𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈
𝟔. 𝐋𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐯𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐝𝐢𝐬𝐟𝐫𝐚𝐳𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚.
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Como lo imagino la subasta lo dejo con muy mal cuerpo, ver a personas siendo compradas solo por el capricho de quienes tienen poder y dinero le hicieron tener ganas de vomitar. Omegas, alfas y betas no importaba.
Hiroko lo miro imperturbable, tomando del vino qué aun tenía su copa:—Las primeras veces son las más difíciles— le dijo recargada en la barda de cemento—. Te lo dije, tienes que estar preparado para lo que veras aquí.
—¿Cómo puedes solo mirar?— le preguntó enfermo.
—El tiempo te hace insensible para ciertas cosas— se encogió de hombros—. Es difícil lo sé y aunque suene horrible es mejor que tú estés pensando desde aquí lo terrible qué es y no desde el escenario.
Trago saliva, tenía razón:—Supongo que no será la última vez que nos veamos o hablemos.
—Te di mi número espero que llames— un cigarro fue entregado—. No es una opción no hacerlo, Gon.
De alguna forma sentía que tenía razón hasta ahora ella era una "aliada" qué conocía absolutamente todo sobre su situación y la de Ori, tal vez aunque lo haga por capricho, por entretenimiento ella era poderosa. Y le sería de ayuda. Además le daba un poco de confianza saber que la mujer en realidad jamás había mencionado algo sobre quien era en realidad.
—Lo haré— comenzaron a bajar de las escaleras yendo a la salida del teatro.
—Nos despedimos— Hiroko era casi de su estatura tal vez un centímetro más baja—. Fue un placer— le hizo una reverencia la cual acepto de inmediato sintiéndose cómodo le dio una también—. Cuida a tu niño.
Gon asintió, ni siquiera se lo tenían que decir. La mujer camino junto a la omega, vio a lo lejos que su alfa la tomaba de la cintura y le daba un beso en su frente para luego hacerla caminar con una mano en su espalda baja. Camino entre la gente, cansado con los pies ardiendo y el rostro adormilado. Olio el aroma qué lo acompañaba, sintiéndose más relajado se golpeó mentalmente cuando se dio cuenta de lo que había hecho.
Pero no podían culparlo. Killua tenía un hermoso olor a sándalo y a café, era embriagante al punto de hacerlo bostezar.
La aya se acercó a él con Ori en sus brazos, su niño estaba totalmente dormido. Al estar tan adormilado su instinto salió a flote, una vez que la mujer estaba frente a él cargo al niño, la cabeza de Ori se escondió entre su hombro y cuello olfateando entre sueños su aroma y rodeando su cuello con sus manos.
Alzó la mirada viendo a Basilius y a Jingū acercándose, de inmediato camino hacia ellos olfateando sus aromas. Ellos eran su manada, con quienes se sentía protegido.
Basilius dejo una grande mano en uno de sus hombros, eso le hizo cerrar los ojos. Estaba exhausto, todas las emociones que desde hace horas había sentido lo habían dejado así, odiaba sentirse de esta forma. Adormilado y desprotegido, sabía que su instinto era demasiado bueno, aunque estuviera en este estado él podría perfectamente defenderse si algo ocurriera.
Pronto Killua y los demás se encontraban con ellos, sin decir nada saco la tarjeta blanca y la empujó hacia Elle qué la vio con una sonrisa:—Espero tu parte del trato— le dijo esperando sonar amenazante, pero teniendo a un cachorro en sus brazos no cree que imponga mucho. La pelinegra sonrió asintiendo y comenzando a caminar hacia afuera del edificio para tomar los coches de regreso al hotel.
Se subió junto a Killua de nuevo, en algún punto del viaje y por el tráfico qué había dejo descansar su cabeza en el hombro del alfa mientras seguía cargando al niño que también se aferraba a él. No sabe cuanto tiempo paso cuando leves toques en su hombro hicieron qué abriera los ojos, ya estaban en el estacionamiento del hotel. Killua lo ayudo a bajar, dejando una mano en su espalda para que pudiera cargar a Ori.
