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𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐

𝓣𝓦: El siguiente capitulo contiene escenas de malos tratos y abusos, si alguna mientras lee se siente incomoda o no puede continuar la lectura, recomendamos dejar de leer y esperar a la siguiente actualización. 

Una vez advertidas, pueden comenzar a leer bajo su criterio. 


Por la mañana, cada uno se fue levantando como pudo. La primera en levantarse fue Leto que al ver que solo eran las 9 de la mañana se acurrucó contra Thomas intentando volver a dormir. Victoria fue la siguiente en despertar, estaba abrazada a Diana que babeaba sobre la almohada mientras que abrazaba el brazo de Damiano.

Mientras la veía dormir en su mente se reprodujo el recuerdo de Diana asustada por los movimientos rápidos de Damiano, diciendo que Leo había hecho trampas. Aquel recuerdo la hizo fruncir el ceño, porqué esa reacción.

Escucho una de las puertas cerrarse, por lo que se levantó y bajó a la cocina donde Leto intentaba alcanzar un vaso, al que por supuesto no llegaba ella tampoco. La vio subirse a la encimera, alcanzarlo y saltar como si fuera un monito. Cuando Leto se giró y vio a Vic allí parada mirándola soltó un chillido, con el que ambas cerraron los ojos asutadas.

—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH —chilló— Ay dios mi cabeza —murmuraron las dos, de repente se oyeron unos pasos rápidos en la escalera, un Thomas en calzoncillos se giró buscando al atacante y Leo salió de su habitación con una raqueta de las de jugar a las palas.

—Dolcezza ¿estás bien? —Leto asintió y Thomas se relajó— pensé que te había pasado algo amore

—Me asusté con Vic —Vic rió y se sentó en la encimera.

—¿Vas a preparar el postre ese? —Leto asintió y abrió la nevera viendo que seguramente deberían ir a comprar por que no había muchas elecciones. Abrió la alacena donde ayer había patatas y gominolas, no quedaba nada.

—Iré con Thomas y Leo a comprar creo —Leo estaba con la cabeza apoyada en la mesa y alzó el pulgar en señal de que se apuntaba al plan.

—Ethan dijo que quería algo ayer, no lo recuerdo pero que venga también —dijo Thomas mientras se abrazaba a Leto que bebía agua.

—Buongiodno —Ethan entró y cogió la botella de agua fría del que Leto se había servido un vaso acabando con el contenido.

Silas y Evangelina bajaron a reunirse en la cocina donde la griega preparaba tostadas para todos. Vic sonrió viendo en lo que se estaba convirtiendo su grupo de amigos, una vez Leto aviso de que iba a comenzar a hacer el café subió a despertar a Damiano y a Diana.

Al subir a la habitación, Damiano estaba acurrucado en el pecho de Diana y Diana seguía en la misma posición en la que la había dejado. Vic subió a la cama y se acerco a acariciar la castaña melena de Diana.

—Piccola, despierta amore —susurra mientras la mueve un poquito, viendo que no despertaba se acercó y la besó con suavidad. Diana abrió un poco sus ojos y le sonrió a la chica devolviéndole el beso.

—Buenos días —le sonrió y ambas se giraron a mirar a Damiano que se había girado un poco, quedando sobre su espalda. Diana aprovecho y se sentó en su regazo para despertarlo.

—Dami... Dami... —susurró la griega mientras picoteaba sus labios, Damiano sorprendió a la chica cuando la tumbó mientras la besaba lentamente.

—Buongiorno —la besó haciendo que la chica se sonrojará.

—Venía a avisaros de...

—A DESAYUNAAAAAAAAAAAAAAAAAAAR —La voz de Leto se oyó desde el piso de abajo.

—Desayuno yey —Diana bajó y Damiano la iba a seguir pero Vic lo retuvo un momento, queriendo comentar con él aquello que había visto la noche anterior.

—Damiano... Ayer mientras discutías un poco con Leo, Diana se asustó...

—Era solo una broma...

—Si, pero cuando moviste los brazos ella se sobresaltó como si fueras a...

—¿Pegarle? Jamás haría eso

—Y si... alguien le está haciendo daño —susurra con temor la italiana.

—A DESAYUNAR, Gamo to!

—¡Eh esa boca! —Silas le riño.

—Ya vamos mamma —Damiano y Vic bajaron a desayunar, el desayuno fue tranquilo. Diana charlaba con Leto animada por una letra de una canción, que iba a formar parte del que podría ser su segundo disco.

