
𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐕
𝟒. 𝐋𝐚 𝐥𝐮𝐳 𝐚 𝐥𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐚𝐟𝐞𝐫𝐫ó.
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El sujeto parecía torpe, golpeaba con fuerza el gran arma pero realmente no tenía más habilidad que esa. Gon dejo que el hombre golpeara el suelo dejando expuesta su espalda con la lanza golpeó con fuerza haciendo que el hombre robusto pero torpe cayera de rodillas, cambiando de posición el omega golpeó la nuca del hombre con una fuerza moderada.
No quería asesinar a nadie, la sensación de tener la vida de alguien en sus manos era horrible y sinceramente no quería volver a revivirla.
Detrás de él escucho las pisadas rápidas, volteo con la lanza para parar el golpe. La lanza lo cubrió de la espada del otro hombre. Ambos mirándose a través de las máscaras.
Evadiendo con facilidad pudo encestar varios golpes no mortales pero si muy dolorosos el alfa cayó al suelo agarrando su estómago. Vio a Killua a lo lejos pelando con dos alfas a la vez, un hombre y una mujer... Con una katana.
Gon debía admitir que el alfa parecía haber sido entrenado bastante bien, tomo la lanza y corriendo hacia la mujer golpeo sus tobillos con tanta fuerza que la mujer cayó con un alarido de dolor, Killua aprovecho el descuido del otro alfa al distraerse haciendo cortes profundos en manos y brazos.
—Tenemos que irnos— dijo comenzando a correr por otro pasillo, a lo lejos se escucharon disparos.
—He de admitir— dijo Killua sin parar de correr—. Que tú reino es bastante bueno en peleas.
—Nos enseñan a usar todo— explicó—. Todo puede ser un arma.
—Y tienen razón.
Gon y Killua bajaron a dónde Alluka ya los estaba esperando con Zushi bastante golpeado.
—Se escucha una gran batalla— dijo Ume con una sonrisa—. Me hubiera encantado ayudar.
Gon la miro con tristeza, no quería abandonarla... ¿Por qué? ¿Por qué no solo lo acompañaba?
—Cuídate mucho Gon— la mujer le tomo el rostro con una cariño fraternal—. Te extrañaré.
—Gon tenemos que irnos— vio al alfa poner en sus hombros al beta que parecía bastante avergonzado de que lo tuvieran que cargar—. Ahora.
—Te quiero— el omega abrazo a la mujer, dándole un beso en su frente. Ume le sonrió viéndolo alejarse con la chica a su lado.
Killua vio la entrada del palacio, había mucha gente peleando, el cielo aún estaba completamente oscuro, Gon pudo observar con horror las casas incendiandose así como gritos en todas partes. Aún debía haber mucha gente en sus casa que no pudo salir o ser evacuada.
¿Por qué habían atacado?
Killua miro al cielo viendo a la reina elevarse consumiendo toda esa luz, ¿que mierda pasaba en este reino? Alluka quedó petrificada ante la vista.
—¡No sé distraigan!— gritó el omega quitándose la máscara—. Busquemos a Bisky.
—Yo...— la chica veía la batalla con miedo sus manos temblaban y sus ojos estaban rojos.
—Yo te protejere— le dijo Gon tomándola de ambos brazos para que lo mirara—. Estarás bien yo te sacaré de aquí, solo haz lo que yo diga.
La pelinegra asintio, Killua saco la pluma de nuevo y encendiendola pudo ver el camino que llevaba a Bisky. Comenzaron a correr Alluka alado de Gon.
—¡Gon cuidado!— grito la omega, al ver un sujeto lanzarse sobre él con una lanza.
—¡Sigue corriendo!— gritó el chico, evadiendolo, tomo la suya propia y comenzó a atacarlo con destreza.
Pronto el tipo ya estaba en el suelo con las manos sangrando y con varios cortes en el rostro.