—Gracias— susurró.
—Ha sido una noche dura— contesto alejando sus manos de su cuerpo—. Debo disculparme, no debiste ir a un lugar así.
—No necesito tus disculpas— dijo esperando no sonar tajante si no neutral—. Las cosas pasan por algo.
—Te lo compensare— le sonrió—. A ti y a Ori, esas fiestas no son para niños.
Sonrió porque era verdad aunque fuera algo nuevo para Ori al verlo de vez en cuando supo que el niño ya se había aburrido:—Te tomaré la palabra— subieron al elevador, Alluka y Elle subieron al de alado, lo cual fue extraño en este podrían ir los cuatro sin sentirse apretados—. Toda esa gente es horrible.
—Lo son— asintió recargandose en la pared. Hubo un silencio, el marcador qué estaba frente a ellos comenzó a moverse la flecha de color dorado marcaba un número.
Recordó las palabras de Hiroko, según ella estaba confiando en un asesino, miro de soslayo al alfa quien tenía la cabeza baja mirando sus pies:—Tengo suerte de estar con personas no tan malas.
Killua soltó una risa entre dientes alzando su cabeza encontrándose con su mirada:—Dentro de lo que cabe.
Un sonido sonó y las puertas se abrieron, Gon salió seguido de Killua a su lado también ambas mujeres salieron, Alluka se había quitado ya los tacones y los aretes qué llevaba en una de sus manos.
Entraron al gran departamento, Gon se movió de inmediato a su habitación:—Descansen— dijo en general recibiendo una sonrisa adormilada por parte de Alluka.
—Duerman hasta tarde— dijo Killua—. Descansen.
Gon asintió entrando a su habitación, encendió la lámpara qué alumbraba muy poco y que era perfecta para la noche dejando a Ori en la cama. Se deshizo del traje y se puso una pijama de seda negra, deshato su cabello dejando un dolor peculiar en su cuero cabelludo incluso dio un suspiro aliviado.
Vio al niño abrazar una de las grandes almohadas de la cama olfateando, sonrió con cariño, busco entre la ropa que les dieron encontrando una pijama blanca con líneas verticales azules, movió un poco a Ori para comenzar a cambiarlo. El niño apenas podía abrir un ojo por lo que cuando quiso poner la playera blanca su cabeza caía hacia atrás de una forma un tanto graciosa.
—Vamos Ori— dijo divertido—. Si duermes con ese traje lo harás incómodo.
—No impota— balbuceo sin pronunciar la r, y dejando caer su cabeza hacia atrás. Cuando por fin pudo cambiarlo y el niño se acurrucó en la cama fue al baño para despintarse y lavarse los dientes, de regreso Ori estaba dentro de las cobijas con los ojos muy rojos y un poco abiertos.
—¿Pasa algo?— susurró acostandose en la cama y apagando la luz, Ori se acercó a él apoyando se cabeza en su hombro.
—¿Puedes cantarme?— susurró con la voz temblorosa.
Se sorprendió, por lo general le tarareaba melodías cuando el niño estaba perdidamente dormido, el niño se apretó en su sitio, ¿qué paso? Sintiendo que Ori estaba algo intranquilo libero su aroma dulce haciendo que el niño lo abrazara.
—Es una canción que mi tía cantaba mucho— dijo recordando vagamente las veces en las que su tía cantaba la canción mientras juntos pintaban las cerámica de las vajillas qué vendían empezó tarareando la melodía esperando no sonar ronco y tan mal—. "Moon river, wider than a mile, I'm crossing you in style someday...
oh, dream maker, you heartbreaker
wherever you're goin', I'm goin' your way
two drifters, off to see the world"
Poco a poco su voz y su aroma arrullaron al niño que lo abrazo, cerro sus ojos y sin soltar el agarre en Gon se quedo dormido. Gon sonrió al verlo tranquilo, se acurrucó con el niño, en su mente la voz de su tía cantaba la canción como si de alguna forma ella le estuviera arrullando a él.