Damiano y Vic desayunaban en silencio, Ethan miraba su móvil, Silas y Evangelina hablaban con Thomas y Leo. Hacia las 2pm, Leto salía junto con Thomas, Ethan y Leo hacia el supermercado, se habían vestido lo más cómodos posible y salvo leto todos llevaban gafas de sol. Parecían sus guardaespaldas listos para proteger el cuerpo de Leto.

Silas y Evangelina habían salido a la piscina, dejando a Diana dentro con su ukelele intentando crear una melodía para la letra que había escrito Leto en el viaje. Susurraba la letra mientras probaba algunos acordes cuando Damiano se acercó junto a Vic a mirarla.

—I'm mad at Disney... —Diana alzó la mirada al notar como se sentía observada— ¿Todo bien?

—¿Quién te está haciendo daño? —Victoria se llevo la mano a la frente viendo lo directo que era Damiano para algunas cosas.

—¿Eh? ¿De qué me estás hablando?

—¿Quién es el que te hace daño? —Diana confundida miró a Vic.

—Ayer cuando Damiano discutía... Te asustaste como si te fuera a pegar

—Oh... Nadie me está haciendo daño. Ya no más.

—¿No más? ¿Quién te hacia daño Dea?

—Es... complicado de explicar pero... mis padres biológicos. Mi madre era...

—No hace falta si no quieres contarnos...

—No, está bien —susurra, mientras intentaba acomodar su pelo nerviosa.


Año 2002

Una chica en sus veinte salía de la parte de detrás de un coche guardando unos billetes en su bolso. Necesitaba dinero y aquella forma era rápida. Un par de besos y par de gemidos fingidos y dinero conseguido.

Empezaba a notar las molestia de estar limpia por un día entero, se notaba irritada y necesitaba su siguiente dosis. Algo que consiguió rápido cuando contactó con su camello y le vendió su dosis.

Un par de semanas después notó algo extraño, su periodo estaba faltando, no le echo mucha cuenta a aquello, sería la mala nutrición que estaba teniendo. Que equivocada estaba la chica.

Al cabo de un par de días, con la agonía de que no llegaba a hacer presencia, corrió a una farmacia y consiguió robar un test de embarazo. La chica esperaba que aquel resultado fuera negativo, ella no podía quedarse embarazada, odiaba a los niños y esa no era la vida que se imaginaba. Ella esperaba encontrar un hombre rico y poder vivir del cuento hasta que este muriera.

—Maldita sea... —El resultado del test, dos rayas. No podía abortar, no tenía dinero. Necesitaba deshacerse de eso cuanto antes.

No pudo deshacerse del bebe ni tampoco encontrar al hombre con el que se había acostado. Como consecuencia de aquello, allí se encontraba ella con una panza de 6 meses, mientras un chico le aseguraba un lugar donde vivir y cuidarlo. No es que ella quisiera tener y cuidar a ese bebe, si por ella fuera lo abandonaría en cualquier basurero o en cualquier puerta, pero tener un techo sonaba bien en aquel momento.

Un 25 de febrero en una sala del hospital, la chica se quejaba por las contracciones y los empujes, fue donde tras horas de parto, nació una bebe bastante pequeña y delgadita.

La enfermera que la estaba limpiando sonrió enternecida con lo pequeña que era, parecía una muñequita de porcelana.

—¿Cómo va a llamarla?

—Diana —La mujer había oído aquel nombre unos días atrás y le parecía lindo. Que caprichoso el destino que se iba a encargar de agrietar la fina piel de porcelana de esa muñeca.

La vida de Diana fue tranquila, durante sus primeros años de vida, el novio de su madre adoraba a la pequeña mientras que su madre era más agresiva e indiferente con el cuidado de su hija, pero todo comenzó a empeorar en el momento en el que Diana comenzó tener rabietas y a ser un poco más traviesa, algo normal en una niña que estaba explorando el mundo.

Diana recuerda el primer castigo feo que le dio su madre, ella había cogido sus rotuladores y había expresado su arte en la pared de la cocina, la única pared blanca de la casa, el lienzo perfecto.

Mientras pintaba un gato que había visto en una visita al parque, donde mientras ella jugaba su mamá daba unas bolsitas con caramelos a papás y mamás, nunca le deja comerse los caramelos a ella.

—DIANA —gritó haciendo que la niña se girara asustada— maldita bastarda mira lo que hiciste —la chica la cogió y le dio un golpe en su mejilla y luego en sus nalgas, haciendo que la pequeña llorara— NI TE ATREVAS A LLORAR, TÚ LO BUSCASTE

—Mami... yo solo quería...

—Te he dicho que no me llames mamá —le dio otro golpe en su cabeza.

—Pero...

—No quiero oírte, no cenarás hoy —cogió su mano y la encerró en un armario oscuro.

