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𝙸. 𝙻𝚊 𝚌𝚊𝚛𝚝𝚊 𝚖𝚒𝚕𝚊𝚐𝚛𝚘𝚜𝚊

Ese día Iza había despertado temprano, más de lo usual. Se levanto de un salto, con la respiración agitada, viendo a la nada. Al cabo de unos segundos, su mente se aclaró y camino por toda la habitación, pensando en su constante pesadilla, y en como librarse de ella. La habitación era pequeña y gris. Algo mohosa, con unas cortinas algo desgarradas, y las ventanas de un extraño color amarillo transparentoso. La cama, revuelta por la cantidad de veces que la niña se movió en la madrugada, era pequeña y aburrida. La alfombra roja pero aun así descolorida, estaba algo sebosa y los pies descalzos de Iza lo sentían, sin darle mucha importancia. En las esquinas del cuarto se podía observar el moho formándose. Iza se sentía temerosa, y la habitación fría, no le ayudaba a tranquilizarse. Así que, con paso decidido, de un pequeño empujón abrió la puerta chirriante, y salió hasta aquel pasillo largo y estrecho, el suelo se encontraba sucio, y las partículas de polvo se podían casi que ver. A Iza le entro una tos repentina, que poco a poco se fue extinguiendo. Avanzo por el pasillo, y con su caminar se escuchaba como el piso crujía. Bajó las corroídas escaleras con rapidez, pero al mismo tiempo con cautela, ya que ella sabía muy bien, como era estancar un pie en esa madera mohosa. Al llegar al primer piso de la pequeña casa, se encontró con su tía. Alta, delgada y de nariz larga y fina. Tenia el pelo blanco, un extraño gen familiar, y una maldición para los White que nacían sin esta cualidad. Un secreto poco conocido de esta familia era que, los niños y niñas nacidos sin ese color en su hermoso cabello, eran destinados a ser desterrados de la familia, o asesinados al nacer. Era una de las múltiples razones por las cuales solo quedaban dos miembros de la antes prestigiosa familia.

Su tía estaba sentada en una de las sillas del comedor, con los brazos cruzados y una mueca en el rostro. Su pie marcaba un constante sonido persistente y desesperado. Pap pap pap pap. Iza se acerco lentamente a su tía y se sentó en la silla más cercana a la de la ya mencionada. Posó sus manos en su regazo y con una extraña calma preguntó:

- ¿Algo malo ocurre, tía Emily? - sus grandes ojos grises y al mismo tiempo con un pequeño rastro verdoso observaron a su tía con atención.

Su tía negó con la cabeza y respondió:

-No, de hecho, es algo bueno supongo. Me acaban de llegar dos cartas. Una es para ti, la otra para mí. La tuya es tu invitación al colegio mágico, que llevamos esperando por días- La tía miro con atención a su sobrina, esperando una reacción de parte de ella, pero solo recibió una sonrisa que parecía algo forzada. - Y la mía, es de la ama de llaves de la mansión de mis padres, tus abuelos. Dice que encontró un documento valioso que decía que en caso de morir la mansión pasaría a manos de tu madre, y después a las tuyas. Pero como aún eres menor de edad, la tendré yo hasta que puedas reclamarla.

La pequeña asintió levemente

-Me parece esplendida tía, podremos mudarnos de aquí ¿no? - ella suspiró levemente- esta casa esta apunto de derrumbarse, no queremos que pase en nuestra presencia.

-Estas en lo correcto, Samay. Pero, no me parece correcto mudarnos cuando falta tan poco para tu entrada a Hogwarts. Además, que mudarnos nos obliga a hacer una fiesta para las familias puras. Y no estoy muy contenta de tener que recibir a los Malfoy en mi casa.

La pequeña lo pensó en menos de un minuto

-Creo que sería lo mejor, tener amistades como los Malfoy, aunque sean forzadas nos ayudará a que nuestra familia vuelva a su posición. Además, que cuando las demás familias se enteren de esta pequeña herencia mía, podremos intimidar a algunas pocas. La fiesta es lo de menos, serán unas seis cortas horas, una comida esplendida y un pequeño salón de baile donde los magos más adultos hablarán de como la sangre impura ensucian a nuestra sociedad, los ya crecidos, pero aun modernos como usted, podrán ponerse al corriente y los más pequeños conocernos antes de entrar a Hogwarts. Es una ocasión perfecta, ¿no crees?

Su tía estaba sorprendida con la rapidez con la que su sobrina entendía su situación y algo nerviosa soltó una carcajada.

-Tus padres te enseñaron bien sobre cómo funcionan las cosas. Esta bien, empaca todo. Tenemos una mansión a la cual habitar.

