𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈
Los días se habían pasado volando al menos para él eran como si fueran adelantados con alguna especie de máquina. Tal vez era el miedo que recorría su cuerpo cada vez que imaginaba que pronto estaría en una nación desconocida donde podían o no salir con vida.
Sin embargo dudar no era un lujo que podían darse. Tenía que sacarlos de ahí y regresar con su hermana para pasar todo el tiempo que habían perdido por culpa de sus padres. Y juntos tratar de encontrar a Milluki.
—¿Cómo estás?— la voz gentil en la entrada de la sala lo hizo alzar la mirada—. Mañana es el grandioso día.
—¿Tu?— ignoró la pregunta—. ¿Cómo te sientes?— se reincorporó en el sillón.
—Estoy nerviosa— dió una risita recargando su cabeza en el respaldo del sofa —. Pero, no insegura.
—Si, también yo— le sonrió, Canary sabía que le estaba mintiendo.
—¿Irás a ver a Alluka?— cambió de tema, sabía a la perfección que Killua no hablaría por más que intentara que hablase.
—Si, de hecho ya me iba— se levantó tomando un abrigo—. ¿Quieres ir?
—Me encantaría. Voy por mi abrigo y vuelvo.
Salieron juntos sin tocar el tema de Yamatai, hablando de cosas más rutinarias. Pasaron por uno de los mercados, recibiendo saludos de algunos comerciantes; le recordaba mucho a cuando una niña que jugaba con sus amigos se acercó para decirle que de niña quería ser tan hermosa como ella y tener un esposo guapo. Miro de reojo a Killua que iba en su propio mundo.
Era una estupidez creer que Killua quisiera tener un matrimonio, en alguna ocasión le había dicho que una persona como él no merecía un final feliz y por lo tanto no lo buscaría.
Una unión también era improbable, la idea de que el albino se enamorara estaba muy lejos de ser real, aunque siempre lo vió coquetear con diferentes omegas nunca hizo por querer algo más con ellos.
Y aunque se escuche muy egoísta, la tranquilizaba que fuera así. Tampoco es como si hubiera intentado algo con él fallando en el proceso era que simplemente prefería tenerlo cerca como su amiga y mano derecha. Si no fuera porque en su grupo existía la voz de la razón, entonces estaba segura que Killua acudiría a ella, igual que cuando Kurapika no estaba en el grupo.
Canary amaba a su familia, no se quejaba con que Kurapika sea quien tome algunas decisiones de hecho es por seguridad. Estaba bien con eso.
Pronto llegaron a la casa pintoresca de la única omega que tal vez generaba un foco de advertencia. Aunque no debía, había observado que a Killua le atraían más los omegas hombres que las mujeres. Cuando la rubia abrió notó que el brillo de sus ojos de apagó en cuanto la vió, su comportamiento cariñoso y errático cambio a uno más serio. Definitivamente era por ella. No sabía si sonreír por generar eso.
—¿Cómo estás Alluka?— preguntó Canary una vez que había sido invitada al hogar. La pelinegra le sonrió con cariño y con una mirada algo apagada hablo.
—Bien, preocupada por ustedes— la morena le sonrió en comprensión tomo sus manos y les dió un fuerte apretón—. Estaremos bien, Killua regreserá contigo. Te lo aseguro.
—Me reconforta que estarás con él— le sonrió divertida—. Te doy permiso de golpearlo si hace una estupidez.
La morena sonrió alegre, sabiendo que mientras ella estuviera cubriendo la espalda del albino. Nada le pasaría de eso se encargaba ella:—. Tomaré ese privilegio.
Canary miro de reojo a Killua quien estaba en la cocina junto a Retz, parecían hablar algo con bastante urgencia. Quiso acercarse más sin embargo dejo que el albino viniera y se lo dijera.
Killua escuchaba las palabras de la rubia con una mueca seria casi tenebrosa para la omega.
—No— nego cortante—. Ella no puede ir Retz.
—Tiene que ir Killua— la rubia sabía que decir esto era sumamente peligroso para alguien que jamás había pisado algo más que una mansión. Sin embargo, sus sueños nunca mienten—. Sabes que mis sueños jamás fallan.
—Lo sé— cerro los ojos dando un suspiro fuerte—. Pero, si a ella le pasa algo... Es lo poco que tengo Retz.
La tristeza se vio reflejada en los ojos claro de la chica, se acercó un poco al alfa al verlo tan mal. Nunca lo había visto así, suponía que los demonios del pasado tenían que ver con su comportamiento.
—Killua es necesario que Alluka vaya, no cortes su hilo de vida— el albino la vio con duda—. Sabes que cuando te presionó a algo es porque es necesario. ¿No es así?
—Si— un último suspiro—. Dijiste que tenías otra cosa que decir.