El día era caluroso, el sudor se colaba en su cuello e intentaba quitarse las gotas de sudor qué bajaban por su frente. La sombra aunque ayudaba el ambiente se seguía sintiendo bastante húmedo y sofocante, su tía salió de la casa con una bandeja llena de pinturas y conchas qué ayudaban a la decoración del arte de su tía.
—Gon, oculta tu marca— dijo la mujer de cabellos naranjas mientras se sentaba en la sombra de un palmera.
—Hace calor tía— sollozo viendo al sol—. Si me pongo la camisa de mangas largas me voy a evaporar.
Mito soltó una carcajada:—Ven— sin muchas ganas dejo la piedra con la que estaba golpeando las hojas para sacar sus colores y se sentó enfrente de su tía—. Es importante que la cubras, la gente es mala y chismosa.
—Lo sé— suspiro—. Pero no me quiero poner esa cosa.
La mujer saco un pedazo de tela verde y lo vendo en su marca, haciéndole un nudo no tan fuerte:—A partir de ahora, cubrelo así.
Sonrió mirando el brazo:—Puedo hacer eso— regreso a su asiento, para seguir golpeando a la flor roja y así sacar un poco de su pigmento.
De repente la puerta del patio se abrió, muchas voces se escuchaban divertidas de inmediato alzó la mirada y vio a su tía que ya se había levantando.
—Oh vamos Ging, ¿no dijiste que tenías todo lo necesario?— pronto su padre y tres hombres más estuvieron con ellos, tembló porque uno de ellos siempre lo veía de una forma que lo aterraba.
—¿Papá?— preguntó asustado mirando al hombre que le sonreía, su tía se movió hacia el para cubrirlo con su cuerpo.
—Ging debiste avisar antes de traer a esta gente a la casa— regaño al hombre con las manos cruzadas.
—No seas así con ellos Mito— el hombre los señaló con una sonrisa—. Son nuestros invitados.
—Tus invitados Ging— los hombres veían con disgusto a su tía—. Me iré con Gon, buscanos cuando hayas terminado.
Tomo su mano y lo jalo hacia adentro de la casa, no miro para atrás sujetando la mano de su tía con fuerza, pronto ya estaban afuera de la casa caminando a la casa de una amiga de Mito. Los nervios se desvancerion de su cuerpo, sintiéndose más seguro.
Sonrió alegre sintiendo el calor en su mano, la seguridad en su pecho y la alegría de estar con si tía. Con ella todo estaba bien.
Pero de repente todo se volvió oscuro, no podía ver a su tía, ni siquiera podía moverse. De un momento a otro sus oídos dolieron al escuchar el ruido de esa voz fría, el dolor en su espalda comenzó a ser insoportable, quemaba y pronto escucho salir de su boca gemidos de dolor. Sentía como su piel se levantaba, el aire frío que rozaba esas heridas solo aumentaba el ardor.
Sintió la bilis en su garganta, abrió los ojos viendo el cuerpo inherte de Aziz frente a él, mientras la mujer gritaba cosas en su oído, el dolor seguía, seguía y seguía.
Rogó porque terminará. Rogó porque sus piernas ya no aguantaban más su peso.
Se levantó asustado, su respiración era irregular, puso una mano en su pecho y miro la habitación esperando no encontrarse en Slunce, se fue calmando cuando la luz azul de la madrugada iluminó una habitación elegante con un tapiz café. A su lado Ori dormía abrazando una almohada totalmente destapado.
El dolor imaginario en su espalda se esfumó, mientras que las ganas de vomitar se intensificaron, sus brazos estaban helados y su cuello estaba mojado en sudor frío. Solto un suspiro pesado levantándose de la cama y poniéndose una bata de color negro, no calentaba tanto pero al menos ya no se sentía tan desprotegido.
