cosas tan banales como esas. ¿Por qué le interesaba tanto?

Killua regreso a su lado con la tes un poco más pálida de costumbre:—¿Todo bien?— el alfa le sonrió asintiendo.

—No es nada. Vamos, terminemos con los mandados— ambos bajaron las escaleras, mientras se maravillaba con los detalles artísticos de las calles de piedras, con muchas flores en las paredes. La gente iba y venía apresurada.

—Es lindo, Ori tenía razón— dijo sonriendo.

—Ori siempre se emociona a pesar de que ya lo ha visto varias veces.

—No puedes culparlo, recuerda que casi no salía— dijo sin pensar, cuando se dio cuenta de su error miro a Killua esperando la pregunta.

—¿Y tú, podías salir?— fue la pregunta que  llego.

—No, bueno...

—Te escapabas— dijo Killua con obviedad.

—Lo tenía que hacer— se defendió—. Tenía una hermana, Ara, gracias a ella pude conocer más que el palacio.

—¿Qué le sucedió?

—Falleció— le dio una sonrisa incómoda, Killua hizo una mueca de arrepentimiento—. Pero nada como esto— cambio de tema—. Parezco niño pequeño con lo emocionado que estoy, lo siento.

—No pasa nada— Killua le sonrio—. Es lindo.

Fue su turno para sonrojarse, tonto Killua. Le hacía sentir cosas que no le gustaban, aun peor qué ni siquiera conocía.

Llegaron a la presensidencia y ayuntamiento, mismo que estaba frente a la hermosa vista del mar, ahora estaba nublado pero seguía viéndose hermoso e imponente. Camino al barandal, lo sujeto para asomarse, todo se sentía tan irreal y a la vez como una regalo. Algo que de forma egoísta siempre quiso estaba ahí, frente a él.

La libertad.

—Gracias Killua— un dolor genuino se plantó en su pecho acompañado de unas fuertes ganas de agradecerle al alfa—. En verdad gracias, no soy nada para ti, ni Ori y aún así me estas regalando algo que jamás imagine.

—¿Algo que jamás imaginaste?

—Mi libertad— el viento movió sus cabellos azabache, tuvo escalofríos cuando el aire frío parecía besar su cuello.

Killua se recargo en el barandal con la vista enfrente:—Eres importante Gon, tú y tu gente— lo miro agarrando el metal con fuerza—. Eres parte de nuestra manada. Si puedo entregarte algo ya sea mínimo, lo haré.

—No es tu...

—¿Obligación?— le alzó una ceja—. Eres un omega de mi manada, lo eres. Tú y Ori.

Suspiro abrumado por la fuerza y lo genuino que eran los mensajes de Killua. Su lobo maullaba feliz, en su pecho albergaba un sentimiento que jamás había sentido y que ahora buscarle nombre era tan extraño.

—Déjame seguir apoyandote, Gon.

Era una afirmación de la que no tenía idea que necesitaba. Una qué su subconsciente requería, su confianza en el alfa floreció con tanta fuerza que lo sorprendió. Jamás creyó en las palabras, el primer alfa en su vida que había sido su padre lo golpeó con mentiras una más elaborada qué otra hasta el punto del abandono.

Los siguientes alfas eran meramente compañeros, Aziz nunca lo defraudó y aunque quien tomó su vida fue él aún habían noches –sus malas noches– en las que pensaba que lo había abandonado, Luck fue como un hermano, uno que estaba muerto y Basilius en su momento lo defraudó.

Pero Killua le estaba entregando más y era tan raro. Era tan discordante.

En tan poco tiempo de conocerse Killua le estaba entregando tanto que sentía que lo poco que él había revelado era mínimo.

—Por supuesto— puso una de sus pequeñas manos sobre la grande del alfa, ahora totalmente juntas podía ver la diferencia, la enorme diferencia—. Pero también confía en mi. Por favor.

Era y suplica silenciosa, una qué le estaba pidiendo para el momento en que se revelará todo.

—Lo hago— le sonrió el alfa sin quitar su mano, viéndolo a los ojos.

Nego con la cabeza, su mente daba vueltas y su lengua picaba por decir aquí todo:—No Killua, dime que confiaras en mí— el alfa lo miro con ojos serios pero brillantes—. Dime que pase lo que pase confiaras en mí, sé que suena estúpido... Pero...

—Lo haré— Killua pareció querer hacer algo con su otra mano pero decidió dejarla caer—. Lo prometo.

Nuevamente esos sentimientos:—¿Cómo puedes prometer algo así? Sé que lo estoy pidiendo pero...

—¿Es extraño, no?— Killua sonrió—. Jamás he creído en alguien tan fácil... Pero por alguna razón contigo es tan sencillo hacerlo.

—Killua hay algo de lo que debo hablarte— dijo apresuradamente con el corazón en la garganta, Killua asintió con calma—. Cuándo lleguemos...

—Esta bien— le dio un apretón—. Lo haremos.

El cielo se nubló más, fue cuando ambos decidieron terminar lo que empezaron para volver a la casa.

Cuando llegaron a la granja eran poco más de las siete de la noche, pasaron a comer y Killua le contó un poco más de su infancia. Una bastante dura.

Cuando entraron el ambiente se sintió pesado, cuando ambos entraron al comedor Kurapika estaba sentado junto a Canary en la mesa junto a otro chico de cabellos rojos.

—Hola— canto alargando la "a"—. Tardaste bastante.

—No pensé que llegarías tan pronto, Dante— dijo el alfa con una sonrisa irónica.

—Ya ves— se alzó de hombro—. Me fascina sorprenderte.

—Vamos a mi despacho— Killua se veía tenso, no entendía quien era el omega que estaba sentado ahí con una sonrisa burlona y ojos sin vida.

Sea lo que sea, había una tensión en ambos que se podía cortar incluso con una hoja de papel y eso lo incomodaba. No ayudaba que Kurapika y Canary parecían rechazar de igual forma al misterioso invitado.

Cuando las puertas del despacho se cerraron, la cabeza le daba vueltas. Tenía un mal presentimiento.

Holaaaaaa.

Lamento la tardanza, sucedieron muchas cosas en mi vida personal que me sacaron de mi confort totalmente.

Les juro han sido semanas de locos y no me salían las palabras para escribir. Pero ya regresamos con todo.

¿Les gustó?

¿Creen que Gon ya le dirá la verdad a Killua?

¿Su acercamiento no se siente forzado?

JAJAJAJAJAJA llevamos más de 40 capítulos y estos tontos apenas se están dando cuenta que chance se atraen.

Los que leyeron en su momento 009, ¿adivinen quien sacó el epílogo? JAJAJAJ leanlo si no lo han hecho. Muy seguramente la siguiente historia en volver será soulmates, maybe no prometo nada. 😽

Sin nada más que informar tengan un excelente fin de semana. Nos leemos la siguiente actu, bye bye. 💖

-Annie ☾-

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