Capítulo 2
〖☽〗 01/04/2024【☾】
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La oscuridad era lo único que veía, silencio lo único que sentía.
Aunque, ¿podía acaso sentirse el silencio de alguna manera?
Después de todo, solo era la ausencia de ruido, la falta de la normalidad tan frecuente en su vida diaria...
Abrir los ojos se había convertido en una tarea imposible cada día que pasaba, incluso cuando creía que todo había acabado, la marea de sentimientos volvía de nuevo.
Muchas de las veces simplemente daba vueltas en la cama o intentaba leer algún libro, pero nada de esto funcionaba y acababa llorando a lágrima limpia sobre las sábanas moradas.
Su compañero de piso, de vez en cuando, entraba y comprobaba que seguía con vida. En otras ocasiones, veían películas juntos, abrazados mientras comían helado, o cualquier cosa suficientemente dulce como para quitarle las ganas de llorar, y por supuesto, también de cenar.
Lo único, es que ella no acaba de sentirse cómoda cuando esto ocurría. Y todo se debía a un simple motivo: en un par de ocasiones habían estado cerca de acabar besándose en el sofá, el que por cierto parecía haber tenido más vida social que ellos dos juntos.
Sin embargo, en todas las ocasiones algo les había detenido; y nada tenía que ver con las extrañas manchas que se podían observar en el incómodo mueble, seguramente a causa de los antiguos dueños de la casa, o los trozos de tela pegajosos que se te adherían a la ropa de manera permanente. Más bien parecía ser una mezcla de sentimientos encontrados por ambas partes.
¿Estaban realmente convencidos de querer besarse, de sentir algo por la otra persona?
La respuesta era no, ninguno de los dos estaba preparado mentalmente para ser el centro de atención de la otra persona.
O dicho con otras palabras; a ser el pequeño sol que iluminase los días del otro, que estuviera en los malos momentos siendo ese hombro sobre el que llorar las pérdidas, y manteniendo siempre esa positividad, a veces tan imposible de conseguir.
Y no nos olvidemos de estar en los buenos momentos, celebrando todas las victorias y esperando a la próxima decepción en silencio.
En resumen, eran demasiadas cosas que se debían de hacer para que la otra persona estuviera bien, cosa difícil de hacer cuando tú no lo estás.
Sin lugar a dudas, ambos tenían demasiadas tormentas con las que lidiar, y demasiados paraguas por comprar...
Y toda la incomodad que se había cuasado, era por un casi tonto morreo.
O la conexión física entre los labios de ambas personas.
Algo tan simple y tan complicado a la vez. Algo que podía parecer una común estupidez, pero que realmente indicaba el comienzo de algo. Algo, que no estaban dispuestos a soportar.
¿Qué mejor manera que evitando lo inevitable? Porque sí, era totalmente cierto que físicamente se atraían.
La famosa ‘química’ estaba presente en todo momento; en los roces, las sonrisas, las caricias, ¡y hasta en sus ojos!. Pese a eso, también estaba la incomodad.
Cada movimiento estaba pensado con calma, anteriormente se habían valorado los pros y los contras que podía tener una sola acción.
Y esta situación se había vuelto desquiciante. Se había acabado convertiendo en un campo de minas por el que era peligroso acercarse.
De pronto, la alarma suena sobresaltándola mientras ella intenta levantarse sin éxito. Rueda sobre la cama hasta quedarse mirando a la pared, pues no recuerda el motivo exacto de que su móvil esté ahora mismo pitando en el suelo.
¿Quizás había quedado con alguien?
Lo dudaba, hacía mucho que no hablaba con sus amigas y ellas parecían no haber tenido tiempo tampoco de escribirle.
Además, por lo que sabía, muchas de ellas se habían ido de vacaciones a lugares sumamente exóticos donde seguramente contarían con menos tiempo aún de acordarse de su existencia.
Que irónico se volvía todo con el paso de los años.
Antes, era siempre ella la que estaba ocupada mientras que sus amigas, solían quejarse del poco tiempo libre que tenía.
En el fondo, solo era una excusa para no salir de casa. Ya que, mientras unos días tenía la necesidad de ver el cielo y respirar aire fresco, otros muchos otros prefería acabar de leer su novela preferida por enésima vez, estando tumbada en su silla preferida.
Aunque Jaeret, nunca lo había entendido y disfrutaba haciéndole saber que si continuaba así saldría del grupo.
—Mira bonita, si prefieres quedarte en tu casa y no salir con nosotras, es tu decisión. Eso sí, luego no esperes que vayamos a buscarte cuando estés mal. —Esas mismas palabras que su amiga le había susurrado con su voz viperina en una tarde de verano en la que se había atrevido a salir, eran las mismas que aún le perseguían.
Sin lugar a dudas había sido una mala decisión, ya que había acabado con las palabras grabadas a fuego para siempre, y un terrible dolor en el pecho, donde suponía que estaría su corazón.
Pensándolo fríamente tiempo después, le hubiera gustado llamar a Jaeret, y decirle exactamente lo mismo ahora.
¿Acaso estaba ahora en sus malas rachas, y en sus efímeros instantes de felicidad?
No, y nunca lo habían estado. Pese a eso, años más tarde seguía recordando ese instante con acidez. Y con tres cosas siempre presentes: número uno, Jaeret podía ser una verdadera molestia si se lo proponía, pero lo que esta no sabía, era que ella también podía serlo si se requería.
Número dos, había comprendido que muchas personas solo estaban cuando sacaban algo de provecho, o cuando simplemente disfrutaban de la situación. Si no ocurría ninguna de esas dos, era mejor no contar con nadie y pasarlo todo sola.
Número tres pero no por ello menos importante; Jaeret, Hittie, Katiane y Wellione (el resto del grupo de amigas), eran sumamente dispares entre sí.
A causa de esto, habían tenido multitud de disputas a lo largo de la adolescencia, hasta que de pronto apareció ella.
Al principio, las cuatro creían que era una especie de llave que las conduciría hacía la tranquilidad que las rodeaba anteriormente.
Por suerte, se dieron cuenta de su error lo suficientemente pronto como para no perder la oportunidad de conocer a la que sería su nueva amiga.
Cuándo pasados unos minutos consigue llegar hasta el teléfono, lo enciende para descubrir que, efectivamente y como sospechaba, sus amigas tenían la necesidad de quedar urgentemente.
En resumen, había algo sumamente importante que se necesitaba contar.
Y por primera vez en su vida, tenía la necesidad de salir de casa, y ver a alguien no fuera Liam, su compañero de piso.
De manera que, con un nudo de emoción en la garganta, responde rápidamente al mensaje y todas acuerdan quedar esa misma tarde.
¿Qué sería tan importante y urgente, como para reunirlas con tanta velocidad?
✫・。. 𝕯𝖊𝖓𝖓𝖆 ‧ *・༓☾
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