Salió de la habitación en busca de agua, vio la sala hecha un desastre de abrigos y ropa, camino a la cocina donde se sirvió un vaso con agua acercándose por curiosidad al gran ventanal de la sala, miro la ciudad debajo de él. Tan diferente a Slunce, edificios grandes y luces qué alumbraban las calles, se escuchaban autos y movimiento a pesar de que aún era muy de madrugada.
Era... Diferente. Tanto que lo abrumaba, la ropa, la gente, las costumbres. Este mundo corrupto en el que ahora se encontraba, como un recordatorio su marca en el hombro ardió, la toco levemente sintiendo las chispas de un poder qué no pidió.
Su pecho se sentía vacío, ¿qué haría ahora? ¿Cómo ayudaría a Ori? En realidad no tenía nada, solo pistas inconclusas qué tal vez no le llevarían a nada, y esa estúpida sensación de no saber por donde comenzar estaba golpeandolo tan fuerte al punto en que su cabeza palpitaba.
—Ay Aziz, ayúdame— susurro mirando su reflejo en la ventana.
La puerta de uno de las habitaciones lo sorprendió, volteo mirando a Kurapika qué salía con la mirada adormilada y ojeras pronunciadas.
—¿Hablando con fantasmas?— preguntó el chico curioso tallando su rostro.
—No podía dormir.
—Ni yo— se sentó en uno de los sofás mirándolo—. Estas subastas siempre me ponen mal.
—Son inhumanas— suspiro caminando al sofá detrás de él.
—Lo son— una mirada perdida—. En pocos días estaremos ya en nuestro hogar— sonrió alegre—. Esto por fin terminará.
—Me alegro, por ustedes— sonrió levemente—. Yo... Aún tengo dudas por donde comenzar.
—¿La familia de Ori, lo conoce?— el rubio indagó curioso.
—Saben que existe— mintió—. Pero nunca lo han conocido.
—Ya veo— asintió pensativo—. Los encontraras— se levantó con ojos pesados y adormilados le dio una sonrisa suave como si esperara que la misma pudiera desvanecer sus inseguridades—. Te conozco lo suficiente como para saber que lo que te propongas lo conseguirás.
Gon le sonrió realmente agradecido, Kurapika era un omega de admirar sabe e intuye qué ha tenido que vivir cosas horribles y aún así aquí esta: fuerte e impacible:—Voy a la cocina— se levantó dándole una última sonrisa.
—Gracias, necesitaba escucharlo— le dijo recibiendo un asentimiento.
Gon se quedo en la sala con el vaso de agua a terminar en sus delgadas manos, su espalda aún hormigueaba como si en verdad hubiera sido víctima otra vez de esos azotes. Era... Horrible.
Regreso a su habitación acostándose con el niño que seguía perdidamente dormido. Intento dormir pero las imágenes de esos días horribles en Slunce volvían a él como cuchillos. Sus recuerdos más valiosos estaban llenos de fantasmas, llenos de arrepentimientos, recuerdos que le facilitaban enumerar todos los errores que había cometido.
Como pudo sus ojos se cerraron y consilio el sueño hasta que pequeños dedos se hundían en sus mejillas, retiro la delicada mano de Ori qué se rio para luego volver a hundir su dedo:—Gon, Gon— tarareo su nombre con alegría—. ¿Puedo despertarme?
—Estas despierto— dijo con voz adormilada intentando que la luz no le lastimara los ojos.
—Entonces ¿puedo ir con el abuelo o con Jingū?— sus pequeñas manos tomaron las mejillas de Gon y las apretó sin fuerza pero haciendo que abriera los ojos.
—Si, si— quito las manos con una sonrisa—. Ve.
El niño se levantó a la velocidad de la luz, abrió la puerta de la habitación y salió corriendo. Unos minutos después leves toques sonaron en la puerta suspiro rodando los ojos.
—¿Si?
—Señor, venimos a arreglar la habitación— dijo la voz de una mujer adulta.