Ese fue el primero de muchos castigos, también recordaba perfectamente el momento que desarrollo pánico a las tormentas. Había salido a correr y a saltar en los charcos de barro con sus botas de agua rojas y al entrar dejó barro en el suelo.

La madre enloqueció al ver el suelo sucio y lo sucia que estaba la niña. Diana estaba jugando en su cuarto con dos muñecas, estaba en pleno juego simbólico con aquellas muñecas.

—No pintes en la pared, mala niña —y recreaba como la madre muñeca pegaba a su muñeca pequeña.

—¿Te gusta hacerme enfadar verdad pequeña bastarda?

—No...

—¡Manchaste el suelo y tu vestido! No pude comprarme mi estúpida dosis por que debías ir linda a la función.

—Yo solo fui a saltar en los...

—Oh Los charcos... ¿te gusta la lluvia?  entonces la vas a adorar maldita mocosa —La chica la cogió de su pequeña muñequita, para tener seis años diana era muy pequeña en estatura 105cm cuando lo adecuado es que midiera entre los 115cm. El chico que hacía de figura paterna de Diana miraba la escena de acuerdo al castigo.

Encerrada en un cobertizo, llena de barro, mojada y de nuevo no la habían alimentado como debían. Lo peor no era que la niña estuviera sufriendo esos malos tratos, lo peor es que en el vecindario todos parecían ciegos ante aquella situación. Diana vivía con unos monstruos y nadie parecía oír o ver el sufrimiento de la pequeña.

Estos malos tratos continuaron, a veces por parte de la madre, otros por parte del padre... Diana había aprendido a sobrellevar el sufrimiento. A veces las palizas dejaban moratones horribles en su cuerpo o en su cara por lo que no la mandaban al cole, para que no llamará la atención.

Diana tuvo que aprender muchas cosas por si sola, había aprendido a perfeccionar su lectura, a sumar y a restar ella sola. Diana demostraba tener unas carencias afectivas bastante grandes, la niña solía estar apagada en el cole y interactuar bien poco con sus compañeros, pero aquello lo atribuían a una niña tímida e incluso algunos podían atribuirlo a un retraimiento. Pero ninguno estaba cerca del infierno que estaba viviendo la pobre muñequita.

Diana no pudo ver las señales de lo siguiente que iba a ocurrirle. Cuando cumplió los 12, su padre empezó a comportarse de manera distinta. No era un trato normal, no al que ella estaba acostumbrada por lo menos. Un día entró en el baño mientras ella se duchaba y la observó mientras orinaba, aquella mirada incomodó a Diana.

Un día cuando llegó del instituto, su padre la esperaba en la mesa para comer, la sentó en su regazo y mientras comía, se movía inquieto en la silla, Diana incomoda también notaba algo en su intimidad. Después de aquello, habían puesto una película, un tanto extraña, ya que aparecían personas desnudas.

—Eso hacen las personas que se quieren ¿sabes Diana? Tú me quieres verdad

—Sí claro... —ella, una niña necesitada de amor, quería a cualquier persona que le hiciera caso.

—Entonces deberíamos hacer eso —En aquel momento volvió su madre ebria como una cuba y el chico gruño viendo que no podría estar tranquilo con la chica.

No fue hasta unos días más tardes que en la casa solo se encontraban ellos, Diana estaba leyendo en su cuarto, cuando entró en la habitación su padre.

—Ven... voy a hacerte unas cosquillas especiales—Diana se acercó y el hombre cogió su cadera y la giro dejándola contra la cama. Diana estaba callada, confundida de aquello, no había hecho nada para recibir cosquillas.

Tal fue la sorpresa de la chica cuando sintió como bajaba sus pantalones y acariciaba sus nalgas y luego quito sus bragas, guardándolas en su bolsillo y paso un dedo entre sus labios.

Aquellos toqueteos, se hicieron ocasionales, a veces incluían besos otras no... pero la querían y ella necesitaba que la quisieran. Sin saber que aquella manera de querer no era la correcta.

Una llamada de advertencia de un vecino por fin ocurrió, tarde pero ocurrió. Los servicios sociales estaban al tanto de la chica, empezó a ir a la orientadora del instituto y a hablar con una chica que no conocía o tan solo dibujaba mientras la otra chica la observaba.

Al cumplir los 13, su padre le prometió el mejor regalo de su vida, el que la convertiría en toda una señorita. Diana podía imaginar un bonito vestido o maquillaje, pero no que se convertiría en una pesadilla.

Aquella tarde, su padre estaba esperándola, como un lobo que espera a que el pastor este distraído para comerse su próxima oveja. Diana le sonrió cuando llegó y se acercó un poco para dejar su mochila.