—Oh— tragó saliva para empezar a hablar—. Killua bajo la lluvia y la perdición; la luz aparecerá. Aferráte a ella y no dudes en ningún momento de sus palabras, ¿si?— la expresión en el alfa fue de confusión total—. No preguntes, no puedo decirte más.
—Lo sé— paso su manos por su cabello—. De una forma extraña siento que este viaje va a cambiarme de por vida.
—Todos los viajes que has hecho te han cambiado Killua— la chica tocó su pecho cerca del corazón—. Esto siempre está cambiando.
Killua le sonrió, para cuando iba a volver Canary y Alluka ya se habían acercado a la cocina. La morena vio la situación con una mirada seria, sin embargo aflojó una sonrisa falsa:—. ¿Todo bien?
Retz se alejo del alfa como si quemará su sola presencia. Ella entendía su cariño por Killua, no era uno romántico ni mucho menos platónico; el alfa fue la primera persona que acepto su comportamiento, que entendió su origen y que la trataba como una hermana.
Cómo si fuera parte de su familia. Los ojos con los que veía a Killua eran diferentes a los de Canary. Y a pesar de eso, la morena aún no se daba cuenta de ese detalle. Siempre había sentido que la mujer le saltaría a la garganta.
—Todo bien— habló el albino, paso su mirada a su hermana dando un último suspiro—. Alluka empaca lo necesario para una semana— los ojos de la chica se agrandaron y brillaron aún más—. Empaca lo necesario, no habrá lujos en Yamatai, ¿okey?
—Si, claro— la chica corrió a la habitación con una gran sonrisa. Canary por lo contrario vio a Killua desconcertada.
—¿Killua?— preguntó la chica viéndolo con el ceño fruncido—. ¿Algo que quieras contarme?
Afuera de la casa, el cielo se ya se había nublado dando advertencia de la pequeña tormenta que se avecinaba.
La brisa cálida golpeaba sus rostros, el Muelle Tea estaba lleno de los nuevos barcos que habían llegado el día de hoy y otros que este mismo saldrían a sus destinos. Killua había tenido pesadillas toda la maldita noche, no pudo descansar absolutamente nada.
Hisoka se acercó a un hombre de gran tamaño que tenía a su lado a una chica de cabellos rojos y ojos sombríos.
—Killua— el hombre que hablo sonrió viendo al tipo de barba abundante—. Este buen hombre es su entrada y salida a Yamatai, su nombre es Basilius.
—Solo lo hago por el pago que harás, payaso— el hombre metió sus grandes manos a su abrigo color café—. Tú— señaló a Killua—. Dentro de mi barco harás lo que yo diga, ¿entendido?
—Depende al trato que nos den será que entenderé—le sonrió de manera cínica al alfa que también le sonreía burlón.
—Señores no es el momento— dijo el rubio, viendo a Killua.
—Entre más rápido nos vayamos mejor, señor— la chica pelirroja hablo mirando a Basilius señalando al cielo.
—Tienes razón niña— mirando a la pelirroja hizo que todos la siguieran, quedándose a solas con Hisoka advirtió—. Espero que cumplas con tu trato, me estoy jugando la vida por esto.
—Traelos y el pago será entregado— el hombre asintió comenzando a caminar a su barco. Una vez allá todos los tripulantes observaban al capitán del Tomoe¹ colocarse frente a los nuevos pasajeros.
—Tengo reglas básicas, que todos deben seguir— miro a Killua—. Uno, no pregunten por Yamatai a menos que yo saqué el tema— alzó otro dedo sobre el aire para que lo vean—. Dos, trabajen me están vigilando debemos fingir que realmente estamos trabajando y que no llevo contrabandistas en mi barco— dió una sonrisa al alzar el último dedo—. Sigan todas mis órdenes cuando lleguemos allá— su mirada se quedó posada por más tiempo en Kurapika y Alluka sin embargo antes de que pudieran sentirse incómodos quitó la mirada.
—¿Y ya?— Leorio preguntó con los brazos sobre su cabeza.
—A trabajar— dijo el hombre viendo a la joven peliroja—. Encárgate del ancla Jingū.
—Si señor— la chica camino junto a otros dos alfas a la parte delantera del barco.
Tal y como el hombre de cabellos largos y ojos rasgados ordenó todos a bordo del barco comenzaron a trabajar dependiendo a la tarea que les dieran a cada uno de los contrabandistas y de los mismos tripulantes.
Tres días ya habían pasado en altamar, para Alluka la parte que más le gustaba del día era la noche. Sentir la brisa cálida sobre su rostro, que sus cabellos vuelen por los fuertes aires eran sensaciones que al menos por años no había podido vivir.
La hacían sentir viva.