Suspiro, aún no se acostumbraba a tanta atención, escucho el ruido en la sala por lo que supuso qué era momento de levantarse:—Un momento— se dirigió a una maleta qué Elle le había traído y saco un atuendo que esperaba fuera sencillo de colocar, el pantalón era negro y largo, mientras que la camisa era blanca con holanes en encaje y mangas holgadas, miro un corset pequeño del mismo color del pantalón.
Lo miro con recelo era elegante pero no lo utilizaría. Tomo un lazo de color blanco y lo coloco en ambos brazos debajo de su muñeca para tapar la marca.
—Adelante— de inmediato tres mujeres entraron, las mismas que lo ayudaron a vestirse ayer, con manos habilidosas comenzaron a acomodar la habitación mientras le daban miradas curiosas—. ¿Qué pasa?
Las betas más jóvenes bajaron la mirada mientras que la mayor con mucho respeto comenzó a hablar:—¿No se pondrá el corset, mi señor?
—No— suspiro al ver el rostro acongojado de la mujer—. Preferiría algo más como un chaleco.
Una de las betas se movilizó para buscar un chaleco pequeño de color negro y botones dorados:—Mucho mejor, gracias...
Las mujeres se vieron más encantadas siguiendo con su trabajo en la habitación. Gon suspiro saliendo de la habitación para encontrarse con toda la manada entre la sala y la cocina.
—Gon, Gon— Ori saludo sentado en el suelo junto a Basilius y la aya—. Me están enseñando a jugar domino.
—Eso es increíble— se acercó para mirar las piezas, Alluka estaba igual en el suelo con una bata color crema y sus cabellos negros sujetados en un moño.
—¿Te unes Gon?
—Oh, no— movió sus manos—. No soy de domino.
Killua se acercó a la sala con dos tazas en sus manos, iba tomando una de ellas mientras le pasaba la otra:—No tiene tanta azúcar— sin dudarlo la tomo, bebiendo de ella, la mañana estaba algo fría por lo que beber algo caliente lo había relajado.
—Esta bien, gracias— le dio una sonrisa leve, el alfa asintió.
—Hay un parque cerca de aquí— comenzó mirando a Ori—. Pensé que sería bueno después de la noche agotadora.
—Me parece bien— le sonrió—. ¿No tienes que...?
Killua bebió de nuevo de la taza mientras negaba con la cabeza:—Es hasta la noche, puedo darme el lujo de pasar la tarde contigo y Ori.
El lujo...
Su corazón palpito lleno de energía y calidez, miro a Ori qué estaba viendo las fichas con mucha concentración, si ello ayudaba a su cachorro entonces será perfecto.
—¿Te parece si vamos a comer primero?— el alfa pregunto—. Hay buenas cafeterías aquí.
Killua tenía planeado ya todo el día, se veía seguro tomando de la taza pero podía distiguir el leve temblor en sus dedos, ¿estaba nervioso?:—Sin dulces hasta en la tarde— se aseguro de decir antes de que Ori se emocionara de más, como un niño pequeño Killua suspiro.
—Sin dulces— asintió con un leve bufido—. ¿Entonces... Nos vamos en veinte?
—Me parece bien— y su estúpido lobo qué había pasado la mayor parte de sus años escondido, aburrido de cualquier alfa ahora despertaba interesado, era extraño—. Iré a cambiar a Ori.
El niño miro a Gon, frunció el ceño un poco y luego se levantó tomando su mano, Killua le dio un último sorbo a su taza:—Te espero.
Y de nuevo esa sensación extraña, ayer se había intensificado demasiado al tener el aroma del alfa por todo su cuerpo, era seguro y pocos alfas habían tenido ese efecto en él. Pero esto era diferente no solo era seguridad.
—Nuestro lindo jefe tendrá una cita— dijo Bisky alzando sus puños en señal de festejo a lo que Leorio sonrió.
—Hey jefe, ¿no pudiste verte menos desesperado?— Leorio dijo con burla.
—Los odio— les dijo a ambos rodando los ojos—. Ayer fue un día duro para ambos, no está de más ser amable.
