𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈
𝟔. 𝐋𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐯𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐝𝐢𝐬𝐟𝐫𝐚𝐳𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚.
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Kurapika estaba sentado en la parte de atrás totalmente serio pasando sus dedos delgados por la tela de seda roja que empacaba la pintura, a su lado Canary llevaba un portafolio con el collar en un bonito joyero.
—¿Qué vamos a hacer si nos dan largas?— preguntó Canary con voz fría.
—No les daremos los objetos— contestó fácilmente sin voltear a mirarlos.
—¿Qué?
—No les daremos los objetos— usó un tono sabiondo, de cuando explica algún plan muy elaborado—. Si algo tiene esta familia es que creen mucho en los tratos y en las promesas.
—Solo cuando les conviene Killua— dijo Kurapika advirtiendo.
—Lo sé— movía sus dedos en su muslo de abajo hacia arriba—. Pero no sé, tengo el presentimiento de que quieren estos objetos mucho más de lo que dejaron ver.
—Por eso amenazarlos con ellos es un error— Kurapika suspiro.
—Es un arma de doble filo— concedió—. Pero si sabemos ocupar nuestras opciones, terminaremos ganando.
—Es un plan de contingencia Kurapika— la mujer a su lado le dio una palmada qué esperaba ser tranquilizante en su hombro—. Pensemos qué ellos cumplirán con su palabra.
—Gracias por el optimismo Canary— le sonrió alegre desde el espejo—. Ahora, tenemos que pensar qué haremos después de que todo esto termine.
—No lo sé— Kurapika miró su muñeca cubierta por las muñequeras de cuero qué siempre se coloca—. Aún no encuentro nada de mi familia.
—Si las cosas van bien— Canary dio una pequeñísima sonrisa—. Quiero poner una cafetería.
Sonrió al ver el entusiasmo de su amiga, luego pasó a ver el semblante tranquilo pero serio de Kurapika:—Lo resolveremos— miró a ambos qué asintieron.
De pronto el auto se estacionó cerca del muelle donde había un enorme barco iluminado por el dorado y el blanco, gente bien parecida reía encantada por encontrar un buen negocio. Entraron sin mucho preámbulo, caminando por las elegantes maderas.
Llegaron gracias al sirviente en turno a una cabina de colores café oscuro, entraron con rapidez notando de inmediato las luces bajas y el tablero de poker qué Hisoka ya tenía arreglado.
—No pensamos quedarnos por mucho tiempo— dijo sentándose en la silla de en medio mientras que sus amigos en las de alado.
—Pasó un tiempo— dijo Hisoka barajando algunas cartas entretenido.
—Bueno si nos mandas a una puta fortaleza casi impenetrable no esperes que lleguemos dos días después— rodó los ojos, cruzando los brazos. Miro la sonrisa encantada del pelirrojo—. Nuestra paga primero.
—Van al grano— les sonrió a los tres—. Es un poco doloroso ver como les urge salir de esta familia.
—Nunca fueron nuestra primera opción— dijo Kurapika serio—. ¿Dónde está el jefe?
—En asuntos de suma importancia— explicó sin soltar su estúpida baraja—. Así que yo arreglaré este problema— les sonrió con alegría—. Entonces, ¿cómo es Yamatai?
—Horrible— dijo Canary de inmediato—. Pero nada que no pudimos controlar.
—Basilius fue... ¿Un buen capitán?— les alzó una ceja golpeando su baraja con lentitud sobre la mesa—. No aceptó el trabajo hasta que le dimos una estúpida cantidad de dinero, por su bien debió haber valido la pena.
—Lo fue— Kurapika se sentó recto en su asiento—. No te preocupes por él.
—¿Hicieron un trato con él?— esta vez su mirada se enfocó en él—. Su barco aún está en el muelle.
—Podría decirse— dijo sosteniendole la mirada—. Como dijo Kurapika, no te preocupes— se inclinó con seguridad—. Es nuestro problema.