Gon aprovecho para correr, se empezaron a oír disparos los soldados de su reino estaban en las torres altas defendiendo desde arriba. Gon corrió alcanzando a Alluka y a Killua, notó que un tipo se acercaba corriendo a la omega por lo que con rapidez sujeto la lanza y con fuerza la lanzo clavándosela en la pierna, por la sorpresa la pelinegra cayó.
Killua volteo asustado aún con Zushi medio desmayado en su espalda. Sin embargo Gon llegó para ayudar a levantarse, siguieron corriendo hasta llegar donde Bisky, la mujer peleaba con una gran mazo y una pistola que usaba de vez en cuando.
Killua alzó el arma disparándole a una mujer que parecía querer dispararle al alfa. La rubia con el cabello suelto y con gotas de sudor volteo al escuchar el disparo su expresión peligrosa cambio a una llena de alivio.
—Creí que no llegaban— dijo la mujer acercándose a Killua para tomar a Zushi—. Me alegro que estén bien.
—Llevatelos al punto acordado— dijo Killua dejando un beso en los cabellos de su hermana que lo veía asustada al verlo alejarse con el omega.
—Él estará bien Alluka— dijo la alfa—. Vámonos.
El cielo de repente comenzó a iluminarse de nuevo, aunque el sol se estaba asomando grandes nubes grises lo taparon y la lluvia se volvió aún más fuerte.
Un estruendo se escuchó así como la luz amarilla se desaparecía.
—¡Tenemos que irnos rápido!— grito Gon—. La reina termino.
Killua no sabía a qué se refería y sinceramente no quería saberlo. Antes de salir del campo de batalla Gon sintió su marca punzar, su abdomen dolió y la cicatriz en la palma de su mano estaba brillando.
Luck estaba cerca.
Miro a los alrededores pero no había nadie, se distrajo por un momento cuando escucho el grito de Killua.
—¡Gon cuidado!— una granada había sido lanzada cayendo cerca de ambos. Al explotar hizo que los dos cayeran a lados contrarios, Gon gimió del dolor al sentir sus tímpanos romperse, Killua estaba del otro lado sosteniendo su cabeza. De repente vio como un tipo se acercaba al albino con un arma en manos queriendo ayudarlo camino hacia él aún con la desorientación. Sin embargo un dolor se formó en la parte interna de sus rodillas, haciéndolo caer.
Se volteo con rapidez defendiendose del tipo que parecía querer ahorcarlo.
—¡Déjame!— le gritó, haciendo fuerza.
—¡Gon!— escuchó la voz familiar, pronto su nariz captó el aroma de Luck. El pelinegro se avalanzó al idiota que lo sometía comenzando golpearlo una vez que estaba encima suyo. El omega se levantó con rapidez tosiendo bruscamente.
Cuando él tipo sangraba por completo del rostro, Luck se levantó caminando hacia él con los ojos desorbitados y la preocupación en cada parte de su aroma.
—¿¡Qué estás haciendo aquí!?— le gritó, aunque luego de verlo bien y con las marcas algo rojas en su cuello suspiro abrazándolo—. Eres un imbécil.
—Tu lo eres más— se alejo, volteando hacia atrás viendo que Killua se las había ingeniado para salvarse y ahora lo esperaba algo alejado.
—Por Měsíc, mi marca brillaba no pensé que...— el sonido de un disparo hizo que Gon se agachara y que Killua se acercara con rapidez, el moreno miro a todos lados para luego ver a Luck.
Los ojos de Gon se pusieron rojos, empezó a respirar agitadamente mientras trataba de sostener el cuerpo de Luck.
—¡Luck!— grito, Killua fue rápido alzando su arma y disparando al bastardo que estaba detrás de ellos—. Tranquilo, estarás bien.
El pelinegro no parecía poder hablar del todo, viendolo con esos ojos cafés, Gon comenzó a hiperventilar dejando salir lágrimas que ya no podía retener.
