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𝒕𝒓𝒆𝒄𝒆

TW: El siguiente capitulo contiene escenas delicadas, por lo que si durante la lectura te sientes angustiada o incomoda, puedes saltarte directamente el capitulo y esperar al siguiente. Espero y que disfruteís de este capitulo.




Habían pasado dos semanas desde que Diana había vuelto y estaban en un descanso de las grabaciones.
Diana aprovechaba para pasar tiempo con Silas que no fuera en el estudio. Habían ido a la playa, de compras, pasaban tiempo con sus abuelos...Tiempo de calidad de hermanos.
Evangelina organizaba algún pequeño detalle de la boda, aún no habían decidido ni la fecha. Pero Evangelina se intentaba inspirar buscando cosas en Pinterest. Y lo había conseguido quería que la boda fuera en el bosque, en alguna explanada, donde ella pudiera caminar hasta Silas y hacer de ese día el más mágico de todos.
Leto por su parte estaba pasando tiempo con su familia, concretamente con su Nanna. Desde que tenía uso de razón su Nanna era lo más importante que había en su vida pasaban el verano juntas, antes claro de que ella tuviera que irse a Roma a desintoxicarse.
Pero a la vuelta, su Nanna la esperaba con los brazos abiertos, listas para invadir la cocina juntas.

Leto sonrió cuando su Nanna la recibió en la puerta aquella mañana, se acercó a ella con su bastón que llevaba ya por la edad, llevaba sus gafas un poco caídas y Leto se las coloco haciendo que la mujer sonriera.
—¡Gatiuola!
—Hola Nanna —Leto la abrazó y ambas entraron en la casa de su tío, que hoy aprovechando que Leto estaba con la abuelita, iba a pasar tiempo con sus hijos. Ella había llevado a Apolo con ella, su abuela amaba al gatito y el gatito amaba a la señora.

El primer recuerdo que tiene Leto con su abuela, se remonta a... 2003.
Una Leto de tres años estaba de pie en una silla intentando coger una galleta del tarro que había en la cocina, pero solo quedaba una.
—¡LETO! —Su abuela, de 67 años, la sorprendió haciendo que la pequeña se girará con un puchero.
—Yo solo... Quedia una lleta...
—Y por qué no la pides... Eres pequeña aún no llegas... —Su abuela la cogió en brazos y besó su mejilla.
—¡Yo soy gande! Papi dice que soy gande
—¿Preparamos más galletas?
—¡Si!
Ambas estuvieron preparando las galletas mientras esperaban a la hora de que sus padres vinieran a buscarla. Cuando por fin hornearon una tanda, la leto de tres años estaba lista para su siesta y para su cuento.
Erase una vez, un pequeño niño que vivia en una ciudad de gigantes. Gigantes malos que intentaban quitarles a los enanitos el caldero de la felicidad...

No recordaba mucho más de aquel cuento pero si lo que sentía mientras estaba con su abuela y no se compara a lo que siente ahora que está con ella, sabe que es un privilegio. Su abuela la estaba viendo triunfar en la música algo que compartían, el arte por la música venía de su abuela.
Recuerda que cuando era pequeña, y veían películas ella siempre pedía la misma, Los aristogatos. De hecho la primera canción que aprendió a tocar con su abuela fue escalas y arpegios.

Delia y Cosmo trabajaban en un caso bastante difícil por lo que ambos tenían que trabajar hasta tarde. Por lo que Leto se quedaba en casa de la madre de su padre.
—¡Abu! Piano piano —Leto amaba el instrumento y amaba tocarlo con su abuela.
—Voy un momento gatiuola —Leto estaba subiendo en la banqueta mientras su abuela buscaba la partitura— Mira que escribió la Nanna...

Las notas comenzaron a sonar y Leto reconoció rápido la canción.
—Los adistogatitos —chillo la pequeña. Su abuela río y dejo que la pequeña comenzará a cantar.
—Do, mi, sol, do, do sol, mi, do...
el sol feo es necesario en musica
pacticar...
—escalas y arpegios
y se canta desde el pecho
y no por la nariuz —la pequeña Leto toco la nariz de su abuela y ambas sonrieron—
al cantar escalas y arpecioooos

Leto sonrió al ver todavía el piano en la esquina del salón, su abuela ya no lo tocaba debido a la edad, sus articulaciones estaban un poco resentidas así que solo lo tocaba Leto cuando iba a ver a su tío Misha.
—¿qué quieres que hagamos Nanna?
—Podriamos hacer galletas y ver los aristogatos como cuando eras pequeña...—Leto sonrió a su abuela y fueron a la cocina.