Estar encerrada en una mansión, sin tener control de que hacer con tu vida y solo existir para las expectativas de sus padres y su deber como omega en esa casa. Aunque esté viaje no era algo que en verdad hubiera previsto, hacerlo con Killua era reconfortante.
Aún cuando sabía el motivo del mismo.
Apoyo sus hombros en la madera del barco con la mirada pensante en las hermosas estrellas. Sin pasar sus ojos al mar porque aunque de día era precioso de noche parecía sacado de una pesadilla.
—¿Te gustan las estrellas?— la voz gruesa del capitán hizo que diera un pequeño salto en su lugar, al ver quién era se relajo.
—Desde aquí se ven lindas— contestó la muchacha con una sonrisa, aunque el hombre era bastante grande, robusto y con una mirada atemorizante la verdad es que el hombre era bastante amable, detrás de esa armadura dura había un corazón amable—. ¿A usted no le gustan?
—Claro que me gustan— los ojos cafés vieron los astros—. Un hombre de mar no puede vivir sin ellas— dió una risa divertida, aunque sus ojos parecieron llenarse de tristeza.
Alluka leyó entre líneas la agonía con la que el hombre hablaba, quería preguntar claro, pero no le pareció corrector indagar más:—Se nota que ama al mar, capitán.
—Lo respeto— sonrió—. En ocho días más llegamos a Yamatai— el hombre de cabellos castaños y largos dió un suspiro—. Un poco suicidas al querer entrar al palacio.
Alluka sonrió, tenía razón:—Trabajo.
—Espero que el pago que ese hombre les dará en verdad valga la pena— el alfa miro a la chica.
—Vale la pena— respondió firme, Basilius le sonrió—. ¿Para usted también vale la pena?
—Saldare una deuda— la quijada del hombre se apretó—. Bueno niña, basta de pláticas necesitas dormir. Mañana bajaremos bastante cargamento.
La pelinegra asintio con una sonrisa, viendo como el hombre caminaba a su camerino. Después de unos segundos de admirar las estrellas Killua apareció a su lado.
—¿Todo bien?— preguntó el albino preocupado por su hermana.
—Todo bien— le sonrió—. Vamos a dormir, este día fue cansado.
Killua no preguntó más, dejo que su hermana se adelantara mientras él veía la espalda delicada alejarse. El albino sabía que su hermana empezaba a estresarse bastante, solo esperaba que haberle hecho caso a Retz fuera lo correcto.
Las veces que había visto a Jingū siempre eran cuando la atrapaba mirándola. No era una mirada con lujuria al final de cuentas era alfa, más bien sus ojos la veían con curiosidad.
Se agarró el cabello en un chongo improvisado, hacía mucho calor sentía las gotas saladas del sudor colarse por sus labios en momentos. Tal y como Basilius dijo este día sería muy pesado.
—¿Estás bien con ello?— preguntó la alfa con voz neutral—. Puedes descansar.
—Puedo hacerlo— no quería ser una carga para su hermano, ya había bajado varias faltaba esa caja y listo.
—Sé que puedes— la chica le contesto sin ningún tipo de diversión o burla en su voz—. Pero si fuerzas así tú cuerpo a la larga tendrás consecuencias, bajaré yo está última.
En realidad su espalda ya le dolía, y ciertamente el sol hacía que se cansará más. Decidió hacerle caso a la mujer, se limpio el sudor con un trapo.
—Gracias— dijo con una sonrisa, la peliroja le resto importancia con sus hombros.
—Tu hermano te está buscando.
Era chistoso como a partir ese día, Jingū parecía hablarle más y pasar tiempo con ella; aunque Alluka se la pasara la mayor parte del tiempo hablando y la peliroja escuchando.
Era lindo tener una amiga dentro del barco con su misma edad.
Para el octavo día, las sensaciones de saber que por fin llegarían a Slunce llenaban sus corazones de adrenalina y una especie de sensación electrificante en cada miembro de sus cuerpos.
La estadía en el Tomoe había sido de lo mejor, de hecho a Killua le costaba afirmar que los días que pasaron a bordo fueron llenos de risas por las noches y trabajos nada pesados por el día. Pensó que tendría problemas con Basilius, su forma de verlo cambio al notar que el hombre era bastante amable, serio pero tranquilo eso hasta que el imponente hombre tocaba el alcohol. La tripulación también fue bastante amable con ellos, sobre todo la alfa peliroja que solía ayudar bastante a su hermana con algunas tareas.
Aunque sentía que ambas pasaban mucho tiempo juntas.
Habían tenido la mala suerte de que las tormentas al entrar al mar Yuki-Onna se intensificarán peligrosamente, era extraño que incluso el aire era totalmente frío. Para un reino al que se le conoce por el Sol era bastante irónico.