—No... Luck— al verlo cerrar los ojos Gon comenzó a llorar con más fuerza—. No me hagas esto... Tu no, por favor.
La sensación de perdida lo empezo a invadir ahogandolo de nuevo, como aquella vez que el edificio donde estaba Ara explotó, o cuando vio los ojos de Aziz sin vida en el suelo.
De nuevo. Estaba cayendo en ese interminable hoyo del que era prisionero.
De repente no había nada, no escuchaba ni veía nada más que la sangre en la herida de Luck.
—¡Gon!, ¡Gon!— escucho los gritos—. Tenemos que ir por Ori, no podemos quedarnos.
Buscando la pistola de bengalas en el cuerpo de su amigo, y levantándose aún con las piernas temblando disparó el arma dejando salir un luz roja, los demás deberían venir en minutos.
Recuperando sus fuerzas al pensar en Ori se seco las lágrimas dejando un beso en el cabello de su hermano con el corazón doliendo comenzó a caminar alejándose de los gritos, del horror de una batalla. De una nueva batalla.
El camino fue silencioso, Gon de repente miraba su palma esperando que el brillo volviera o que simplemente palpitara más nunca ocurrió. Killua lo miraba desde atrás pensando si decir algo era correcto o lo mejor sería callarse.
—No digas nada— la voz rota de Gon le hizo tragar saliva—. Por favor, no lo hagas.
—Bien— contesto, no sabía que tipo de relación tenía con ese alfa pero la forma en la que Gon estaba viviendo su luto le hacía simpatizar. El bien sabía cómo era perder seres queridos.
Sus sentidos se pusieron en alerta cuando escucho gritos y maldiciones, ruido que no deberían venir de la aldea. Gon corrió asustado, moviéndose por el puro terror, Killua lo siguió teniéndolo vigilado muchas veces la tristeza te hacía cometer fallos terribles en el campo de batalla.
La lluvia se había vuelto aún más fuerte, los rayos iluminaban la aldea junto a sonido de los truenos. Gon corrió por lo árboles viendo la aldea siendo sometida por los terroristas, había fuego y la gente corría de un lado a otro. Las imágenes de hace años se empezaron a presentar en su mente como cuchillos.
Navajas que no lo dejaban pensar con claridad. Corriendo hacia la casa de la señora Takahashi, casi llegando vio la casa prendiendose fuego.
—¡Hay un niño adentro!— gritó la mujer en el suelo tapando su rostro—. ¡Por favor deje que lo ponga a salvó!
—¡Cállate!— gritó el hombre dando una patada en su pecho haciendo que cayera.
La sangre de Gon comenzó a hervir en ira, tomo la daga con fuerza y corriendo hacia el tipo se avalanzó haciendo a ambos caer. Su mente no pensaba en nada más que acabar con él, por lo que sometiéndolo hizo que la daga se clavara en su cuello.
Gon pudo ver cómo la mirada del hombre se oscurecia y la sangre comenzaba a fluir como el agua hacia abajo, no escuchaba nada solo podía ver sus manos manchadas de sangre.
—Dios mío Gon— era una voz lejana que se parecía tanto a Aziz—. ¡Gon!, ¡Gon! ¡Ori aún está dentro de la casa!— la voz distorsionada ahora se podía escuchar a la perfección, la mujer lo ayudo a levantarse viéndolo con terror.
—Gon, el niño sigue adentro— esa fue la voz del alfa. El more asintio, viendo la casa toda la parte de arriba estaba prendida en fuego.
—¿Dónde estaba él?— preguntó Gon con urgencia.
—Y-yo le dije que se escondiera en la puerta de la despensa de la cocina— dijo la mujer con las manos temblorosas y lágrimas en los ojos.
—Espera— el alfa le tomo del brazo—. No puedes ir sólo Gon.
