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𝙸𝙸. 𝚅𝚊𝚐𝚘́𝚗 𝚙𝚘𝚛 𝚅𝚊𝚐𝚘́𝚗

― Entonces, cuando estaba a punto de chocar con el árbol, por fin supe como frenar, ahora que las escobas tienen frenos automáticos, no es tan difícil como antes...

Iza se encontraba apoyada en el hombro de Draco, acomodando su cabeza en el hueco que se formaba de su hombro a la cabeza. No recordaba cómo había llegado a esa posición, tampoco le importaba. Al parecer, a Draco no le molestaba y eso era lo más importante para la menor de las White.

Apenas llevaban una de las cinco horas que duraba el viaje de Londres a Escocia, por lo que, aburridos, estaban empezando a quedarse sin conversaciones sobre el verano. Estaban esperando a que la señora del carrito de dulces pasará para comprar algunas golosinas.

― Entonces, ¿Por qué no fuiste a la ultima fiesta de los nuestros? ¡Zabinni y yo intentamos robar hidromiel! Aunque claro, el padre de Theodore nos descubrió antes de poder hacer algo... Además, que esta vez llegó Hannah Abbott, esa que esta en tu casa, con golosinas escondidas en la túnica.

― Oh, eso fue porque... - Iza había contado todo su verano, a excepción, de que lo había pasado con los Weasley, sabiendo que algún comentario despectivo por parte de Draco podría aparecer. Pero, Iza no mentía, ni ocultaba cosas, así que, con un suspiro, le contó la verdad. – Pase las vacaciones con los Weasley.

Draco parecía un poco aturdido, pero no sorprendido. El conocía la estrecha relación entre los Weasley e Iza, pero no sabía que era tal como pasar la mayoría de las vacaciones con ellos.

― ¿Su casa de verdad es solo de una habitación? – preguntó sin maldad, solo para tener un tema. Iza se río del ridículo comentario.

― Claro que no, Draco. Su casa tiene demasiados pisos, tiene unos... ¿seis? Es estrecha, eso sí. Pero es el lugar más acogedor al que he ido nunca.

― ¿La conocías de antes? Parece que le tienes cariño.

― Creo que nunca te lo he contado, pero los Weasley son mi familia más cercana. No, no sanguínea, así que puedes quitar esa cara, Malfoy. Pero, cuando murieron mis abuelos, mi tía aún estaba en Hogwarts, así que pasé unos tres años con los Weasley, puedo presumir, que me consideran una Weasley más... Los quiero como mi verdadera familia.

Draco hizo una mueca, podía sentir el cariño y amor que Iza irradiaba por los Weasley, y eso no le agradaba para nada.

― Cambiemos de tema, aún no descifro la combinación de la caja. Solo se que la letra es, obviamente, W. Pero desconozco la figura, y los dígitos... menos.

― ¿Tienes aquí el árbol genealógico? – Draco se separó un poco de Iza, para poder mirarla a los ojos. Iza, un tanto avergonzada por el contacto visual, asintió, y retiró la mirada de la suya, para proceder a abrir su baúl y buscar en él.

Cuando lo encontró se lo pasó directamente a Draco, quien lo examinó con una mirada crítica.

― ¿Te diste cuenta de que esta encerrada la generación 7?

― Si, pero no le encontré un significado. Dominik White no estaba en los registros de mi casa, al menos no en donde yo pudiera verlo. Solo hay una foto suya en la biblioteca.

― ¿Hay información de los demás White en tu casa?

― Si, fotografías, cartas guardadas, entre otras cosas.

― Entonces debe haber una razón para que Dominik no estuviera presente en los archivos familiares. – Draco esta en una pose pensativa, con su mano en el mentón, y el ceño fruncido. – Tenemos pocas opciones, número uno: fue exiliado de la familia.

― Que se descarta porque cuando exilian a alguien, es tachado en el árbol genealógico.

― Y número dos: que él u otro familiar hayan sacado a propósito su información. Así que, si mi teoría es cierta, la información que esta en la caja fuerte (o lo que sea) es de Dominik.