—Oh Killua— el hombre le sonrió con suficiencia oliendo con descaro la habitación—. Tu aroma siempre ha sido tan fuerte, tan poderoso— recargo sus codos en la mesa, recargando también su mentón en el dorso de sus manos—. Pero ahora hueles a leche— se tensó, antes de venir se baño con miles de jabones sin aroma para quitar cualquier rastro del aroma del niño incluso de Gon—. ¿Encontraste algo valioso en Slunce?
—¿Además de la llave para mi libertad?— le alzó una ceja—. No. Nada que valga la pena.
El hombre dio una risa poco divertida:—Entonces, denme esos preciados objetos.
Kurapika colocó con cuidado la pintura sobre la mesa mientras que Canary también colocó el joyero con el collar. Antes de que el hombre siquiera tocará algunos de los objetos, se levantó plantando sus palmas en la mesa e inclinándose con una mirada fría las espinas de su aroma resaltaron enfocándose en Hisoka.
—Los papeles— exigió—. Y podrás disfrutar de estas mierdas.
Hisoka le sonrió tomando un sobre de color café:—A partir de hoy ya no son parte de la familia— Killua tomo el sobre abriéndolo para revisar los papeles—. Algunos cargos fueron ya obsoletos, recompensas pagadas— miro a los tres—. Y todo lo que generaron en estos largos años están ya depositados en sus cuentas— acariciando el borde la pintura continuó—. Son libres.
Kurapika y Canary se levantaron para salir de la oficina. Antes de que pudiera salir junto a ellos, el pelirrojo habló.
—Killua aunque somos poderosos— el hombre lo miró con seriedad—. Hay algunos cargos a tu nombre que no se pueden borrar— canto con diversión.
—Eso no me importaba— dijo frío—. Lo único que quería era dejar de hacer el trabajo sucio para ustedes.
—Bueno, antes de nosotros fueron tus padres— se encogió de hombros—. Me pregunto, ¿quiénes serán los siguientes?
—No habrá un "siguiente"— gruñó caminando sobre el umbral de la puerta, parando en seco tras la risa del hombre.
—Un asesino siempre será un asesino Killua— su corazón palpita con fuerza—. Y uno en masa como tú... Se cansara de una vida normal— paso saliva—. Nos volveremos a ver.
Sin decir nada cerró la puerta viendo al final del pasillo donde sus amigos lo esperaban, intranquilos.
—¿Pasó algo?— preguntó Canary.
—Nada— metió las manos dentro de los bolsillos de su abrigo—. Vámonos.
Capital de Slunce. Yamatai.
2 años antes de la llegada de los extranjeros.
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Caminaba bajo el árbol con estrés revisando constantemente el reloj que llevaba en el cuello, ¿por que Aziz tardaba tanto? Tenía tantas dudas en su cabeza que las ganas de vomitar regresaban cada cierto tiempo.
¿Por qué Ume sabía lo de Ara? Escuchó ramas romperse se puso de inmediato en guardia sacando la daga de su pantalón.
—¡Sal!– gritó viendo como la figura suspiraba cuando salió a la luz de la luna abrió los ojos sorprendido—. ¿Luck? ¿Qué haces aquí?
—Obviamente cuidando tus espaldas— respondió como si fuera lo más obvio—. ¿Cómo se te ocurre salir así después de lo que paso hace unos días?
—No deberías estar aquí— rodó los ojos—. Lo digo en serio.
—¿Y tú, si?
—Tengo cosas que atender— suspiró—. Cosas de las que no deberías enterarte.
—Soy tu amigo— dijo con terquedad—. Por si no lo recuerdas estamos vinculados— mostró su palma con la herida brillante—. Es mi deber cuidarte.
Suspiro, tenía parte de la razón:—Te odio.
Luck sonrió con suficiencia:—Aziz, ¿llegará?
—Lo hará— se sentó en el suelo jugando con la daga en sus manos, el alfa se sentó a su lado—. ¿Luck puedo confiar en ti?
—Por supuesto
—En serio Luck— le miro suplicante—. ¿Tengo tu lealtad?