—Tengo que— miro la casa —. Killua cuidala, por favor— el albino asintio viendo que el moreno se ponía una tela en la nariz entrando. Aunque ya habían pedazos de madera cayéndose la mayoría estaban del lado derecho de la casa, corrió por el pasillo entrando a la cocina abriendo la escotilla en el suelo. Dentro del pequeño lugar estaba Ori medio desmayado abrazando con fuerza el muñeco de arroz—. ¡Ori!
El niño medio se movió ante la voz, cargandolo con mucho cuidado lo cubrió con su cuerpo al tratar de salir por el pasillo un pedazo de madera callo bloqueando el paso.
—¡Mierda!— gritó, cubriendo al niño—. Estoy aquí Ori, te sacaré de aquí— tosió varias veces mirando el reducido lugar. Vio la ventana que daba al bosque esa que Ori siempre le decía que le daba miedo.
Con su codo golpeó el vidrio rompiéndolo, con su mano quitó los rastros que quedaban cortándose en el proceso. Tosiendo, viendo ya borroso por el humo y escuchando las tablas romperse salió con el niño en brazos lastimando sus rodillas al caer.
Comenzó a toser, alejándose del lugar y yendo a la entrada de la casa. Alzó su mirada Killua lo veía aliviado sacando un largo suspiro, mientras que la señora Takahashi caía sobre sus rodillas llorando.
El también lo hizo revisando el pequeño cuerpo que tenía sobre él. El niño tosió alzando sus manos para aferrarse a la ropa:—Ya, ya estoy aquí. Estás bien.
Acercó su cabeza a la del niño cerrando los ojos, sintiendo el calor del niño. Poco a poco Ori abrió sus ojos con lágrimas en ellos.
—Estaba muy asustado— susurró atropelladamente con pequeñas lágrimas saliendo—. Pero sabía que vendrías.
Gon sonrió con lágrimas también en los ojos, abrazándolo.
—Siempre vuelvo— le dijo en su oído—. Te lo prometí.
—¡Ori!— la voz de su abuela lo hizo levantarse un poco—. ¡Estás bien! ¡Gracias Měsíc! ¡Gracias!
La anciana beso la cabeza del niño aún con sus manos temblorosas. Killua veía con una sonrisa aliviada el encuentro familiar. Se acercó ayudando a Gon levantarse con el niño en brazos.
—Señora Lin—los ojos del omega eran brillosos, Killua podía perderse en ese dorado—. Hay una forma de ayudar a Ori, la hay.
La mujer lo vio consternada, como si estuviera cansada de esta plática ya.
—Me ire con él— tanto el niño como la mujer lo miraron sorprendidos—. Lo ayudaré.
—Gon... ¿Cómo?— la mujer parecía comenzar a hiperventilar.
—No hay tiempo de explicar, pero, él— señaló a Killua quien solo le dirigió un saludo con su cabeza a la mujer—. Me sacará, nos sacará a los dos de Slunce.
—Esa... Es una excelente noticia— sonrió la mujer, caminando al alfa y tomando sus manos en un cálido apretón la mujer hablo—. No sé de dónde te conozca, pero, si tú puedes ayudarlos estaré eternamente agradecida.
—Abuela podremos irnos— por primera vez en mucho tiempo Gon usaba ese apodo que la mujer le había dado permiso usar.
—Yo no Gon— la mujer se acercó a ambos, acariciando sus rostros con maternidad—. Si yo voy... solo relentisare su camino.
—No... Abuela— el niño nego con la cabeza.
—No mi niño, está en tu aventura no la mía— nego con la cabeza, sus manos fueron a su cuello desatando un collar, el dije era una llave con una piedra roja en el centro con mucho cuidado lo dejo caer en el cuello del niño y con una sonrisa continúo—. Ori cuídate mucho y cuida de Gon, vive.
El niño asintio sin entender lo último, con las lágrimas formándose en sus ojos pero reteniendolas con todas sus fuerzas.
—Gon fuiste como un hijo para mi, cuidense— le dió un abrazo—. Por favor, cuidense mucho.