—Claroo— Bisky y Leorio tararearon juntos, Alluka sonrió comprensiva.
—Hermano no es malo aceptar tus sentimientos— dijo con una voz sabionda, los cuatro estaban en la cocina susurrando porque literalmente la figura paterna del omega estaba en la sala jugando con la otra protectora del omega.
—¿Sentimientos?— parpadeo confundido—. Solo estoy siendo amable.
—Parece cortejo— dijo Bisky pensativa con su propia taza en sus manos—. Es tierno, porque Gon lo acepto.
Gon acepto nuestro cortejo.
Movió frenéticamente su cabeza desapareciendo esa posibilidad, su estúpido lobo había estado molestando desde ayer cuando olio su aroma en el omega, jamás había perfumado a un omega, nunca. Pero en esta ocasión olerlo y sentirlo cerca, notar que aunque si se tensaba con sus toques con el tiempo parecía más tranquilo, acostumbrado.
Y era tan raro que su alfa se regodeara por eso. Su instinto era una estupidez.
—Estoy siendo amable— dijo con voz severa qué iba más a si mismo que a sus amigos—. Ahora— alzó la voz saliendo de la cocina para que los demás lo escucharán—. Sabiendo nuestra situación necesitamos dinero extra muchachos— Basilius y Jingū lo miraron con curiosidad—. Hagan lo que mejor saben hacer y vayan a apostar o a regatear o robar lo que sea.
Todos en la sala asintieron:—Mañana nos espera un largo viaje nocturno— dijo dando leves palmadas en sus manos—. Así que espero logremos una gran inversión.
Todos asintieron, Canary fue la primera en tomar un abrigo y salir del departamento, suspiro aún tenía que hablar con ella; durante todo el viaje había estado callada y aunque ya no hubo problemas entre ella y el omega no le gustaba que estuviera así. Era su amiga.
—Basilius, Jingū no se preocupen por...
—Ya veremos que hacemos Killua— dijo la pelirroja—. Tu solo encargate de divertir a Gon y a Ori.
Claro que lo haría pero de alguna forma salido de los labios de la alfa sonaba con implicaciones de las que no quería prestar atención. Justo en ese momento Gon salió con Ori hecho un ovillo de emoción. Los tres salieron del hotel en auto, Gon ya no llevaba el collar por obvias razones pero su aroma aún se encontraba un poco sobre él, pequeños vestigios qué parecían no querer soltar al omega.
Como lo había planeado llegaron a una cafetería qué estaba frente a un lago, Ori estaba maravillado con las lanchas mecánicas qué habían en él o los pequeños barcos en los que parecían tener fiestas dentro de ellos.
—Es muy bonito— dijo Ori de puntillas en el barandal de color negro—. ¿Podemos subirnos a una de esas?— señalo a unas lanchas con pedales, precisamente habían algunas qué eran para tres personas y de las que de hecho pensó que le gustarían a Ori.
—Ese era mi plan— contesto viendo como Gon veía el lago con una mueca indescifrable, parecía pensativo, nostálgico un tanto triste—. ¿Qué te parece Gon?
—Bien— le sonrió, una sonrisa amarga—. Después de comer— su semblante cambio a uno cariñoso cuando el niño corrió para tomar su mano obediente.
—Este lugar es muy bueno— comenzó caminando por la calle Gon asentía escuchándolo.
—¿Hay dulces?
Soltó una risita:—Los hay, pero Gon los prohibio— dijo con un tono acusatorio qué hizo qué el niño frunciera el ceño.
—Gon, ¿si terminamos de comer podemos comprar algunos dulces?— el niño lo miro con ojos de ciervo qué hizo suspirar cansado a Gon.
—Si Gon, ¿qué dices?— lo miro con una sonrisa divertida haciendo que el omega rodará los ojos.
—Ya veremos— dijo como sentencia, para ambos estaba bien eso, así que callaron y cambiaron el tema.