Y el castaño de ojos claros lo miro con seriedad:—Gon, traicionaría primero al reino antes de traicionarte a ti.
Asintió, escuchando nuevas pisadas. Aziz llegaba con más hombres.
—Aziz— corrió al alfa para verlo—. ¿Ori esta bien?— lo tomó por los hombros, para luego ver por el hombro era Basilius—. Mierda, ¿qué haces aquí?— se acercó al gran alfa para abrazarlo y luego de mirar bien a Aziz noto su ceja rota y su pómulo morado—. ¿Qué mierda te paso?
—Estoy bien— Aziz le sonrió—. Ori está bien, escondido.
Suspiro aliviado, Luck se movió en su lugar incómodo:—Luck es de fiar, lo juro.
—Lo sé— dijo Aziz con una mueca adolorida—. Ahora, Gon no quería decirte las cosas antes de tiempo...— lo miro sin entender, curioso. Intercalando su mirada en Basilius quien ya estaba recargado en un árbol y en Aziz qué se sentaba en una piedra sosteniendo su costilla con una mueca adolorida.
—Es... Complicado...
—Escaparemos— dijo Basilius recibiendo una mirada enojada de Aziz—. A las aguas renegadas.
—¿Qué?— los miro como si se hubieran vuelto locos—. ¿Por qué? ¡Ese lugar esta prohibido por algo!
—¿Quién lo prohibió?— dijo Aziz con una ceja alzada.
—La reina...
—Exacto y ¿quién nos ha mentido durante años sobre la bendición?— negó con la cabeza—. Gon, Ori... Enferma.
—¿Enferma?
—La bendición lo está matando— dijo histérico—. No sé porque... Cuándo Ara supo que estaba embarazada quiso abortar— explicó con dolor—. Yo la iba a ayudar a encontrar un lugar donde su hermana no se enterara, pero simplemente una noche decidió tenerlo— lo tomó por ambos brazos desesperado—. Pero esa cosa que lleva dentro lo está matando.
—¿No podríamos investigar en el palacio?— dijo en shock por lo que escuchaba.
—Lo he hecho Gon, no hay nada— suspiro agachando la cabeza—. Y si hay informes de esto, no están aquí.
—¿En... En los demás...?
—Hemos buscado durante todos estos años por todo el puto reino Gon— se sorprendió ante el tono—. No hay nada, lo único que hay es propaganda para que los solis no procreen.
—¿Y sabes a donde iremos?
—Tengo una idea— saco un mapa con otras hojas—. Lee esto— volteo a Basilius—. Hay varios betas y alfas que también quieren salir de Slunce— sonrió—. Haremos un espectáculo para que no sospechen.
Tomo sus manos y las apretó:—Necesito que vengas conmigo— su corazón tembló asustado—. No puedo dejarte aquí.
Parpadeo varias veces y luego miro a Luck qué tenía el mismo shock plantado en su rostro. Largarse de Slunce siempre fue una fantasía, un sueño que ni siquiera podía decir en voz alta. Y ahora la oportunidad estaba aquí, asintió lentamente:—Dime que tengo que hacer.
Con sus dedos acarició el metal del reloj ya de un color café oxidado, su cuerpo tembló cuando el aire frío toco sus pómulos. La ciudad debajo de él nuevamente estaba encendida era como si nunca durmiera.
Abrió la tapa del reloj mostrando el cristal rotó y las manecillas sin rodar, leyó las palabras que grabo hace unos años y de nuevo las marcas en su espalda ardieron.
No las había tratado desde que salieron de esa horrible isla, a veces por las noche las limpiaba pero sinceramente era difícil hacerlo sin alguien que le ayudara. Sintió unas manos gentiles amazar sus hombros.
—Gracias Jingū— dijo volteando para mirarla—. Estoy bien— la alfa sonrió sin creerle.
—Gon, tus heridas están sangrando— por eso ardían, no entendía porque, no había hecho nada en realidad—. Vamos a tu habitación, las curare.