Leto dejó que su Nanna hiciera la parte más sencilla que era mezclar el azúcar con la mantequilla y tamizar la harina mientras ella mezclaba.
—¿Cómo se portan los pequeños?
—Son tan revoltosos como Misha y Cosmo cuando eran pequeños, ninguno tiene interes en el piano... —Leto sonrió ante la mención de su padre y su hermano cuando eran pequeños. Su tío Misha tenía dos hijos gemelos, Izan y Gregory, los dos eran como su tío, por lo que su mujer decía que era como tener tres niños en casa. Parecía que la abuela estaba un poco desilusionada, la única que había desarrollado amor por la musica, era ella su unica nieta.
Apolo estaba tumbado a los pies de su abuela mientras jugaba con un ratoncito de tela que tenía su abuela— Son tan revoltosos como este gatito...

Leto sacó la última bandeja de galletas horneadas para dejarlas enviar, mientras su abuela guardaba un poco de las que ya estaban listas para que se llevará a casa. Una vez hubieron acabado, ambas fueron al salón a poner la película, Leto siempre iba cogida de su mano ayudandola a llegar al sillón.
—Leto cariño, me pones el cojín en la espalda...
—Claro —Leto sonrió y la ayudó, se sentó a su lado y cogió su mano. Ambas disfrutaron de la película, que había sido parte de su infancia y de su etapa como abuela primeriza. Pronto llegó la hora de comer, Leto preparó un poco de puré de patatas y carne, estaban comiendo tranquilas, su abuela dejó la mitad del plato fatigada, aquello preocupó a Leto.

—Ese chico tuyo... Thomas, parece un buen chico
—Lo es Nanna, es un amor de chico...
—Me gusta para ti hacéis bonita pareja, recuerdo cuando tu padre trajo a Delia... ella tan joven, tan linda como lo es ahora y pensé... Ella es la indicada, y no me equivoqué —Leto sonrió. Sus padres se conocieron cuando Delia tenía 21, su padre tenía 36 pero ellos se querían con locura y poco les importaba la diferencia de edad.

La cantante estaba sentada en la banqueta del piano donde había estado tocando alguna melodía. Las dos, abuela y nieta, estaban riendo de un recuerdo de cuando ella tenía 5 años, estaban en la piscina y en aquel tiempo su abuela tenía un gato.
—Traumaste a ese gato —Leto río con fuerza. Recordando como pensando que el gatito tenía calor lo metió en la piscina con ella, el gato no solo se mojó sino que cuando consiguió salir del agua, se subió en el árbol y no quiso bajar.

Ambas reían, pero algo alertó a Leto. La risa de su abuela paró de golpe con una tos, Leto se giró a mirarla y pronto la tos paró y la abuela de Leto se quedó en silencio.
—Nanna... —susurró Leto y al no obtener respuesta, se puso de pie y tocó su mano buscando pulso— nanna...

Era muy débil, los ojos de Leto se llenaron de lágrimas y corrió a por su móvil.
—Emergencias dígame...
—Me... Me llamo Leto, estoy en casa de mi abuela... y ella... —Leto estaba entrando en pánico, en shock no estaba segura.
—Leto cariño, ¿podrías darme la dirección exacta?
—Si —Leto dijo la dirección mientras hacía una evaluación de emergencia— ¡ha dejado de respirar!
—¿Leto sabes primeros auxilios? —Leto había hecho un curso en el centro de desintoxicación, hacía ya 4 años de aquello— Hemos mandado a una ambulancia para allá
—Algo... —Leto intentó controlar donde estaba el pulso de su abuela, pero no podía sentirlo, se estaba poniendo nerviosa.
—Intenta hacerle la RCP, si ha dejado de respirar entonces pronto su corazón dejará de latir...
—¿se va a morir?
—esperemos que no... ¿no cuelgues vale?
—Vale... ella no puede morir, no ahora...