Pronto entraron a la cafetería-restaurante, el servicio fue rápido ayudo a ambos a escoger la comida sintiéndose bien cuando ambos parecían encantados con la nueva comida.
Luego llegó el postre, Ori estaba casi brincando en su lugar cuando probó un pastelillo con nata y chocolate, el mismo Gon decidió aventurarse a probar uno de los postres. Ni siquiera entendía de donde venía esa satisfacción de ver que ambos estaban felices, curiosos y atentos a lo que les mostraba, incluso cuando llegaron a las lanchas Gon parecía un niño apuntó de conocer algo nuevo.
Y esa faceta curiosa y emocionada era tierna, alejada de aquella dura y en alerta de cualquiera que le hablara. Está actitud más relajada le hacía preguntarse ¿Cuánto tiempo debió haber pasado para poder mostrar esta faceta? De repente escuchándolo hablar más y riéndose porque Ori se veía tan tierno intentando pedalear, o señalando los patos qué nadaban en el lago junto a los gritos emocionados de Ori.
Todo eso le hizo querer ver más de ambos, no solo de Gon si no también de ese niño que apenas empezaba a vivir. La necesidad en su pecho por querer que ambos confiaran siempre en él como ahora, era una sensación tan abrumadora qué tenía que estar asociada a su instinto alfa porque si no era así entonces no entendía de donde venía.
Los rayos del sol se posaron en los cabellos azabache de Gon haciéndolos brillar, su tes morena parecía tersa y su risa le hizo sentirse mareado. Ori ayudo a la sensación cuando lo vio pidiendo sus elogios y consejos, el cachorro estaba esperando con ojos brillantes y esperanzados.
Cuando el recorrido termino ayudo al niño a bajarse y luego a Gon sosteniendolo por su mano notando qué no no se tensó y que tampoco la quito de inmediato. Gracias al paseo en la lancha llegaron al parque, Ori iba frente a ellos sorprendiéndose por las cometas qué veía en el cielo o por las ardillas qué pasaban de árbol en árbol.
Pronto llegaron a un lugar de juegos, resbaldillas y columpios donde había pocos niños jugando, Gon y él se sentaron en el pasto a pocos metros de los juegos cuidando a lo lejos a Ori qué miraba con tímidez y emoción a los niños que lo invitaban a jugar.
—Gracias— dijo de repente el omega abrazando sus rodillas pareciendo más pequeño de lo que en realidad era.
—¿Por qué?— preguntó desconcertado.
—Por hacer que sonría así— Gon no lo veía hablaba con la vista de frente—. En Slunce... Él no podía darse este lujo.
Y entonces las dudas llegaron, ¿por qué? Porque incluso cuando llegaron a salvarlo parecía que lo escondían, porque hablaban de él como si fuera un secreto, incluso cuando llego a escuchar a Ori hablar supo que el niño no salía de la casa de su abuela si no era necesario pero ¿Por qué?
—Nunca voy a terminar de agradecerte— esta vez lo miro y le sonrió—. Gracias Killua.
—No es nada— se sintió cohibido, nunca nadie le había dado un agradecimiento tan sincero, y uno que ahora golpeaba su pecho con fuerza—. Me gusta verlos bien.
—¿En plural?
—No solo Ori se ve más feliz, incluso tú pareces más alegre— dijo esperando que el omega no se enojara, más sin embargo sonrió de nuevo.
—Debo admitir que eres un grandioso guía— sus manos tomaron sus cabellos y lo sujetaron en un moño.
—Obviamente— le sonrió con suficiencia—. Hay muchos otros lugares aquí— y la idea de volver con Gon y Ori se plantó en su mente—. Podemos volver...
Hubo una mueca amarga en el rostro de Gon, se sintió nervioso al pensar que tal vez no debió decir eso pero luego una leve sonrisa se plantó en sus ojos viendo hacia enfrente de nuevo:—Ya veremos.
Y de nuevo fue suficiente.
De sorpresa Ori llego corriendo con un niño de ojos pequeños y rasgados.