Aceptando ambos entraron en su habitación, cerrando la puerta con seguro, se sentó en la cama sintiendo las frías manos de la alfa tocar su espalda con cuidado:—Esa mujer está enferma— dijo con enojo, un trapo mojado paso por su espalda frío—. No sé como sobreviviste a eso, Gon.
—Por Ori— susurro haciendo una mueca—. Cuando asesine a Aziz mi mente solo podía pensar en que si moría yo, Ori ya no tendría a nadie.
Hubo un sonido que le decía que Jingū escuchaba:—Ese niño, es fuerte Gon— se escucho la tapa del ungüento ser abierta—. Igual que tú, lograremos encontrar como ayudarlo— se aferro a esas palabras—. Intenta no moverte brusco, estas heridas ya debieron haber sanado.
Solto una risa:—A veces creo... Que me hicieron otra cosa— la alfa se sentó frente a él curiosa—. Tu misma lo dijiste, ya debieron haber sanado, mi quemadura en el hombro y mi pierna se curaron rápidamente, ¿por que lo azotes no?
—Porque fueron hechos con una arma repleta de energía bendita— susurró la alfa entendiendo lo que decía.
—Ume estaba igual, aunque ella si podía usar su bendición, las heridas sanaron porque su núcleo no quedó tan mal como el mío— soltó un suspiro.
La pelirroja negó con su cabeza soltando una risa irónica y mordiéndose los labios:—Esa perra en verdad es sádica.
—Supongo que es para que recuerde mis errores— se encogió de hombros colocándose la camisa—. No se curaran a menos que utilice la bendición.
—Bueno— la pelirroja sonrió levemente—. Aquí me tienes para limpiarlas— se levanto dándole un apretón a su hombro—. Descansa, Gon y duerme boca abajo.
Cuando la despidió en la entrada de su puerta, vio que Killua entraba a la sala junto a Kurapika y Canary. Comenzó a ponerse nervioso, sabía que habían ido a entregar aquellos objetos tenía miedo de que de alguna forma se enteraran de lo que sucedió con ellos antes de ser entregados.
Dio un suspiro aliviado acercándose a Killua:—¿Cómo les fue?— miro de soslayo como Canary rodaba los ojos y se alejaba sin decir palabra, Kurapika entro a la cocina junto a Jingū.
—Bien— el alfa sonrió levemente—. Mañana podremos irnos de aquí sin ningún problema— los ojos azules lo miraban curioso—. ¿Por qué estas despierto? Ya es muy tarde.
Se abrazo a si mismo, encogiendose de hombros:—No podía dormir— le dio una sonrisa con los labios apretados—. Supongo que son los nervios.
El alfa lo miro sin decir nada para luego sacar un sobre del portafolio que llevaba:—Esto te lo envía Elle— le alzó una ceja.
—Creí que no iría con ustedes— contestó viendo el lápiz labial qué tenía en una de las esquinas, rodó los ojos.
—En realidad no fue— camino al sillón sentándose—. La encontré en el crucero— el alfa se veía distraído, contestaba pero parecía que su mente estaba en otro lugar, abrió el sobre sacando la información que había pedido—. ¿Qué es eso?
—Supongo que si me voy a ir contigo, ya no deben haber secretos ¿verdad?— miro al alfa qué no contesto pero que le decía con su mirada que así era—. La familia Zimmerman según Aziz... Conoce el paradero de la familia de Ori.
Killua asintió escuchando con interés:—¿Y están en Casiopea?
—Así parece— suspiro comenzando a leer los papeles—. Pero realmente aquí no dice nada— Killua lo vio con una ceja alzada, dejándolo leer en silencio. Soltó un gruñido frustrado.
La información solo hablaba de reconocidos cantantes o escritores de letras y melodías, hablaban de hijos, madres, padres pero nada que tuviera que ver con la bendición incluso leyendo la información entre líneas y buscando tal vez mensajes ocultos no había nada. Dejo las hojas en la mesa con fastidio. Vio que Killua se inclino en su sillón observando las hojas.