Iza se sorprendió con la rapidez con la que Draco sacó una conclusión coherente. Ella nunca hubiera relacionado una cosa con la otra, no es que fuera tonta, simplemente, su inteligencia era sobre recibir datos, memorizarlos y cosas así. Nunca fue una persona muy deductiva.

― Si lo que dices es cierto, puede que podamos encontrar algo en la biblioteca de la escuela. Ya sabes, si fue alguien importante estará en alguno de los libros. Y si no, puede que encontremos algo entre el castillo. Siempre hay una huella de cada estudiante.

― Tienes razón. En cuanto nos den nuestros horarios de entrenamiento y clases, podremos organizar algunas reuniones de investigación. – comentó en un susurró el rubio, más para él que para Iza.

Ella asintió, estaba muy emocionada por la posibilidad de por fin saber quién era Dominik White.

― Por cierto, estoy seguro que la cantidad de la caja fuerte es 07. – comentó Draco, mirando a la ventana. Parecía completamente serio, aburrido.

― Confiaré en tu intelecto, tengo tiempo, para Navidad, iré por la caja fuerte a la mansión y podré sacar su contenido.

Iza le había contado a Draco la promesa de su tía, y lo emocionada que estaba. Y Draco, no pudo romperle la ilusión con la cruda realidad, probablemente su tía no podría asistir una vez más a la cena de Navidad.

Al cabo de unos minutos, apareció la señora del carrito, y Draco e Iza se surtieron de dulces. Entre ellos, Iza llevaba muchas varas de regaliz, ranas de chocolate y calderos de calabaza, por que eran los dulces favoritos de sus "hermanos" y ella no esperaba para poder dárselos.

― Draco, iré a darles estos dulces a... Ginny, y de paso, buscaré a Cedric para enseñarle la escoba. ¿Me cuidas a Bianca? – Draco, quien no parecía muy feliz con el plan de Iza, asintió. – Gracias, si quieres, puedes traer a Blaise y a tus demás amigos, volveré más tarde por mis cosas. ¡Nos vemos!

Sin dejarle contestar, Izaro salió corriendo hacia el pasillo, y empezó a buscar a la menor de los Weasley, que esperaba, ya hubiera encontrado un lugar donde sentarse con algún niño de primer año.

Cuando por fin la encontró, ya estaba al otro lado del tren. Pudo distinguir la flameante cabellera roja desde fuera del compartimento. Entró a este y vio que, dentro de él, estaba Ginny y un chico rubio que tenia muchas pecas por su rostro infantil, y unos bonitos ojos azules. Parecía extra emocionado, y Ginny, algo cansada.

― ¡Hola Ginny! Toma, te traje dulces. – Iza le dio a la pelirroja una rana de chocolate, una vara de regaliz y un caldero, ya que, los demás eran para Fred, George y su favorito, Ron.

― Hola Iza, gracias. ¿Podrías peinarme? – Iza recordó la promesa que le había hecho esa misma mañana y asintió, empezando a tomar su cabello para peinarla con una pequeña trenza lateral, y lo demás suelto.

― Supongo que eres nuevo, ¿no? ¿Cuál es tu nombre? – preguntó Iza al niño que respondió emocionado por participar en la conversación.

― ¡Colin Creevey! Soy de primer año. Siendo sincero, no sabia nada de magia, ¡soy hijo de muggles, como ustedes dicen! Mi hermano y yo nos sorprendimos muchos cuando llegó mi carta, ¡me sentí tan especial! ¿Puedo tomarles foto a tus dulces? ¡Quiero mandarlas a mis padres! Aunque, no se como le hacen ustedes para que las fotos se muevan... supongo que habrá un hechizo...

― Bien, déjame digiero todo lo que acabas de decir. – Iza levantó su mano, en señal de pausa o espera y respiró profundamente, recopilando todo en su mente. – Bien, un gusto Colin, yo soy Izaro White, segundo año de la casa Hufflepuff. Primero que nada, no digas "ustedes", ya eres parte de ese "ustedes" desde el momento que llegó la carta a tu casa. Eres uno de nosotros, Colin. – con eso, el niño sonrió abiertamente, haciendo que se viera más aniñado de lo que ya era. – Y claro que puedes tomar fotos. Yo tengo una cámara muggle, y lo que hago para que se muevan es revelarlas en poción de revelado mágico. Puedo enseñarte a hacerla.