—Es mi amigo— dijo Ori sonriendo—. Pero no entiendo que dice.
El niño alzó su mano saludando y diciendo lo que suponía que era su nombre en un idioma qué no entendía.
—Y aún así dices que es tu amigo— Gon le sonrió al niño hablándole—. A veces no es necesario hablar el mismo idioma para poder entenderse— Ori asintió varias veces—. Ve a jugar.
Y con esas palabras ambos niños salieron corriendo, parecían hablar con entusiasmo aunque veía que ninguno de los dos entendía lo que el otro decía. Aún así reían y se correteaban con grandes sonrisas.
Gon loa miraba, pensativo.
—¿Crees que la gente entienda lo desconocido sin espantarse?— preguntó de repente sin mirarlo.
—Si te soy sincero, no creo que todos tengan esa capacidad— dijo mirándolo estudiando su rostro—. Por lo general a la gente le da miedo lo desconocido.
—¿A ti te daría miedo?— abrazo más sus piernas.
—No— dijo sin dudarlo—. Me conozco y sé que trataría de entenderlo antes de asustarme— así me criaron quiso decir—. ¿Tú?
—Definitivamente estaría abierto a escuchar— dijo divertido como si estuviera pensando en una broma interna.
Killua miro de nuevo a los niños, era sorprendente como ambos podían jugar sin sentir ningún prejuicio, al ver las ropas del niño de tes morena y ojos rasgados supo que se trataba de unos inmigrantes qué no eran muy queridos en este país por lo general había mucha discriminación hacia su grupo. Pero ahora, para Ori eso no importaba.
Sonrió, la niñez debería sentirse y verse así. De pronto la culpabilidad se acentuó en su pecho, comenzó a pensar que no debería estar viviendo esto con Gon y Ori. No lo merecía.
La tarde cayó, con ella la hora de partir. Ambos niños se despidieron con sonrisas alegres.
—Gracias Killua— dijo el niño con una sonrisa enorme—. ¡Este será mi día favorito!
Y su pecho se sintió cálido:—Habrán más días así— prometió—. Así tendrás que pensar bien en cual será tu favorito.
El niño se quedo pensativo:—Mientras Gon y tú estén ahí, serán mis favoritos— fue una sorpresa para ambos la afirmación—. ¿Vas a salir Killua?
—Por desgracia— dijo aún sintiendo que calidez en su pecho no se desvanecía, ¿desde cuando se sentía tan vivo?
—Procura no llegar tan tarde— dijo con una mirada seria—. Debes dormir bien.
Y eso derritió su corazón, Gon sonrió de la misma forma tierna y alegre que ahora sabía solo le daba al niño.
—Haré lo que pueda— contesto viendo que el niño asentía satisfecho. No supo en que momento fue que ya se encontraban en el hotel recibiendo miradas curiosas y chismosas de algunas personas.
—De nuevo, gracias Killua— dijo Gon viendo a Ori correr a Basilius emocionado—. Y suerte.
—Ya te dije— le sonrió—. No es nada y gracias.
—Regresa temprano— el omega parecía incómodo sin saber que decir.
Se alejaron, Killua dio un suspiro aliviado viendo como Kurapila y Canary se acercaban con rostros serios. Era ahora. Dejando de lado el sentimiento de plenitud qué la salida con Gon y Ori se enfocó en esa sensación de agresividad qué le daban estas reuniones. La necesitaría.
Era hora de terminar con esto.
Holaaaaaa.
Me disculpare he tenido días ocupados, estoy entrando a clases de inglés por las tardes y eso hace que el tiempo de me reduzca mucho. 😭
Me gustó este capítulo :3, poco a poco Gon y Killua se van a acercando más. 🥳
¿Cómo están? Espero que super bien. Yo si les soy sincera un poco estresada pero escribir ayuda, bastante.
Sin nada más que contarles, me despido. Tomen agua y que tengan un lindo fin de semana. Bye bye. 💖
-Annie ☾-
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