Se mordió el interior de su boca, no tenía absolutamente nada. Y esto solo era un nuevo muro en su búsqueda, empezaba a odiar bastante esto. ¿Por qué Ara no dijo más? Tal vez si las cosas no hubieran salido como lo hicieron, tal vez Aziz tuviera más pistas.
—Conozco este... Símbolo— dijo Killua de repente alzando una hoja, lo miro sorprendido y esperanzado—. No es idéntico pero definitivamente es la base de este— le señaló, un círculo que en el centro llevaba un gorrión azul—. El que conozco es el mismo solo que lleva flores y una nota musical.
¿Una nota musical? Su mente llegó a Melody, según ella las demás guías estaban esparcidas por todos los reinos, jamás dijo que todas utilizarán la música como un símbolo universal.
—¿Qué flores?
El alfa hizo una mueca pensativa:—Son pequeñas y bonitas— dijo vagamente—. Blancas, que parecen— chasqueo los dedos—. ¡Nubes! Porque las nubes viajan sin destino fijo...
—Recorriendo el cielo con libertad— termino por el viendo la mirada sorprendida—. Llevan consigo historias y sueños perdidos...
—¿Cómo?
—Un poema que nos recitaban todo el tiempo— susurro—. Era aburrido.
—Pues conozco a una chica que lo recita como si fuera un evangelio— dijo divertido y cariñoso, le alzó una ceja—. Se llama Retz, es una botánica que usa este mismo símbolo.
Su mente hizo click, por años Ara le dijo que las canciones, las leyendas y los sutras siempre contaban verdades. Porque aunque los reinos siempre buscaban censurar una parte de la verdad siempre se encontraría en esas leyendas y canciones buscando ser escuchadas de nuevo. El poema de las nubes según se dice había sido redactado por Mêsic como una canción de cuna para los niños que cuido durante la guerra, poco después la reina Nagisa prohibió la difundacion del poema y canto después de su sentencia.
¿No podía ser una casualidad, no? La amiga de Killua que lleva el mismo símbolo que Melody tenía en la parte de arriba de su casa con algunos cambios. La familia Zimmerman siendo músicos innatos, pero que usaban ese gorrión azul. Debía haber algo más ahí.
—¿Me la presentarías?— preguntó curioso.
—Por supuesto, si eso ayuda— le sonrió—. Deberíamos ir a dormir por un rato.
Miro el reloj ya era muy de madrugada, se levantó recogiendo las hojas y guardandolas en el sobre:—Descansa, Killua.
Se encerró en habitación, mirando al techo. Suspiro, estaba intranquilo. Necesitaba salir de este lugar ya.
Hammer
Hace unas semanas.
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Cuando Kurapika le presto los objetos los miró por eternos minutos, repasaba en su cabeza cada una de las leyendas que se solían hablar de los mismos. ¿Por qué esa gente necesitaba estos objetos? ¿Por dinero? Era... Una tontería, seguramente habían reliquias de igual riqueza que se encontraban en lugares a los que podían ir de forma más sencilla.
¿Pero entrar a una Nación casi impenetrable con seguramente uno de los mejores grupos criminales?
Era porque ellos sabían cosas, las dudas surgian en su cabeza, una tras otra. Debían ser personas poderosas para saber un secreto de Yamatai. Miro la pintura, recuerda haber sentido el marco en el palacio pensando que tal vez ahí había algo más pero no. Estaba limpio.
Miro los trazos, los cabellos largos de la Diosa en la parte superior y las lágrimas de Hanako en la inferior. Los colores rojos de las flores y los verdes de los árboles.
Alzó la pintura a contra luz pero de igual forma tampoco se veía nada. Miro las piedras rojizas del collar qué parecían burlarse de él, suspiró tomando la piedra más grande en sus manos y poniendola a contra luz también, al hacerlo la piedra resplandecio fuertemente como un foco.
Se veía como un cristal, diferente a la piedra opaca que se veía a simple vista, la miro confundido volviéndola a poner en posición viendo como el brillo volvía.