― ¡O muchas gracias! Eres muy amable, ¿por eso quedaste en Hufflepuff? ¡Yo quiero quedar en Gryffindor!

― Quedé en Hufflepuff por varias razones, pero todas las casas son geniales. Gryffindor es una casa acogedora, si quedas ahí de seguro te irá genial.

Iza terminó la trenza de Ginny, quien estaba concentrada en comer sus dulces, con la mirada perdida.

― Ginny, termine. ¿Estás bien? – Ginny la miró, saliendo de su trance.

― ¡Si! Disculpa, estaba pensando. Gracias por el peinado, te quedo muy bien.

― Me alegra que te guste, ahora, si me disculpan, iré con tus hermanos a darles los dulces. Adiós Ginny, adiós Colin, los veré en su selección.

Salió del compartimento después de unos cuantos gracias de parte de Colin y se adentró más en el tren, en busca de los traviesos gemelos. Los encontró intentando de hacer comer a un niño de primero una goma de mascar explosiva, junto con Lee Jordan.

― Hola chicos, les traje dulces. – en el momento de la mención de comida, los tres chicos corrieron hacia Iza quien sacó los dulces de su capa y les entregó estos a Fred, que los repartió con los demás.

― Oh Iza, eres nuestra salvadora, ¿te gustaría un beso en forma de agradecimiento? – Dijo Jordan, sacando de más los labios de forma graciosa.

― No gracias, Lee. Con un simple "gracias gran diosa Izaro White" y arrodillarte a mis pies basta. – Iza se encontraba riendo ante esto, junto con Lee y los chicos.

― Ni lo sueñes, soy anti-perder la dignidad.

― Bueno, entonces me llevaré los dulces...

― ¡OH! ¡GRACIAS DIOSA IZARO WHITE POR PREMIAR A ESTE POBRE PECADOR! – Lee se arrodilló frente a Iza, casi besando sus pies.

― Eres un lame botas, Lee. O mejor, un lame pies. – comentó Fred haciendo reír a George.

― Uhh, Lee, que eres fetichista. – continuo George

― Bueno chicos, dejaré su conversación de fetiches, iré con Ron y los demás. Le compré dulces. ¿Los han visto?

Fred y George negaron con un movimiento exagerado, y sincronizado de cabeza.

― Solo hemos visto a Hermione sola, está unos compartimentos más adelante, cerca de la cabina del conductor.

Iza asintió, sonriendo amablemente a los chicos, pudo observar cómo aparecía un sonrojo en el rostro de Lee. Sin embargo, no dijo nada al respecto.

― Gracias chicos, los veré luego. – empezó a caminar por el pasillo, escuchando de lejos, como los gemelos se burlaban del pobre Lee.

Siguió viendo cada compartimento hasta que, al abrir la puerta de uno, vio a la chica de gran pelo enmarañado y con la paleta frontal de sus dientes ligeramente más grande de lo normal. Al momento de verla, Hermione saltó a abrazarla.

Iza, quien se había asustado, tardó en reaccionar unos segundos, para después corresponder el abrazo.

― ¡Oh Iza! Por fin, he estado sola toda esta hora y la verdad, me estaba aburriendo sin regañar a Ron. ¿Están contigo?

― Pensé que estarían contigo, no los he visto desde que crucé la plataforma. Le traje dulces a Ron, se venía quejando en el auto sobre que su madre les había vuelto a dar un lunch para el trayecto, en vez de unos cuantos galeones.

― ¿Dónde estarán? – Hermione frunció el ceño y se sentó, mirando al suelo, analizando la situación. - ¿Y si se encontraron con Malfoy, y este les hizo alguna jugarreta?