Eran pasadas las cinco de la tarde, el sol empezaba a ocultarse y una leve brisa caía mojando su rostro cuando escucho a Basilius hablar:—Hemos llegado— frente a ellos, como una pintura el sol se escondía detrás del precioso palacio que se lograba divisar así como algunas torres y casas en colores naranjas y rojos, los barcos también estaban ya estacionados en el muelle; las velas de los mismos llevaban un dibujo del escudo del Reino: un Sol y una Luna—. Bienvenidos a Yamatai. La capital de Slunce.
La ciudad era preciosa, como si hubiera sido sacada de un cuento de hadas parecía una de esas pinturas que ilustraban los cuentos para niños. El cielo en tonos rojizos y naranjas solo hacían de esta vista una maravilla.
—Es hermosa— dijo Alluka llevándose sus manos a los labios.
—Lo es— dijo Basilius con una mirada seria—. Jingū toma el timón, tengo que ir a hablar con el jefe.
Usando el apodo que odiaba hizo que tanto él como su equipo bajarán a la parte inferior del barco. Cerraron la rendija para ver al alfa con una mirada severa.
—¿Pasa algo?— preguntó Leorio con una ceja alzada. Durante estos días jamás había visto una mirada tan severa en ese hombre.
—Yamatai es la capital de Slunce, es la ciudad más protegida del Reino— explico el hombre—. No hablen con nadie, absolutamente nadie. Si queremos salir de aquí, sigan mis órdenes al pie de la letra.
—Lo haremos— dijo Zushi acomodando sus lentes.
—Los omegas, no hagan que su olor salga— dijo el hombre viendo a Alluka y a Kurapika—. Nadie tiene que saber que son omegas, cuiden los detalles.
—¿Por qué?— el rubio preguntó viendo que la expresión de Basilius se volvía aún más fuerte.
—Solo háganlo, los omegas aquí son... Bastante especiales— se cruzó de brazos—. Para más seguridad lleven capas, Killua oculta tu cabello.
—¿Algo más?— preguntó Bisky con una ceja alzada y sus manos sobre sus caderas.
—Yo tengo que entregar mis evidencias del viaje a la ciudad, el barco debe entrar a revisión, mientras tanto yo estaré aquí— saco un mapa de una de sus bolsas, en el se podían ver los riscos que protegían a la ciudad alado de ellos había una pequeñísima isla—. Ahí estaré, cuando terminen la misión los quiero ahí.
—¿Cómo quieres que lleguemos ahí?— preguntó Leorio con sarcasmo.
—Ustedes tienen que ir a aquí— con su dedo señaló un bosque que empezaba en esos riscos, a unos cuantos kilómetros se podía ver el palacio—. Realmente estos lugares son muy poco protegidos, las aguas y el mar lo hacen por los soldados. Pero, gracias a eso nosotros logramos tener algunas cosas en esos lugares, hay una lancha en este lugar, con ella pasarán a la isla.
—Bien— Killua asintio, jamás le había gustado recibir órdenes pero si esto le funcionaba entonces no podía contradecir—. ¿Algo más Basilius?
—Tienen una semana— miro a todos—. No se metan en muchos problemas.
—Estaremos bien— hablo Canary segura de ella y sus amigos.
—Una cosa más. En estos días hay un festival en todo el reino, tal vez eso les sirva un poco.
—¿El rito del eclipse?— la voz emocionada de Zushi hizo que Basilius sonriera con sorpresa.
—El cerebrito se informo— dijo con burla, el moreno se reincorporó poniéndose serio—. Así es, todo el país está de fiesta, será más sencillo hacerlo.
—Gracias Basilius— el albino le dió una mirada agradecida, mirando a su equipo ordenó—. Prepárense para zarpar.
Todos ahí asintieron saliendo del lugar con los nervios en la punta de los dedos, antes de que pudiera salir de los camarotes Basilius lo tomo del hombro y con una mirada seria lo vio:—No se acerquen a los hijos del sol. Si escuchas que hay uno cerca salgan de ahí.
—¿Por qué?— el nombre con el que los llamo le recordó a lo que Retz le dijo.
—Son la parte más alta de la jerarquía militar, estar cerca de ellos significa problemas— contesto el alfa—. Evitalos.
Con un asentimiento el hombre lo dejo subir, para cuando lo hizo pronto llegarían al puerto. Vio a bastantes soldados custodiar los barcos que llegaban así como banderas de color azul marino con un sol y una luna.
El cielo se había nublado por completo la lluvia parecía aumentar, las gotas cayeron sobre su piel frías.
Dió un último suspiro, la misión debía comenzar.
Holaaa, por fin llegaron a Yamatai. Tengo miedo la verdad JAJAJAJAJ.
¿Cómo están, espero que bien?
Les quiero así mucho mucho, espero que hayan disfrutado el capítulo.
Bye bye. 💗
-Annie ☾-
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