Una idea paso por su cabeza, lo había intentado antes pero sin la piedra. Tomó la pintura con cuidado para ponerla en contra luz, como ya había pasado ante la luz de la bombilla amarilla que se apaga y prendía de la casa no pasó nada, pero, si tenía suerte... Con cuidado y con el corazón tembloroso en expectativa colocó también la joya roja que brillo de inmediato, comenzó a pasarla por la tela mordiéndose el labio cuando...
La piedra iluminó una mancha qué antes no estaba ahí, reteniendo la respiración siguió las líneas dándose cuenta que el brillo de la piedra mostraba un ¿mapa? Siguió los patrones mordiéndose la lengua, era un mapa.
—¿Gon?— brincó al escuchar el golpe en la puerta, bajo la piedra y miro a su alrededor ¿lo habían visto?—. Ori salió con Basilius.
Era Jingū, abrió la puerta con cuidado tomando la mano de la alfa haciendo que entrará:—Necesito tu ayuda— la mujer no hizo preguntas, asintió—. Toma esto así— la coloco en medio del lugar con la pintura estirada a contra luz, despacio volvió a poner la piedra mirando los relieves de la tinta mágica, Jingū miraba sorprendida aún sin preguntar.
Definitivamente era un mapa, pero también habían símbolos que nunca había visto ¿runas? Parecían bastante, pero no sabía a cierta ciencia:—Es un mapa para algo— le dijo a la alfa—. Por eso quieren esto.
—¿No es peligroso que los extranjeros sepan de esto?— dijo la pelirroja—. Por algo estas cosas estaban en ese lugar, ¿no?
—Pero... ¿Cómo es qué lo sabían?— bajo el collar para ir por unas hojas y un lápiz—. A menos que alguien del reino diera esa información.
—No creo que muchos sepan esta información— dijo la alfa sin dejar de mirarlo—. ¿Crees que ellos sepan?
—No— suspiró—. Y es mejor que se quede así.
—¿Los entregaras?— le alzó una ceja—. ¿No es peligroso?
Lo era, demasiado. Y aunque odiaba Slunce no podía dejar que los extranjeros encontrarán lo que sea que están buscando.
—No— dijo sacando de su mochila un nuevo collar de color rojo intenso—. Habían dos collares en la mesa, tome ambos para intercambiarlos.
La alfa sonrió:—¿No se darán cuenta?
—A menos que tengan un joyero a la mano, no lo creo— le mostró ambos collares sin dejarlos expuestos a la luz se veían exactamente iguales—. Si mi teoría es cierta— puso ambos ante la luz—. Ambos brillaron— tal como lo pensó, sin embargo colocó el mapa de nuevo con el segundo collar y a pesar de que si brillaba no mostraba ningún mapa, le sonrió a la alfa.
—Eres realmente astuto— dijo su amiga con orgullo—. Aunque esto dejará en mal a ellos...
—Es...— sintió la culpabilidad—. Un precio por ocultar la verdad, sea lo que sea que es no dejaré que los extranjeros lo encuentren— terminó de dibujar en una hoja todo lo que la tela le mostraba, lo repaso muchas veces para asegurarse que no se olvidaba de nada—. No estoy orgulloso de esto— guardo el collar en el fondo de su maleta cambiandolo por el otro—. Pero...
—Lo sé— Jingū le dio un apretón en su hombro—. Lo que decidas está bien, jamás juzgaría tu juicio.
—¿Por qué?— preguntó en un susurró. Ella jamás se negó a hacer algo que él decía, nunca cuestionó sus decisiones, incluso ahora simplemente asintió y peleó por él, no se quejaba pero era extraño. No era Aziz no tenía esa aura de seguridad y responsabilidad, en cambio muchos de sus planes venían de la improvisación y de su torpe impulsividad.