― No te preocupes por eso, yo estaba con Draco hace una media hora. Desde que subí al tren de hecho. Pero no descarta la idea de que Pansy y los gorilas de Draco pudieron hacerles algo.

Iza dejó junto a Hermione los dulces. Y cuando se sentó, recordó que había dejado su escoba en el compartimento con Draco.

― Genial, olvide mi escoba en el compartimento, se la iba a enseñar a Cedric.

― ¿Ya te vas? – preguntó Hermione, su tono de voz parecía triste, probablemente, se sentía sola sin los chicos.

― Le prometí a Cedric darle una visita y hablar del verano, ¿quieres venir?

Hermione puso una mueca y negó.

― Esta bien, ¿Te acuerdas de Ginny? La hermana de Ron, la conociste en el Callejón Diagon.

― Ah sí, si la recuerdo. No pudimos hablar mucho ahí.

― Bueno, es demasiado simpática, esta en unos compartimentos atrás, si quieres puedes ir con ella.

Hermione asintió lentamente, pensándolo.

― Esta bien, lo haré. ¿Te veré después?

― Espérame cuando bajes del tren, vamos juntas al castillo. Te veo luego. – Iza le revolvió el pelo, cariñosamente, y salió del compartimento.

Estaba cansada de buscar, pero, por fin, en el primer compartimento, esta Cedric y sus amigos.

Izaro les sonrió, ocultando su cansancio.

― Hola chicos, ¿puedo llevarme a Cedric unos segundos? – Una de las chicas, sonrió, coqueta, y asintió.

― Claro que sí, vamos Cedribu, te busca una fan.

Los demás chicos rieron, a lo que Iza se sonrojó sin poder evitarlo. Giró su cabeza, mirando fuera del compartimento, y cuando Cedric se acercó a ella, se alejó para dejarlo pasar.

Cedric cerró el compartimento con algo de fuerza, suspirando.

― Siento eso, a veces se ponen muy molestos.

Iza negó la cabeza, aún sentía sus orejas calientes.

― No pasa nada, lo entiendo. Estás demasiado lejos de mi compartimento, me cansé.

― Lo siento mucho, mi amiga Flora, llegó muy temprano, como siempre. Nos guardó el compartimento.

― ¿Cómo estuvo tu verano? – Cedric sonrió, tenía una de esas sonrisas que encandilaban la mirada. Pero Izaro ya estaba acostumbrada a esta. Así que ver su sonrisa, solo la hizo rodar los ojos, juguetonamente.

― Muy bien, esté verano, mi padre me llevó a un campo profesional de Quidditch.

― ¿Volaste ahí?

― Nah, solo vi como entrenaban...

― NO CEDRIC. NO ME LO DIGAS.

Cedric soltó una risilla, sabia como Izaro iba a reaccionar.

― ¡Maldito! ¡Viste a las Avispas de Wimbourne sin mí!

Cedric soltó una carcajada sonora.

― ¡Lo siento! ¡No lo sabía! Mi padre me llevó sin avisar.

― Tonterías, los búhos son rapidísimos. Muy mal, Diggory.

― No te pongas así, Sami.

Nadie, en serio. Nadie, le decía Sami, solo Ginny. Porque cuando la conoció, Ginny no sabía pronunciar su nombre. Así que cuando Cedric, pronunció ese apodo, Izaro se sorprendió.

― ¿Cómo conoces ese apodo? – El chico de ojos grises, frunció el ceño, al parecer confundido.

― ¿Te molesta? Escuche a la pelirroja pequeña que te seguía en la estación.

― A. – Izaro recordó que Ginny la había acompañado antes de despedirse de los señores Weasley. – No me molesta, es solo que solo ella me dice así.

― ¿Puedo decirte así?

― Claro.

Cedric levantó levemente sus comisuras.

― Esta bien, Sami. ¿Qué hiciste en tus vacaciones? No te vi en tu fiesta de cumpleaños más que una vez.

― Ese día estuve con Draco, estaba algo solo. – comentó casi en un murmuro la pequeña. – Me la pase en la casa de los Weasley. Me compré la escoba, y la usé también.