Eran las tres de la tarde cuando las dos señoritas se encontraban fuera de la casa que alguna vez había sido un lugar de risas y felicidad. Iza llevaba todo en su pequeña maleta, y aunque se encontraba seria, por dentro estaba que brincaba de alegría, ya que por fin podría vivir en un ambiente más saludable. Iza miró a su tía con una sonrisa

- ¿Cómo nos iremos? - Su tía la tomo de la mano y de repente ya se encontraban en una especie de puente. Iza soltó la mano de su tía algo mareada, parpadeo varias veces sin saber que había ocurrido.

-Así- Emily tomo la maleta de la niña y empezó a caminar hacia delante, de lejos se podía ver una gran mansión de color Hueso. Con pilares y decoraciones entre griegas y góticas. Iza miro todo con atención, saliendo de su trance y avanzó igual que su tía, el puente parecía de mármol y debajo de ella había un bonito rio que movía sus aguas furiosamente. El sonido de ese esplendido movimiento relajaba la mente de Iza. Al llegar al final del puente, la pequeña pasó por el hermoso jardín, observando todas las flores que se encontraban ahí. Un señor de bigote largo y gesto fruncido se encontraba controlando unas tijeras podadoras con su varita, y hacía un modelo exacto de un gato que se encontraba por ahí.

-Buenas tardes señor, el gato es precioso- comento la niña ofreciéndole una sonrisa sincera, el señor solo sonrió devuelta, dejando ver una dentadura bien cuidada. Su tía estaba a la puerta de ese hermoso lugar, esperando a la niña. Cuando estuvieron juntas, las puertas se abrieron lentamente, dejando ver que adentro se encontraba una viejita con gesto tranquilo, sus manos posaban en sus codos y su cabello plateado por los años se encontraba en un elegante moño.

-Bienvenida ama Emily, hace mucho tiempo no nos veíamos- La chica soltó las maletas y salto emocionada de ver a su vieja amiga.

- Oh Madelaine, que grato es verte. - Abrazo a la anciana, con una sonrisa en el rostro. Iza tomo las cosas de las dos y entro a la mansión. Las puertas se cerraron detrás de ella. Eso captó la atención de Madelaine, que observo a la niña con mirada nostálgica.

-La pequeña ama Izaro es idéntica a su madre. - Emily se separó de Madelaine para que esta pudiera acercarse a Iza, la mujer se agacho para poderla ver mejor, y paso su mano por la mejilla de la menor, posando detrás de su oreja un pequeño mechón blanco que se había escapado de la trenza de la niña. - La conocí cuando tan solo era una beba... soy Madeline, la ama de llaves de la casa. - Iza sonrió abiertamente

-Es un placer, puede decirme Iza si gusta, me alegra que encuentre un parecido con mi madre en mí.

-Hablas igual que Brissy... a tu edad ella era tan propia como una mujer de 30 años, siempre fue muy madura para su edad.

-Era una aguafiestas- comento en bajo Emily con una sonrisa de medio lado. - Pero una un poco divertida.

Saber más sobre la personalidad de su madre alegro el corazón de Iza. Cuando sus padres habían muerto, ella tan solo tenia dos años. No había rastro de sangre ni heridas en el cuerpo de sus padres, parecían dormidos. Ella había crecido con la idea de que los pocos mortífagos que no habían sido arrestados por el Ministerio de Magia habían matado a sus padres por ser sangres puras y no ayudar a la causa de quien no debe ser nombrado.

Sonrió mientras que tomo sus cosas con fuerza

- ¿Puede indicarme mi habitación? - pregunto mirando hacia Madelaine. Esta asintió y la llevo por las escaleras de caracol que se encontraban a la izquierda del salón. Al estar arriba, Iza se encontró con miles de puertas elegantes en un pasillo blanco. Al llegar a su habitación, blanca con la cama perfectamente arreglada (adivinen de que color...) dejo su maleta y observo su cuarto algo aburrida.

-Gracias por traerme, me quedare aquí para adaptarme. ¿Me podrías avisar si necesita ayuda en algo? - Madelaine asintió y salió de la habitación dejando a Iza y a sus pensamientos a solas.


Creación del capitulo:

Para la casa me inspire en la casa de mis abuelos paternos. Literalmente la idea de hacer un fanfic de Draco me nació en su casa, mientras intentaba buscar varias maneras de describir su casa. Y la mansión... pues, me base un poco en la idea que tengo de la casa Blanca JAJAJAJA , también en como sería una casa ideal a mis ojos.

Me emociona escribir desde la perspectiva de Izaro ya que ella es un alma muy tranquila y es todo lo contrario a lo que soy yo así que, como me encantan los desafíos.

Espero les haya gustado el capitulo, sin nada más que decir

Travesura realizada

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