—En mis tierras— comenzó la alfa sentándose en la incómoda cama—. La sacerdotisa del pueblo nos decía que como alfas no debíamos cuestionar a los omegas— se soltó su cabello rojizo y lo comenzó a peinar en un moño alto—. Todas las manadas teníamos un omega líder, solo su alfa podía cuestionar sus decisiones los demás no.
—¿Su alfa?
—A diferencia de tu tierra y de las demás, en las mías las relaciones alfa y omega son sagradas guiadas únicamente por el amor— la miró sorprendido—. El alfa cuestiona pero no somete y el omega lidera no se somete.
—¿Tu manada fue así?— la sonrisa de Jingū se hizo triste, miró a la ventana con ojos nostálgicos.
—Lo fue, el omega líder era...— lo miró con suavidad—. Cómo tú. Era alegre, brillaba tanto como el sol, era impulsiva pero demasiado sabia, demasiado buena para su propio bien.
—"Brillaba", "era"...
—Mi hermana falleció el día de la colonización— suspiró con pesadez, hace muchos años Jingū le habló del día en que gente de otro reino lleno a conquistar su pequeña isla, le contó que sabía muchos escaparon y otros murieron defendiendo su hogar, nunca quiso volver, tenía quince años cuando conoció a Basilius. Pero jamás habló sobre su familia, era un tema prohibido—. No tengo porque cuestionarte, confío en tu juicio, ya llegará alguien que lo hago.
Dio una pequeña risa irónica:—Ahora concéntrate, tengo el presentimiento de que algo malo va a suceder.
El sonido de la gente gritando, de las maquinas operando lo sacaron de su trance, miro al barco que ya los esperaba para zarpar. Kurapika llevaba una maleta cuando lo vio y le miro curioso:—¿Pasa algo?
—No— le sonrió comenzando a caminar—. Solo, estoy nervioso.
—Es normal— ambos subieron la rampa—. Pero tranquilo, una vez lleguemos a Casiopea te sentirás más tranquilo.
—Lo sé— suspiró viendo a Killua hablar con Elle, estaba intranquilo, alguien los veía. Ori llego corriendo a él con los brazos abiertos esperando que lo cargará, así lo hizo. El niño hablaba de los juguetes que Elle le había traído y de como Alluka le había prometido jugar con el. Asintió mirando a los alrededores hasta que en la cima de uno de los edificios se topó con la mirada de un hombre pálido de ojos burlones y cabellos rojizos.
No fue un contacto de más de cinco segundos y aún así lo dejo con una mala sensación se movió con el niño a Killua qué veía a Basilius con cierta emoción.
—¡Vámonos!— gritó, viendo que el grupo trabajaba en sus puestos.
—¡Cómo ordene jefe!— de forma burlona Basilius le contestó.
El albino rodó los ojos, lo miró con una sonrisa plasmada en su atractivo rostro. Paró en seco ante el pensamiento "atractivo" era un adjetivo que jamás se le había cruzado por la cabeza cuando pensaba en el alfa, pero ahora con el sudor bajando de sus cienes y el cabello alborotado por la brisa era...
—¿Están listos?— les sonrió a ambos—. La granja en la que vivimos les gustara.
—¿Tienen animales?— preguntó Ori curioso.
—Los vendimos antes de irnos— camino por el barco limpiando el sudor con un trapo y subiendo las mangas de su camisa hasta los codos, flexionó con fuerza los brazos al jalar una cuerda, haciendo que las venas se le marcarán y que la piel pálida de viera...
—¿Compraras más? Puedo ayudarte, le ayudaba a mi abuela con sus animales— Ori ajeno a sus pensamientos vergonzosos siguió con la platica.
—Por supuesto— una nueva sonrisa, alegre y casi cariñosa.
Si era algo atractivo, vamos no era malo afirmar la belleza de alguien. En su juventud lo hacía todo el tiempo cuando veía a Jingū, ¿ahora no sería diferente no?
—¿Gon?— el alfa lo miro curioso.
—¿Mmh?
—¿Te sientes bien?— Ori también lo miró curioso y preocupado.
—Si— le sonrió—. ¿Cuándo llegaremos a Casiopea?