—Basta de hacerme esperar... —el hombre la tumbó en la cama y bajó con rapidez su ropa interior aprovechando la falda del instituto pasó los dedos como solía estar acostumbrada Diana, mientras la chica estaba distraída en las sensaciones que le producía, sacó su erección y la paso entre sus labios, haciendo que la chica se sobresaltara y negar, cuando el hombre empujó poco a poco sus caderas.

Aquello hizo gritar a la chica y fue peor cuando oyeron golpes en la puerta, y como la puerta fue derribada y varios policías entraron, la chica lloriqueaba y fue cuando un policía sacó el cuerpo pesado del hombre de su cuerpo y ella se pudo proteger.

Tras un par de chequeos donde le recetaron muchísimas vitaminas y medicinas, descartando ningún desgarré, una mujer la llevaba en coche hacía una casa blanca con ventanas azules. En el maletero iban sus maletas, habían abandonado la casa lo antes posible y ahora iba a estar con una familia de acogida mientras determinaban que hacer con su caso, Diana no entendió mucho pero mejor que su casa seguro que sería. Al bajar delante de la puerta, había una mujer, Diana la encontraba bellísima.

—Diana te presento a Callia, ella va a cuidar de ti durante un tiempo...

—Hola cariño —En la voz de Callia se podía oír el amor— ven estamos ansiosos de conocerte

—¿A mí?

—Claro —Callia le ofreció su mano, y aunque en ese momento no la cogió Callia lo respetó y ambas entraron a la casa, que iba convertirse su hogar. En la escalera había un chico que la miraba emocionado— Él es Silas, mi hijo

—Encantado de conocerte... Ven te enseñare tu habitación —Silas cogió su maleta y la acompañó hasta la habitación. Diana podía sentir calidez en aquellas paredes, algo que no había sentido jamás, sin saberlo Diana estaba ante su nueva familia, su salvación.


—Oh dios... ¿Cómo nadie pudo darse cuenta de aquello? —Tanto Damiano como Vic habían derramado algunas lágrimas. Mientras que Diana se había mantenido sería sin emociones mientras explicaba su historia. 

—No lo sé, Leto me preguntó lo mismo... —se encogió de hombros la chica.

—Diana, pasaste por tanto —Victoria la abrazó con suavidad, teniendo miedo.

—Sí pero ya estoy bien de verdad... Que os haya contado esto no significa que ahora sea más débil, me conocisteis sin serlo, que mi historia no cambie como me tratáis por favor. Sigo siendo Diana y quiero que así siga... ¿Me lo prometéis?

—Pero...

—Promételo Damiano David —alzó su meñique y cuando este lo entrelazó con el suyo, ambos besaron sus puños en señal de promesa.

—Tú también —Victoria entrelazó su meñique con suavidad y repitió el mismo gesto de besar su puño. Y esperaba que así fuera, al acabar de contar aquello Leto entraba con las bolsas y con los demás a su espalda lista para consentir a Diana con su postre favorito, y la expresión de diana volvió a ser risueña. 





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ℕ𝕠𝕥𝕒 𝕕𝕖 𝔸𝕦𝕥𝕠𝕣𝕒:

Hola, las autoras aquí, nosotras queríamos dejaros una nota respecto al capitulo.

L: Aunque el capitulo esta completamente escrito por mi, Andie ha revisado conmigo y ambas hemos estado deliberando como iba a ser este capitulo. Como educadora infantil que soy, he intentado hacer la narración lo más verídica posible, con los indicadores de los diferentes tipos de maltrato que sufre Diana. Así como a veces la sociedad se vuelve ciega y puede pasar mucho tiempo hasta que se haga visible el caso, casos que ocurren demasiadas veces. Mientras escribía este capitulo, tengo que decir que lo he pasado mal, me ha dolido muchísimo al igual que en el momento que escribí el capitulo de Leto lo he pasado fatal. Por fin habéis conocido una parte del pasado de Diana, la más fea pero la que ha construido la personalidad resiliente de Diana. 

A: Este capítulo ha sido una experiencia difícil, desde un principio Lau y yo decidimos que este sería el pasado de Diana y no es una cosa simple de describir. Hay cientos de niños que pasan por esto, lo que es una desgracia y lo vuelve real y crudo. Diana significa mucho para mi y este sufrimiento por el que pasó me llega a los huesos y me descontrola el sistema, lo que más me reconforta es que ahora está donde debería, con una familia que la ama, siendo un sol para todos a su alrededor. 

¿Qué os ha parecido este capitulo? ¿Cómo os ha hecho sentir al leerlo? Sin mucho más que deciros, a parte de agradeceros la acogida de la historia, se despiden Lau ♡ y Andie🌈(mandossweetgirl)

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