Killua se había alejado bastante para no escuchar la conversación, vio el último abrazo y como la anciana comenzaba a caminar hacia el bosque. Gon se acercaba a él con los ojos hinchados y rojos, el niño parecía pensativo y triste.
—¿Ella estará bien?— preguntó el albino.
—Se refugiara en el bosque— miro las casas incendiadas aún habían gritos y una sensación horrible en su pecho—. Ella estará bien.
—Bien— el alfa miro al niño, cabello café y ojos verdes. No se parecía en nada a Gon—. Tenemos que irnos.
Al decir ello, una alarma comenzó a sonar por todo el lugar. Y segundos después aparecieron muchos robots voladores vaciando agua a todo el lugar. La lluvia había parado desde hace rato.
—Los bomberos— susurró Gon—. Ellos estarán bien.
—Mi amigo se quedó en su casa— dijo de repente Ori.
—Él estará bien Ori— le aseguro—. Todos estarán bien.
El niño asintio viendo de reojo al alfa que los acompañaba. El hombre tenía un color de piel raro y su cabello también era extraño, parecía un hombre hecho de nieve. Además era alto, mucho más alto que Gon.
No le gustaba.
—¿Quién es él?— señaló el niño al alfa que lo miro con curiosidad.
—Se llama Killua— le contestó—. Es un... Amigo.
—Gusto en conocerte Ori— dijo el alfa con una sonrisa algo incómoda. Tenía mucho tiempo que no convivía con niños tan pequeños.
—Pues yo no tengo el gusto de conocerte— dijo con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
Gon dejo salir una risita haciendo que el alfa lo viera totalmente sorprendido, ¿Quién diría que ese omega pudiera reír?
—Bueno, se ve que tiene tu carácter— dijo el alfa divertido, pasando su mirada a las rodillas del omega, estaban sangrando.
—Es un amigo que nos ayudará Ori— le sonrió al niño—. No seas grosero.
Estando ya alejados el albino vio unas piedras algo grandes:—Siéntate— le ordenó el alfa, Gon lo miro desconcertado—. Tus rodillas.
—Ah— las miro, Ori también lo hizo viéndose espantado al ver la sangre—. Estoy bien.
—No, no lo estas— el alfa arranco la tela de los brazos de su playera—. Deja las vendo, llevas sangrando desde que nos alejamos de la aldea.
Gon suspiro derrotado, se sentó bajando al niño que veía sus rodillas. El niño parecía querer poner las manos ahí, pero Gon le nego con la cabeza. El niño se mordió su labio inferior.
Killua sin haber visto el lenguaje de sus miradas vendo ambas rodillas una estaba más lastimada que la otra.
—Ori, podrán haber muchas explosiones y cosas malas— explico el moreno dejando que Killua vendara la siguiente rodilla—. Quiero que seas valiente y que no te alejes de mi.
—Lo hare— dijo el niño abrazando su juguete—. Lo prometo.
—Listo— el alfa se levantó, Gon asintio dando las gracias—. Tenemos que llegar a la brevedad Gon.
—Lo sé— cargo de nuevo al niño—. Vámonos.
Sujeto al niño con fuerza y ambos empezaron a correr, no sabían que tan mal estaba todo pero aún así no podían perder el tiempo. Pocos minutos después ya se encontraban cerca del puente que los llevaría al puerto y dónde se suponía ya estaban todos, pero, al llegar todo estaba hecho un caos.
El puerto estaba siendo tomado por los terroristas. Gon acercó más a su pecho al niño, ocultando su rostro para que no tuviera que ver toda la violencia que estaba ocurriendo.
—No veas Ori— le dijo evadiendo algunos golpes mientras que Killua lo defendía—. No veas, todo estará bien.
Sin tantas complicaciones llegaron al barco de Basilius, Retz estaba abajo junto a Jingū con varias armas en las manos.