—Si la marea nos ayuda y el viento esta de nuestro lado, en una semana más o menos— le sonrió—. Haremos pequeñas paradas para comprar algunas cosas.
—Suena bien— Ori le sonrió a ambos—. Bajame Gon.
Gon soltó una risita haciendo lo que le pidieron. Killua camino a la orilla del barco y se recargo en el metal viendo a la ciudad que poco a poco se veía más lejana. El niño había corrido con Basilius.
—Estas distraído— comentó Killua sin mirarlo, puso sus manos en el metal frío con un suspiró.
—¿Cómo conseguiste que todos arriba del barco te siguieran?— preguntó ignorando los nervios culpables qué estaba teniendo.
—Suerte, supongo— le dio una mirada poco convencida—. ¿Qué?— el alfa se burlo—. Todos teníamos un pasado del que escapabamos o una venganza que perseguiamos— no lo miró en ningún momento—. Jamás fuimos buenas personas, supongo que eso nos unió.
—Formaron una manada.
El alfa sonrió cariñoso:—Si algo así, la confianza es vital entre nosotros— paso un trago de saliva—. Aún cuando tenemos secretos que no nos decimos, hay cosas que no nos debemos ocultar.
—¿Cómo que?
—Cosas que nos pongan en peligro.
Miro al horizonte, culpable. El solo estar con él significaba peligro, el mapa fue la cereza del pastel. Le sonrió a Killua esperando que se viera genuino.
—Tienes una linda manada— se abrazó a sí mismo—. Tienes suerte.
—Gon...— Killua se irguio, ahora veía la diferencia de altura, se sorprendió un poco, estaba poniéndole atención a cosas de las que antes ni siquiera había pensado—. Sabes que... Bueno, tú y tu gente...
—¡Jefe!— Leorio gritó haciendo que Killua frunciera el ceño con fuerza—. ¡Hay una situación, ven!
El alfa lo miró con una mueca complicada:—Ve— le sonrió—. No me iré de aquí.
Eso pareció agradarle al alfa qué se fue junto a Leorio qué comenzó a darle golpes amistosos en su brazo con una sonrisa burlona. No escuchó mucho cuando vio a Jingū caminar a su lado.
—No olvides porque lo estás haciendo Gon— le dio un apretón a su hombro—. No eres una mala persona.
Le dio una sonrisa esta vez genuina:—Gracias.
—Y estoy segura que cuando llegue el momento de la verdad... Killua lo entenderá— ni siquiera sabía porque ahora le interesaba qué el alfa lo entendiera, suponía qué era un sentimiento de deber. Él le ayudo, fue el primero en querer hacerlo.
—Hasta que llegue ese día, solo tú y yo sabemos del mapa— suspiro—. Necesito que me ayudes con eso.
—Cómo ordenes.
Con una última sonrisa miró la ciudad que ya se veía pequeña. Luego escucho la risa de Ori que estaba en la cubierta del timón Leorio lo cargaba mientras Kurapika le hacía cosquillas. Jingū tenía razón, esto lo hacía por Ori, por ahora no se preocuparía; las consecuencias llegarían en su momento.
Ahora tenía otras cosas por las que preocuparse.
Holaaaaaa.
Pido perdón 😭, estuve ocupada con la escuela y hace unos días me fui de viaje. Estuve escribiendo este capítulo en la playa JAJAJAJA. ¿Les gustó?
Imaginen la marea alta, mucho viento, casi nada de sol y muchas nubes grises. Fue el momento perfecto.
¿Cómo estan? Espero biennnn. Cuéntenme ¿harán algo este 24? Aquí en México ya es navidad entonces, de una vez paso a darles mis más sinceros deseos.
Espero que este día se la pasen bien, sé que para muchos tal vez no es un día que celebrarse por diversas situaciones pero aún así les puedo dasear una feliz navidad, y para quienes si lo celebran pasenla chido. Tomen mucho y bailen mucho. 😽
Bye bye. ❤️
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