― ¡¿Y?! ¡¿Qué tal vuela?! – Iza rio por la emoción de Cedric.

― Casi choque con un árbol, no sabía como funcionaban los frenos automáticos. Es como si la escoba tuviera vida, sabe cuándo yo quiero parar...

― ¿Me dejarías usarla algún día?

― ¡Claro! ¿Cómo es el capitán del equipo? Quiero entrar este año de cazadora, pero, tal vez no soy tan buena...

― Creo que lo conoces, es Zataran, de séptimo año.

Izaro hizo memoria, intentando recordar a aquellos alumnos mayores que veía en la biblioteca, o en el Patio de la Torre del Reloj. En su mente, apareció la imagen ese chico alto, de tez oscura y unos muy bonitos ojos verdes, que le había ayudado a recoger sus libros una vez por los pasillos.

― ¡Ya se quien es! Se ve muy amable, espero mi desempeño le agrade.

― Lo hará, en nuestro equipo el desempeño es importante, si, pero la actitud lo es más.

Izaro mantuvo eso en su mente durante el resto de la conversación, que consistía en partidos de Quidditch y materias de la escuela. Después de unos minutos y varias risas, Izaro decidió que era hora de volver a su compartimento, ya que, lentamente, se le cerraban los ojos, o bostezaba.

― Cedric, volveré a mi compartimento, la verdad, he dormido muy poco y he estado recorriendo todo el tren.

― ¿Necesitas algo? No se hacer un filtro de paz, pero podría aprender.

― Gracias Ced, pero es algo normal ya. Estoy acostumbrada a dormir mal.

Cedric hizo una mueca, no le parecía normal eso, pero, no dijo nada.

― Entonces, descansa Sami. Te veo en la cena. – El chico, siendo más alto que ella, aprovecho su altura para poder desordenar el cabello de la chica. Ella solo sonrió adormilada, y se alejó, dando su conocida caminata tranquila.

Cuando Draco volvió de hacer travesuras con su pandilla, abrió la puerta corrediza del compartimento, no esperaba ver a nadie dentro. Sin embargo, se sorprendió cuando vio a Izaro cómodamente dormida ahí.

El rubio no tardó en acercarse a ella, tocándola levemente en el hombro.

― Iza, ¿estás bien?

La niña despertó al instante. Desde que había visto todo lo de su familia, y que su tía le estaba escondiendo cosas, su sueño ya no era pesado, y despertaba con el sonido más ligero.

― ¿Qué paso? – Draco le dio una media sonrisa, se sentía mal por despertarla.

― ¿Quieres dormir más? Te levanto cuando estemos a nada de llegar.

Iza le sonrió y se sentó, palmeando el asiento a su lado.

― ¿Puedo usarte de almohada?

Draco se sentó junto a ella, y la miró a los ojos.

A veces no entendía cómo funcionaba Izaro. Era una persona multitareas, siempre feliz, brillante como una estrella en la oscura noche. Pero, parecía a veces muy sola, muy diferente a los demás. A los ojos de Draco, Izaro no encajaba ni con sus amigos, ni en su casa, ni con el mismo.

¿Cómo alguien tan buena y noble, se había convertido en la mejor amiga de alguien como él? Por qué él era consciente de como era, claro que sí. Sabia que lo que hacía era malo, o en parte, ¿Por qué tanta gente lo consideraba un "niño malcriado" si no era malo lo que hacía? ¿Por qué Izaro lo regañaba tanto por sus actitudes? Pero era algo que el ya no podía cambiar, era así.

No entraba en la cabeza de Draco que ganaba Iza con ser su amigo, no le veía un lado positivo.

¿Por qué la estrella más brillante en el cielo brillaba solo para él?

Finalmente, Draco asintió, e Iza procedió a acomodar su rostro en el hueco del hombro y el cuello de Draco.

Y Draco lentamente, se apoyo en ella. Porque, aunque tenía mil dudas en su cabeza, sabía que, si dejaba ir esta oportunidad, no volvería a aparecer en años.

Era un cometa que es raro de ver, y el tenía la fortuna de verlo casi diario. 

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