—Por Měsíc Gon— la peliroja se espanto al verlo—. ¿Estás bien?
—Estoy bien Jingū— le sonrió—. Estamos bien.
La pelirroja vio al niño asustado, y sonrió con amabilidad:— Yo lo llevo adentro.
Killua veía el intercambio de palabras de ambos, para luego ver a Bisky y alejarse con ella.
—¿Qué tan mal está el asunto?— preguntó Killua viendo que Gon soltaba al niño para dárselo a la alfa.
—Pues hay varios barcos de batalla, fueron soltados después de que una flota de terrorista quisieron escapar— hablo desatando los grandes nudos que tenían sujeto al barco—. Y bueno, Basilius estaba peleando con Kurapika y Zushi por la mejor ruta.
—Mierda— suspiro, esto cada vez se ponía peor.
—¿Cómo está el omega?— preguntó viendo al alfa que asentía a lo que sea que le estuviera diciendo la pelirroja.
—Bien— dijo sin decir mucho—. Él se puede cuidar solo.
La rubia le lanzó una sonrisa divertida:—Así parece, debe parecerte muy caliente.
—¡Bisky!— el albino le reprendió—. Cállate, quieres.
—¿Por qué debería?, ¿no es cierto?— le preguntó divertida, viendo hacia el cielo nuevamente comenzaron a caer gotas de lluvia—. Es un chiste, en realidad estoy bastante alterada.
Killua rodó los ojos:—Se nota— aún así dejo una de sus manos en el hombro de la alfa —. Me alegra que estés aquí Bisky.
—A mi no me alegra está aquí— dijo con una risa divertida—. Pero estoy feliz de acompañarte a esta misión suicida.
—¡Killua!— era el grito de Gon, era sorprendente que la zona de los barcos no estuviera siendo atacada y de alguna forma lo tenía un poco desconfiado.
—Vamos, tu omega habla— la chica soltó los lazos caminando a la tabla.
—¿Quieres callarte idiota?— dijo suspirando frustrado—. No quiero saber cómo se pondría solo con escucharte decir eso.
—Te castraria— dijo la rubia con una sonrisa divertida al ver al albino tragar saliva.
Una vez dentro del barco, se dirigieron a la cabina dónde estaba una mesa redonda junto a una lámpara de aceite en medio. Todo el grupo estaba ahí a excepción de Alluka, Jingū y Ori.
—Niño bonito— dijo Basilius al verlo entrar, rodó los ojos aunque vio el atisbo divertido del moreno al escuchar el apodo—. Necesitamos tu opinión.
—¿Para?— preguntó viendo los mapas.
—Basilius dice que lo mejor sería irnos por el mar Yuki Onna— comenzó Kurapika—. Pero, yo creo que lo mejor sería ir por Imoogi.
Killua miro con atención los mapas, irse por dónde habían venido era sencillo, había la posibilidad de que el barco no sufriera tanto, pero, si Basilius estaba escogiendo Imoogi era por algo.
—Si me permiten— Gon hablo, Killua presto atención al igual que todos ahí, a excepción de Canary que se veía reacia a escucharlo—. Si no queremos salir volando en muchos pedacitos lo mejor sería Imoogi.
—¿Pedacitos?— Zushi pregunto asustado.
—Estamos ahora en estado de ataque— explico Basilius—. Hay rumores de que cuando estamos en ataque la reina suelta minas en las fronteras del mar.
—Pero son rumores— dijo Canary obvia, aunque su mirada inquisitiva dijera otra cosa.
—Si lo son— le contesto el moreno vacilante—. Se dice que hace mucho tiempo fueron removidas... Pero es una posibilidad.
—Una que no me gusta— dijo Killua viendo los mapas—. No podemos arriesgarnos.
—Pues si— dijo Leorio—. Pero si nos vamos por Imoogi será mucho más sencillo que nos atrapen.