—Leto necesito que te relajes y empieces las complexiones...

Leto entró en pánico e intentó mover a su abuela al suelo para empezar con las complexiones. Pero fue en vano, cuando la ambulancia llegó, Leto estaba llorando sobre el cuerpo de su abuela. No lo había conseguido... Se había marchado. 
—Lo intenté... Pero... fue tarde... —Leto estaba cogiendo su mano con fuerza, fue entonces cuando Misha atravesó la puerta, estaba de vuelta en casa y se encontró con aquella escena que le robó el aliento.
—¿Qué...? MAMÁ
—Lo intenté tío Misha, lo siento... es mi culpa...
—Leto... oh cielo... —Misha corrió a su sobrina y la abrazó— no es tu culpa... ella estaba mayor y... enferma...
—Estábamos riendo y de repente se fue...

Leto entendía ahora las palabras de C. J. Tudor en su libro el hombre de Tiza, lo entendía perfectamente.

Nadie está realmente preparado para la muerte, para algo tan finito. Como seres humanos, estamos acostumbrados a controlar nuestra vida. A prolongarla hasta cierto punto. Pero la muerte no admite discusión.

La muerte había recibido a su abuela cómo una vieja amiga y había dejado a los que estaban en la tierra destrozados. Cuando eres hijo o nieto, asumes que un día vas a seguir tu vida sin ellos a tu lado, pero no caes en ello hasta que pasa realmente. Es entonces cuando te deja con un vacío enorme, Leto ya había sentido esa sensación, la de la tristeza invadiendo su cuerpo. Ella la recibía como una antigua conocida, en el camino al hospital donde iban a determinar cuál era la verdadera causa de la muerte, Leto llamó a su padre entre lágrimas.

Al llegar al hospital, Cosmo vio a su hija sentada esperando la autopsia y la abrazó con fuerza, antes de que él también llorará.
—Leto...
—¡No sé qué pasó! Estaba bien, estábamos riéndonos y de repente... no estaba... —Leto se aferró con fuerza a su padre mientras lloraba. Delia llegó 20 minutos después, Leto estaba en silencio para ese momento, las lágrimas caían solas, la culpabilidad la reconcomía, ella pudo haber hecho más... El doctor salió con su carpeta y se acercó a la familia, había sido una muerte por causas naturales, su abuela sufría de insuficiencia cardíaca y para aquel momento su corazón se había cansado de luchar.
Y aunque Leto no tenía la culpa de la enfermedad ella podía haber hecho más, lo sabía... Al llegar a casa Leto se encerró en su habitación y lloró con fuerza y sin consuelo.
Diana llamó al enterarse, ella no cogió el teléfono, Silas la llamó y tuvo la misma suerte. Grace la llamó y no recibió respuesta.

Thomas se enteró por Diana e intentó llamarla, enviarle mensajes, pero no hubo respuesta alguna por parte de Leto. Leto pasó tres días encerrada en su cuarto, deprimida, no había dejado entrar a nadie, no había encendido su móvil. Delia tocaba la puerta y oía a su hija llorar partiéndole el corazón.

—Leto abre... contéstame...
—Fue mi culpa... déjame
—Escribe a Thomas y a Diana están volviéndose locos, por no saber nada de ti —Diana había ido allí pero no la dejó pasar, ni le habló solo se oían leves sollozos.
Leto había caído en una depresión, tan solo salió de la habitación para el funeral donde fue cuando Diana la vió por fin después dde cuatro día de ver la puerta blanca.
—Leto...
—Fue mi culpa, no reaccione a tiempo
—No lo fue, ella estaba enferma Leto...
—No, yo pude hacer antes la... —Leto lloriqueo y se abrazó a Diana, ambas cayeron al suelo, Leto había perdido las fuerzas.

Diana fue la que tomó la decisión de que debían hacer un pequeño parón y que Leto se recuperará. Ella necesitaba ponerse bien antes de volver a la música, lo que la unía con su abuela. Por eso publicó una story pidiendo perdón a las fans que esperaban verlos en alguna entrevista.

Thomas intentó llamarla, pero Leto no quiso cogerle el teléfono, lo necesitaba si, pero ella no iba a impedirle vivir su sueño. Ella quería que fuera feliz así cuando ella no estaba viviendo un gran momento.

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