—No tanto— dijo Gon, algo emocionado hace mucho tiempo pensó vivir está misma plática alado de Aziz e incluso de Basilius, ahora la tenía con personas diferentes pero la tenía—. Si usamos la cabeza.
—Bueno pues ilustranos— dijo Canary con sarcasmo.
Ignorándola por completo, Gon dió un suspiro y hablo:—Si nos vamos por Imoogi llegaremos al mar Lotus, y...
—No Gon— la voz gruesa e imponente de Basilius se escuchó, Killua lo vio sorprendido. Era un tono firme—. No iremos por ahí.
—Es nuestra única opción Basilius— le dijo viéndolo a los ojos.
—No, Gon. Esas aguas son peligrosas— Killua miro el intercambio de palabras con curiosidad, vio el mapa de reojo localizando el mar Lotus. En el había un gran tachón rojo que decía "Renegados" toda una zona pintada de un color blanco.
¿Renegados? Era verdad que no conocía del todo estás aguas, la mayoría de sus trabajos siempre habían sido por el occidente y la parte este de los reinos. Y aunque tuvo uno que otro trabajo en esta parte sinceramente aún había todo un mundo por conocer.
—Si vamos por Yuki Onna seremos un blanco fácil— dijo serio señalando con su dedo el mapa —. Aziz lo menciono muchas veces.
—Debes dejar de creer tanto en él— la sala de hundió en un silencio incómodo aún así Gon no paro—. Además para llegar, al mar Lotus primero tienes que pasar toda esas montañas y en el primer momento que pasemos por ahí nos atacarán, el barco no soportará mucho.
—Basilius...
—No Gon, ¿Por qué crees que la reina tiene esas aguas prohibidas?, son peligrosas— el hombre nego con la cabeza.
—¡Estás hablando de la misma reina que me ha mantenido encerrado en ese puto palacio la mayor parte de mi vida!, ¡La misma que ha estado ocultando muchas cosas!— gritó furioso de repente, no podía creer que Basilius creyera en ella, no ahora—. Y ahora dices que puede haber un ¿por qué? Yo te diré el porque— se pasó una mano por sus cabellos—. Esas aguas ya no le pertenecen a Slunce, ellos ya no tienen poder ahí.
Basilius lo vio intrigado, era verdad que desde hace años toda esa frontera ya no tenía nada que ver con Slunce, incluso desde antes de que el reinado de Nagisa empezará, sin embargo, habían dicho que esas tierras eran peligrosas que aunque fuera solo por un instante podían atacar y ellos no podrían hacer nada...
—Es justo lo que piensas Basilius, no es que ellos nos vayan a atacar si pisamos sus aguas, si no es porque simplemente en ese mar ellos ya no tienen poder. El mar Lotus los detiene Basilius — todo tuvo sentido incluso la insistencia de Aziz por este mar tuvo sentido—. Y ya pensé en algo para cruzar todo, tu barco es rápido y tienes los cañones he pensado en tirar las estatuas y las torres de vigilancia.
—Estas loco Gon— dijo el hombre con una sonrisa divertida pero a la vez un tanto preocupada.
—Si nos vamos por ese mar podemos llegar a Hammer, Aziz dijo que tenía gente ahí— Killua pensó en Hammer, aunque la idea que iba a dar no le gustará del todo—. Podemos buscarlos, la reina no irá por nosotros, porque los terroristas están atacando las aldeas pequeñas no creo que sea tan hija de puta como para dejarlos a su suerte.
—Y si de algo les sirve— Killua hablo—. Yo tengo contactos en Hammer.
—Ay Killua— está vez fue Kurapika quien rodó los ojos—. Él es un idiota.
—Lo es, pero, también es un idiota que nos debe varios favores— paso su mirada a la del omega que le sonrió como si del mayor premio le hubieran dado.
—Ves— lo señaló—. Killua tiene gente ahí, si logramos reparar el barco podemos irnos a Casiopea.
—Es un buen plan— dijo Leorio—. Uno suicida pero, es esto o volar en mil pedazos.
—¿Qué opinas Killua?— el moreno le preguntó, sus ojos suplicaban porque dijera que si.
—Luces bastante seguro con este plan— y siendo sinceros era el único que tenían—. Valdría la pena intentarlo.
Basilius suspiro con sus grandes manos en jarra, asintio varias para luego comenzar a hablar:—Este barco es rápido, mucho de hecho pero casi no tiene resistencia— se rascó la barba considerando la estrategia de Gon—. Ellos nos atacarán, por eso debemos tirar cada torre que vean y... Defender el barco.
—¿Defender?— pregunto Kurapika—. ¿A qué tanto te refieres con eso?
—A lo que conlleve defender— dijo Gon luciendo consternado—. Hagan lo que sea necesario para salir de aquí.
Hubo un asentimiento en silencio, era obvio a qué se refería y aunque él estuviera bastante acostumbrado a la muerte entendía que Gon no, mucho menos de quienes son considerados sus "hermanos".
—Preparen todo— dijo Basilius—. Alluka, Ori y Zushi los quiero en la bodega— ordenó viendo al beta que sonreía sin ganas—. Los demás aquí conmigo.
Gon asintio, corrio hacia la bodega junto al tal Zushi, ahí estaba Alluka con Jingū y Ori, los tres acostados en una cama improvisada con varios cojines y mantas.
—¿Ya nos vamos Gon?— preguntó el niño viendo al moreno agacharse.
—Si— le sonrió alborotando sus cabellos con cariño—. Habrá mucho ruido, pero, de verdad necesito que te quedes aquí con Alluka ¿ya la conoces, no?— el niño asintió—. Ella te cuidara, no quiero que salgas de aquí, ¿entendido?
—Entendido— sonrió—. Seré obediente.
El moreno le acaricio su mejilla con afecto, paso su mirada a la omega que los veía con una sonrisa:—Cuídalo, ¿si?
—Por supuesto— la omega le sonrió—. Es lo menos que puedo hacer después de lo que hiciste por nosotros.
Gon le sonrió:—Te lo dije allá, agradeceme cuando estemos lejos de aquí.
—Por supuesto Gon— la chica le sonrió, sintiendo tanta admiración por el omega.
—Jingu, te necesitamos arriba— la alfa le sonrió levantándose.
—Me alegra que estés bien Gon— la mujer le alzó su mano, el moreno sonrió con cariño apretando la misma con fuerza—. Vamos, espero que aún sepas navegar un barco.
Alluka vio el intercambio impresionada, Jingū era una mujer seria verla más abierta era sorprendente. Ambos subieron cerrando la escotilla con una última mirada para Ori que lo veía con cierto miedo en esos ojos inocentes.
Ambos subieron a la cabina dónde aún estaba Basilius hablando con Killua, la pelirroja se acercó a los controles viendo una de las pantallas brillar. Frunció el ceño al ver lo que sucedía.
—¡Capitán!— gritó, Basilius la miro curioso—. Tal vez quiera ver esto.
La pantalla tenía un radar que mostraba bastante distancia, en el se podían ver varios barcos llegar.
—Tenemos compañía— dijo el hombre sin dejar de mirar el radar.
—La batalla se está haciendo aun más grande— hablo Gon al ver también la pantalla—. Eso es una...
—Oportunidad— dijo Kurapika con un suspiro—. Podemos hacerlo.
En la sala hubo un asentimiento y con un poco más de órdenes comenzaron a moverse. Debían salir de aquí.
Holaaaa.
Perdón si tarde, estuve organizando algunas cosas sajajaja.
¿Cómo están? Espero que estén teniendo un lindo fin de semana.
Quería preguntar, ¿sienten que los capítulos son muy largos? Porque podría bajar el número de palabras. Ustedes díganme.
Sin nada más que decir, me despido. Bye bye. 💗
-Annie ☾-
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